28 de diciembre: Dìa de los inocentes.
La inocencia puede ser planteada como un estado candidez o de falta de culpas. La frase “que la inocencia te valga” identifica a las bromas típicas del 28 de diciembre, “El día de los inocentes” y resume otra de larga data: "Que los Santos Inocentes vengan en tu ayuda",
o sea, que ellos te guarden de los peligros de tu
candidez. El día de los Inocentes evoca la masacre de
criaturas ordenadas por Herodes, rey de Judea, que
coincidió en los primeros tiempos con el Día de Reyes.
En Roma llegó a ser Jornada de duelo y ayuno, y en la
Inglaterra medieval de azotes a los niños. La fecha cambió más
adelante de sentido y el espíritu de penitencia dio paso al de
alegría, con la santificación de los pequeños.
En
algunos conventos, el novicio más joven era designado abad
durante las tres semanas previas. Pronto la celebración
pasó al mundo laico y con ella a la práctica de bromas
alusivas y falsos titulares con que algunos diarios aluden a los
chascos. Todo engaño es de esperar en ese día.
Hay cinco palabras consabidas “¡que la inocencia te valga!”, que son las que finalmente desbaratan este juego de engaños.
Hay cinco palabras consabidas “¡que la inocencia te valga!”, que son las que finalmente desbaratan este juego de engaños.
El Día de los Santos Inocentes conmemora la matanza de los niños menores de dos años nacidos en Belén (Judea), ordenada por el rey Herodes con el fin de deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret. El episodio cuadra con la crueldad de Herodes, bien conocida y documentada.
Cómo surgió este hábito.
Muchos no conocen su verdadero significado porque el hábito
actúa de modo silencioso sin importarle la realidad. Por
eso se hizo
costumbre realizar en esta fecha bromas de toda índole o
tergiversar contenidos de tal modo que la información
parezca real.
Entre
las bromas está la de pedir prestados objetos o dinero, y
el prestatario es libre de apropiarse de los bienes. Este
tipo de festejo disminuyó en los años recientes, y ya no es
usual que la gente pida prestado con la esperanza de que
el prestador no recuerde la fecha y se le pueda burlar con
la muy popular frase: «Inocente palomita hoy, en el día de los inocentes, te dejaste engañar», «Que la inocencia te valga»
La tradición popular, pese al peligro que entraña, lo convirtió en el día para gastar "bromas inocentes". En los países anglosajones se celebra una fiesta similar el 1 de abril ( "día de los tontos"),
donde hay que ir con mucho cuidado porque te pueden hacer
inocentadas, gastar muchas bromas y decir mentirijillas, el
único día del año en que que están permitidas. Y al final del
día más de uno recibe su declaración de inocencia.
Del 28 al 31. En
algunos días llegará el fin de año, momento de reflexionar
y conformarte con llegar sano y salvo, aunque sólo hayas
concretado pocos de tus modestos deseos. Y en el recuerdo
te remontarás al día en el que trazaste los buenos propósitos para
este año que termina. Ese día en el que te sentiste dueño de tu
vida y de tu futuro, con simples pensamientos como voy a
hacer esto y aquello.
Lo
que no pudiste realizar, no se pierde, figurará en la
primera hoja de la agenda 2015. De ese modo recuperas la
inocencia y el optimismo te llevará a reprogramar las
asignaturas pendientes. Podrás echarle la culpa a este año
tan caótico que conspiró contra tus planes, pero que
despertó en ti nuevos apetitos que ahora deseas atender. Quizás
decidas aligerar la carga para echarte al hombro lo nuevo que se
suma a la lista.
Y
recuperarás la inocencia como muchas culturas primitivas,
según las cuales a fin de año se volvía a nacer al igual
que el mundo.
La
experiencia te demostró que no se puede empezar de nuevo,
desde cero. Que no vives en un tiempo circular, como tus
antepasados, sino en un tiempo lineal que opera por
acumulación. Tal vez por eso las fiestas también te
deprimen. Desacralizado el rito de renacimiento, se hizo
costumbre. Una costumbre que repites sin sentido y sin conocer su
significado original. Repetir ritos sin su contenido trascendente
te lleva al pesimismo.
Pero
algo te queda del hombre primitivo. Por eso llenas
inocentemente de buenos propósitos la primera página de la
agenda, crees que vas a arreglar lo pendiente y lo
escribes, seguro de que podrás dominar al caos y, en el año
que estrenas, intentarás inventar la historia una vez más.
El rey está desnudo.
Este cuento de Christian Andersen narra la historia de un
rey vanidoso, que solía mostrar sus riquezas a los
súbditos; hasta que un buen día, unos estafadores le
ofrecen un vestido de piedras preciosas e hilos dorados
que, además de ser carísimo, tenía una propiedad mágica:
los tontos no lo podían ver. Ni el rey ni sus ministros,
podían verlo, pero no lo decían, por razones obvias. Pero
un buen día el rey hace su presentación en público, vestido con él.
Entonces el grito inocente de un niño puso en evidencia la
verdad: el rey estaba desnudo.
La
moraleja que deja es que ante la falsedad de ciertas
teorías algunos no pueden ver el engaño, otros lo ven pero
no hacen nada para no parecer tontos, varios porque no lo
quieren ver y las mayorías porque son manipuladas. Así se suben
al Titanic y se dirigen con energía hacia el golpe fatal. Los
países no mueren, los que naufragan son los pasajeros y los
que se salvan son los dueños del barco y sus amigos.
Antes
del choque otras mentes lúcidas e inocentes te advirtieron
que el rey estaba desnudo. Tienes dos orejas y sola lengua
para escuchar el doble de lo que dices. Escucha: tienes
tiempo para cambiar. En lugar de ser reactivo y resucitar
siempre de las cenizas como el ave fénix, se capaz de
aprovechar proactivamente tus recursos y oportunidades. Para Séneca
no existen vientos favorables
si no sabes a dónde vas. Si no cambias ahora ¿cuándo? Eres
inocente de culpa y cargo. Que la inocencia te sirva como
recurso y no como condena a fracasar. Que la inocencia te
valga.
Presunción de inocencia.
La presunción facilita la vida, permite pensar que las
cosas ocurrirán normalmente, que al día le sigue la noche y
en todo lo que hace la vida amble y predecible. Sin
presunciones deberíamos desconfiar de todo y no podríamos
hacer nada. Por eso actuamos con inocencia y utilizamos el
lenguaje como puente de comunicación.
Las
presunciones del lenguaje son que comprendes lo que te
dicen, que piensas que expresan algo verdadero y que el
interlocutor tiene un interés particular en lo que dice.
Las presunciones, cualquiera sea su forma, son como formas de vida
que una comunidad usa para diferenciar
las respuestas correctas de las desviadas. Ningún
enunciado es inocente, implica algún tipo de evaluación,
por lo tanto, ya sea que la aceptes o que la rechaces, es
la regla que da origen a tus razonamientos.
Rechazar
una presunción inicia un ciclo de argumentaciones diversas
que debes considerar en su debido contexto. El efecto de
la presunción es invertir la carga de la prueba para quien
no esté de acuerdo. Ahora bien cuando intentan engañarte,
el contrato de buena fe queda suspendido. Si usan medias
palabras para confundirte, si te mienten, si te venden algo que no
tiene valor, debes convertirte en maestro de la sospecha.
Y eso te debilita porque la mala fe te mueve a defenderte y la buena fe te lleva a crear.
Sería
bueno que te recuerden como un hombre inocente. Es decir,
incapaz de hacer daño; "no nocivo". Incapaz de hacer daño,
pero no ingenuo o indiferente. Como un hombre al que no le
vendían gato por liebre y que se preocupaba y le dolía el
sufrimiento, en su país y en el mundo.
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza
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