La infertilidad y su impacto en la relación de pareja
La infertilidad es una condición médica que implica la elevada dificultad o imposibilidad de concebir un hijo de forma natural, o bien de completar un proceso de embarazo.
El diagnóstico de infertilidad puede
estar presente en uno o ambos miembros de la pareja (hombre-mujer,
hombre-hombre o mujer-mujer), y suele establecerse tras un año de relaciones sexuales frecuentes (más de 3 veces a la semana) y en ausencia de métodos anticonceptivos.
La Organización Mundial de la Salud, en esta misma línea, habla de la “imposibilidad de lograr un embarazo clínico tras 12 meses de relaciones regulares sin empleo de protección”.
Es a partir de este punto cuando las
parejas que buscan tener un hijo suelen recurrir a servicios médicos
para realizar pruebas exhaustivas que les permitan clarificar si existe
algún factor orgánico que pueda estar interfiriendo en el proceso de
concepción.
¿Qué tipos de infertilidad y qué causas encontramos?
Habitualmente se puede hacer una distinción entre dos tipos de infertilidad: primaria y secundaria.
Hablamos de infertilidad primaria cuando
la persona es incapaz de tener un hijo, bien por dificultades para
quedar embarazada o para llevar el embarazo a término (aborto espontáneo
o muerte del bebé en el nacimiento).
La infertilidad secundaria se diferencia
de la primaria porque la persona sí ha podido completar un proceso de
embarazo previo, con el consiguiente nacimiento del bebé sano.
Por diversas razones, que pueden estar
relacionadas con los órganos sexuales femeninos o masculinos, la mujer
tiene serias dificultades o incluso la imposibilidad de volver a
concebir.
Actualmente, los estudios demuestran que aproximadamente un tercio de los casos de infertilidad se dan en la mujer,
otro tercio en el hombre y el tercio restante equivale a la suma de los
casos combinados y, también, a los de difícil explicación.
Tanto en hombres como en mujeres, el retraso en la edad de concepción en la sociedad más occidental
tiene importantes implicaciones en la fertilidad, debido a la pérdida
de calidad y cantidad de las células reproductoras (óvulos y
espermatozoides) y al aumento de probabilidad de vivir un embarazo de
riesgo (especialmente, a partir de los 36 años de edad).
En el caso de las mujeres, algunos
factores como la diabetes mellitus, problemas hepáticos o el
hipopituitarismo, puede influir en la reducción de la fertilidad.
No obstante, el síndrome de ovario
poliquístico, la anovulación, la menopausia prematura, la endometriosis,
la oclusión tubal, malformaciones uterinas, insuficiencia en la
cantidad del moco cervical, o la obstrucción vaginal son algunos de los
principales implicados en las complicaciones de este proceso.
También cabe señalar en este apartado algunas condiciones de intersexualidad,
como ocurre con el síndrome de Turner o el síndrome de insensibilidad a
los andrógenos, que se caracterizan por su imposibilidad para la
concepción por su estructura orgánica “a caballo” entre dos sexos.
En el caso de los varones, también la diabetes mellitus o problemas de tiroides, el hipogonadismo o el abuso de drogas o alcohol pueden estar implicados en la disminución de la fertilidad.
Sin embargo, algunos de los factores más
relacionados con los órganos sexuales masculinos son: la presencia de
defectos genéticos en el cromosoma Y, criptorquidia, infecciones (como
la prostatitis), hipospadias, la impotencia, o el defecto acrosomal.
Nótese que se ha mencionado el abuso de tabaco y drogas en este apartado y no en el de factores femeninos, no porque el abuso de tabaco y drogas no afecte negativamente a la mujer, sino porque la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva ha establecido que el acto de fumar se relaciona altamente con un bajo número de espermatozoides en varones.
Por otra parte, en la infertilidad
combinada es frecuente encontrar factores de los citados para ambos
sexos, mientras que la infertilidad de difícil explicación es aquella
para la que las pruebas existentes en la actualidad no han encontrado
una explicación ajustada, pese a que se puede afirmar con seguridad que
hay una ausencia clara de fertilidad.
¿Cómo afecta la infertilidad a la pareja y en qué medida ayuda un psicólogo?
Aunque a día de hoy hay muchos casos de infertilidad que pueden ser tratados médicamente con técnicas de reproducción asistida
(como la fecundación in vitro o la inseminación artificial, entre
otras), existen casos en los que estas estrategias pueden no ser una
alternativa para los demandantes.
En estos casos, algunos “futuros” padres se plantean opciones alternativas como la adopción. En otros, el desgaste psicológico (y, en muchas ocasiones, también económico) es tal que se opta por renunciar a la paternidad/maternidad.
El psicólogo en un proceso de infertilidad es un apoyo y un acompañamiento de las dificultades adscritas al propio proceso
(cambios hormonales, abortos espontáneos, listas de espera de
adopción…) que colabora en la exploración de fortalezas y debilidades de
la pareja, tratando de potenciar las primeras y encontrar estrategias
de utilidad para las segundas.
Es frecuente que la pareja en situación
de infertilidad experimente sensaciones relacionadas con la frustración,
impotencia, “injusticia”, tras el primer impacto, pero también un
intenso temor y ansiedad en los sucesivos intentos de concepción o en la
inmersión en la adopción.
Es tarea del psicólogo dotar a la pareja de un espacio abierto y cómodo para la expresión de todas esas reacciones naturales, pero también de recursos para poder enfrentarse a ellas.
La pareja que decide seguir en la
búsqueda de un hijo habrá de adaptarse al cambio, y tendrán que
construirse como un equipo que pueda acoplarse a las dificultades que
vayan a surgir.
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza
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