Si callamos, hablarán las piedras: un análisis al estado actual del psicoanálisis
Comencemos por aclarar algunos conceptos y cómo van a ser usados en este trabajo.
- Movimiento psicoanalítico: es el conjunto de personas que se consideran psicoanalistas y todas las prácticas de curas llamadas psicoanalíticas, más las publicaciones producidas por el primer conjunto.
- “El Psicoanálisis”: dicho en singular como pretenden seguir usándolo, tanto propios como extraños al movimiento psicoanalítico y, sobre todo, los enconados críticos de “los freudianos”, es inexistente.
Muchos de los enconados que menciono critican pues una singularidad o totalidad inexistente.
Son
varios los psicoanalistas que hablan de una Babel que está
constituyendo “al psicoanálisis” de tal manera que, como también están
diciendo algunos, el singular referido a los integrantes del Movimiento y
sus obras, no corresponde, sino que hay que hablar de “los
psicoanálisis”.
Muchos psicoanalistas llegan a reconocer
en privado pero no en publicado que : cada uno tiene su propia
“ensalada” de autores en la cabeza, otros sostienen que cada uno elige
la teoría que “le gusta”, otros explican que para cada paciente usan el
autor conveniente, tirando de un “cajoncito” de los varios en los que
tiene archivados a los autores, y finalmente están los muchísimos que
afrontan la hinchazón llamándola gordura y que sostienen que la
situación descripta constituye en sí misma nuestra “riqueza”.
Ese
estado sería absolutamente divertido si se tratara sólo de un ejercicio
de ideas y no de ideas diferentes que producen inevitablemente procesos
de “cura” muy distintos y hasta dispares consecuentemente, así como una
indeseable versatilidad y variabilidad en los diagnósticos, estado de
la práctica y de la práctica teórica totalmente excéntrica al proyecto
freudiano.
el Movimiento está funcionando mas bien al
estilo de una fuerza política
Es
decir que el Movimiento está funcionando mas bien al estilo de una
fuerza política, que se diferencia bastante de una disciplina en
búsqueda de verdades que operan concretamente en la vida de las
personas, verdades contrastables de alguna manera, contrastación
consensuada racionalmente, para lo que no es necesario acudir a una de
las metodologías “duras” de contrastación parecida al experimento pero
sin llegar a ello, cualquier metodología dura a la que, por la
descripción antedicha, no es posible acceder en estos momentos. El
estado de la psicología no es mejor aunque se tenga una esperanza de
solidez (vana) en la identificación de la mente con el cerebro al estilo
de Bunge.
Pero
el objetivo de mi trabajo no es la psicología en general y sus
múltiples formas de psicoterapias, sino el estado del movimiento
psicoanalítico, del cual defenderé siempre la validez de su fundamento:
la estructura de la teoría freudiana y la práctica clínica que se deriva de ella.
Es
muy difícil ver esto como un problema, y grave, cuando lo que cunde en
la sociedad es el pensamiento débil, tal cual lo describió el filósofo
Vattimo, alegre él porque evidentemente el pensamiento débil, el ataque a
la racionalidad y a la lógica llevan a la religión.
Respeto
a las religiones que buscan su verdad en un acto de fe, considerada por
ellas como la virtud fundante de la religiosidad, y respeto su
convocatoria a una verdad, consoladora de una humanidad que se siente
huérfana, soberbiamente extrañada de los demás animales.
Pero
encontrar verdades mas allá de una fe es un esfuerzo específico para
buscarlas y no una mera variabilidad de ideas a las que se llame
“riqueza”.
El ataque a la razón conlleva un ataque a la
posibilidad de encontrar verdades con lo cual se funda también un
relativismo absoluto de las afirmaciones, considerándose tiránica a toda
posición científica, por lo menos en el campo de las ciencias humanas o
sociales. Esta posición de muchos psicoanalistas que despacha con el
cómodo mote de “positivistas” a todas las críticas, repito, un mote no
funciona como una crítica razonable que deslinde por ejemplo la
circunstancia de que hay muchos positivismos, funciona mas bien como un
insulto que paraliza cualquier intento de crítica en el sentido de
pensamiento crítico, el que es muy distinto a la mala educación, pero al
que el pensamiento “blando” denigra. El pensamiento “blando” es un
pensamiento sin lógica, intuitivista, en el que se exaltan los
“sentimientos” en una regresión al romanticismo, no en el sentido común
de regalar rosas o bombones, en que se lo usa también, sino en el de la
corriente de pensamiento que dió origen, por ejemplo, al nazismo; con su
sentimiento de “pueblo” y “raza” y su teoría del origen del universo a
partir de una gran bloque de hielo. El pensamiento blando que tanto
gusta a los relativismos extremos, culturales y morales, donde todos los
gatos son pardos, pensamiento blando que también prefiere considerar al
riguroso como “narcisista” o “irrespetuoso de las diferencias”,
diferencias a las que se quiere salvaguardar en un estado de desorden e
imprecisión extrema. El pensamiento “blando” reniega de la posibilidad
de encontrar verdades salvo que sea por revelaciones compartidas por
comunidad empática o de sentimiento.
Veo pues al
movimiento psicoanalítico mal, en un estado de disolución implosiva y
digo disolución, porque es un deterioro silencioso, parapetado detrás de
la actitud de desechar todas las críticas despachándolas con otro mote:
el de las “resistencias” o el “odio”, también resistencial contra el
psicoanálisis.
Esto
no quiere decir, como lo reconocí en párrafos anteriores que la mayoría
de las críticas emprendidas contra los “freudianos” sean buenas, mas
bien son malas, sobre todo cuando atacan a Freud por mentiroso o por su
vida personal, o porque se “peleaba” no dejando levantar cabeza a sus
“discípulos”, como lo ha hecho el “Libro negro del psicoanálisis” o
considerándolo como a un filósofo mas entre otros filósofos como hace Onfray.
La
autocrítica tiene que ser interna, la tenemos que asumir los
psicoanalistas si no queremos naufragar en una alegre y autocomplaciente
disolución filosofante y poetizante, donde se considera psicoanalista a
cualquiera que se autotitule así, aunque sea por ejemplo, un
deleuziano con algo de Lacan, al que no le importa que Deleuze sea un
crítico de Lacan y de Freud, que ha inventado una terapia alternativa al
psicoanálisis que es el “ezquizoanálisis”. Basta que su discurso
“guste” a la masa de psicoanalistas para que se considere psicoanalista.
Es un mero ejemplo de las “ensaladas” posibles hoy en día.
Sería
un error pensar que esto se corrige con institucionalidad política como
lo intentó hacer durante décadas la IPA, creando definiciones
defensivas del psicoanálisis que pasan por la rigidez ritual como
concepto de la técnica, lo que ha dado lugar y no sé si continúa así, a
definirlo por el diván y por las cuatro sesiones como exigencia formal,
que según se sabe pocos cumplen pero dicen que sí lo cumplen. Y cuando
digo “definiciones defensivas” lo hago en el mas estricto sentido de
defensa en el mas estricto psicoanálisis : defensa es lo que la angustia
dispara como operación sustitutiva de un pensamiento que, si se hiciera
también angustiaría.
Creo que hubo una desgracia
inicial fundante del psicoanálisis y de los psicoanálisis que fue la
del no reconocimiento del psicoanálisis por la ciencia oficial
decimonónica; no puedo ponerme en los zapatos de Freud como para saber
cuál hubiera sido un camino mejor al que tomó, que fue el de formar una
institución de alcance prácticamente ecuménico, la que no funcionó de
manera muy distinta a la del Vaticano, con inquisidores internos
incluidos.
Esta salida político-institucional fue mortal para la
ciencia que se propuso fundar Freud
Esta
salida político-institucional fue mortal para la ciencia que se propuso
fundar Freud, a pesar de su valor para saber apartarse de discípulos
que no adoptaban las líneas fundamentales que él le imprimió a su
teoría-práctica. No tenía porqué aceptar desviaciones que él consideraba
esenciales para su construcción racional.
La estructura
teórica y las prácticas como contexto de aplicación derivadas, son los
grandes desconocidos del movimiento psicoanalítico a 113 años de la
publicación de la “Interpretación de los Sueños” y su primera
consolidación publicada de las bases para concebir el Aparato Psíquico.
La
multiplicidad de fotos y recuerdos lacrimógenos de Freud que tanto
gustan de conservar o de publicar en Facebook muchísimos que se
consideran psicoanalistas, no hace mas que reafirmar este vínculo
religioso pero no teórico-práctico que señalo.
Salvando
las distancias y sin ofender a nadie, es parecido a lo que pasa con la
iconografía de Jesús que prolifera en una inmensa masa generalmente
incapaz de ser cristiana.
Salvando las distancias
repito, porque ser psicoanalista es infinitamente menos difícil que ser
cristiano, es decir heroicamente bueno.
Hace
poco un joven colega que está emprendiendo muy rigurosamente sus
estudios de la teoría y la práctica freudiana me hizo notar lo temprano
de los primeros discípulos de Freud, por ejemplo Jung: fué mas o menos
alrededor de 1912. A esa altura sólo hacían 12 años de la primera
configuración estable de la teoría del psiquismo, sólo se habían
publicado los “3 Ensayos” y “Totem y Tabú” y la citada
“Interpretación….” como grandes obras, y el primero todavía habría de
sufrir numerosos agregados a lo largo de la vida de Freud. Los primeros
discípulos fueron convocados por el deslumbrante descubrimiento del
inconciente y la eficacia de la cura por la palabra que cambiaba
totalmente la perspectiva de una medicina todavía mecanicista y abría el
acceso científico a lo que los siglos habían llamado el alma, pero que
ahora tenía forjada una categoría científica: el Aparato Psíquico, en
1912 todavía como Conciente-Preconciente-Inconciente. Faltaba un y poco
aún para el otro gran monumento teórico que son los escritos de
metapsicología y nada menos que 8 años para la revolución teórica
freudiana de los años 20, y 26 años hasta la muerte de la fructífera y
productiva vida de Freud, quien fundó una Institución antes de tener
concluído su descubrimiento.
Los “discípulos” pues, se
congregaron y luego se institucionalizaron sintiéndose socios del
descubrimiento, expertos en inconciente y cura por la palabra, socios y
no discipulos, lo que por lo menos a mí me explica algo del
desenvolvimiento psicoanalítico.
Siempre me ha llamado
la atención el narcisismo de los autores psicoanalíticos, la extremada
estima que casi todos tienen sobre la “originalidad” y la “creatividad”
de cada autor y la despreocupación absoluta por consolidar el fundamento
o paradigma y las derivaciones lógicas de él. Creo que este es el
comienzo del funcionamiento de la “cómoda” o “mesita de luz” donde cada
cajoncito es un autor retirado en el momento necesario para cada
paciente. Cada cajoncito un pequeño sol con pretensiones, generalmente,
de ser el centro del sistema planetario del psicoanálisis.
André Green dijo antes de morir que una de las desgracias
del movimiento psicoanalítico fue la de que el único genio haya sido y
sigue siendo el fundador, sin desmedro de los valiosos aportes de varios
otros autores, aportes que es necesario especificar lógicamente todavía
por su relación al paradigma o fundamento en lugar de ponerlo en un
“cajoncito” mas en la acumulación de nuestra “riqueza” o disolución
implosiva.
¿Qué impresión tengo a partir de esa en la
que veo que los “discípulos” se acercaron a Freud como socios y no
dispuestos a aprender, aunque tantos se hayan analizado con el fundador
y/o con algunos de sus primeros adherentes? Se sintieron en su mayoría
mas inclinados a desatar su “originalidad narcisista” más que a
acompañar críticamente pero con rigurosidad y paciencia el
desenvolvimiento de la poderosa teoría que Freud estaba construyendo.
El
análisis personal es una potente herramienta de conocimiento de sí
mismo y de adquisición de la convicción sobre la existencia de nuestro
propio inconciente, pero la experiencia del análisis no enseña teoría y
tampoco enseña a ser epistemológicamente riguroso.
Green nunca será taxativo como lo soy yo, pero de todos modos sirven sus tímidos pensamientos que a veces rozan lo que planteo:
“La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud” pag 21:
(Refiriéndose al giro teórico freudiano de los años 20) “…ya no se trata entonces de una controversia destinada a averiguar si el psicoanálisis de Freud se debe admitir o rechazar. El proceso cismático ha terminado y el movimiento psicoanalítico ha dejado por el camino (Yo:¡¿?!) a los que estaban en desacuerdo con los principios fundamentales del psicoanálisis. Los que permanecen agrupados en torno de Freud no cesan de reafirmar su lealtad hacia su pensamiento y reconocen-con una sinceridad de la que no cabe dudar- su indiscutible leadership. No se puede negar, sin embargo, que las relaciones de Freud con sus discípulos eran mas complejas, y que sin cesar y de manera indefinida se replanteaba la cuestión formulada por Adler de saber si era preciso conformarse con vivir a la sobre del gran hombre. Freud percibía sin duda entre los más cercanos de sus fieles esa legitima necesidad de independencia, que el declaraba admitir sin limitación, aunque no ahorraba sus criticas cuando ese afán de volar con las alas propias dejaba a su juicio translucir desviaciones teóricas susceptibles de poner en peligro los ejes fundamentales de la teoría psicoanalítica.
Lo
que sorprende de esta confesión es que, siendo un texto que en
castellano se publicó en 1991, o sea con la obra de Lacan ya hecha y
reivindicada como “la verdadera teoría o la continuidad de la teoría
freudiana”, sorprende, repito, que Green no se haga cargo de este último
“freudiano” (O sea Lacan) que viene a fundar el psicoanálisis por
retroacción, sin respetar por lo tanto a ninguna categoría freudiana
cuando las redefine en el contexto de: Simbólico-imaginario-Real, lo
cual no funda sino que volatiliza toda la teoría freudiana ante un
público complaciente, demasiado acomodado a los prestigios adquiridos
como para hacerse cargo de un debate trascendental, en el que se jugaba
nada mas y nada menos que cómo heredar, hacerse cargo productivamente de
la herencia freudiana.
Pero hay mas cosas -que
sorprenden a un pensamiento que es riguroso- de las que dice Green que
hay que revisar como muestra nada mas de maneras de pensar que escucho
muchísimo en el medio del “movimiento”. Son:
- Reafirmación de la lealtad. ¿Qué es eso? Lealtad no es un reconocimiento científico ni pone en juego una racionalidad, hasta política diría, porque si uno ve que un líder se equivoca políticamente hay que tener mas lealtad con la causa que con el líder. Lealtad pertenece mas bien a contextos religiosos o guerreros en los que si la obediencia, sobre todo en el último caso, es necesaria aunque lleve a la muerte.
- Reconocimiento del liderazgo ¿qué es eso? El juramento de los señores feudales al Rey “como primero entre pares”. El mismo Green está reconociendo el aglutinamiento de profesionales alejados ya de una posición científica.
¿Porqué
lo reconocio Freud? Creo que por la expulsión que hizo de él la
ciencia, a la cual siempre quiso pertenecer sin poder, y porque
tempranamente apareció una incapacidad del movimiento, entusiasmado por
la facilidad para que “muchos descubran cosas”, pero sin poder
contrastar de manera fuerte es decir rigurosa todas y cada una de las
“ideas” que iban ocurriendo mientras el fundador seguía firme en el
camino de su descubrimiento que culminó en su muerte.
La
contrastación clínica como única contrastación necesaria tiene fallas
porque depende muy grandemente de los afectos del psicoanalista y del
sentimiento subjetivo de bienestar que cada analizando tiene con ese
psicoanalista. Pero esta es una dificultad que se agranda con la
proliferación de ideas que no se critican o que se critican mal, porque
ya hay desorden en la estructura de enunciados base y porque las ideas
cunden también desordenadamente si algunos analistas “ven” o “como han
dicho ver”. No alcanzo a saber cuánta responsabilidad sobre esto tuvo
Freud y tampoco me preocupa porque no soy historiadora del Movimiento
psicoanalítico.
Mas tarde todavía me seguí sorprendiendo del
desorden de la producción psicoanalítica
Ejemplo
de esto fue la bizantina discusión que sostuvieron los psicoanalistas
respecto a M. Klein y con los kleinianos, sobre si había “suficiente Yo”
al nacer como para aceptar la dramática de fantasías y defensas que
Klein postulaba. Esta discusión me perturbó ya en la universidad
haciendo la carrera, porque me quedaba claro que Klein no postulaba un
Yo semejante al Yo de realidad Definitiva, maduro y ejecutor de las
defensas. Pensaba que sólo hacía falta el principio del Placer-Displacer
para que territorios psíquicos se escindieran. Mas tarde pulí la idea,
sobre todo cuando ya recibida, me dediqué a estudiar a Freud de lleno, y
ví que Freud mismo había planteado una disociación así, defensiva en el
Proyecto y que en otras obras postulaba el inicio del Psiquismo divido
en un territorio de todo lo bueno-placiente=Yo de Placer Purificado y
otro espacio psíquico al que llamó Objeto hostil como zona de todo lo
displaciente=odiado. La discusión pues había sido totalmente inútil por
lo menos porque se había ignorado lo que Freud había sostenido respecto a
los inicios del Aparato Psíquico.
Mas tarde todavía me
seguí sorprendiendo del desorden de la producción psicoanalítica cuando
vi que piera Aulagnier postulaba un “Pictograma bueno” y un “Pictograma
malo” reconociendo vagamente y sin precisiones a Freud y sin reconocer a
Klein. O no estudiaban debidamente o eran falsarios, una de dos.
Pero
el colmo del desorden ha sido Lacan indudablemente. En mi experiencia
la teoría freudiana nunca fue una ortodoxia, cuando estudiaba
la mayoría de los psicoanalistas hablaban básicamente kleiniano y las
referencias a Freud no eran profundas y de pronto comenzaron a hablar en
otro idioma o a mezclar términos de otro idioma que rápidamente me dí
cuenta de que era un dialecto nuevo: el lacanés.
Como yo
ya estaba consolidando a Freud como una estructura teórica fuerte y
lógica me ví arrasada por este idioma que se proponía como la mejor
continuidad de Freud, así que me dediqué a estudiarlo también durante 9
años.
Pero el colmo del desorden ha
sido Lacan indudablemente
Indudablemente
el nuevo autor no planteaba disidencias o novedades sino que era una
teoría que arrasaba con la teoría frfeudiana y con todo aquéllo que uno
pudiera considerar aporte o derivaciones consecuentes de la teoría
fundacional.
Pero el movimiento psicoanalítico fue
creyente una vez mas: viró sin crítica al idioma lacanés y puso
fervientemente retratos de Lacan al lado de los de Freud. La mayoría
probablemente no conoce ni a uno ni al otro. La IPA echó a Lacan sin
crítica, sólo por la sesión de tiempo arbitrario que Lacan preconizaba y
que le permitió ahorrar en oro, pero la oficialidad psicoanalítica
jamas defendió a Freud teórica y clínicamente Defendió su ritual de 4
por 50 minutos.
Otra vez citamos la percepción y la
cobarde complacencia de un gran intelectual como André Green en su libro
editado en 2002: “El pensamiento clínico” Pag 26. “ Si el pensamiento
psicoanalítico sufre hoy no es por su cuestionamiento de las
ideas eutanasias Esto sería mas bien el indicio de un psicoanálisis en
movimiento, y no fijado a la idolatría de su creador y a su teoría. No,
lo que preocupa es la multiplicidad de ideas de reemplazo, la
dispersión de referencias fundamentales, la ausencia de un examen atento
y desprovisto de prejuicios de los cuerpos doctrinarios que se reparten
el campo del psicoanálisis. Es válido preguntarse si, a pesar de los
notables logros de la posteridad de Freud, algo no se perdió, o si las
numerosas modificaciones aportadas a sus interpretaciones de la clínica
sus recomendaciones técnicas, sus hipótesis teóricas, no llevaron a una
crisis del entendimiento psicoanalítico.
Va de suyo que está
describiendo una situación grave, leída atentamente es el estado que yo
llamo de disolución implosiva pero Green concilia permanentemente las
contradicciones sin admitir que existe una necesidad lógica de
exclusiones. En la pag 27 de la obra citada dice: “ Son muchos los
admiradores de Freud entre los psicoanalistas, (Yo: Freud estará
contento de tener tatos fans como una estrella de rock) incluso entre
aquéllos cuyas opciones contemporáneas se separan tanto de su
obra-aunque se proclamen sus continuadores-, que ya no tienen mucho en
común con ella. Y, de un deslizamiento a otro, lo que hace temer la
inminencia de lo peor…»
Ah! Lo peor es inminente! Pero
Green continua impávido como tantos autores contentos con la
“originalidad” que le dejan a la posteridad, aunque no sepamos si esa
posteridad será de psicoanalistas, puede que el nombre continúe porque,
como ya hemos visto, Freud tiene muchos fans. ¡Jesucristo Superstar!
Si seguimos callando, hablarán las piedras.
Ha
llegado la hora de reconocer, conocer los fundamentos y reconocerse en
los fundamentos, fundamentar a los fundamentos, separar lógicamente lo
que es de lo que no es y, sobre todo, fundamentar la clínica y hacer
descripciones coherentes de los procesos que desencadenamos en los
pacientes y de los diagnósticos a partir de los cuales los comprendemos e
intentamos ayudarlos.
Si callamos hablarán las piedras.https://www.psyciencia.com/si-callamos-hablaran-las-piedras/
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza
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