Personalidad y Deporte


La relación entre personalidad y deporte es sin duda alguna uno de los temas más controvertidos dentro de la Psicología deportiva. Se han realizado numerosos estudios e investigaciones; sin embargo, en la actualidad no existe un criterio uniforme al respecto. Empecemos entonces por intentar definir personalidad.
La personalidad es una construcción científica elaborada por la Psicología con el fin de comprender la manera particular de ser y hacer que es propia de una persona. Está constituida por las características y conductas típicas de un determinado ser humano. Da individualidad a cada persona: caracteriza lo individual que surge a medida que el niño crece, madura y reacciona a los muchos estímulos ambientales. La personalidad es un producto de la interacción del individuo con su medio social.
La noción de personalidad a dado lugar a numerosas definiciones por parte de los más grandes psicólogos. Para R. B. Cattel la personalidad es “lo que permite un pronóstico sobre el comportamiento que adoptará una persona en determinada circunstancia”. Para G. Allport es “la asociación dinámica dentro de un individuo, de todos los sistemas psicofísicos que determinan su comportamiento y sus pensamientos”. A Adler la entiende como “el propio sentido de la vida de un individuo, sus formas características de resolver los problemas y conseguir los objetivos que se ha fijado”. Por su parte, Sigmud Freud la considera como “la integración del Ello, el Yo y el Superyo”. Así como C.G. Jung “la integración del yo, el inconsciente colectivo y personal, los complejos y arquetipos”. Frank Freeman definió a la personalidad como “la individualidad que emerge de la interacción entre un organismo psicobiológico y el mundo en el cual se desarrolla y vive”.
La personalidad se expresa a través de la conducta. Esto es toda manifestación del ser humano, desde los reflejos simples hasta los más complejos procesos mentales y sociales como el desarrollo de un concepto filosófico o el sentimiento de pertenencia a un grupo. Las conductas humanas, que no son simples reacciones ante estímulos aislados sino que tienen una finalidad que no siempre es conocida por el individuo que las realiza, se desarrollan en un entorno material y social, por lo cual personalidad y entorno se influyen mutuamente dando por resultado la aparición de determinada conducta.
Pasemos ahora sí a la relación concreta entre personalidad y deporte. Los principales interrogantes que se plantean se podrían resumir en cuatro preguntas básicas y esenciales. ¿Existen diferencias de personalidad entre aquellas personas que practican deportes y las que no lo hacen? ¿Cambia la forma de ser de alguien como consecuencia de su participación en el deporte? ¿Se manifiestan distintas personalidades entre quienes practican un deporte u otro? ¿Se modifican los perfiles entre los deportistas con éxito y sin éxito?
A pesar de que estos interrogantes siguen siendo temas de discusión permanente entre los profesionales dedicados a la psicología aplicada al deporte (tanto psicólogos como psiquiatras), de sus investigaciones se han podido extraer interesantes conclusiones que nos ayudan a encontrar las respuestas.
Desde el sentido común podría suponerse que los valores promovidos por el deporte influyen sobre quien lo practica modificando su personalidad y que el deporte forma el carácter, pero muchas de las investigaciones no coinciden en lo más mínimo con esto. Tal vez el punto más discutido por los especialistas es si la influencia es positiva o negativa. Una teoría afirma que la participación en el deporte tendrá una influencia favorable en el desarrollo de características tales como el valor, la perseverancia, la energía, la capacidad de aceptar la derrota. Como contrapartida están quienes sostienen que en el deporte se da un efecto “deformador” del individuo, argumentando su influencia negativa pues activa la agresividad, el egoísmo, la envidia, la intolerancia. De todos modos, estas posiciones encontradas mucho tienen que ver con el nivel de competencia deportiva. En general los sostenedores de la hipótesis deformadora se refieren a la alta competencia y al profesionalismo. En tanto que los que hablan de la formación del carácter se refieren a la práctica en un nivel un tanto inferior.
A modo de síntesis, concluimos que la práctica del deporte no modifica la personalidad, generalmente acentúa ciertos rasgos que ya están instalados en el individuo o que se van moldeando en el comienzo de la práctica deportiva. Es en este período (Infancia-adolescencia) en donde ejercen gran influencia los entrenadores que representan figuras de autoridad muy importantes que tienen gran participación en las etapas de formación de la personalidad.
El tercer interrogante planteado también es complejo. Los estudios demuestran que en general las personas con elevados niveles de agresividad se muestran inclinadas a elegir los deportes combativos; los extrovertidos optarán más probablemente por los deportes de equipo y los introvertidos por los individuales. Esta hipótesis está muy avalada por las estadísticas. Pero hay que tener en cuenta que en las generalizaciones la variabilidad puede ser tan grande que resultaría insensato hablar de una personalidad determinada para un deporte concreto.
Por último, ha quedado demostrado que sí hay diferencias entre deportistas con y sin éxito. Y el perfil de los primeros no difiere del de aquellos exitosos en otros ámbitos o actividades. Tanto el compromiso como el autocontrol fueron definidos como aspectos psicológicos clave. Rasgos tales como la perseverancia, valentía, dedicación, esfuerzo, tolerancia al dolor, etc., fueron encontrados en la mayoría de los perfiles de personalidad de deportistas destacados.

FUENTE:
 https://www.psicodeportes.com/psicologia-aplicada-al-deporte-personalidad-y-deporte-motivacion-en-el-deporte/
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza

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