Pereza: Cómo convertirla en tu mejor aliada
Son las 8 de la tarde y te preparas para salir a correr. El día ha sido espléndido, has terminado el trabajo sin dejar cosas pendientes y sin imprevistos, cosa que te da tranquilidad. Los últimos rayos de sol son el preludio del atardecer, que acompañará tus zancadas. Además has quedado con un amigo con el que compartir carrera y charla. El tiempo pasa volando. Sin embargo hace una semana, la cosa era bien distinta. Fueron días de incertidumbre con un nuevo proyecto profesional que poner en marcha y con personas nuevas con las que tratar. Esto te generaba intranquilidad. Y no dormías bien. En el trabajo postergabas las tareas habituales del día a día, dando prioridad a otras que creías eran más importantes. Y no llegabas a todo. Además tu relación con los compañeros empezaba a resentirse. Cuando surgía algún imprevisto reaccionabas con enfado. Te faltaba serenidad. Y el horario de tus comidas se trastocaba y te llevabas a la boca cualquier cosa, más por calmar tu a