Maximización: un camino hacia la insatisfacción
Vas de compras. Ves
varias camisetas que te gustan pero no compras ninguna porque piensas
que “la camiseta perfecta” aparecerá en alguna otra tienda que todavía
no has visitado.
Cuando estás en pareja,
no puedes evitar pensar de vez en cuando si hay alguien más adecuado
para ti, alguien “mejor”, que se ajuste más a tus proyectos, intereses o
personalidad.
Llegas a la playa
y después de mirar dónde ponerte, escoges un sitio. Te pasas toda la
mañana mirando si queda libre uno mejor o pensando que el sitio en el
que están aquellos chicos está más cerca del agua, hay menos gente…
Cuando nos enfrentamos a un decisión más
o menos importante, ya sea ir a la playa o a la montaña, qué pizza
escoger, cambiar de trabajo o compartir la vida con alguien, siempre intentamos escoger la mejor opción, la que creemos que nos beneficiará más. Esta actitud deseable y normal se convierte en un reto para una persona maximizadora, cuyo objetivo es escoger siempre “lo mejor”.
Lo que define a una persona maximizadora es su necesidad de escoger siempre “lo mejor”.
Toda
elección implica un periodo más o menos largo de duda. Aunque no sea
vivida de manera negativa o desagradable, ante la toma de una decisión
siempre nos preguntamos cuál será la mejor opción de entre todas.
Cuando nos enfrentamos a un decisión más
o menos importante, ya sea ir a la playa o a la montaña, qué pizza
escoger, cambiar de trabajo o compartir la vida con alguien, siempre intentamos escoger la mejor opción, la que creemos que nos beneficiará más. Esta actitud deseable y normal se convierte en un reto para una persona maximizadora, cuyo objetivo es escoger siempre “lo mejor”.
Lo que define a una persona maximizadora es su necesidad de escoger siempre “lo mejor”.
Toda
elección implica un periodo más o menos largo de duda. Aunque no sea
vivida de manera negativa o desagradable, ante la toma de una decisión
siempre nos preguntamos cuál será la mejor opción de entre todas.
Un maximizador puede llegar a estresarse mucho ante decisiones del día a día. Otros efectos negativos de la actitud maximizadora son:
Expectativas no cumplidas
La maximización conlleva unas altas expectativas respecto a todo, una cierta visión fantasiosa de cómo deberían ser las cosas. Ante tan alta expectativa o esfuerzo por encontrar la “perfección”, el resultado habitual sólo puede ser uno: la frustración.
El maximizador no se siente satisfecho con algo bueno, necesita “lo mejor”.
Juicio y arrepentimiento
La maximización implica una cierta huida de lo considerado malo o mediocre. Al compararlo todo, el maximizador suele tener tendencia a compararse también a sí mismo con los demás:
si sale “vencedor” tildará al otro (o a lo que no ha elegido) como
“peor” y si sale “perdedor” entrará en la duda, la inseguridad o el
arrepentimiento.
Si estoy fijado a
elegir siempre lo mejor de lo mejor, hay muchas posibilidades de que a
la vuelta de la esquina encuentre otra cosa que me haga arrepentir de mi
elección.
Inconformismo
Como
cualquier otra conducta, el inconformismo puede resultar sano o no en
función de sus objetivos y también de su medida. No conformarse con
cualquier cosa es una actitud sana que se relaciona con una buena
autoestima y el autocuidado. Ahora bien, no conformarse con casi nada es una vía directa a la insatisfacción y a una lucha agotadora contra la realidad.
La
maximización implica un inconformismo constante que no deja demasiado
espacio a poder apreciar lo positivo. Si siempre estoy buscando “lo
mejor”, será muy complicado apreciar lo bueno que ya tengo sin cuestionarme si otra opción hubiera sido superior.
Qué hacer
Otras alternativas más sanas a la trampa de la maximización pasan por los siguientes puntos:
Aprender a diferenciar lo importante
Si
vivimos cada elección como algo crucial, acabamos agotados e
insatisfechos. Aprender a distinguir las decisiones que merecen más
atención de las que no, nos ayudará a implicarnos en proporción a su importancia y a liberarnos de la carga de elegir siempre lo mejor en situaciones que no son tan importantes.
Apreciar lo positivo
Si
la persona maximizadora acepta algo que le parece bueno, se sentirá
satisfecha y podrá apreciar lo positivo de su decisión. Una vez
realizada, será clave que ponga atención en los aspectos positivos de su elección. Sólo así podrá disfrutar de lo que hay sin la fantasía (a veces imposible de comprobar) de que podría haber una opción mejor.
Bajar la exigencia
Se
puede ser exigente y cuidadoso pero sin llegar a la obsesión de elegir
siempre lo mejor. Cuando se acepta y se aprende a apreciar algo bueno,
se elimina la necesidad de aspirar a algo superior. Si rebajamos
nuestras altas expectativas a criterios que se ajusten más a la realidad, nos sentiremos más satisfechos.
Responsabilizarse
Hacernos responsables de nuestras
elecciones pasa por aprender a aceptar sus consecuencias. Si el
resultado no es el deseado, lo más sano para un maximizador es asumirlo:
al tomar una decisión, es necesario aceptar su resultado, sea cual sea.
Así evitaremos lamentarnos si no sale como queríamos o fantasear con lo que habría sucedido si hubiéramos elegido otra opción.
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza
Comentarios