Reducir el sesgo racial desde la infancia

 

El sesgo racial es un problema social que se puede ver ya a edades muy tempranas. Recordemos por ejemplo el video de los niños mexicanos a quienes se les daba una muñeca blanca y una morena para que eligieran, calificaran cual era más bonita, cuál era buena y cuál era mala, etc. (si no lo recordás podes verlo aquí). La amplitud de las consecuencias del sesgo racial no se limita a los aspectos socioeconómicos sino que también repercute en en la salud de los niños.
Algunos expertos explican que tendemos a ver a las personas de las cuales estamos sesgadas como todas iguales. En vez de pensar en ellos como individuos específicos, los metemos a todos en un grupo.
Para probar esto y evaluar posibles intervenciones un equipo internacional realizó una investigación cuyos resultados sugieren que enseñar a los niños pequeños a distinguir entre caras de diferentes razas es una forma de reducir el sesgo racial.
El estudio, publicado en la revista Child Development, es el primero en mostrar efectos duraderos y en una población lo suficientemente joven como para ser maleable.
El trabajo fue hecho entre profesionales de la Universidad de California San Diego, la Universidad de Toronto, la Universidad de Delaware, l’Université Grenoble Alpes en Francia y la Universidad Hangzhou Normal y la Universidad Zhejiang Normal University, ambas ubicadas en China.
Se realizaron dos sesiones de 20 minutos con niños chinos de entre 4 y 6 años. En las mismas se les entrenaba para identificar caras de hombres negros como individuos. Esto redujo el sesgo implícito en los niños por al menos dos meses.
La clave para reducir el sesgo fue la repetición de la sesión.
“Una sola sesión tuvo efectos inmediatos mínimos que se disiparon rápidamente. La lección no se afianzó. Pero una segunda sesión una semana después pareció actuar como una inyección de refuerzo, produciendo diferencias medibles en el sesgo implícito 60 días después,” dijo Gail Heyman, profesor de psicología en la División de Ciencias Sociales de UC San Diego y co-autor del estudio.


Por su lado, Kang Lee de la Universidad de Toronto expresó: “Sabemos por otros estudios que la preferencia por tu propia raza se desarrolla en la niñez temprana. Nuestro método tiene la ventaja de ser adecuado para niños muy pequeños y también mejora la habilidad de los niños para reconocer caras, que es una habilidad social importante en sí misma.”
Los investigadores son cautelosos en notar que el sesgo racial es complicado. Para empezar, en psicología se piensa que hay al menos dos clases de sesgos: el implícito (grado en que tenemos asociaciones inconscientes positivas o negativas hacia una raza específica) y el explícito (o preferencias de las que somos conscientes y podemos expresar si no somos cuidadosos. El sesgo implícito puede tener raíces perceptuales relacionadas a una mayor exposición a personas de tu propia raza, mientras que el sesgo implícito puede ser aprendido socialmente (adultos, pares). También está la pregunta sobre la conducta, es decir cómo es que los sesgos, implícitos o explícitos, se traducen en comportamiento sesgado.
Heyman opina que, si bien el método utilizado en su estudio puede ser un punto de partida para tratar este problema social, no representa una solución completa al racismo y la discriminación.
La clave para reducir el sesgo fue la repetición de la sesión
Los científicos trabajaron con 95 niños de una ciudad al este de China. Todos los niños eran chinos Han y, de acuerdo con sus tutores, no habían estado expuestos a personas no-asiáticas antes del estudio. Como en todo estudio longitudinal, la muestra se redujo terminando con 50 participantes al día 70.
Para medir el sesgo, los investigadores utilizaron el Implicit Racial Bias Test (o IRBT), que habían validado en un paper anterior con sujetos de China y Camerún. El IRBT es una adaptación adecuada para niños en nivel preescolar del Test de Asociación Implícita. La lógica de ambos tests es similar: las personas son más rápidas en asociar atributos positivos a miembros de su propia raza antes que a personas de otras categorías raciales. Una diferencia en el tiempo de respuesta es tomada como medida del sesgo implícito. El IRBT tiene la ventaja de que solo utiliza imágenes, no palabras: iconos simples de sonrisas o caras tristes, los cuales se le pide al sujeto que paree con caras neutrales de su raza o una raza diferente.
Luego de medir los niveles de sesgo pro-asiático/anti-personas negras calculando cuán rápido pareaban una cara triste o feliz con la cara de un hombre negro vs uno asiático, los investigadores los asignaron aleatoriamente a uno de tres grupos. Un grupo vio caras de hombres negros. Otro grupo observó caras de hombres blancos. El último grupo vio caras de hombres asiáticos. Estos dos últimos grupos se utilizaron como controles para ver si aprender a diferenciar entre las caras de personas de una misma raza, diferente de la de ellos, producía resultados que se generalizarían a una tercera raza.
El entrenamiento consistió en aprender a identificar cinco rostros diferentes que habían sido enumerados del 1 al 5, comenzando por dos caras y aumentándolas hasta llegar a 5. El entrenamiento continuaba hasta que el niño fuera capaz de identificar las 5 caras con su pareja numérica. Esto tomaba un promedio de 20 minutos.
Se realizaron dos sesiones de entrenamiento separadas por una semana. Un día antes de cada entrenamiento, se les tomó a los niños el IRBT de nuevo. Por último, se volvía a aplicar la prueba 60 días después del segundo entrenamiento.
Los investigadores encontraron que sólo el entrenamiento para distinguir rostros de personas negras logró reducir el sesgo pro-asiáticos/anti-personas negras. El entrenamiento con rostros de personas blancas o asiáticas no hizo diferencia. Sumado a esto, la reducción del sesgo fue más significativa y tuvo efectos más duraderos (no se habían documentado efectos así anteriormente) luego de la segunda sesión.
Los autores del estudio están trabajando con un grupo más numeroso y diverso de niños en la Universidad de Toronto y por un período de tiempo más largo. Si la intervención es efectiva también en ese contexto, ellos esperan poder desarrollar una versión del entrenamiento que sea fácil e intuitiva: una aplicación divertida y en forma de juego que pueda utilizarse en la escuela y el hogar.

Fuente:ScienceDaily

http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza

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