EL Portero que (seguramente) no habrá podido dormir
Muchos hemos coincidido
en que en la final de la Champions el Madrid fue superior al
Liverpool y mereció
ganar, pero no por eso se ha obviado que fueron de gran ayuda los
errores
cometidos por el portero del equipo inglés, Karius, quien, como es
lógico,
terminó el partido muy afectado y (seguramente) no habrá podido dormir
esa
noche ni lo podrá hacer otras muchas. Errores de ese calibre en partidos
tan
trascendentes dejan una herida psicológica que tarda en curar, y lo más
probable es que la cicatriz resultante no desaparezca nunca, aunque por
suerte,
el cerebro tiene mecanismos para poder ignorarla razonablemente y, si
uno se lo propone, utilizarla para aprender de lo sucedido.
Los errores son parte del
juego, y los deportistas, si bien no evitarlos del todo, pueden
prepararse para minimizarlos al máximo y reaccionar favorablemente
cuando sucedan. Esto último implica aceptar que pueden ocurrir (en lugar
de negarlo), controlar
la frustración, la rabia o la culpa que provocan y disponer de
estrategias que
faciliten superarlos con rapidez y eficacia para que no deriven en
nuevos
errores, ya que es muy probable que estos se produzcan si no se actúa
para
cortar la dinámica negativa que sigue al primer error.
En este partido, el error
de Karius en el primer gol del Madrid podría ser la consecuencia de un
exceso
de activación, muy probable en partidos de esta trascendencia, que
habría
propiciado un estrechamiento de su enfoque atencional y, por tanto, que
no viera a Benzema tan cerca y no se diera cuenta del riesgo del pase
que pretendía dar. Una desgracia para el Liverpool, obvio; pero quedaba
mucho
partido, y una vez cometido el error, lo importante era superarlo: es
decir,
olvidarlo y centrarse en el presente como si no hubiera ocurrido.
Evidentemente, es fácil decir esto y muy difícil hacerlo, pero
precisamente,
este es uno de los cometidos del entrenamiento psicológico: empoderar a
los
deportistas para que sean capaces de autorregular su funcionamiento
mental,
sobre todo en las circunstancias más adversas. En este caso, al ser
bastante grave,
es muy probable que incluso un buen entrenamiento psicológico no hubiera
logrado el olvido total del error cometido, pero sí lo suficiente como
para, de momento,
aliviar a Karius de esa carga pesada y ayudarle así a continuar jugando
en mejores condiciones de rendir al nivel que exigía el partido.
Sin embargo, lo que
pudimos intuir desde la televisión (con el evidente margen de error que esa
limitación conlleva) fue que el portero del Liverpool no pudo superar ese
primer error. Primero, intentó negarlo protestando por algún factor externo que
lo pudiera justificar. Has metido la pata, pero no quieres aceptarlo; y en tu
desesperación buscas lo que sea para aliviar tu culpa; pero no lo encuentras, y
eso te deja muy alterado. Cuando el Liverpool empató, le vimos como dando las
gracias al cielo, probablemente sintiéndose algo aliviado cuando la desventaja
que él había provocado se había compensado; pero, no obstante, por sus
expresiones en esa y otras imágenes (insisto, con un margen de error), me dio
la impresión de que el recuerdo de ese error tan sonado seguía atormentándolo, a
pesar de que tuvo dos intervenciones acertadas.
No sé si pudo hacer más
en el primer gol de Bale, seguramente no; pero es evidente que en el
tercero
del Madrid falló estrepitosamente. ¿En qué medida este segundo gran
error habrá
estado influido por el estado mental negativo que había provocado el
primero? No
lo sabemos; pero parece bastante probable que el primer error y sus
consecuencias psicológicas hayan tenido mucho peso. Sin ese tercer gol,
quizá el Madrid habría ganado igualmente,
pero lo cierto es que cerró el partido y dejó al Liverpool
definitivamente
derrotado.¿Podría haberse evitado?
Esto nos lleva a la
trascendencia del entrenamiento psicológico para poder controlar emociones
adversas en situaciones y momentos críticos. En la mayoría de los casos, los
deportistas de élite funcionan bien psicológicamente la mayor parte del tiempo
sin necesidad de la ayuda de un psicólogo del deporte, pero muchos no son capaces de hacerlo
en situaciones y momentos clave que son pocos en
cantidad, pero muy decisivos; y es aquí donde el entrenamiento psicológico
tiene un espacio de gran relevancia. ¿Merece la pena si, como en este caso, podría ayudar a ganar
una gran competición (o al menos, a no perderla)?
Para el portero que
(seguramente) no habrá podido dormir, la vida sigue; y aunque de momento haya
quedado marcado por estos errores, lo importante es que, más allá de sufrir, lamentarse,
sentirse culpable y desear que el tiempo retroceda, sea capaz de analizar lo
sucedido sin echar balones fuera, reflexionando sobre su estado psicológico
antes del primer error y como consecuencia de este; sometiéndose al entrenamiento
adecuado para adquirir las estrategias que le permitan funcionar mejor en
ocasiones futuras.
Chema Buceta
27-5-2018
@chemabuceta
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza
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