¿Existe la adicción a la comida?
Algunos ultraprocesados tienen mayor potencial 'adictivo'. Marco Verch
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza
¿Qué alimento es adictivo para ti? ¿El chocolate, las patatas fritas, las galletas saladas?
Ya has pensado alguno, ¿verdad? Pues la pregunta tiene trampa.
Porque la ciencia no tiene claro (ni de lejos) que pueda
haber alimentos adictivos, y tampoco que exista la “adicción a la
comida”.
Es cierto que en nuestro lenguaje coloquial usamos términos
como “adicción”, que en el ámbito científico tienen un significado más
complejo. Nos sirve para describir una situación que nadie interpreta
literalmente. No hay mayor problema.
En las adicciones conocidas, la sustancia o el
comportamiento adictivo son prescindibles y pueden evitarse, pero los
alimentos son indispensables para sobrevivir
El conflicto aparece cuando se sigue la dirección
contraria, y la ciencia toma el argot para determinar que existe una
nueva patología: la adicción a la comida.
Seamos claros: si la adicción a la comida existe, es un
trastorno mental que va a afectar a la calidad de vida de los enfermos.
Que les va a provocar sufrimiento y que interferirá en sus tareas
cotidianas. Razones más que suficientes para no hablar a la ligera.
¿Existe la adicción a la comida?
Partimos de una idea básica: nadie quiere sufrir una patología.
Pero sucede algo curioso: cuando hablamos de determinados
patrones de comportamiento que consideramos negativos, los definimos
casi instintivamente como adicción.
Adicción al sexo, a las redes sociales, a internet… o a la comida.
Incluso algunas personas no solo se identifican, sino que
se definen a sí mismas como adictos al móvil, al azúcar o al chocolate.
Pero suele hacerse desde una perspectiva trivial, como una forma de
expresar lo mucho que les gusta algo, sin pretender comunicar un
verdadero problema.
Porque cuando la adicción es real, suele ir acompañada de estigma social y sentimientos de vergüenza (como sucede con todas las enfermedades mentales, lamentablemente).
Si no hay patología, se exhibe. Si hay enfermedad, se oculta.
No es casual que existan asociaciones como Alcohólicos
Anónimos, Jugadores Anónimos o Comedores Compulsivos Anónimos: no suele
hacerse gala de padecer alcoholismo o ludopatía o de tener un problema
real con la comida.
Pero, mientras que la adicción a sustancias como el
alcohol, la nicotina y otras drogas sí que está perfectamente
caracterizada y puede diagnosticarse, sobre la existencia de la adicción
a la comida, la comunidad científica no ha llegado a un consenso.
Instintivamente, casi sin lugar a dudas, diríamos que
algunos alimentos desencadenan conductas alimentarias compulsivas, y que
estas se parecen mucho a comportamientos adictivos.
Si la adicción a la comida existe, es un
trastorno mental que va a afectar a la calidad de vida de los enfermos y
que les va a provocar sufrimiento
Algo que, lejos de esconderse, ha sido incluso utilizado como reclamo publicitario. “Intenta comer solo una” o “¿A qué no puedes comer solo una?” son las frases que han acompañado a algunos snacks desde hace más de 30 años, y que aluden sin tapujos a la pérdida de control.
¿Por qué no hablar entonces abiertamente de adicción a la comida? ¿Por qué resulta controvertido y hay desacuerdos?
Una parte de la comunidad científica considera que hay
evidencias suficientes como para afirmar que existe la adicción a la
comida, e incluso se han desarrollado herramientas para evaluar esta dependencia
[Food Craving Questionnaire, Dutch Eating Behavior Questionnaire, Three
Factor Eating Questionnaire, Power of Food Scale y, la más específica,
la Yale Food Addiction Scale (y su actualización)].
Varias razones apuntan a que, efectivamente, la adicción a
los alimentos puede ser una patología nueva, ya que presenta similitudes
con otras adicciones:
-
Cambios biológicos basados principalmente en modificaciones del circuito de recompensa cerebral. Los alimentos muy palatables, como los ultraprocesados (y sí, algunos compuestos como el azúcar), parece que juegan un papel protagonista en este fenómeno y un estudio ya ha empleado un test que mide la abstinencia que producen los ultraprocesados (aunque es un campo de investigación prematuro). Las alteraciones del circuito de recompensa se están estudiando en personas con obesidad porque son más sensibles y tienen una mayor prevalencia de adicción medida con YFAS. Es importante porque podríamos estar ante un nuevo enfoque para su tratamiento.
-
Cambios de comportamiento: recaídas o incapacidad para parar de comer.
-
Cambios psicológicos: pérdida de control, preocupación por la comida.
Sin embargo, no está tan claro que sea una enfermedad
nueva, porque varias de estas características se presentan en algunos
trastornos de la conducta alimentaria menos conocidos que la anorexia y
la bulimia, pero perfectamente caracterizados e incluidos en los
manuales de diagnóstico más empleados: el ICD-11 de la OMS y el DSM-5 de la American Psychiatric Association.
Es el caso del trastorno por atracón, el síndrome de
ingestión nocturna de alimentos o la hiperfagia en alteraciones
psicológicas, en los que pueden reconocerse patrones anómalos de ingesta
que cumplirían con algunos de los criterios de las adicciones:
episodios recurrentes de alimentación compulsiva en cantidades elevadas,
pérdida de control, malestar posterior, ingestas excesivas en respuesta
al estrés…
Es prematuro considerarla una nueva patología,
aunque la evidencia sugiere que algunos alimentos, especialmente los
ultraprocesados, tienen mayor potencial adictivo
La ciencia debe decidir, en base a la evidencia más sólida
disponible, si la adicción a la comida es realmente una enfermedad nueva
que no puede encuadrarse en alguna de las que ya están descritas.
Lo que nos dice la ciencia
El término “adicción a la comida” apareció por primera vez en la literatura científica en 1956, pero desde 2009 las publicaciones sobre el tema han crecido exponencialmente.
Las revisiones sistemáticas más recientes están de acuerdo en que no hay acuerdo: el concepto de “adicción a la comida” no está establecido todavía y es prematuro considerarla nueva patología, aunque la evidencia sugiere que algunos alimentos, especialmente los ultraprocesados, tienen mayor potencial adictivo.
¿Por qué nos llegan noticias sensacionalistas sobre la adicción a los alimentos?
Lo que en la ciencia necesita argumentación sólida y se
expresa con cautela, al público le llega convertido en certeza
categórica en forma de reportajes efectistas, que mencionan como aval
estudios científicos y se ilustran con los siguientes “impactantes”
hallazgos:
-
ratones alimentados intermitentemente con azúcar desarrollan cambios neurológicos y de comportamiento similares a los que se presentan en la adicción a las drogas. El titular, claro está, es “el azúcar es tan adictivo como la cocaína”. Impacto asegurado.
-
técnicas de neuroimagen, que permiten ver “en directo” los cambios que se producen en el sistema nervioso central, han encontrado que las drogas de abuso y la comida producen respuestas similares en áreas cerebrales relacionadas con los circuitos de recompensa.
¿Permite esto concluir que la comida desencadena una adicción como lo hacen las drogas? En absoluto.
Primero porque, como nos indica esta revisión sistemática,
los estudios con animales solo son el punto de partida de la
investigación científica, y los resultados que relacionan determinados
alimentos con el desarrollo de comportamientos adictivos, no se han
replicado en humanos.
Y sobre las imágenes que muestran la actividad de las áreas cerebrales ante distintos estímulos (drogas o alimentos), este metaanálisis
indica que las drogas actúan sobre los receptores del circuito de
recompensa, los mismos receptores que producen las sensaciones
placenteras relacionadas con la comida o con el sexo. Pero solo porque
las drogas y la comida activen las mismas áreas cerebrales, no implica
que los alimentos produzcan dependencia; es una respuesta natural para
perpetuar un comportamiento necesario para la supervivencia. Para hablar
de adicción tendría que darse una reacción anormal, que no aparece.
Para finalizar, no se puede ignorar un hecho diferencial
importante respecto a los alimentos y su ingesta: en las adicciones
conocidas, la sustancia o el comportamiento adictivo son prescindibles y
pueden evitarse, pero esto no es posible con la comida. Los alimentos
son indispensables para sobrevivir.
Parte del tratamiento de la persona que sufra alcoholismo,
ludopatía o dependencia de una droga consiste en evitar la sustancia y
controlar el entorno. Esto no puede hacerse con los alimentos: la
persona “adicta” (si es que se puede aplicar el término) va a tener que
seguir relacionándose con la comida toda su vida.
Beatriz Robles (@beatrizcalidad)
es tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista, máster en auditoría
de seguridad alimentaria y entusiasta de la divulgación científica (www.seguridadalimentariaconbeatriz.com)
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