Cannabis y psicosis: ¿cuál es el vínculo y quién está en riesgo?

Cómo el consumo de marihuana está vinculado a la psicosis

Ha habido un aumento mundial de la fiebre verde, con varias jurisdicciones que despenalizan o legalizan el cannabis.
Pero aparejado a relajar las normas viene la preocupación sobre las implicaciones para la salud del consumo del consumo de esta sustancia. A menudo, se escucha que existe un vínculo entre el cannabis y la psicosis. Pero, ¿cómo de fuerte es este enlace y quién está en riesgo?

Qué es la psicosis

Existe una evidencia consistente que muestra una relación en el tiempo entre el consumo intenso o repetido (o aquellos diagnosticados con trastorno por consumo de cannabis) y una experiencia de psicosis por primera vez.
Los trastornos psicóticos son condiciones de salud mental severas. Se caracterizan por una "pérdida de contacto con la realidad", donde el individuo pierde la capacidad de distinguir lo que es real de lo que no lo es. Los síntomas psicóticos pueden incluir alucinaciones visuales, escuchar voces o pensamientos delirantes generalizados. A menudo pueden presentarse como un "episodio psicótico", que es un empeoramiento relativamente repentino de los síntomas psicóticos en un corto período de tiempo, que suele acabar en hospitalización.
Los usuarios más activos de cannabis tienen cuatro veces más probabilidades de desarrollar esquizofrenia (un trastorno psicótico que afecta la capacidad de una persona para pensar, sentir y comportarse con claridad) que los que no consumen. Incluso el usuario promedio de cannabis (cuya definición varía de un estudio a otro) tiene alrededor del doble de probabilidades que un no usuario de desarrollar un trastorno psicótico.
Además, estos estudios encontraron un vínculo causal entre el tetrahidrocannabinol (THC, la sustancia química de la planta que provoca el colocón) y la psicosis. Vínculo causal significa que el enlace no es una coincidencia, y que un hecho es causa del otro.

¿Quién está en riesgo?

Las personas con ciertas variantes genéticas parecen estar en mayor riesgo. Sin embargo, nuestra comprensión de estos factores aún es limitada, y no podemos utilizar la información genética solo para determinar si alguien desarrollará o no psicosis por el consumo de cannabis.
Aquellos con estas variantes genéticas que también han experimentado traumas infantiles, o que tienen un tipo de personalidad paranoide, están aún más en riesgo. También lo son los adolescentes y los adultos jóvenes, que tienen cerebros en crecimiento y tienen una edad en la que es más probable que se manifieste la esquizofrenia. El tipo de material de cannabis que se utiliza (o el uso de cannabinoides sintéticos, conocido como spice) también puede aumentar el riesgo de psicosis. Como se mencionó anteriormente, esto se debe a los efectos psicológicos del THC químico (uno de los más de 140 cannabinoides que se encuentran en la planta).
Este compuesto en realidad puede imitar la presentación de los síntomas psicóticos, incluida la paranoia, la alteración sensorial, la euforia y las alucinaciones. En la investigación de laboratorio, incluso las personas sanas pueden presentar un aumento de los síntomas de la psicosis cuando se les administran compuestos de THC, con efectos más severos observados en personas con esquizofrenia. Muchas variedades de cannabis contienen altas cantidades de THC, que se encuentran en variedades de plantas como una llamada skunk. Estos son populares entre los consumidores debido a que su efecto es mucho mayor. Sin embargo, con esto va el aumento del riesgo de paranoia, ansiedad y psicosis.

Pero, ¿no puede el cannabis también ser bueno para la salud mental?

Irónicamente, un compuesto que se encuentra en el cannabis puede ser beneficions en el tratamiento de la psicosis. A diferencia del THC, un compuesto llamado cannabidiol (CBD) puede proporcionar un efecto amortiguador a los efectos potencialmente inductores de la psicosis del THC.
Esto puede ocurrir en parte debido a su capacidad para bloquear parcialmente el mismo receptor químico cerebral con el que se une el THC. El CBD también puede inhibir la descomposición de un químico cerebral llamado anandamida, que nos hace sentir felices. La anandamida también se encuentra en el chocolate y se llama acertadamente por la palabra sánscrita que significa bienaventuranza. El CBD extraído del cannabis y utilizado en forma aislada es bien tolerado con efectos psicoactivos mínimos. En otras palabras, no hace que una persona se sienta colocada. 
Algunos estudios han encontrado que el CBD es realmente beneficioso para mejorar los síntomas de la esquizofrenia. Pero un estudio mas reciente no mostró diferencias en los efectos del CBD en comparación con una píldora ficticia sobre los síntomas de la esquizofrenia. Quizás esto signifique que el CBD beneficia a un subtipo biológico particular de esquizofrenia, pero necesitaríamos más estudios para averiguarlo.

¿La legalización marcaría la diferencia?

Es importante señalar que la mayoría de los estudios que encontraron un vínculo causal entre el consumo de cannabis y la psicosis examinaron el uso del cannabis ilícito, generalmente de orígenes desconocidos. Esto significa que los niveles de THC no estaban restringidos, y existe la posibilidad de que haya adulterantes sintéticos, residuos químicos, metales pesados u otras toxinas debido a la falta de prácticas de control de calidad. En el futuro, es posible que las nuevas formulaciones estandarizadas de cannabis medicinal (o compuestos aislados) puedan tener efectos insignificantes sobre el riesgo de psicosis.
Hasta ahora, sin embargo, podemos decir con certeza dado el peso actual de la evidencia, el consumo ilícito de cannabis puede aumentar el riesgo de un episodio psicótico agudo. Y esto posteriormente también puede aumentar las posibilidades de desarrollar esquizofrenia. Esto es particularmente cierto cuando las cepas con alto contenido de THC (o versiones sintéticas) se usan a altas dosis en cerebros adolescentes en crecimiento.
Jerome Sarris, Profesor de Salud Mental Integrativa y director Adjunto de NICM en la Universidad de Sydney occidental; y Joe Firth, Investigador Postdoctoral en el Instituto de Salud de la misma institución.

 Este artículo ha sido publicado originalmente por 'The Conversation'. Lee aquí el artículo original.


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