Los pequeños, esos grandes científicos
Los niños tienen un apetito insaciable por entender por
qué las cosas son de la forma que son, lo que les ha valido ser llamados
“pequeños científicos”. Tienen una curiosidad de nunca acabar sobre el
mundo que los rodea. Bueno, quienes han tenido chiquillos alrededor
saben mucho de cuántas veces al día la tan conocida “y por qué” sale de
sus bocas. Detrás de esa pregunta constante está su interés por saber
cómo funciona todo lo que tienen a mano. Y no paran hasta que la
explicación los satisface.
Los investigadores ya habían demostrado que los niños
están interesados en la información que les explique las causas de lo
que sucede, pero no habían establecido la conexión de la curiosidad a
actividades diarias como leer. Un estudio nuevo encuentra que los niños
prefieren libros que les cuenten historias donde puedan encontrar
precisamente eso, la causa de las cosas. Un hecho que señala que esos
contenidos tendrán más enganche entre ellos y que puede ser importante a
la hora de ayudar a inculcarles el interés en leer. Esto ayudará a
padres y educadores no solo a aumentar el interés de los pequeños en la
lectura, sino que mejorará sus habilidades con el lenguaje.
Ya algunos estudiosos del área, y a lo largo de muchos
experimentos, habían señalado que ese afán de saber tiene un valor
intrínseco en la recompensa por descubrir la causa de algo. Por ejemplo,
los niños de forma constante y espontánea preguntan sus por qué cuando
están frente a objetos novedosos y siguen hasta que se les revela la
información pertinente. También exploran juguetes nuevos mucho más
tiempo si su estructura es ambigua, contradictoria con lo que esperaban.
Se sabe que los pequeños persistirán más en una actividad motora
aburrida cuando perciben el poder lograr una razón de ser más rica que
la simple descripción de un objeto nuevo.
“Existe una buena cantidad de estudios sobre el interés
de los niños en la causalidad, pero estos estudios casi siempre se hacen
en laboratorios donde se usan procedimientos y actividades bastante
artificiales. Nosotros queremos explorar cómo el interés temprano en el
buscar la información sobre la causa de lo que ocurre puede estudiarse
durante las actividades cotidianas como la lectura de un libro”, dice
Margareth Shavlik, de la Universidad de Vanderbilt.
Encontrar los factores que motivan a los niños a leer
libros es importante. Alentarlos a leer más redundará en sus habilidades
literarias y de lenguaje y los fortalecerá en lo que será su largo
camino educativo. Leer en la compañía de los padres y educadores es de
gran importancia para los pequeños y hacerlo con el tipo de libros que
ellos prefieran será la mejor manera de mantenerlos interesados y
motivados.
Shavlik y sus colaboradores se plantearon la hipótesis
de que los niños prefieren libros con mayor cantidad de información
sobre las causas de las cosas. Se propusieron investigar si esto era así
mediante un estudio con 48 niños entre los 3 y los 4 años. Su estudió
contó con la participación de una persona voluntaria que les leía dos
libros de cuentos diferentes, aunque semejantes. Luego les preguntaba
sobre sus preferencias.
“Les leímos a los niños dos libros: uno rico en
información causal, en este caso por qué los animales se comportan y
cómo son en su figura, y otro con una información bastante general sobre
el aspecto y el comportamiento, descriptivo, de los animales”, dice
Shavlik.
Los niños se mostraron interesados y entusiasmados por
igual cuando se les leía uno u otro libro. Sin embargo, cuando se les
preguntó cuál libro preferían, se inclinaron a escoger el que venía
lleno de información causal, sugiriendo que ellos fueron influenciados
por esta diferencia clave. Claro que los dos libros pueden mostrar la
estructura causal de las cosas, pero solo el primero está diseñado para
hacerlo de una manera más explícita.
“Creemos que este resultado se debe a que los niños
pequeños ya tienen un deseo natural para aprender cómo funciona el
mundo”, explica Shavlik.
Otro elemento a considerar por los autores fue si el
énfasis o la forma cómo los libros se leían podría modificar la reacción
de los niños a la lectura. Una vez uniformizada la lectura pudieron
estar más seguros de sus resultados.
Las conclusiones y los beneficios de este estudio y de
todo lo que se sabía de los anteriores, son evidentes. Se debe
seleccionar con cuidado los cuentos que se les lee a los pequeños,
escogiendo aquellos que vengan cargados con explicaciones de cómo
funcionan las cosas. Y cosas son animales, plantas, personas, todo lo
que se mueve por el mundo. Y lo que está más allá, en el mundo infinito
de los planetas y las galaxias.
Cuento no es sinónimo de estupidez o de miedos o de
mundos inventados llenos de criaturas dañinas y pavorosas. Esos tiempos
de cuentos horribles que a algunos nos tocó vivir por fortuna están
dando paso a otros ilustrativos y llenos de información. Y es que los
niños pequeños, por serlo, no son tontos. Todo lo contrario. Les pueden
dar tres vueltas a los adultos incautos que siguen pensando en que
brujas y princesas y lobos son de buen gusto para esas pequeñas personas
que ya imaginan el mundo con más acierto y agudeza que muchos de ellos.
Coda. En estos tiempos difíciles, buenas lecturas para los niños y buenas explicaciones de lo que pasa.
Margaret Shavlik, Jessie Raye Bauer, Amy E. Booth. Children’s Preference for Causal Information in Storybooks. Frontiers in Psychology, 2020
JOSEFINA CANO
Bióloga y Genetista
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