La anatomía de un berrinche

La hija de seis años de LeAnne Simpson había hecho muchos berrinches antes de la pandemia. Pero, luego de algunas semanas de encierro, las frustraciones menores se convirtieron en un drama, la niña gritaba tirada en el suelo . “Primero, se frustraba tanto que no podía ni hablar”, dijo Simpson. “Luego empezaba a gritar, se tiraba al piso y rodaba sacudiendo los brazos, muchas veces también me pegaba o me pateaba si me le acercaba”. Simpson probó todas las estrategias que pudo para calmar los berrinches , desde poner música suave hasta ofrecerle un bocadillo y apretujar a su hija entre cojines del sillón ( una técnica para tranquilizar que recomiendan algunos terapeutas). Pero nada funcionó salvo sentarse ahí cerca, a veces consolándola con palabras o caricias. Después, Simpson le preguntaba a su hija qué la había hecho enojar tanto. “Siempre decía que no sabía”, contó Simpson. Los arrebatos en niños pequeños son una respuesta fisiológica común pero compleja relacionada ...