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Mostrando entradas de noviembre 4, 2014

El afecto que nunca miente

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La angustia, es esencial en la experiencia analítica porque es la vía por la que el sujeto puede aprehender algo sobre su ser y sobre su deseo. Sin la angustia nada sabríamos ni sobre el deseo ni sobre el goce. Hay angustias referidas al deseo y angustias referidas al goce. Deseo y goce no son lo mismo, el deseo es siempre deseo del Otro, mientras que el goce es del propio cuerpo.  El deseo se le presenta primero al sujeto como deseo del Otro, ¿qué quiere el Otro de mi? Es la pregunta que se hace el sujeto frente al enigma del deseo del Otro. Más allá de lo que el Otro dice hay una opacidad propia del deseo que angustia al sujeto que se confronta a él, el sujeto, se pregunta que hay detrás de las palabras del Otro, ¿qué quiere el otro más allá de lo que dice? Esta es una de las mayores coyuntura de angustia. El neurótico trata de eliminarla transformándola en demanda, trata de reducir la dimensión del deseo sustituyéndolo por la de la demanda: el Otro me pide tal cosa. Freud señ