Hace 19 años Scott Lilienfeld, James Wood y Howard N. Garb, publicaron en Psychological science in the public interest uno de los cuestionamientos más completos y extensos sobre la validez y fiabilidad de las técnicas proyectivas.
Este importante análisis recopiló más de 370 revisiones e
investigaciones científicas que demuestran los puntos más débiles y
cuestionables de esta metodología ampliamente enseñada en las facultades
de psicología y aceptada más por costumbre o tradición que por
evidencia, como herramienta indispensable en el ámbito clínico y
forense. Imagen
del paper publicado en Psychological Science In The Public Interest,
por Scott Lilienfeld, James M. Wood y Howard N. Garb.
Para
dar a conocer cuales son las críticas y puntos más débiles de estos
métodos decidimos hacer una traducción completa del análisis. La
traducción tiene más de 100 páginas en el que se aborda exhaustivamente
la validez, validez incremental y confiabilidad, de tres de las técnicas
proyectivas más utilizadas: test de las manchas de Rorschach, el test de apercepción temática (TAT) y el test de la figura humana. Así también el análisis presenta una revisión de los metaanálisis de los resultados de las técnicas proyectivas utilizadas para evaluar el abuso sexual; y añade recomendaciones para mejorar la práctica forense, clínica y la educación universitaria. Para facilitar la lectura añadimos una tabla de contenido
con enlaces titulo y subtitulo del artículo, esto te permitirá viajar
entre las secciones del análisis. Sino tienes mucho tiempo, te
recomendamos leer las conclusiones en el apartado resumen y discusión de cada sección. Si deseas algo todavía más conciso puedes leer la lista de puntos clave
que está al inicio, y para aquellos que desean profundizar y comprobar
la información utilizada, añadimos los enlaces web a las revistas
científicas y libros citados en las casi 370 referencias bibliográficas. Por
último, queremos agregar que este análisis no debe interpretarse como
una critica a los colegas psicólogos que la utilizan. Nuestra intención
es la de compartir información con evidencia que suele ser desconocida y
que creemos es en extremo necesaria para generar una reflexión abierta
sobre las herramientas que usamos. Por lo tanto, si eres psicólogo
clínico intenta analizar los datos presentados para que puedas sacar
tus conclusiones. Si eres docente, esperamos que este artículo te sirva
como material para preparar tus clases, y si eres estudiante te
recomendamos que lo compartas con tus compañeros y profesores. La traducción fue realizada por nuestra editora Alejandra Alonso y editada por María Fernanda Alonso y David Aparicio.
Las principales ventajas de la mayoría de las
técnicas proyectivas en relación con las pruebas de personalidad
estructuradas suelen ser su capacidad para (a) evitar o eludir las
defensas conscientes de los respondedores y (b) permitir a los médicos
obtener acceso privilegiado a información psicológica importante (ej.,
conflictos, impulsos) de los cuales los encuestados no son conscientes.
Como consecuencia, los defensores de las técnicas proyectivas han
sostenido que estas técnicas proporcionan una validez incremental en la
evaluación de la personalidad y la psicopatología más allá de las
medidas estructuradas.
Los autores eligieron centrarse en los
dibujos de Rorschach, TAT y figura humana por dos razones principales.
Primero, estos tres instrumentos, así como las versiones afines de
ellos, se encuentran entre las técnicas proyectivas más utilizadas en la
práctica clínica. En segundo lugar, estos tres instrumentos se
encuentran entre las técnicas proyectivas más ampliamente investigadas
y, por lo tanto, permiten la evaluación más completa en la actualidad.
Manchas de tinta de Rorschach
Los
análisis factoriales es que varios puntajes de Rorschach generalmente
no se correlacionan o “no se mantienen juntos” de una manera que sea
consistente con las teorías sobre la prueba o la práctica clínica.
El test de Rorschach ha demostrado poca validez como herramienta de diagnóstico.
Pocas
variables de Rorschach han demostrado una validez incremental
consistente en la evaluación de los indicadores de construcción
psicológicamente significativos por encima y más allá de otra
información psicométrica más fácilmente adquirida.
Los
metaanálisis de investigaciones publicadas sobre Rorschach sugieren que
al menos algunos índices de Rorschach poseen una validez por encima de
cero, aunque la utilidad clínica de estos índices queda por demostrar.
Las
revisiones bibliográficas centradas en un enfoque limitado han
identificado diversas variables de Rorschach que parecen tener validez
en la identificación de la esquizofrenia, el TLP y quizás el trastorno
esquizotípico de la personalidad y el trastorno bipolar.
Sin
embargo, la gran mayoría de las variables de Rorschach no han demostrado
relaciones consistentes con los trastornos psicológicos o los rasgos de
personalidad. Quizás lo más importante es que pocas variables de
Rorschach han demostrado una validez incremental consistente en la
evaluación de los indicadores de construcción psicológicamente
significativos por encima y más allá de otra información psicométrica
más fácilmente adquirida.
Test de percepción temática (TAT)
Existe
un apoyo modesto para la validez de constructo de varios esquemas de
puntuación TAT, particularmente aquellos que evalúan la necesidad de
logros y relaciones objetales.
El uso del TAT para evaluar los mecanismos de defensa ha recibido un apoyo limitado e inconsistente.
En
los últimos años se han desarrollado otros esquemas de puntuación TAT
potencialmente útiles. Por ejemplo, Ronan y sus colegas han derivado un
índice de resolución de problemas personales del TAT que se correlaciona
significativamente con una medida de desempeño que involucra la
generación de medios y fines para soluciones a problemas, y eso
distingue significativamente a los pacientes psiquiátricos de los
normales.
Los pocos sistemas de puntuación TAT prometedores aún
no son apropiados para el uso clínico de rutina no hay evidencia
convincente de que los esquemas de puntuación TAT para relaciones de
objeto o los mecanismos de defensa poseen una validez incremental más
allá de los índices de autoinforme de estos constructos.
Figura humana
El estado científico de las puntuaciones derivadas de dibujos de figura humana puede describirse mejor como débil.
Aunque la fiabilidad test-retest y entre evaluadores a veces es alta, hay una marcada variación entre los estudios.
No hay relaciones bien replicadas entre signos de dibujo específicos y personalidad o psicopatología.
El
papel de la calidad artística en los dibujos de figura humana no se ha
resuelto satisfactoriamente, aunque hay razones para creer que la
capacidad artística pobre a menudo puede dar lugar a clasificaciones de
falsos positivos de psicopatología.
Conclusiones
Las
técnicas proyectivas no son inherentemente poco confiables o inválidas.
Debido a que algunos índices proyectivos pueden alcanzar propiedades
psicométricas satisfactorias, es poco probable que las técnicas
proyectivas per se posean deficiencias intrínsecas o ineluctables.
La
escasa validez de la mayoría de las técnicas proyectivas para los fines
previstos se deriva de su diseño y construcción subóptimos.
El
desarrollo futuro de instrumentos proyectivos se beneficiaría de un
enfoque iterativo y autocorregible para la construcción de pruebas.
Aunque
la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia, existe una escasa
justificación para el uso de técnicas proyectivas en el contexto del
tratamiento, a menos que se pueda demostrar que estas técnicas
contribuyen a la eficacia terapéutica.
No descubrimos evidencia de la utilidad del tratamiento de ninguna técnica proyectiva.
A los peritos no deben afirmar o implicar que las técnicas proyectivas son ampliamente aceptadas por la comunidad científica.
Los profesores deben enseñar a los estudiantes a distinguir entre índices proyectivos que tienen y no tienen apoyo empírico.
Los
profesores deben discutir en detalle las implicaciones forenses y
éticas de confiar en índices proyectivos que no están bien validados.
Introducción
La
controversia no es extraña en el campo de la evaluación de la
personalidad, y ningún asunto en este campo ha sido tan controversial
como el estatus científico de las técnicas proyectivas. De hecho, el
lector novato que intenta encontrar sentido en la desmadejada y
desconcertantemente compleja literatura sobre técnicas proyectivas se
confronta inmediatamente con una sorprendente paradoja. Por un
lado, durante las últimas cuatro décadas una letanía de investigadores
de evaluación de personalidad (por ejemplo, Anastasi, 1982; Gittleman
Klein, 1986; Dawes, 1994) han pasado a desacreditar la confiabilidad y
validez de la mayoría de las técnicas proyectivas (ver Lilienfeld,
1999). La famosa cita de Jensen (1995), aunque tiene 35 años, todavía
captura los sentimientos de muchos científicos contemporáneos hacia el
test de Rorschach y muchas otras técnicas proyectivas: “…las tasas de
progreso científico en psicología bien podrían medirse por la rapidez y
exhaustividad con la que se olvida al Rorschach” (p. 238). Por otro
lado, los clínicos en Estados Unidos y en menor medida aquellos en el
extranjero, continúan utilizando técnicas productivas con mucha
regularidad y muchos afirman que estas técnicas son virtualmente
indispensables en su práctica diaria (Warkins, Campbell, Neiberding
& Hallmark, 1995). La esencia de esta paradoja fue incisivamente
resumida por Anastasia (1982) quien observó que “las técnicas
proyectivas presentan curiosas discrepancias entre la investigación y la
práctica. Al evaluarlos como psicométricos, la mayor parte hacen una
pobre presentación. Sin embargo, su popularidad en el uso clínico
continúa sin disminuir” (p. 564).
En
efecto, a pesar de las sostenidas, y a menudo humillantes, críticas
dirigidas a las técnicas proyectivas durante las últimas décadas (Dawes,
1994; Lowestein, 1987), numerosas encuestas demuestran que tales
técnicas continúan disfrutando una amplia popularidad entre los
clínicos. Durand, Blanchard y Mindell (1988) reportaron que el 49% de
los directores de programas para graduados en psicología clínica y el
65% de los directores de internados en psicología clínica creían que el
entrenamiento formal en técnicas proyectivas era importante. Watkins et
al. (1995) encontró que 5 técnicas proyectivas, incluido el Rorschach y
el test de apercepción temática (TAT), estaban entre los 10 instrumentos
más frecuentemente utilizados por los psicólogos clínicos. Por ejemplo,
el 82% de los psicólogos clínicos reportó que administraban el
Rorschach al menos “ocasionalmente” en sus baterías de tests y el 43%
reportó que lo administraba “frecuentemente” o “siempre”. Hay algunos
indicadores, sin embargo, de que la popularidad de ciertas técnicas
proyectivas podría estar menguando. En una encuesta reciente de clínicos
practicantes, Piotrowski, Belter y Keller (1998) reportaron que muchas
técnicas proyectivas, incluyendo al Rorschach y al TAT, habían sido
abandonadas por una considerable minoridad de usuarios. Algunos autores
(e.g., Piotrowski et al. 1998; Piotrowski & Belter, 1989) han
atribuido la reciente disminución en la popularidad de las técnicas
proyectivas a la llegada de la atención administrada, aunque al menos
una parte de la disminución podría provenir del impacto acumulativo de
las críticas apuntadas hacia estas técnicas en las últimas décadas. No
obstante esta disminución, el Rorschach, el TAT y muchas otras técnicas
proyectivas permanecen entre los dispositivos de evaluación más
frecuentemente utilizados en la práctica clínica. Nuestro objetivo
en este análisis es examinar imparcialmente los mejores estudios
disponibles concernientes al estatus científico de las técnicas
proyectivas1.
En contraste con otros autores (e.g., Karon, 1978), no creemos que la
pregunta de si las técnicas proyectivas son válidas puede ser respondida
de manera directa o significativa. Hemos evitado asiduamente enmarcar
preguntas de esta clase por dos razones.
Primero, en base a la extensa literatura argumentaremos
que el constructo de validez (Cronbach & Meehl, 1955) de ciertos
índices proyectivos está más fuertemente afianzado que el de otros. Como
consecuencia, las afirmaciones generales con respecto a la validez de
constructo de todas las técnicas proyectivas parecen ser injustificadas.
En segundo lugar, coincidimos con Messick (1995) en que la validez de
constructo se puede ver como el grado en el que se pueden extraer
inferencias útiles con respecto al desempeño de los individuos que no
realizan pruebas en función de sus puntajes. Desde esta perspectiva, las
técnicas proyectivas se consideran mejor no como válidas o inválidas,
sino más bien como más o menos válidas para propósitos y contextos de
evaluación específicos. Ciertos índices de dibujo de figura humana, por
ejemplo, pueden ser indicadores moderadamente válidos de habilidad
artística (Kahill, 1984) o inteligencia (Motta, Little y Tobin, 1993)
pero son indicadores de psicopatología en gran parte o totalmente
inválidos. Por lo tanto, la pregunta principal que planteamos en este
análisis es: “¿Hasta qué punto son ciertas técnicas proyectivas — y los
índices específicos derivados de ellas — válidas para los fines a los
que los psicólogos suelen aplicarlas?” Es importante distinguir
desde un principio la evidencia sobre validez de constructo de la
evidencia sobre utilidad predictiva (ver también Levy, 1963). Sin
embargo, un instrumento que exhibe validez de constructo como lo
demuestran las diferencias significativas entre grupos patológicos y no
patológicos puede ser prácticamente inútil para aplicaciones predictivas
del mundo real. Esto se debe a que en muchos de los estudios realizados
sobre instrumentos psicológicos, incluidas las técnicas proyectivas,
los investigadores comienzan con grupos conocidos (por ejemplo,
individuos con o sin antecedentes de abuso sexual infantil) de
aproximadamente el mismo tamaño. Esta división 50-50 entre grupos es
óptima para fines predictivos desde el punto de vista del teorema de
Bayes (Meehl y Rosen, 1955). Sin embargo, los profesionales suelen estar
interesados en detectar fenómenos clínicos cuya prevalencia en la
mayoría de los entornos del mundo real es considerablemente inferior al
50 por ciento (por ejemplo, antecedentes de abuso sexual infantil, un
plan suicida inminente). Como resultado, las estimaciones de validez
derivadas de las investigaciones de grupos patológicos conocidos, que se
basan en el “condicionamiento de la consecuencia” (es decir,
postdicción del estado del grupo a la presencia o ausencia de un
indicador de prueba), casi siempre rendirán estimaciones de validez más
altas que en entornos clínicos reales, donde el profesional debe
“condicionar el antecedente” (es decir, predecir desde la presencia o
ausencia de un indicador de prueba hasta el estado del grupo; ver Dawes,
1993). En otras palabras, debido a que los médicos están típicamente
interesados en detectar la presencia de fenómenos de baja tasa, la
mayoría de los diseños de investigación utilizados con grupos
patológicos conocidos sobreestiman la validez predictiva de los
indicadores de prueba. Por lo tanto, un índice derivado de una técnica
proyectiva puede poseer validez de constructo sin ser útil para fines
predictivos en entornos del mundo real. Además de la validez,
examinamos el grado en que las técnicas proyectivas satisfacen otros
criterios psicométricos importantes, en particular (a) confiabilidad, a
saber, consistencia de la medición, que en sí abarca la confiabilidad
test-retest, la confiabilidad entre evaluadores y la consistencia
interna, (b) validez incremental, a saber, la medida en que un
instrumento aporta información por encima y más allá de otra información
(Meehl, 1959; Sechrest, 1963), y (c) utilidad de tratamiento, a saber,
la medida en que un instrumento contribuye al resultado del tratamiento
(Hayes, Nelson y Jarrett, 1987). La confiabilidad es importante
porque la validez está limitada por la raíz cuadrada de la validez
(Meehl, 1986). Como consecuencia, la validez no puede ser alta cuando la
confiabilidad es muy baja. La validez incremental es de considerable
importancia pragmática en la evaluación de las técnicas proyectivas
porque muchas de estas técnicas requieren un entrenamiento extenso y
requieren mucho tiempo para administrar, calificar e interpretar. Si las
técnicas proyectivas no aportan información psicológicamente útil más
allá de los datos recopilados con mayor facilidad (por ejemplo, puntajes
en instrumentos de autoinforme, información demográfica), su uso
clínico de rutina es difícil de justificar. La cuestión de la validez
incremental también es significativa por razones teóricas porque muchos
defensores de las técnicas proyectivas afirman que estas técnicas pueden
proporcionar información valiosa no evaluada por los índices de
autoinforme (Dosajh, 1996; Riethmiller & Handler, 1997a; Spangler,
1992). La validez incremental no es un número único, ya que se
puede evaluar en relación con una variedad de formas de información (por
ejemplo, puntajes de cuestionarios, datos demográficos) que el clínico
puede tener a la mano. Finalmente, estamos de acuerdo con Hunsley y
Bailey (1999) en que el criterio de utilidad del tratamiento es de suma
importancia en la evaluación de todos los instrumentos psicológicos
utilizados por los profesionales. En el contexto terapéutico, la
evaluación es prácticamente siempre un medio para un fin, es decir, un
mejor resultado del tratamiento. Si los instrumentos psicológicos no
facilitan en última instancia el tratamiento de una manera medible, son
de dudosa utilidad en el contexto clínico, aunque pueden ser útiles para
ciertas investigaciones o propósitos predictivos.
Versión en PDF
Hemos preparado una versión en PDF para que puedas imprimir y leer
cómodamente. Por favor siéntete libre de descargarla y compartirla con
tus colegas, profesores y compañeros. Descarga el análisis en PDF.
El Fotolenguaje es un método que consiste en trabajar con una colección de fotos y una manera de comunicarse en grupo con esas fotografías. Consiste en la elección de una o más fotos por parte de los pacientes, provenientes de carpetas agrupadas por temas, que responden a una consigna dada por el coordinador. Todo comenzó en 1965 cuando un grupo de psicosociólogos de Lyon usaron a la foto como soporte para la palabra en adolescentes difíciles a los que les costaba expresarse en grupos por experiencias dolorosas, en el plano personal. Luego esta técnica de mediación comenzó a expandirse sobre otras áreas de la salud : tercera edad, pacientes psicóticos, en las prisiones, en pacientes toxicómanos. El Fotolenguaje también es una herramienta de mediación útil en el tratamiento psicoterapéutico de los pacientes con componentes corporales: aquellos con enfermedades psicosomáticas y aquellos pacientes que padecen crisis de pánico. También, con esta té...
Foto Prof. José Bleger Bleger estudia qué es la conducta humana y cómo se genera. Definición generalista; toda manifestación del individuo. Para el conductismo son sólo las manifestaciones observables. Análisis descriptivo de diferentes manifestaciones de la conducta; pensamiento, emociones, acciones físicas son conducta. Fenómenos: cosas que pueden ser registradas de alguna forma. Los pensamiento sólo se registran a través del testimonio subjetivo. Una determinada conducta como conjunto interrelacionados que contienen muchas manifestaciones. Bleger trata de clasificar los diferentes tipos de fenómenos asociados con la conducta. Dos categorías: Fenómenos concretos: no se asocian con significados – Fenómenos mentales o simbólicos: referidos a los pensamientos, a lo simbólico, tienen validez gracias a su conexión con determinado significado. Bleger define 3 áreas de la conducta: 1) Área mental: fenómenos del pensamiento 2) Área de cuerp...
FODA Matemático permite definir objetivos óptimos en forma práctica y sencilla, de manera científica y evitando la creación subjetiva de los objetivos que van a definir el futuro de la organización. Para crear objetivos, generalmente se efectúa el listado de las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas y -en forma intuitiva- se las agrupa de a pares bajo un criterio totalmente subjetivo y poco profesional. Pero de este modo, se arriesga el futuro de la organización a través de un objetivo creado de un modo muy simplista. Porque, al haber agrupado dos elementos (por ejemplo FA, una fortaleza y una amenaza) se han descartado otras fortalezas y otras amenazas. Esto se hizo sin base matemática y sin rigor científico. ¿Es esto serio? La pregunta surge en función de si existe o no la posibilidad de que un profesional pueda explicar por qué razón realizó ese cruce de variables FA. Por qué considera que fue la elección óptima y no existe otra opción mejo...
Comentarios