Tengo una crisis existencial

¿Sabes qué es una crisis existencial? ¿Cuántos tipos de crisis existencial hay? ¿Qué síntomas provoca? ¿Qué puedo hacer para resolverla?


Estamos bastante acostumbrados a escuchar esta frase, pero, ¿realmente sabemos qué quiere decir?
Una crisis existencial se basa en un momento de insatisfacción global con la propia vida. Aparece cuando haces un balance de tu existencia y te das cuenta de que lo que has conseguido o la vida que llevas no te gusta y querrías que fuera diferente.
Pese a que puede aparecer en cualquier momento de la vida, se puede considerar que hay varios momentos de crisis vital en función de la etapa y edad que tenemos:
Crisis profesional
Podría considerarse la primera crisis existencial que experimentamos en la vida adulta. Esta crisis se produce en el final de la adolescencia e inicio de la vida adulta, entre los 16 y los 24 años. Cuando se finalizan los estudios básicos llega un momento importante, que es decidir a qué quieres dedicarte profesionalmente. En función de tu grado de madurez y de lo claras que tengas tus preferencias, este hecho podrá suponer una crisis o no. Hay quien tiene muy claro lo que quiere hacer en un futuro y simplemente sigue los pasos. Pero la mayoría de personas dudan. No saben si hacer un grado (y en ese caso, cuál) o bien decantarse por la formación profesional (y en ese caso, cuál).
En las ocasiones donde la persona tiene claro lo que le gustaría hacer, puede ser que a medio camino se dé cuenta de que las expectativas que tenía depositadas no se cumplen y decide cambiar de estudios (una o varias veces hasta que topa con la profesión deseada) o simplemente cuando finaliza los estudios se encuentra ante el abismo de empezar en el mercado laboral. Ese momento de lanzarse al mundo profesional y encontrar trabajo "de lo tuyo" puede dar vértigo e incluso puede ser frustrante porque puedes darte cuenta de que después de haber estudiado, lo que haces no te gusta o no te llena.
Sea como sea, la crisis del paso de la vida inmadura a la vida de las responsabilidades supone un desajuste emocional que hay que elaborar y trabajar.
Crisis de los 30
Se supone que es un momento dulce de la vida. Tienes una cierta estabilidad laboral y puede que tengas una pareja estable. Aquí es donde pueden aparecer los conflictos internos relacionados con tener o no tener hijos, comprar o alquilar un piso, mantenerte en el trabajo estable o buscar otro que te satisfaga más, etc. Sientes que tu economía no es tan estable como para dar el salto pero a nivel vital ya toca, y notas esa presión social y/o familiar que te empuja. Este momento puede suponer una crisis en tu vida. Además, notas que ya no eres un/niño y que no te apetece tanto salir o las responsabilidades te lo impiden pese a que quieres hacerlo. Tu vida social puede verse reducida y eso también te puede llegar a afectar a nivel emocional.
Crisis de los 40
De repente un día te miras al espejo y empiezas a ver arrugas, las primeras canas y que tu cuerpo se vuelve más fláccido y feo. Te ves con hijos que dependen de ti, con la misma pareja desde hace años, con demasiadas responsabilidades y poco espacio para el ocio y todo eso te ahoga. Aún te sientes joven pero tantas responsabilidades te impiden dedicar tiempo a ti mismo/a. ¿Es hora de cambiar de trabajo? ¿La relación de pareja me sigue llenando o estoy por rutina? ¿Estoy educando bien a mis hijos? ¿Debería hacer una dieta o ir más al gimnasio? Todas esas preguntas son bastante habituales y pueden provocar una crisis existencial que a veces conlleva fracturas y cambios vitales.
Crisis de los 50
Los hijos ya son mayores y se van de casa así que ahora tienes otra vez tiempo para ti. Eso muchas veces implica volver a reencontrarte con tu pareja además del síndrome del nido vacío (duelo por la emancipación de los hijos). Puede ser que ese reencuentro con tu pareja no sea precisamente agradable. A veces nos dedicamos tanto al trabajo y los hijos que no nos damos cuenta de que estamos cambiando, y nuestra pareja también. El momento de reencuentro es cuando te das cuenta de eso y acostumbrarte otra vez a tu pareja puede ser complicado. Además, si estás cansado/a de tu trabajo te das cuenta de que ahora ya es demasiado tarde y te toca aguantar aún mucho tiempo porque será difícil que alguien te contrate a estas alturas.
Crisis de la menopausia
Todas las crisis anteriormente mencionadas pueden suceder tanto en el hombre como en la mujer, pero ésta además tiene una crisis existencial añadida, la de la menopausia. De repente la máquina dejó de funcionar. Ya se acabó el sentido a ser mujer. Con el inicio de la menopausia se producen desajustes hormonales que conllevan estados depresivos además de una serie de cambios físicos que hacen más probable la aparición de enfermedades como la osteoporosis, entre otras. La mujer se puede deprimir no sólo por el desajuste hormonal, sino por la constatación de que ya se es "vieja".
Crisis de la jubilación
Parece un momento de alegría, y lo es. Ya has cumplido tu objetivo en la sociedad y llega el momento de echar el cierre. Has trabajado mucho y ahora te mereces un descanso, pero eso supone dos crisis, la primera evidentemente es que se constata que ya eres "viejo/a" y la segunda se basa en la cantidad de tiempo libre que se tiene y las pocas energías para hacer todo eso que te habías prometido hacer cuando te jubilaras. Ahora ya no te apetece porque no te sientes con fuerzas y ves pasar la vida enfrentándote a los miedos de las enfermedades médicas y los "achaques" a la vez que empiezas a ver que alguno de tus amigos y familiares van muriendo.
¿Qué supone tener una crisis existencial?
Todos los tipos de crisis anteriormente mencionados tienen denominadores comunes: un elevado vacío existencial, apatía y estado de ánimo bajo que conllevan insatisfacción bloqueo.
¿Qué puedes hacer si sufres una crisis existencial?
  1. Valora lo que te gusta y lo que no te gusta de tu vida: Para luchar contra una crisis existencial lo primero que hay que saber es el punto de partida. Valora todo aquello que te satisface en tu vida y todo lo que querrías cambiar. Eso te sacará de la queja constante y te hará ver que la vida no es toda de color negro.
  2. Lucha contra tus miedos: El cambio asusta pero a veces es necesario para progresar. Valora las ventajas e inconvenientes de cambiar y haz lo que creas que te hará sentir mejor.
  3. Enfréntate al cambio, sal de la zona de confort: Si ya sabes que te sentirás mejor haciendo un cambio (o varios), ¡hazlo! No esperes a ver la vida pasar.
  4. Acepta el momento que estás viviendo: No todo se puede cambiar, envejecemos y nos frustramos, eso hay que aceptarlo. Lo que no te gusta y depende de ti, cámbialo, pero lo que no depende de ti, acéptalo y deja de luchar.
Para acabar, me gustaría decir que muchas de las personas que vienen a terapia se encuentran en una crisis existencial. A veces el apoyo psicológico de una terapia puede ayudar a desbloquearte, inténtalo.
https://www.mundopsicologos.com/articulos/tengo-una-crisis-existencial
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza

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