¿Qué son las terapias de tercera generación?
Las terapias de tercera generación han
llegado para quedarse. Primero fueron las terapias basadas en el estudio de la
conducta (externa), luego llegaron las inspiradas en las teorías cognitivas, ¿y
ahora? Ahora ha llegado la era del
contexto. Pasen y admiren el heterogéneo mundo de la tercera ola.
Qué es conducta
Para entender las terapias de tercera generación necesitamos
aclarar antes qué es una conducta. Una conducta es una acción que, primero,
tiene una topografía (frecuencia, intensidad y duración) como,
por ejemplo, llamar por teléfono; y, segundo, una función, como
puede ser hacernos sentir bien distrayéndonos un domingo por la tarde. Esta
idea será clave para entender la tercera ola de terapias, estando muchas basadas
en el estudio del lenguaje y su función, es decir, para qué se
dice algo más que el qué se dice.
Las conductas pueden ser tanto públicas como privadas, y esto es
muchas veces desconocido, pues solemos pensar que cualquier conducta sólo puede
ser pública, es decir, “visible desde fuera”. Pensar “qué coñazo” es una
conducta también, solo que privada, por suerte, como cuando no queremos que el
jefe se dé cuenta de lo que pensamos de él.
La función de la
conducta, así como el estudio de conductas privadas o más complejas (pensar X o
decir Y), son el eje en el que se basa la tercera generación de terapias.
Las dos primeras
generaciones de terapias
Allá por los años 50 del siglo pasado aparecieron un conjunto de
técnicas, basadas en el condicionamiento clásico y operante, que se
terminaron por conocer como Terapia de Conducta o primera ola de
terapias. Basadas en los resultados de ciencia básica de principios de
siglo, mostraron efectos estables para el tratamiento de fobias, conductas
relacionadas con trastornos del desarrollo y, en general, conductas que eran
fácilmente explicadas por las teorías del conductismo.
Allá por entonces la
mayoría de la investigación se centró en condicionamientos que tenían como
objeto de estudio o tratamiento conductas externas, ya fuera por
desconocimiento o porque los investigadores del momento no veían interesante
centrarse en las conductas privadas o verbales. Qué le vamos a hacer.
Con la aparición de la
informática y los primeros ordenadores, allá por esas fechas también, empezó a
fraguarse la idea de que la mente podía también ser estudiada y dejar de ser
algo prohibido o imposible de estudiar, algo acientífico. Basados en la idea de
que la mente es un procesador de información con límites y una forma de
trabajar determinada, aparecieron las primeras teorías cognitivas y constructos
mentales (por ejemplo, suponer que tenemos un “almacén” limitado para la
memoria). Estas teorías se basan precisamente en eso, en que la mente existe y
es un procesador de información, pero en este caso esa información son
pensamientos, percepciones y todos los datos que los seres humanos recibimos.
Apoyándose en estos estudios, aparecieron en los 60-70 las terapias
de segunda generación, que se centraban en los pensamientos y emociones
indeseadas como, por ejemplo, tener ideas repetitivas e irracionales de miedo a
morirse en cualquier momento. Algunas de ellas tenían como idea central que los
pensamientos determinan las emociones y la conducta y, por tanto, merecían ser
los objetos principales del tratamiento. La Terapia Cognitiva de Beck
(TC) es probablemente el ejemplo más sonado. Es una terapia enfocada
en el tratamiento de la depresión, considerando que en el
origen de la misma hay un problema en el procesamiento cognitivo de las
personas que padecen tal trastorno.
En este punto de la
historia teníamos ya tratamientos más complejos, cuyos objetivos eran tratar
trastornos como la depresión o problemas de ansiedad más difusos (por ejemplo,
ansiedad generalizada). La razón o causa del problema era, o parecía ser al
menos, menos directa de lo que parecía al aplicar Terapia de Conducta. No se
trataba ya de una fobia condicionada a los perros, sino de un conjunto de pensamientos,
emociones y conductas que contribuían, por ejemplo, al mantenimiento de una
depresión.
Las terapias de tercera generación han
llegado para quedarse. Primero fueron las terapias basadas en el estudio de la
conducta (externa), luego llegaron las inspiradas en las teorías cognitivas, ¿y
ahora? Ahora ha llegado la era del
contexto. Pasen y admiren el heterogéneo mundo de la tercera ola.
Qué es conducta
Para entender las terapias de tercera generación necesitamos
aclarar antes qué es una conducta. Una conducta es una acción que, primero,
tiene una topografía (frecuencia, intensidad y duración) como,
por ejemplo, llamar por teléfono; y, segundo, una función, como
puede ser hacernos sentir bien distrayéndonos un domingo por la tarde. Esta
idea será clave para entender la tercera ola de terapias, estando muchas basadas
en el estudio del lenguaje y su función, es decir, para qué se
dice algo más que el qué se dice.
Las conductas pueden ser tanto públicas como privadas, y esto es
muchas veces desconocido, pues solemos pensar que cualquier conducta sólo puede
ser pública, es decir, “visible desde fuera”. Pensar “qué coñazo” es una
conducta también, solo que privada, por suerte, como cuando no queremos que el
jefe se dé cuenta de lo que pensamos de él.
La función de la
conducta, así como el estudio de conductas privadas o más complejas (pensar X o
decir Y), son el eje en el que se basa la tercera generación de terapias.
Las dos primeras
generaciones de terapias
Allá por los años 50 del siglo pasado aparecieron un conjunto de
técnicas, basadas en el condicionamiento clásico y operante, que se
terminaron por conocer como Terapia de Conducta o primera ola de
terapias. Basadas en los resultados de ciencia básica de principios de
siglo, mostraron efectos estables para el tratamiento de fobias, conductas
relacionadas con trastornos del desarrollo y, en general, conductas que eran
fácilmente explicadas por las teorías del conductismo.
Allá por entonces la
mayoría de la investigación se centró en condicionamientos que tenían como
objeto de estudio o tratamiento conductas externas, ya fuera por
desconocimiento o porque los investigadores del momento no veían interesante
centrarse en las conductas privadas o verbales. Qué le vamos a hacer.
Con la aparición de la
informática y los primeros ordenadores, allá por esas fechas también, empezó a
fraguarse la idea de que la mente podía también ser estudiada y dejar de ser
algo prohibido o imposible de estudiar, algo acientífico. Basados en la idea de
que la mente es un procesador de información con límites y una forma de
trabajar determinada, aparecieron las primeras teorías cognitivas y constructos
mentales (por ejemplo, suponer que tenemos un “almacén” limitado para la
memoria). Estas teorías se basan precisamente en eso, en que la mente existe y
es un procesador de información, pero en este caso esa información son
pensamientos, percepciones y todos los datos que los seres humanos recibimos.
Apoyándose en estos estudios, aparecieron en los 60-70 las terapias
de segunda generación, que se centraban en los pensamientos y emociones
indeseadas como, por ejemplo, tener ideas repetitivas e irracionales de miedo a
morirse en cualquier momento. Algunas de ellas tenían como idea central que los
pensamientos determinan las emociones y la conducta y, por tanto, merecían ser
los objetos principales del tratamiento. La Terapia Cognitiva de Beck
(TC) es probablemente el ejemplo más sonado. Es una terapia enfocada
en el tratamiento de la depresión, considerando que en el
origen de la misma hay un problema en el procesamiento cognitivo de las
personas que padecen tal trastorno.
En este punto de la
historia teníamos ya tratamientos más complejos, cuyos objetivos eran tratar
trastornos como la depresión o problemas de ansiedad más difusos (por ejemplo,
ansiedad generalizada). La razón o causa del problema era, o parecía ser al
menos, menos directa de lo que parecía al aplicar Terapia de Conducta. No se
trataba ya de una fobia condicionada a los perros, sino de un conjunto de pensamientos,
emociones y conductas que contribuían, por ejemplo, al mantenimiento de una
depresión.
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza
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