La diferencia entre adular y alabar




Lic. Gonzalo Daniel Cosenza Testa
Psicólogo
Master en Programación Neuroligüistica
Especialista en Juego y Recreación

En cualquier diccionario podemos ver que características ligüísticas tienen estos dos términos que son comunes de usar tanto en la vida cotidiana, como en las religiones. Desde el lado psicológico, a modo de ejemplo podemos entrar en problemas, cuando estamos frente a un niño.
Veamos primero sus significados literarios, para luego realizar su análisis.
Adular es tributar a una persona elogios inmerecidos; del mismo modo es el acto halagar a alguien con un fin interesado, así como deleitar.
La adular, muchas veces aparece como sinónimo de alabar.
Por otro lado Alabar, es elogiar, loar, aprobar plausiblemente a alguien. ¡En que problema nos hemos metido!
Plutarco decía “el adulador no dirige la palabra en línea recta”.
Cicerón por otro lado expresaba “no quiero alabar, para no parecer adulador”.
Pitágoras, anunciaba que “son nuestros amigos los que nos señalan nuestras faltas, no los que nos adulan”.
Antístenes, por último: “vale más caer entre las patas de los buitres que entre las manos de los aduladores, porque aquéllos sólo causan daño a los difuntos y éstos devoran a los vivos”.
La acción y efecto de adular es la de dar a uno con palabras o acciones motivo de satisfacción o engreimiento, no por benevolencia ni por espíritu de justicia, sino por ruindad de ánimo. Nos hace traer idea afines como exageración, abultamiento, rimbombancia, panegírico, endiosamiento, carantoña, encomio, requiebro, palabras de dulces, servilismo, hipocresía, apología, fingir.
Cuando albamos, lo que hacemos es celebrar con palabras a una persona o a un hecho.
El mismo Plutarco, señala “el camaleón toma todos los colores, excepto el blanco. El adulador lo remeda todo, excepto la verdad”…. “el incienso para los dioses, la alabanza para los buenos”.
Goethe anunciaba “no se esperen alabanzas de nadie, si éstas no sirven a quien las hace para medrar o para satisfacer algún fin”.
Vauvehargues, “alabar siempre con moderación es gran señal de talento mediano”.
Bacon, “alábate con osadía: siempre queda algo.
Podemos encontrar ideas afines como halago, lisonja, zalamería, mimo, carantoña, elogio, encomio, requiebro, caricia, agasajo, cumplimiento, palabras dulces como la miel, afectación, ficción, servilismo.
Pero veamos finalmente esto de La Bruyere: “Seríamos feroces si rechazáramos indiferentemente toda clase de alabanzas; debemos admitir las que nos tributan las personas honradas, que alban lo que de nosotros merece ser albado”.
Luego de expresar todo esto, ¿con que nos podemos quedar?
Pensemos en ejemplos concretos de adulación. Cuando escuchamos a un adulto que le dice aun niño, ¡que inteligente eres!, ¡que bueno y lindo que sos!.
En cuanto a la alabaza, se me ocurre: ¡que bien que has hecho la cama!, ¡que buenas notas has traído, sigue adelante!! ….
Otro es cuando le decimos a alguien SOS o ERES, lo estamos refiriendo como Identidad, en su totalidad. Pero que pasa con los valores, las capacidades, los comportamientos.
Un comportamiento, es un acontecimiento concreto de algo un poco mas complejo como las capacidades de una persona, y ésta menos aún de los valores y creencias que llega a tener una persona a lo largo de los años.
La identidad, está englobando tanto a los valores, las creencias, las capacidades y aquel comportamiento concreto.
Muchas veces por un comportamiento tan bien valorado por un padre, un maestro, una comunidad, y también tan sentenciado, podemos provocar conflictos en nuestros niños.

La idea clave, para salir de este embrollo es saber que al niño hay que albarlo, en lugar de adularlo. Y alabarlo, va junto a las cosas concretas como: ¡que bien has hecho tus tareas!
Si adulamos cometemos el error de ir hacia lo abstracto y ambiguo: “¡que inteligente que eres!
Pregunto ¿comparado con quien?, ¿podemos medir esa capacidad?”
Esto no hace mas que meternos en problemas.
Recordemos también “que las comparaciones son odiosas”. No nos metamos en problemas y volvamos a leer y pensar lo que decían estos ilustres pensadores, que citaba al comienzo de esta nota. Procura ser concreto con tu niño, y si el caso lo amerita alábalo, en lugar de adularlo.

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