Personas que critican. ¿Que hay detras de esta actitud?
Hoy quiero hablarles de un hábito que muchas personas hacen en automático, un hábito malsano que nada aporta y pone en evidencia la vida pobre de quien lo ejerce como deporte, que deja sobre el tapete el enorme cumulo de frustraciones que estas personas resentidas sienten. Me estoy refiriendo a las personas que critican sin saber, que con el dedo índice señalan la vida ajena o menosprecian a los demás, para sentirse menos peor con su vida.
En
lugar de invertir sus energías en hacer de sus vidas algo valioso y
beneficioso, espían la vida ajena como quien mira una vidriera, buscando
el alimento que les de sustento para lanzar la crítica, la burla, el
ataque o el comentario malicioso hacia quien evalúan como una amenaza para su ego inseguro y temeroso.
Detrás de una persona que critica se encuentra una persona resentida y poco feliz con su vida. Rechaza
la felicidad ajena porque le recuerda que se puede vivir de otra
manera. Ataca la osadía de los demás porque le recuerda su falta de
valentía, menosprecia los logros ajenos porque le carcome la envidia por
dentro.
Un
lugar habitual en el que suelen caer es creer que a los demás les va
bien por suerte, por causas externas o por favoritismo de la vida.
Comentarios fáciles que suelen hacer: “Tienen suerte”, “Nacieron en cuna de oro”, “Así cualquiera”.
En cambio si es que son ellos quienes logran un éxito es gracias a su
esfuerzo, su sacrificio y a su esmerada dedicación. ¿Y sus desdichas y
desencantos? ¡Por supuesto! Nada tienen que ver con su falta de agallas o
dedicación, ahí sí que la suerte no les juega a su favor.
La
forma que encuentran de no sentirse tan mal no es mejorando lo que les
disgusta de su vida sino empeorando lo ajeno y derribando de un gomerazo
lo que sienten que está más alto y no están dispuestos a hacer los
sacrificios necesarios para alcanzarlo.
Asumen
el papel de jueces y dueños de la verdad, opinan con malicia desde el
anonimato. Las redes sociales los atrapa por horas hurgueteando y
haciendo comentarios ofensivos que delatan más el alma del ofensor que
del ofendido. La frustración los conduce a la agresión, que se manifiesta de muy diferentes formas. Las más de las veces de maneras poco valientes.
Las
personas que critican maliciosamente y sin razón suelen detestar la
felicidad que irradian los demás. A todo le encuentran motivo de ofensa o
descalificación: Si es demasiado hermosa, se le encuentra
celulitis. Si económicamente está bien, seguro el mérito es del padre
porque todo se lo dio. Si es premio nobel en matemáticas, al pibe le
falta calle. Si se la pasa en la calle, que se ponga a trabajar. Si es
gorda que cierre la boca. Si es flaca es anoréxica. Si disfruta de la vida es porque vive de arriba.
Estas personas usan la astucia y la inteligencia para dañar, son personas tóxicas de las que cuidarse para no dejarse envenenar.
Sus
críticas reflejan en la mayoría de las ocasiones el anhelo por
experimentar lo que la vida les ha negado o ellos no han podido lograr.
No se preocupan por mejorar. Consideran que la mejor vía para destacar o
sentirse mejor es apagando el brillo que trasmiten los demás. Suelen
ser personas que se irritan con facilidad, con falta de autocrítica, que
carecen de hobbies y actividades que les resulten interesantes, que se
sienten atacados con demasiada facilidad y que ven en los demás un
contrincante a quien atacar.
¿Cómo preservarnos de una persona que critica?
Lo
más inteligente es no entregarles el poder, no ceder a la tentación de
justificarse, dar explicaciones o contestar la ofensa. Las personas
lúcidas utilizan la compasión para tomar distancia de la agresión. Saben
comprender que detrás de alguien que invierte su tiempo y energía en
juzgar, criticar o comentar, hay un ser humano tremendamente vulnerable,
que se siente desdichado y que no sabe qué hacer con su vida ni que decisiones tomar para sentirse en paz y lograr mayor satisfacción.
Detrás
de una persona que critica hay un ser humano que se siente desdichado
con su vida, que no sabe cómo volverla interesante ni cómo sentir mayor satisfacción.
Si
al leer esta nota adviertes que más de una vez sueles caer en este
torpe y sinsentido lugar, es tiempo que te sinceres y reconozcas que
este hábito insano nada te aporta ni a vos mismo ni a los demás. Viene a
mi mente una enseñanza muy valiosa de Sócrates, quien decía que antes
de abrir la boca y emitir palabra alguna uno debe preguntarse si aquello
que está a punto de pronunciar: ¿es verdadero? ¿es útil? ¿es benévolo?
Antes de pronunciar palabra alguna, pregúntate... "esto que voy a decir: ¿es verdadero? ¿es útil? ¿es benévolo?"
Criticar te quita la paz
Sin duda, la palabra tiene otro valor cuando se dice desde el corazón y buscando sumar, no restar.
Observar
la vida de los demás, estar atentos a cómo consiguieron aquello que
nosotros quisiéramos lograr, puede ser un ejercicio muy provechoso si
tomamos estos ejemplos como referentes a seguir, como estímulo motivador
y esperanzador. Aquí se abandona la crítica porque ese otro que antes
me recordaba lo que yo no, es un par que me muestra que eso que quiero
sí se puede lograr.
Cuando
observar la vida ajena sirve al propósito de mejorar la nuestra, no es
hábito malsano sino un acto de inteligencia, admiración y reconocimiento
a quien pudo lo que yo todavía no.
Así, quien invierte su tiempo en mejorar su propia vida, elige no dedicar sus energías a criticar, menospreciar o burlarse de los demás.
Y para quienes sufren de ofensas y críticas ajenas las preguntas oportunas son las siguientes:
Y para quienes sufren de ofensas y críticas ajenas las preguntas oportunas son las siguientes:
- ¿Aquella persona que me critica cómo lleva su vida?
- ¿Qué autoridad tiene para opinar sobre mi vida?
- ¿Merece mi respeto y admiración?
La
mayoría de las veces quienes critican saben poco o nada acerca de
aquello que eligieron critican, lo hacen por deporte, por aburrimiento,
por resentimiento o fastidio interno. Por eso lo que yo aconsejo es no
tomarse nada personal y mirar con compasión a quien no tenga nada mejor
que hacer que invertir su tiempo en mirar la vida ajena como posado en
una vidriera. Y desear con vigor que logren sentirse a gusto y
satisfechos con sus vidas para
que lleguen a darse cuenta de cómo la apreciación de los demás se
modifica. Cuando nos sentimos a gusto con quienes somos, la dicha ajena
deja de ser una amenaza que me recuerda lo que no pude lograr o me
hubiese gustado obtener.
Ojalá
la próxima vez que estés a punto de ejercer la crítica recuerdes este
escrito y pases tus palabras por los sabios filtros de la verdad, la
benevolencia y la utilidad de lo que estas a por pronunciar… Asegúrate
de que tus palabras mejoren el silencio, sino respira hondo y guárdate
el comentario que estabas a punto de hacer.
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza
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