¿Somos celosos/as?

Los celos son reacciones emocionales producidas en nuestro cerebro y están asociadas a comportamientos posesivos y a problemas psicológicos.

 

Las novelas y películas románticas nos cuentan que los celos son buenos, porque es una reacción emocional que siente tu pareja cuando ama de verdad. Si no se pone celoso o celosa, es que no te ama. Pero la realidad es otra bien distinta. Detrás de los celos se esconden, en muchos casos, episodios de abuso y maltrato o problemas emocionales que pueden convertir la vida de la persona que los sufre en una pesadilla.
El Diccionario de la lengua española define celos como «Sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra». Se trata, por tanto, de una respuesta que suele ser irracional y que se produce cuando una persona siente temor por perder algo que considera suyo; en este caso, su pareja.
Está claro que no todos los celos son iguales. Hay celos enfermizos que se enconan en la relación hasta destrozarla. Los hay entre hermanos cuando uno de ellos se ve desplazado de lugar. Los hay profesionales. Pero causan malestar en quien los sufre y en aquella persona a la que estos afectan. Todos tienen en común su origen: nacen del sentimiento de posesión y se muestran cuando nos sentimos amenazados.

Recientes estudios apuntan que los celos se originan en el cerebro y, además de malestar emocional, pueden provocar dolor físico. Investigadores de la Universidad de California han observado las reacciones de varios ejemplares de monos tití y qué cambios se producen en el cerebro de estos animales a causa de los celos. Los escáneres han reflejado que los celos nacen en una región cerebral asociada al dolor social, que se activa cuando una persona se siente rechazada. La consecuencia más clara es un aumento de los niveles hormonales de testosterona y cortisol, que son los desencadenantes de nuestra respuesta emocional.
A tenor de lo anterior, parece plausible pensar que los celos son una reacción común en todos los seres humanos y que de nosotros depende saber controlarlos para que no nos afecte ni haga mella en la relación con los demás.
Los especialistas hablan de varios tipos de celos, a saber:
  • Celos de pareja. Son los que más conocemos y puede ser fatales, sobre todo en aquellos casos en los que están vinculados a un patrón de violencia y agresividad. En todos los casos, detrás de ellos se esconde un sentimiento de posesión e inseguridad que afecta de manera clara a la pareja.
  • Celos profesionales. Son también bastante comunes. Están relacionados con sentimientos como la envidia, la autoimagen y la baja autoestima. En algunos casos, pueden desembocar en una actitud pasivo-agresiva.
  • Celos infantiles. Es lo que llamamos pelusilla y se produce entre hermanos. Normalmente, los sufre el mayor cuando nace uno más pequeño y se siente desplazado en todos los sentidos (afectivo, material, falta de tiempo…). En la mayoría de los casos, se pasan conforme avanzan los años, pero hay niños que sienten celos de sus hermanos toda la vida.
Como vemos, se trata de reacciones emocionales que no podemos evitar pero sí controlar para que esos celos no nos produzcan dolor ni afecten a otras personas. He aquí algunas claves para ello:
  • Analiza lo que te produce celos. Eso que siento ¿está justificado? Realmente ¿tengo razones para desconfiar de la otra persona?
  • Habla con alguien sobre ello. Lo ideal es que lo hagas con tu pareja, pero también podemos hablarlo con un amigo y preguntarle cómo lo ve desde fuera, si realmente la situación es tan dramática como creemos. Y esto vale también para los celos profesionales.  
  • Trabaja tu autoestima, la imagen que tienes de ti mismo, tu seguridad. Además del sentimiento de posesión, los celos son un síntoma de inseguridad y baja autoestima. Al considerarnos inferior sentimos temor de que nuestra pareja se fije en otra persona o de que no nos den ese puesto que queremos. Es, por tanto, importante que aprendamos a querernos y a crecer como personas.
Como ya hemos apuntado, no todos los casos de celos son iguales. Si padecemos celos obsesivos o enfermizos, es posible que necesitemos ayuda profesional para poder controlarlos. Saber gestionar las emociones y querernos tal y como somos son la clave para reducir este tipo de respuestas. 

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