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Mostrando entradas de julio 8, 2018

Cuando los hijos se van

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La partida de los hijos de casa es una de las crisis vitales, pero no tiene por qué llevar a la angustia y a la depresión de los padres. El silencio. El orden. La ausencia. Cuando se van los hijos, ese espacio llamado hogar se pone los atuendos más severos y formales. Como si la vida misma fuera el bullicio infantil y adolescente con sus constantes entradas y salidas, con las ropas y las cosas desparramadas. Como si cuando se fueran se llevaran, también, los latidos que mantienen vivo a ese lugar. Lo que dejan atrás es un espacio más pulcro y rígido, como una antigua prenda almidonada. En la obra maestra de Richard Linklater Boyhood: Momentos de una vida (2014) —un enorme fresco sobre el paso del tiempo y la grandeza de las pequeñas cosas— la vida de Mason y las de su madre y hermana (con un padre presente pero en la periferia) atraviesa muchas etapas. Una constante en ese trayecto vital es cierto desorden y un movimiento que rara vez se detiene. Hacia el final de