El embarazo psicológico en plantas, ¿realidad o ficción?


Artículo realizado por Eva Martínez Ispizua, como parte de la evaluación de la asignatura de comunicación científica, perteneciente al máster de biotecnología molecular y celular de plantas.
Todos hemos oído hablar en alguna ocasión del fenómeno conocido como “embarazo psicológico”. Éste tiene lugar cuando una hembra, por ejemplo, una mujer, cree estar embarazada, y a causa de esa creencia, presenta realmente signos y síntomas típicos de la gestación.
En el mundo vegetal, en ocasiones se produce un suceso que en cierta manera se le parece, llamado “partenocarpia”, por el cual la planta desarrolla un fruto, sin que éste presente semilla alguna.



 ¿Podemos nosotros sacar partido de la partenocarpia? Por supuesto que sí. Es más, este fenómeno tan interesante puede resultar muy beneficioso, tanto para la industria – hablando en términos económicos –  como para el consumidor final.
Pensemos, por lanzar una idea, en la rentabilidad de facilitar la producción de zumos o pastas de frutos desde el punto de vista de la explotación industrial agroalimentaria.


La ausencia de semillas hace que el fruto resulte más apetitoso. Incluso más fácil de degustar. Por ejemplo, para celebrar las doce campanadas de Noche Vieja, ¿no es más agradable elegir uvas sin pepitas? O cuando comemos una ración de sandía ¿qué preferimos, escupir o tragar  las pipas, o concentrarnos golosamente en disfrutar de la fruta?
La partenocarpia puede producirse en distintas especies vegetales como respuesta a diversos estímulos ambientales, a cambios hormonales, a un cambio de nutrición, o por causa de incompatibilidad sexual entre individuos. Aún se desconocen los mecanismos moleculares que provocan este fenómeno de forma espontánea en la naturaleza, pero sí que podemos mediante la ingeniería genética, favorecer su aparición a nuestra voluntad.
Normalmente, para que se produzca la formación o cuajado del fruto, es necesaria la previa polinización del ovario. Sin embargo, en algunas especies, es posible obtener fruto en ausencia de dicha fecundación. Estos son los denominados “frutos partenocárpicos”, que a falta de dicho proceso, se caracterizan por no presentan semillas. ¿Cómo conseguirlos? Generando por ejemplo, plantas androestériles, que manteniendo intacta su parte reproductiva femenina,  a su vez son incapaces de generar polen.


Esta estrategia se ha experimentado en plantas de tomate, demostrando que la inducción a la partenocarpia puede llegar a mejorar  propiedades nutricionales del fruto. Por ejemplo, es posible provocar un aumento de carotenoides como el licopeno, que tiene propiedades antioxidantes, característica beneficiosa para nuestra salud. Pensemos que ésta sólo es una de muchas posibilidades. ¿Por qué no seguir investigando, explorando? ¿Por qué no desarrollar nuevas técnicas, nuevas vías a través de la biotecnología?
Podemos actuar directamente sobre el genoma de la planta, alterando su información genética para transformarla, buscando conseguir aquello que nos interesa. Para obtener plantas androestériles, debemos impedir la formación de granos de polen.
Hemos conseguido avanzar tecnológicamente para  modificar organismos vivos a nuestra merced con objeto de conseguir  de ellos un mayor beneficio para el ser humano. Destaca una técnica en particular, muy empleada en la actualidad, la conocida como “edición genética por la tecnología CRISPR/Cas9”.



¿Pero, y esto qué es?   Pues, simplificando para que se entienda, se trata de un procedimiento que posibilita la alteración de genes, en el que la estrella del espectáculo es la proteína llamada “Cas9”.  Es una proteína peculiar que  podemos programar, decidiendo dónde y cómo va a actuar. Gracias a nuestros mandatos, y siempre siguiendo nuestros deseos, Cas9 realizará cambios en aquellos genes que previamente habremos seleccionado, obteniendo así las modificaciones que buscamos en nuestros cultivos. Su actividad podría asemejarse al de las tijeras, ya que corta y edita genes de forma sumamente controlada y dirigida.

Volviendo a nuestro punto de partida, para obtener  plantas androestériles, ¿Qué genes debemos editar? Necesitamos anular la funcionalidad de genes involucrados en la formación de los granos de polen, o en la formación de los estambres en sí, que son el órgano de reproducción masculino de las plantas.
Además, contamos con la seguridad de que la producción de estas plantas modificadas no supone un peligro, ya que al ser estériles, los cambios generados no pueden transmitirse a otras de la misma especie por reproducción.




Echando un poco de imaginación, podemos encontrar aún más ventajas a estas plantas sin polen.  ¿Quién no tiene algún conocido que, según llega la primavera, necesita vivir pegado a un paquete de clínex? ¿Ese amigo lastimoso de ojos llorosos y nariz enrojecida? Hablamos de los alérgicos al polen,  víctimas del cambio estacional.
Sólo en España, ya son 8 millones las personas afectadas por esta condición. ¿El cultivo de plantas androestériles podría suponerles un alivio, un respiro de aire fresco? ¿No sería genial poder por ejemplo poder regalarles un ramo de flores sin que sufrieran una congestión? Obviamente, no se puede generalizar, pero podría aplicarse esta técnica en la producción de plantas ornamentales y comercializables.



Muchos son los beneficios. Los mayores avances obtenidos hasta el momento se han realizado en plantas de tomate. Pero dadas las circunstancias, y con las técnicas adecuadas ¿no sería brillante el poder aplicarlas para obtener beneficios de otras especies de interés?  El futuro está en nuestras manos, nosotros decidimos como construirlo.
 https://jmmulet.naukas.com/2019/07/05/el-embarazo-psicologico-en-plantas-realidad-o-ficcion/
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza

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