Que sabemos sobre la ansiedad
XT está tranquilamente en la cama preparada para irse a dormir y de repente, sin motivo aparente, todo cambia. Comienzan las palpitaciones, la sensación de falta de aire, de no poder respirar y el miedo irracional, entre otros síntomas. Probablemente, XT haya sufrido un ataque de pánico o una crisis de ansiedad. Estas crisis varían según la persona y, como en el caso de XT, pueden aparecer sin ningún motivo, mientras que otras veces son otras circunstancias las que provocan el ataque, como el propio miedo y la preocupación de una persona que ya ha pasado por uno y teme que vuelva a ocurrir: esos sentimientos pueden desencadenar un nuevo ataque.
Los síntomas de una crisis de pánico son muy típicos y se caracterizan por ser muy violentos, muy súbitos, muy intensos y rápidos y producen mucho malestar. En muy poco tiempo los pacientes tendrán palpitaciones, sensación de taquicardia, de falta de aire, de opresión en el pecho y sudoración. Pueden notar náuseas o dolor de tripa y tener sensación de mareo. Sin embargo, aunque los pacientes suelen describir esta sensación de mareo, en realidad más que mareo es temor a marearse. Otros síntomas que pueden aparecer es una sensación de inestabilidad o aturdimiento, miedo a perder el conocimiento, hormigueo y entumecimiento. Por otro lado, además de los síntomas físicos también pueden aparecer algunos psíquicos, como la sensación de que las cosas no son reales alrededor de uno mismo o que tiene un aspecto que no reconoce. Por último, está el miedo a perder el control o volverse loco.
Estas crisis de angustia y ansiedad no son nuevas ni su incidencia ha aumentado con la crisis. Aunque es cierto que todos los factores tienen que ver y estar sometido a un estrés continuo, perder el trabajo o la casa puede aumentar el riesgo de tener un ataque de ansiedad. Sin embargo, ajenos a esos factores hay otros que complican las crisis de angustia, cuando los pacientes las sufren tienen la percepción de que tienen un problema físico, en lugar de uno emocional. Creen que están padeciendo una enfermedad muy grave, como un infarto de miocardio, que pone en peligro su vida. A esto, también se le suma que en la mayoría de los casos la gente desarrolla los llamados síntomas de evitación, que no son otros que síntomas fóbicos por los cuales empiezan a tener un miedo irracional y exagerado. Este temor está relacionado con la creencia de que si tenemos un ataque cuando estamos solos no vamos a recibir ayuda. De ahí viene la agorafobia y otra serie de limitaciones que pueden afectar a las personas y que son evidentemente invalidantes e importantes.
Pasos que hay que dar en una crisis
Cualquiera puede sufrir una crisis de ansiedad aislada. Sin embargo, si las crisis se repiten y se desarrolla ese temor a que vuelvan a aparecer estamos ante un trastorno de angustia que pueden derivar en la aparición de depresión, al consumo de alcohol y otras sustancias. “El trastorno por crisis de angustia es más frecuente en la mujer que en el hombre y la edad en la que aparece suele ser juvenil, más o menos entre los 18 y los 35 años.Respecto a los pasos que tiene que dar una persona que ya sabe que está pasando por una crisis de ansiedad, hay que intentar estas estrategias: realizar técnicas de relajación, intentar no centrarse en el problema y buscar ayuda, ya sea comunicándose con otras personas o simplemente contar con su compañía. Todo eso apoyado con la medicación que ayuda a reducir la ansiedad contribuye a que los ataques sean más leves.
Estamos ante una enfermedad. Es un problema subjetivo y emocional y el miedo y la ansiedad muchas veces llevan a cerrar el círculo en torno a la enfermedad. Lo que hay que buscar es enfrentarse a ella, no limitarse y llevar una vida normal, ya que muchas personas que están en su casa con miedo a no salir solas, que tienen miedo a alejarse de los sitios donde se sienten seguros, viven dentro de una especie de cárcel de cristal que ellos solos han montado. En esos casos deben buscar ayuda en el ámbito de la psicología y la psiquiatría para poder superar esa situación.
Es importante no consumir alcohol ni estimulantes, llevar una vida organizada, dormir lo suficiente y evitar el estrés crónico excesivo.
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