Soluciones para la falta de concentración

Si últimamente has notado que tienes dificultades para centrarte en aquello que estés haciendo, o si sientes que te dispersas con facilidad y te cuesta trabajo volver a poner atención a lo que estabas haciendo, puedes estar seguro de que tienes una falta de concentración. Vamos a ver de qué manera puedes volver a tener la concentración que necesitas.
La falta de atención y las distracciones son las causantes de que el rendimiento de una persona disminuya. Debido a nuestra manera de vivir, son muchas las personas que lo padecen. Cada día cuesta más trabajo focalizar la atención en algo en concreto. Vivimos sumergidos en un mundo de continuos y variados estímulos que nos exigen vivir dispersos continuamente.
La tecnología que utilizamos de manera permanente nos estimula, y las pantallas, los sonidos y las luces reclaman constantemente nuestra atención. Si vives en la ciudad, estarás de acuerdo conmigo en que el hecho de dar un paseo nos proporciona un continuo bombardeo de estímulos de todo tipo. ¿Cómo no vamos a dispersarnos viviendo con estas condiciones alrededor?
Así mismo, en el mundo laboral se valora mucho el hecho de que una persona pueda hacer varias cosas a la vez. Y si cuando te marchas a casa sigues dándole vueltas, por ejemplo, a un proyecto determinado, mejor que mejor…


Fuente: Pixabay/quimono

Entonces ¿cuándo descansa la mente? Son muchas las personas que, incluso dormidas, continúan pensando acerca de la multitud de cosas que tienen que hacer al día siguiente. También son muchas las que se llevan los temas de trabajo a su periodo de vacaciones.

Cómo mejorar la concentración

1. La relajación

Cuando la causa de nuestra dispersión tiene que ver con el estrés y con un exceso de obligaciones, los ejercicios de relajación son muy útiles.
Existen numerosas técnicas de relajación que, basándose en el control de la respiración, consiguen que la mente se calme y de esa manera recupere poco a poco su capacidad de concentración.
Si antes de comenzar cualquier tarea se hace una pequeña relajación, podremos darnos cuenta de que, sea lo que sea lo que hagamos, nos va a salir mejor.

2. Meditación y Mindfulness

Cada día son más las personas que recurren a la meditación. Esta técnica tan conocida en las culturas orientales nos ayuda a serenarnos y a ser capaces de concentrarnos.
Se trata de una práctica en la que conectamos con nuestro interior por medio de ejercicios de respiración conscientes. La persona que lo practica consigue poner toda su atención en su centro, donde vuelve cada vez que se produce una distracción.
Al meditar, obtenemos una mayor consciencia personal y logramos controlar nuestra capacidad de concentración. Es necesario que la práctica se lleve a cabo a diario y, si fuera posible, más de una vez. Se ha demostrado en numerosos estudios los importantes beneficios que la meditación tiene en las personas que lo practican.
La práctica del Mindfulness,  consigue que pongamos toda nuestra atención en aquello que estemos haciendo en ese momento. Esta técnica nos habitúa a centrarnos de forma gradual. Es tan sencilla como eficaz. Consiste simplemente en aquello que hagamos con toda nuestra intención y atención. Si vamos a dar un paseo, procuraremos que nuestra atención se centre en cada paso que damos. También podemos practicar sentándonos, sin hacer nada más, a observar todo aquello que ocurre alrededor.
El mindfulness llena nuestros momentos de paz y es una estupenda ayuda para mejorar nuestra capacidad de concentración.


Fuente: Pixabay/Bessi

Cómo ayuda la alimentación

– Los cereales integrales: los cereales integrales son muy ricos en vitaminas del grupo B que tienen mucho que ver con la salud de nuestro sistema nervioso. Así mismo, nos proporcionan glucosa, alimento esencial para el cerebro, que se libera de manera gradual. Esta liberación gradual consigue que el suministro de glucosa no decaiga de manera brusca comos sucede con los cereales refinados o el azúcar. De esta manera, no experimentaremos los síntomas asociados a la bajada de glucosa que tanto tienen que ver con el malestar y la falta de concentración.
– Frutos secos: las nueces, las almendras, avellanas y pistachos, entre otros, son alimentos excelentes para conservar la memoria y la capacidad de concentración en perfecto estado. Todos ellos son ricos en vitaminas del grupo B, vitamina E, fósforo, calcio, cobre, proteínas y ácidos grasos esenciales. Son muy fáciles de almacenar y de transportar por lo que podemos tomarlos como tentempié a lo largo del día. Lo ideal es que sean crudos y que no tengan sal o aditivos añadidos.
– Omega 3: todos los pescados azules son ricos en Omega 3, que ayuda a mejorar la memoria y todas las actividades cerebrales. Además,las propiedades anitiinflamatorias de estos ácidos grasos ayudan a prevenir las enfermedades cardíovasculares.

Ejercicios para mejorar la concentración

Existen numerosos ejercicios que nos pueden ayudar a mejorar la capacidad de concentración. Tenemos, por ejemplo, los sudokus, los crucigramas o las imágenes en las que tenemos que encontrar diferencias.
Además de estas, se pueden practicar los llamados movimientos cruzados. Tocamos la rodilla derecha con el codo izquierdo, por ejemplo y a continuación lo hacemos al revés. También podemos tocar la oreja derecha con la mano izquierda y al contrario. Lo ideal es hacer estos ejercicios con la máxima atención, evitando sitios donde haya ruido o distracciones.
Si la falta de concentración fuera el síntoma de otra enfermedad subyacente, como por ejemplo una depresión, o, en los niños, TDAH hay numerosas posibilidades de tratamientos específicos.


Fuente: Pixabay/ stevepb

Ejercicio físico indispensable

Nuestro cerebro necesita oxígeno para su funcionamiento. Cuando hacemos ejercicio el flujo de sangre aumenta y, por lo tanto, el nivel de oxígeno también. Esto hace que las células cerebrales se encuentren más activas y sanas, mejorando nuestra memoria y capacidad de concentración. Así mismo, cuando hacemos ejercicio, nuestro cuerpo segrega endorfinas que nos harán sentir bienestar y tranquilidad.
Vivimos en un momento en el que se hace necesario reducir la velocidad a la que estamos acostumbrados a ir. Las prisas y el estrés ya no están de moda. La lentitud, la calma y la tranquilidad vienen empujando fuerte y son sinónimos de una vida más centrada y feliz.
En conclusión, si aplicas estas prácticas en tu día a día conseguirás ejercitar y cuidar tu mente. 
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