Ansiedad y depresión, un fracaso adaptativo ante situaciones estresantes
Cuando nos centramos en el ámbito de salud y enfermedad, podemos considerar el estrés prolongado como un fracaso adaptativo
de la persona ante una determinada situación, generalmente ambiental,
que le provoca un exceso de activación orgánica y una gran resonancia
emocional.
Cualquier situación o demanda ambiental (ya sea del ámbito laboral,
social, familiar o personal) a las que nos enfrentamos diariamente los
individuos, suele generar una serie de reacciones adaptativas
que implican unas activaciones fisiológicas y emocionales determinadas,
con el único objetivo de dar respuesta, de hacer frente, a la demanda
inicial.
Ante estas situaciones ambientales estresantes con las que nos encontramos tan a menudo, las personas ponemos en marcha una serie de mecanismos cognitivos y conductuales
que nos ayudan a dar una respuesta orgánica positiva, tanto de carácter
fisiológico como emocional, que nos permite hacer frente a la
situación. Esta reacción se llama capacidad de adaptación positiva.
Por el contrario, otras veces que nos
encontramos ante una situación ambiental en la que tenemos que dar
respuesta y no sabemos cómo poner en marcha los mecanismos adecuados de
resolución.
Notamos que esta demanda excede los propios recursos de afrontamiento y se cronifica en el tiempo, provocando unas reacciones físicas y emocionales negativas (tensiones, inquietudes y malestar) que afectan nuestra calidad de vida.
Es entonces cuando estamos ante un fracaso adaptativo, que nos genera mucho malestar y nos hunde hacia los trastornos emocionales y del estado de ánimo, Ansiedad y Depresión, muy probablemente los dos trastornos psicológicos con mayor afectación social de hoy día.
Acerca de la Ansiedad
Definimos la ansiedad como aquella respuesta emocional compleja, potencialmente adaptativa y fenomenológicamente pluridimensional en la que coexiste una percepción de amenaza al organismo (más o menos clara y definida) con una activación biológica orientada a reaccionar ante esta percepción.
Las personas respondemos sistemáticamente a la ansiedad, de forma simultánea e interactiva, en tres ejes fundamentales:
- Fisiología: Supone la preparación del cuerpo para afrontar este potencial peligro.
- Cognición: Son los pensamientos (ideas, creencias o imágenes mentales) que giran en torno a la propia percepción que tenemos de este peligro y de si estamos capacitados para hacerlo frente.
- Conducta: Supone la reacción de afrontamiento o evitación hacia el potencial peligro percibido (lucha o huida).
Diferentes estudios retrospectivos nos han permitido poder detectar una serie de factores asociados, que pueden ser precursores de un trastorno de angustia en la edad adulta:
- Trastornos de ansiedad infantil: Ansiedad por separación y ansiedad por evitación
- Rasgos temperamentales: Inhibición conductual (temerosos y cohibidos fuera del ámbito familiar).
- Conductas paternas: Sobreprotección, escasa afectividad y excesiva rigidez.
- Ansiedad libre y flotante (TAG), donde los síntomas físicos y psicológicos surgen con unos estímulos mínimos, sin que tengan que estar necesariamente relacionados con ningún suceso o circunstancia específica.
- Crisis de angustia, o el tan famoso “ataque de pánico”. Se presenta de manera repentina, con una intensa sensación de miedo y elevados síntomas somáticos.
- Ansiedad situacional. Se experimenta una ansiedad anticipatoria a espacios cerrados, lugares con mucha gente, reuniones sociales,… y forma parte intrínseca de las fobias, tanto de la específica como de la social y la agorafóbica.
- La evitación. Puede alcanzar grados extremos en determinadas personas, pudiendo invalidar la persona haciendo que ésta se quede en casa sin salir por nada. Es un patrón de conducta que suele desarrollarse a consecuencia de querer evitar la ansiedad que surge cuando la persona piensa en determinadas circunstancias.
Acerca de la Depresión
La depresión es aquella “epidemia
silenciosa” que afecta a todos los estamentos sociales (infancia, edad
adulta y vejez) y se caracteriza por unos sentimientos, prolongados en
el tiempo, de tristeza y melancolía que interfieren muy negativamente en la vida diaria de las personas, causándoles un enorme dolor interior.
Este suele venir acompañado de la pérdida de autoestima,
el interés y el placer, de enormes sentimientos de culpa, problemas
para comer o dormir y una importante sensación de cansancio, malestar y
falta de concentración.
En función del número y la intensidad de
los síntomas afectivos, cognitivos y psicológicos asociados
(rumiaciones, obsesiones, llanto, irritabilidad, ansiedad, preocupación
excesiva,…) que se observan en estas personas, podemos clasificar la
depresión como leve, moderada o grave.
En un primer estadio de levedad, una rápida intervención con tratamiento psicológico, nos permite una resolución rápida de la enfermedad,
entre ocho y doce semanas (Paul Rohde, Peter M. Lewinsohn, Daniel N.
Klein, John R. Seeley, and Jeff M. Gau, January 2013); pero cuando ésta
ya es de moderada a grave, con tendencia a la cronificación y
observándose reincidentes apariciones, entonces ya es necesario el uso
de fármacos y psicoterapia profesional, reduciéndose sustancialmente la
probabilidad de recuperación total.
Aunque se desconocen las causas últimas de la depresión, lo que sí sabemos es que hay un grupo de factores que interaccionan entre sí, afectando globalmente el proceso normal de la vida psíquica y física de las personas:
- Factores genéticos: Los hijos biológicos de pacientes con depresión presentan un mayor riesgo de sufrir episodios depresivos a lo largo de su vida.
- Factores biológicos: Alteración en los neurotransmisores (noradrenalina, serotonina y dopamina), disfunciones biológicas en el eje neuroendocrino (hipotálamo- hipófisis -adrenal) y cambios estructurales en el cerebro (disminución del hipocampo).
- Factores psicosociales: Rasgos muy característicos de la personalidad (perfeccionismo, estrictas, obsesivos, rigidez de pensamiento, intolerancia, gran sentido del deber, autoexigencia…), dificultad en la gestión del estrés ante un acontecimiento concreto y pensamientos negativos de uno mismo, del mundo o del futuro.
Cuando a las personas les cuesta
afrontar y adaptarse a las situaciones estresantes, ya sean ambientales o
personales, es del todo necesario que pidan ayuda a un profesional que
les acompañará en la búsqueda de nuevas alternativas, válidas y
funcionales, para poder interpretar y resolver estas disfunciones
adaptativas.
El psicólogo les ayudará a reducir este malestar con el que conviven y les proporcionará nuevas herramientas para adquirir nuevos aprendizajes
y ampliar las experiencias adaptativas, tanto en el ámbito cognitivo
(modificando patrones de pensamiento) como de conducta (reduciendo y
eliminando emociones del todo disfuncionales).
Es impensable vivir sin ningún tipo de
estrés, pero lo que sí es cierto es que debemos ser capaces de hacerle
frente y vivir nuestra vida con una mayor serenidad.
Aprender a tener recursos disponibles,
reconocer nuestros estresores, conocer cómo se genera y desarrolla este
estrés, o qué efecto personal puede tener sobre nosotros,… son algunos
de los objetivos que la psicoterapia puede aportarte para tratar de
desarrollar nuevas habilidades cognitivas, emocionales y conductuales
que favorezcan un cambio a la hora de percibir , afrontar y abordar las
diferentes situaciones estresantes.
Algunas pautas rápidas que le pueden ayudar a controlar y prevenir el estrés serían:
- Llevar a cabo alguna actividad relajante
- Aprender a saber expresar lo que sientes
- Pensar en positivo
- Ser capaz de decir NO en algunos momentos
- Hacer uso de las propias redes sociales, o establecer otras nuevas .
- Saber diferenciar entre “lo que puedes hacer” y “lo que no puedes hacer”
- Fomentar actividades para distraerte y tomarte las cosas con buen humor
Una buena alianza terapéutica
entre las personas que padecen trastornos de ansiedad y los
profesionales de la salud es imprescindible, si queremos incrementar la
eficacia y eficiencia del tratamiento. El paciente siente que hay
alguien que lo entiende y comprende la situación vivida, al tiempo que
le proporciona información clara y precisa de los diferentes métodos
terapéuticos para avanzar en su bienestar.
La elección recomendada de este
tratamiento es mediante dos vías de trabajo conjuntas: una es la
farmacológica, que nos permitirá cierta estabilización personal mediante
la reducción de la intensidad y frecuencia de la angustia , y el otro
es la psicoterapéutica, que nos permitirá abordar, de forma integral, el manejo de la ansiedad y la prevención de las recaídas,
eliminando interpretaciones erróneas de las sensaciones físicas y
corporales que aparecen, miedos altamente invalidantes y conductas de
evitación que tan rápido se desarrollan.
Por otra parte, deberíamos desterrar, de
una vez por todas, aquella creencia mayoritaria de “cuando alguien
sufre una depresión, ésta ya es de por vida”. ¡Esto no es cierto! Ni la
depresión debe ser permanente, ni tendremos que medicarnos siempre.
De hecho, el tratamiento de elección en una depresión leve es la psicoterapia
y para una depresión moderada o grave es una combinación de fármacos y
psicoterapia. En los casos de depresión infantil el tratamiento inicial
de elección no debe ser nunca con fármacos, si no con psicoterapia,
tanto a nivel individual como familiar.
Es muy importante recordar siempre que el trabajo principal debe aportarse por parte del paciente,
ya que si bien los profesionales podemos proponer alternativas
cognitivas y conductuales o proporcionar nuevos recursos, el que debe
emprender este camino de la recuperación, con esfuerzo, dedicación y
constancia, es el propio afectado, que debe aprender nuevas
habilidades para adaptarse y resolver las diferentes situaciones
estresantes que se irá encontrando a lo largo de su curso vital.
FUENTE: http://psicopedia.org/2742/ansiedad-y-depresion-un-fracaso-adaptativo-ante-situaciones-estresantes/
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza
Comentarios