Uruguay - La Marihuana, opinión de las Sociedades de Psiquiatría
Aporte del Dr. Antonio L. Turnes | |
miércoles, 11 de julio de 2012 | |
La Sociedad de Psiquiatría del Uruguay y la
Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia ante el
proyecto de legalizar la venta de marihuana
Dada la importancia del tema, el eco que ha tenido en la comunidad, la
responsabilidad que los psiquiatras tenemos para con ella y las frecuentes
preguntas que recibimos a nivel individual e institucional, la Sociedad de
Psiquiatría del Uruguay y la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y
la Adolescencia declaran:
El consumo de marihuana (cannabis) tiene efectos adversos que enumeraremos
resumidamente a continuación, quedando a disposición para ampliar
datos.
La intoxicación aguda (efecto buscado por los consumidores debido a la
sensación de bienestar, euforia y distorsión de la percepción) produce
alteraciones a nivel del estado del ánimo, la atención, la concentración, la
memoria, la ubicación en el tiempo y la coordinación motora (con aumento del
riesgo de accidente de tránsito u otros), que persisten entre 8 a 12
horas.
Cuando el consumo es frecuente, intenso y crónico puede generar un síndrome
amotivacional con apatía, desinterés, indiferencia, disfunción de las
capacidades cognitivas (atención, memoria, procesamiento de la información,
razonamiento), afectación de reflejos, actividad motora y coordinación. Incluye
alteraciones emocionales, cansancio y aumento de peso. Se deterioran las
actividades interpersonales, sociales, el desempeño escolar, laboral, atlético,
etc.
Los usuarios con dependencia a la marihuana presentan un consumo compulsivo
y en general no desarrollan una dependencia física. La tolerancia (necesidad de
aumentar la dosis para obtener iguales efectos) se ha observado en consumidores
crónicos quienes también pueden presentar síntomas de abstinencia. El cuadro es
poco específico, no abrupto y su similitud con síntomas ansiosos o depresivos
facilita que pase desapercibido. Se caracteriza por aparición de ansiedad,
tensión, insomnio, anorexia, cansancio, dificultad de concentración,
irritabilidad, disforia y agresividad, sudoración, temblor, mialgias, náuseas y
diarreas.
Según la Quinta Encuesta Nacional en Hogares sobre Consumo de Drogas
realizada en el año 2011 de la Junta Nacional de Drogas, el uso de marihuana ha
presentado un importante incremento respecto al 2006. Refiere que el 16% de los
consumidores presentan signos de dependencia a la misma, lo que establece una
alerta respecto a los daños que puede generar el uso problemático de la
marihuana, información no siempre tomada en cuenta al momento de discutir sobre
la pertinencia de su consumo. Cuatro de cada diez de los que prueban la
sustancia mantienen el consumo.
La marihuana puede inducir episodios psicóticos agudos: experiencias e
ideas delirantes, alucinaciones, etc. Además es un factor de riesgo para la
esquizofrenia, precipitando el inicio de la misma en edades más tempranas, en un
número pequeño pero significativo de jóvenes, actuando como factor crítico
aunque no único. También influye sobre la evolución de la esquizofrenia
establecida aumentando las descompensaciones.
El consumo puede inducir la aparición de trastornos del estado del ánimo e
incidir sobre su frecuencia e intensidad y si bien los estudios no son
concluyentes, acentuar el riesgo de autoeliminación. La marihuana puede
desencadenar crisis de pánico, y en los dependientes la prevalencia de
trastornos de ansiedad es elevada.
La comorbilidad entre trastornos de personalidad y uso de
sustancias-frecuentemente cannabis- es también importante.
También presenta efectos adversos físicos: taquicardia, hipotensión
postural, broncodilatación, aumento del riesgo de cáncer, alteraciones
inmunitarias, de las hormonas sexuales y del eje
hipotálamo-hipófiso-adrenal.
Respecto al embarazo, el agente activo de cannabis atraviesa la placenta y
llega al feto. No se ha establecido teratogénesis ni cambios en el embarazo,
parto y crecimiento fetal. Algunos estudios mostraron que los niños expuestos
durante el embarazo disminuyeron su capacidad verbal y memoria, en la edad
escolar fueron más hiperactivos, y en la adolescencia tuvieron mayor dificultad
para actividades que requieren integración visual o atención sostenida.
Se han referido también efectos positivos del cannabis. Además del uso
recreacional (relajación, tranquilidad, aumento de la empatía, sensibilización
ante estímulos, sensaciones agradables) se ha utilizado con relativo éxito como
analgésico, antiemético, antiespasmódico, broncodilatador, miorrelajante,
anticonvulsivante, ansiolítico, para aumentar el apetito y para reducir la
presión en el glaucoma. Asimismo en tratamientos oncológicos para disminuir el
sufrimiento. Su uso no mostró superioridad ni mayor seguridad que otros agentes,
aunque aporta sensación de bienestar, lo que expone a riesgo de abuso o
dependencia.
En cuanto a su uso para disminuir el consumo de otras drogas en la
población –la pasta base según se plantea- no se ha demostrado que sea una
estrategia efectiva para la reducción de riesgos y daños.
En suma, a partir de la información científica consignada, es claro que
desde el punto de vista médico es desaconsejable toda acción que facilite el uso
de cannabis. Creemos que si desde el Estado se dan señales de que su utilización
es inocua o aún positiva, se aumenta el riesgo de efectos nocivos para la salud
pública.
Sabemos también que en el tema de la legalización inciden múltiples
circunstancias, variables, actores, posiciones y profesiones, y que nuestra
perspectiva médico-psiquiátrica no es la única. Pero -en tanto el consumo de
sustancias psicoactivas y las adicciones son temas que hacen a la salud mental
de la población- consideramos que hubiera sido apropiado ser consultados como
colectivo de especialistas en el tema antes de difundir la intención de
legalizar dicha droga. Consecuentemente, quedamos a disposición para cualquier
consulta.
Sin duda afirmamos que para una adecuada evaluación de este proyecto es
necesario que quienes lo patrocinan (Poder Ejecutivo) y quienes tienen a su
cargo decidir (Poder Legislativo) se basen en criterios científicos
(psiquiátricos, psicológicos, sociológicos, educativos, de otras especialidades
médicas, etc.) y no en suposiciones, corazonadas, ideologías o
conveniencias.
La verdad que la evidencia científica aporta debe estar en el eje de todo
debate acerca de la cuestión.
Sociedad de Psiquiatría del Uruguay
Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la
Infancia y la Adolescencia
Julio
2012
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