Los Estereotipos de género como generadores de violencia en la familia



La violencia familiar ha sido definida como toda forma de abuso que se da dentro del contexto de las relaciones familiares.
Y es que la familia no siempre es un lugar de crecimiento que propicia la formación de seres humanos sanos, sino que suele ser el ámbito en donde surgen las  situaciones de violencia que servirán como modelo de conducta y de comunicación determinando vínculos francamente patológicos.
Pareciera que las problemáticas interpersonales dentro del seno familiar solo pudieran resolverse mediante conductas violentas

Se observa cada vez con mayor frecuencia que la comunicación, entre los miembros de la pareja y en la familia, se caracterizan por la intolerancia y la violencia.

Cuando se suscita un conflicto, se destaca el predominio del autoritarismo, en el que la distribución del poder sigue los parámetros dictados por estereotipos históricos y culturales.
Los varones que ejercen violencia contra su familia, suelen haber sufrido maltratos en su hogar y/ o haber presenciado el ejercicio de la violencia entre sus progenitores.

Así mismo, las mujeres maltratadas refieren historias de violencia en su infancia y se evidencia estereotipos y ejercicio de roles femeninos y masculinos sumamente rígidos, caracterizados por un padre autoritario y una madre sumisa.
Los varones suelen adoptar conductas compensatorias agresivas frente situaciones vividas en la infancia en forma pasiva, es decir pasando del rol de víctima al de victimario, ya que ésta sería la única forma de asumir el poder y ejercerlo sobre los miembros de su propia familia.

Las mujeres incorporan actitudes de pasividad y sumisión, ubicándose naturalmente en víctimas de maltrato, asumiendo sentimientos de culpa e indefensión, negando o minimizando muchas veces la situación como mecanismo de defensa. 

Los intentos de la mujer de detener las escaladas de la violencia suelen engendrar impotencia y más agresividad por parte del varón que se niega a perder el poder, pudiendo llegar al femicidio en el peor de los casos.
Al decir de D.H. Lawrence las mujeres tienen voluntad doble: la de obedecerse, a fines de preservarse y la de obedecer al hombre, evidenciando en ésta actitud una abnegación que da cuenta de la estructura patriarcal que rige desde su historia personal.

En mi experiencia profesional con mujeres víctimas de violencia he podido observar que lleva cierto tiempo reconocer la problemática y el malestar interno, despojarse de creencias y estereotipos arraigados en la cultura y re aprender nuevas formas de vincularse en las que a partir de reconocer su dolor, vergüenza, culpa y cierta complicidad basada en el silencio y el miedo, puedan desnaturalizar los vínculos violentos y reforzar la identidad femenina desde otra perspectiva que incluya el amor propio, la dignidad y el rescate de valores y potencialidades.
Es una tarea ardua y compleja aunque posible si hombres y mujeres asumen el compromiso de cambiar desde el seno de la propia familia y desde la subjetividad personal los estereotipos arcaicos que tanto sufrimiento dolor y muerte han desencadenado a lo largo de nuestra historia.
De cada uno de nosotros depende poner un granito de arena, en aras de una vida sin violencia.
 Adri Gorostordoy ( Junio de 2016)
 http://adrigorostodoy.blogspot.com/
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza

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