Cómo Discutir Bien Y Convertir Conflictos En Oportunidades

Siempre me han llamado mucho la atención las investigaciones del profesor John Gottman, pionero en el estudio de las causas de divorcio. Su principal trabajo consiste en haber grabado durante años a miles de parejas relacionándose entre sí para encontrar qué señales son capaces de predecir una separación inminente.


¿Y sabes cuál ha identificado como el mayor indicador de que una relación está a punto de terminar?
Cuando aparece la mueca de desprecio en uno o ambos miembros.


Sí, esta:Básicamente el Dr. Gottman concluye que una relación ya está sentenciada en el momento en que este gesto empieza a aparecer. ¿Pero cómo es posible que una pareja de enamorados llegue a mostrar esta señal de desprecio con el paso del tiempo?
La respuesta es discutiendo.
Pero no por el hecho de discutir. Sería utópico creer que podemos convivir con alguien sin que a veces nuestras opiniones sean distintas. Lo que realmente hace daño es cómo discutimos.
La idea más extendida es que las relaciones fracasan cuando las discusiones son frecuentes, pero no es así. No es la cantidad de conflictos, sino cómo nos comportamos durante los mismos.
Y es que a veces las emociones nos dominan y empezamos a usar un lenguaje acusatorio. Perdemos los nervios y decimos cosas sin pensar de las que luego nos arrepentimos.
Pero ya las hemos dicho.
Por eso es sumamente importante aprender a resolver conflictos sin hacernos daño. Quizás no sea posible llegar a un acuerdo en ese momento, pero por lo menos no comprometamos el futuro de una relación.
Los médicos tienen un dicho para eso, Primum non nocere, que literalmente significa Lo primero es no hacer daño.
En una discusión o conflicto de opiniones tu objetivo inicial debería ser el mismo: no empeorar la situación. Y luego intentar llegar a un acuerdo.
Hoy te traigo un artículo de invitado de la psicóloga y coach Miriam Martin, autora del blog Psicorumbo, donde te ayudará a encontrar el camino para discutir de forma sana y no comprometer el futuro de tus relaciones.
Sin más, ¡te dejo con Miriam!¿Cuándo fue la última vez que discutiste con alguien?
Hace unas semanas envié un correo a mis lectores haciéndoles esta misma pregunta y recibí decenas de correos de personas cuya rutina habitual era discutir con otras personas varias veces al día.
Estos emails estaban llenos de quejas y lamentaciones:
• “Estoy discutiendo todos los días por lo mismo con mi pareja”
• “Ya no sé qué hacer para que mi hijo me haga caso”
• “Acabo todo el día de mal humor por las discusiones en el trabajo”
• “Siento que pierdo el control cuando discuto con alguien”
• “No suelo discutir, me callo a menudo pero cuando exploto arraso con todo”
Creo que la conclusión es clara: no sabemos discutir.


Lejos de tomar las discusiones como algo natural, sacar provecho de ellas y convertirlas en oportunidades, nos enredamos con nosotros mismos y nuestras propias emociones, reflejamos nuestras frustraciones en los demás, nos cerramos como los mejillones, no escuchamos, contraatacamos y acabamos convirtiéndolas en fuentes de frustración, angustia y malestar.
Pero tranquilo, esto tiene solución y se puede aprender a discutir de una manera productiva.

Un ejemplo real: Ana y Raúl

Quiero contarte un caso muy interesante de una terapia de pareja que llevé hace unos meses (los nombres son ficticios).
Ana y Raúl llegaron a mi consulta al borde de la ruptura, no eran capaces de estar más de una hora juntos sin discutir.
Ana se quejaba de que Raúl gritaba a la primera de cambio y Raúl se quejaba de que Ana estaba continuamente reprochándole cosas del pasado.
Cuando llegaron estaban pensando en separase, estaban tan centrados en atacarse el uno al otro cada vez que había alguna contradicción entre ellos que llevaban años sin escucharse.
En cuanto había un desacuerdo Ana empezaba con su retahíla de que nunca se había sentido comprendida y Raúl empezaba a alzar el tono de voz diciendo que ya estaba otra vez con lo mismo, a lo que Ana reprochaba que ya estaba gritando como siempre y Raúl se desesperaba y gritaba más todavía.
No veían solución a su problema.


Sin embargo en el momento en el que se dieron cuenta de que nunca se habían escuchado el uno al otro (ni siquiera sabían por qué discutían, solo que Ana era una pesada y Raúl un gritón), y que el fin no era tener razón sino poder hablar con el otro, escucharse y llegar a un acuerdo común, se fueron de segunda luna de miel.
¿Qué nos pasa? ¿Por qué nos cuesta tanto salir de nosotros mismos y de nuestra propia visión del mundo?
Sabemos que hay miles de realidades diferentes, respetamos las diferentes religiones y culturas, y sin embargo nos cuesta mucho tolerar que las personas más cercanas tengan ideas distintas a las nuestras.
Voy a darte una mala noticia: las discusiones son inevitables.
Estar todo el día discutiendo es tan malo como no discutir nunca. Por supuesto entendiendo discutir como debatir acerca de diferentes opciones y opiniones, no como tirarse platos a la cabeza.

Somos seres sociales por naturaleza


Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza.¿Te imaginas un solo humano saliendo a cazar de su caverna? Lo más probable es que en vez de volver con algo para comer, acabara convertido en el rico aperitivo de algún depredador.
El hecho de organizarnos en grupos y de estar en relación los unos con los otros ha garantizado la supervivencia de la especie durante años.
Es cierto que ahora no necesitamos a los demás para sobrevivir pero sigue habiendo una necesidad primaria de afecto que satisfacemos relacionándonos con los demás.
Sin embargo, los seres humanos somos tan parecidos los unos a los otros como diferentes.
Cada persona ve el mundo a través de sus propias gafas. Si tú ves el mundo a través de unas gafas de color azul por mucho que otra persona se empeñe en hacerte ver que es verde, tú vas a seguir viéndolo azul. La única manera de que veas el mundo verde será cambiándote de gafas.
Además estás gafas están hechas de un material muy resistente:
  • Creencias (quizás el material más resistente que conozco)
  • Valores
  • Expectativas
  • Experiencias
Por lo tanto es normal que entre tantas personas que hay en el mundo con tantas gafas diferentes surjan conflictos.
Los conflictos no son malos, discutir no es malo ¡Qué aburrido sería el mundo si todos pensáramos igual! La diversidad es riqueza y los problemas solo aparecen cuando no somos capaces de entender que el mundo tiene tantas gafas como personas y nos encerramos detrás de las nuestras chocando contra nuestro propio ego.

¿Qué es el ego?

El ego es la imagen que a lo largo de tu vida has creado de ti mismo y de lo que es correcto.
Cuando alguien lo confronta se disparan las señales de alerta en tu organismo, tu supervivencia psicológica se ve amenazada y se disparan algunas respuestas para garantizar esta supervivencia ¡Contra atacar!
Ese es el momento en el que te vuelves totalmente emocional, tu mente se nubla, y se te olvida el objetivo inicial de la discusión siendo suplantado por un objetivo que a ti en ese momento te parece supremo: llevar razón.
Muestra de esto es la cantidad de discusiones que se establecen de manera cotidiana por temas de política, fútbol o religión.
A ti no te influye en nada si esa persona es de derechas de izquierdas, del Barça, del Madrid, cree en Dios, en Buda o es ateo, sin embargo se dispara tu ira y tu necesidad de hacerle entender a esa persona que tiene que ver el mundo bajo tus gafas.
Es normal que te enfades de vez en cuando ¡Todos nos enfadamos! La ira es una emoción natural, primaria. Tiene su función de autoprotección, regulación interna y comunicación social, la ira es necesaria.
Sin embargo el problema entra en juego cuando esa ira nubla tu capacidad de razonar y solo te deja interpretar la realidad bajo su prisma.
Que tengas todo el derecho del mundo a enfadarte no significa que cada vez que te enfades tenga razón.

3 pautas para frenar la necesidad de hablar y atacar

Voy a hablarte sobre tres estrategias que pueden serte muy útiles para salir de esa nube emocional y poder comunicarte de una manera que va a aumentar muchísimo la probabilidad de obtener mejores resultados en tus discusiones.

1# Reduce tu nivel de activación

Cuando tu nivel de activación es muy alto va a ser imposible que pienses con claridad, así que te recomiendo que antes de hablar y decir cualquier cosa de la que puedas arrepentirte utilices alguna técnica de control de la activación para disipar un poco la nube emocional.
Como bono adicional a este artículo voy a regalarte una meditación guiada que te va ayudar a aprender a controlar tu activación en cualquier momento y en cualquier lugar.
Con esta meditación vamos a crear un anclaje, una anclaje es una asociación, en este caso entre una sensación de relajación profunda y un gesto, de manera que cada vez que ejecutes ese gesto puedas evocar esa sensación de relajación, pudiendo por tanto controlar tu nivel de estrés dónde y cuándo quieras.
¿Pinta bien verdad?
Haz click aquí para descargar esta meditación.

2# Antes de hablar pregúntate Para qué

Antes de decir cualquier cosa pregúntate a ti mismo ¿Para qué voy a decir esto? ¿Va ayudarme al objetivo que pretendo conseguir?
Si no encuentras una respuesta convincente a esa pregunta o si eso que vas a decir no va a ayudarte a conseguir el objetivo que pretendes lograr es mejor que te mantengas en silencio hasta que pienses otra frase más adecuada que pueda tener cabida dentro de una discusión constructiva.
Es importante que te preguntes Para qué en vez de Por qué. Ya que de esta manera eliminarás de tu mente el repertorio de respuestas tipo “Porque me apetece”“Porque se lo está buscando”“Porque estoy enfadado”, etc.

3# Presta atención a tus sensaciones corporales

Normalmente estamos más acostumbrados a prestar atención a lo que ocurre a nuestro alrededor que a lo que está pasando dentro de nosotros mismos. Sin embargo para aprender a conocernos y a autorregularnos en importante que prestemos atención a aquello que está ocurriendo por debajo de nuestra piel.
Para frenar esa necesidad de hablar compulsivamente y de contra-atacar es importante que observes tus manifestaciones emocionales a nivel físico.
¿Empiezas a sentir algunas sensaciones desagradables? ¿Tu corazón se acelera? ¿Tus músculos comienzan a tensarse?
El estar pendiente de ello va a hacer que aprendas a detectar cuando tus emociones comienzan a dominarte y que puedas ponerle remedio.

8 claves más para discutir mejor y convertir los conflictos en oportunidades

Sin embargo no es suficiente con no contra-atacar. Si ha surgido una discusión es porque hay un conflicto, una diferencia de intereses u opiniones entre dos o más personas que tiene que ser resuelta para que esa relación no se deteriore.


Así que vamos ver algunas pautas para aumentar la probabilidad de convertir esa discusión en una oportunidad de mejorar esa relación.

1# Recuerda tu objetivo

Recuerda que el objetivo de la discusión no es tener razón, quedar por encima del otro o ver quién gana.
El objetivo de la discusión debe ser llegar a un acuerdo o a un punto en común con la otra persona, por lo tanto cada vez que detectes que te estás alejando de ese objetivo vuelve a él.
Da igual quien tenga más o menos razón, lo importante es llegar a un acuerdo. Recuérdalo.
También te recomiendo ignorar cualquier tipo de reproche o comentario de la otra persona que se desvíe de ese objetivo y redirigirlo con un simple “No quiero discutir, creo que lo importante es que solucionemos esto y lleguemos a un acuerdo” o “Entiendo que estés molesto pero creo que tenemos que buscar una solución”.
Es muy importante que no entres en el círculo vicioso de reproches y por tanto en la competición con el otro. Una discusión no es una competición sino un trabajo en equipo en el que se trata de que los dos terminéis ganando.

2# Escucha lo que la otra persona te está diciendo

Sí, por supuesto que parece algo obvio pero puedo asegurarte que muchas veces estamos tan encerrados en nosotros mismos que no escuchamos lo que nos está diciendo la otra persona (o lo percibimos de manera errónea).
Para asegurarte de que estás escuchando al que tienes delante (básico si quieres sacar algo de provecho a cualquier discusión e incluso a cualquier conversación) te recomiendo expresarle alguna pregunta cuya respuesta pueda confirmarte si estás entendiendo bien lo que te está queriendo decir.
Por ejemplo “¿Lo que quieres decir es que te has sentido desplazada cuando no te he preguntado antes de hacer estos planes?” o “Por lo que entiendo me estás queriendo decir que no te gusta que llegue tarde del trabajo sin avisarte”.
De esta manera no solo vas a recibir feedback sobre si lo que estás entendiendo es correcto sino que la otra persona se va a sentir escuchada y por lo tanto va a reducir su nivel de alarma.

3 #Habla desde ti, no desde el otro

Cuando quieras hacerle ver a otro que te has sentido mal por un comportamiento suyo habla siempre desde ti, des lo que tú has sentido y no desde el campo de las intenciones del otro.
Por ejemplo: ”Me he sentido desplazado o decepcionado” y no “Tu actitud o tú me has hecho sentir así”


Esta estrategia va aumentar tus probabilidades de éxito por dos razones:
  • El ego del otro va a sentirse menos atacado por lo cual su respuesta va a ser menos agresiva.
  • Que te hayas sentido mal no es discutible, puede que el otro no haya tenido malas intenciones en absoluto y tú te hayas montado una película de miedo. Pero lo cierte es que te has sentido mal.
Si no entras a acusar ni a buscar culpables y simplemente expresas tus sentimientos frente a una determinada situación tienes muchas más probabilidades de ganar.

4# No abras otro melón hasta que no termines el que te estás comiendo

Cuando era pequeña (y no tan pequeña) mi madre solía regañarme cuando abría un paquete de leche, de queso o de lo que fuera y ya había otro abierto en el frigorífico.
Llevaba razón, primero hay terminar lo que está abierto ya que si no se estropea.
Déjame decirte que algo parecido nos ocurre a la mayoría de nosotros cuando discutimos.
¿Cuántas veces has comenzado a discutir sobre un tema concreto y has acabado sacando mil temas más sin haber zanjado ninguno?
Recuerda que tu objetivo es llegar a una conclusión sobre un tema, no abrir el cajón de mierda y empezar a tirar calcetines sucios.
Así que por favor ¡discute solo un tema por vez! Cuando lleguéis a un acuerdo sobre ese tema ya puedes discutir otro si quieres.
Cuando detectes que tu o la otra persona está abriendo demasiados melones a la vez una frase del tipo “Vamos a terminar primero de hablar sobre este tema y cuando lleguemos a algún acuerdo si quieres hablamos sobre esto otro” será suficiente para redirigir el tema.

5# Ponte las gafas del otro

Es probable que lo que te esté diciendo la otra persona te parezca una soberana tontería y no entiendas por qué está molesta contigo.
Este es el momento de ponerte sus gafas y entender que lo que para ti no es importante para otros puede ser algo trascendental, ya que ellos han tenido una historia de aprendizaje vital diferente a la tuya y por lo tanto ven el mundo de una manera diferente a ti.
Por ejemplo es probable que a ti te encante el chuletón, sin embargo en la India consideran las vacas como un animal sagrado y lo último que se les ocurre es convertirlos en una cena. ¿Qué gafas son más correctas? ¿Quién tiene razón?
No hay una respuesta… Simplemente son gafas diferentes.
Así que cuando no entiendas su comportamiento o sentimientos, antes de responder sitúate en su contexto: probablemente si tú hubieras vivido sus mismas experiencias actuarías de la misma manera.
Pregúntate ¿Por qué puede esa persona estar actuando así? ¿Cómo estará viendo la situación? Trata por un momento de meterte en su mente e interpretar la situación desde su punto de vista.
Una vez hecho esto puedes volver a tu cerebro y a tu punto de vista, pero estoy segura de que serás mucho más flexible.

6#Elige el momento adecuado

Es muy importante que cuando quieras discutir algún tema con alguien, elijas el lugar y el momento adecuado.


Imagina que quieres expresarle algo a tu pareja que sabes que puede dar lugar a debate(una buena bronca).
¿Cómo crees que es más probable que obtengas buenos resultados? ¿Si se lo dices según llega cansada de un largo día de trabajo o si le invitas a cenar y planteas el tema relajadamente mientras cenáis?
Si, también puede ocurrir que se os comience a indigestar la cena, pero te aseguro que las probabilidades de éxito son mayores.
También es importante que evites discutir cuando estés muy alterado, si estás absorbido en una nube emocional negativa va a ser bastante difícil que digas cosas lógicas.
Por lo tanto si ves que la discusión se te está yendo de las manos lo mejor va a ser que la dejes para otro momento alegando un simple “Creo que es mejor que hablemos sobre esto más tarde, ahora estoy muy enfadado y no estoy en condiciones de hablar”. Si la otra persona insiste puedes repetir la frase tantas veces como sea necesario e incluso abandonar físicamente el lugar hasta que tu nivel de activación haya bajado.

7# No te lo tomes a lo personal

Es probable que cuando estás discutiendo con otra persona, esta comience a criticarte, a reprocharte o a decirte determinadas cosas que te gustaría no estar oyendo.
¡No te lo tomes a lo personal! Como la otra persona te está viendo es más un reflejo de sí misma que de cómo realmente eres tú.
Que una persona te vea verde no significa que tú necesariamente seas verde, sino que el prisma de las gafas de la persona que te está juzgando es de ese color.
Te recomiendo que no entres en su juego. Aparte de que en el juego de los reproches no hay ganadores si entras en él estarás olvidando cuál era el objetivo de esa discusión.
Para mantener la calma y salir airoso de la situación puedes hacerte las siguientes preguntas.
  • ¿Qué es le molesta a esta persona de tu actitud? Probablemente le esté molestando tu serenidad, tu seguridad, tu independencia o cualquier otro factor que no tiene nada que ver con el objetivo de la discusión.
  • ¿Eso que tanto está criticando la otra persona es realmente algo negativo? Si la respuesta es que no, o que para ti no, está claro que el tema no va contigo.
  • ¿Qué vivencias personales de esta persona pueden explicar (que no justificar) que se esté comportando así?

8# Utiliza la técnica del sándwich

Está técnica va aumentar muchísimo las probabilidades de que la otra persona responda bien ante una crítica o petición de cambio.
Es una técnica muy fácil de aprender y supone una gran diferencia en cómo va a ser recibido tu comentario.


La manera de utilizar esta estrategia sería la siguiente:
  1. Comenzar mencionando aspectos positivos de la otra persona y compresión hacia ella (“sabes que una de las cosas que me enamoró de ti fue tu alegría y que fueras una persona tan sociable”)
  2. Emitir la crítica o la petición de cambio (“sin embargo creo que has tenido muchos compromisos últimamente y yo me he sentido un poco desplazado. Me gustaría que a partir de ahora pasáramos más tiempo juntos e hiciéramos más planes a solas”)
  3. Finalizar diciendo otra cosa positivas (“sabes que disfruto mucho de tu compañía y se me ocurren muchas cosas interesantes que hacer juntos”)
Suena bien ¿Verdad?

¿Cómo cerrar una discusión y comprometerse para los próximos pasos?

Un paso importante tras la discusión es que ambas partas sigan adelante con lo acordado. Si no la discusión habrá sido en vano y en poco tiempo volverán a aparecer los mismos problemas.
Para ello es importante que antes de cerrar la discusión agradezcas a la otra persona su actitud y su tiempo en escucharte, emitas alguna ventaja que estos cambios van a tener en la relación y te impliques tú también en ese cambio.
Por ejemplo: “Me alegro mucho de me hayas escuchado y hayamos podido llegar a un acuerdo, yo también voy a intentar ser más compresivo contigo, estoy seguro de que a partir de ahora nuestra relación va a mejorar mucho”.
Si por las razones que sea la otra persona no cumple con su parte del acuerdo, te recomiendo hacérselo ver sin reproches cada vez que lo detectes y sin entrar de nuevo a discutir sobre las mismas cuestiones.
Una frase tipo “El otro día hablamos sobre esto y quedamos en que (lo que sea), espero que a partir de ahora cumplamos con lo acordado” debería ser suficiente.
Sin embargo, seamos realistas, estas estrategias de la que estamos hablando no van a garantizar el 100% tu éxito, hay veces que por más asertivos que seamos la otra persona no va a querer o no va a ser capaz de ponerse nuestras gafas.
Al igual que tú tienes todo el derecho a expresar tu desacuerdo con ciertos temas la otra personas tiene derecho a decidir si quiere hacer ciertos cambios al respecto o no.
En el caso de la otra persona no quiera, no sepa o no seas capaz de cambiar tienes dos opciones:
  1. Aprender a tolerar ese comportamiento de manera que te moleste lo menos posible. Es decir, aceptar que la situación no va a cambiar, pero que a pesar de ello te compense.
  2. Distanciarte de esa relación o romperla su concluyes que no eres capaz o no quieres tolerar la situación.
¡Hasta aquí hemos llegado! Espero que este artículo te haya sido útil y que a partir de hoy comiences a aplicar todas estas estrategias en tus discusiones. Así verás como rápidamente:
  • Tu nivel de estrés disminuye
  • Tus relaciones mejoran
  • La gente te escucha más y te entiende mejor.

https://habilidadsocial.com/como-discutir-bien/
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza

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