Motivo del cobro de la consulta aunque el paciente no vaya a consulta

Es muy común la queja de que los psicoterapeutas cobran las sesiones aun cuando los pacientes no asisten. Esta amarga queja ha llegado a oídos de todo el mundo y es, quizá, una de las características más reconocidas de la psicoterapia. A donde vayas, siempre encuentras a alguien que decide no ir a tratamiento con el pretexto de que el terapeuta ladrón le va a cobrar aunque él no se presente.

 Pues es verdad. No hay absolutamente ningún mito en esta queja. En donde está el mito es en las razones que todo el mundo se ha inventado para intentar entender porque los psicoterapeutas hacemos eso. Yo personalmente he escuchado las más descabelladas teorías, desde los terapeutas ladrones que quieren cobrar sin trabajar hasta los terapeutas desgraciados que lo hacen porque el paciente les cae muy mal. Esta clase de ideas se han convertido en uno de los más usados pretextos para que las personas dejen la psicoterapia o ni siquiera se acerquen a ella en primera instancia.
La pregunta que queda sobre la mesa es: si no lo hacemos por molestar, ni por robar, ni por ninguna otra razón funesta… ¿entonces por qué lo hacemos? Pues lo hacemos en beneficio del paciente y del tratamiento. “¿En beneficio del paciente?”, podría preguntarse cualquier paciente molesto, “No me fastidie, ¡qué beneficio hay en ello si ni siquiera fui!”
Para contestar a esta pregunta necesito dar cierta información previa que me parece importante. Desde los inicios de la psicoterapia se descubrió que el paciente, en su inconsciente, no quiere cambiar. Por increíble o ilógico que ello suene, aun el paciente que acude a terapia por estar sufriendo, en el fondo, no quiere cambiar (por eso están tan de moda los tratamientos de pastillita, que no solucionan el problema pero lo esconden un rato). Quien asiste a terapia vive una constante lucha entre su deseo consciente (curarse) y su deseo inconsciente (seguir igual).



Y por más que trabajemos por cambiar, esto no será nada fácil, pues nuestro inconsciente no se deja ganar tan fácilmente, así que luchará por todos los medios para que el cambio no se realice. Esta lucha inconsciente contra el cambio tiene el nombre de resistencia. Todos los que han asistido a psicoterapia saben perfectamente a qué me refiero… no hablar durante la sesión, no tener nada qué decir, no tener ganas de ir, llegar veinte minutos tarde sin razón aparente, cancelar sesiones con razones inventadas, conseguir sin querer compromisos importantes que son a la hora de la sesión terapéutica, chocar camino a la sesión, perderse, tomar mal una calle… y un infinito etcétera. Las maneras de resistirse al tratamiento dependen de la persona y hay tantas como seres humanos en el mundo.
El terapeuta tiene que estar atento a esta clase de comportamientos de resistencia y hacérselos ver al paciente,  mostrarle que se está resistiendo y decirle de qué se está resistiendo, pues esta clase de resistencias llegan en momentos clave del tratamiento, temporadas en las que el paciente comienza a tocar temas que le son dolorosos, vergonzosos, prohibidos…
“Esto está muy bien, ¿pero qué diablos tiene que ver con pagar las sesiones a las que no asisto?”, seguiría la queja. Y mi respuesta sería simple: el dinero es una poderosa arma en contra de la resistencia. Un paciente que va al dentista sabe que si cancela se podrá ahorrar ese dinero, pero aquello que lo motiva a visitar al dentista es su dolor de muelas, que no desaparecerá al menos que se la saquen o se la curen. En psicoterapia, los malestares no se eliminan de golpe, no pueden extirparse de un jalón. Entonces el paciente no ve el porqué ir a una sesión si tiene otra esa misma semana, o la semana que sigue. Eso es una resistencia del inconsciente que llevará a que el paciente cancele una y otra vez (sobre todo, repito, si comienza a trabajar afectos que le incomodan). Si los psicoanalistas no cobráramos todas y cada una de las sesiones, el paciente cancelaría constantemente.


Y esto no es una suposición teórica. Hay psicoterapeutas que permiten que el paciente les cancele una hora antes y no les cobran la sesión. Esos pacientes faltan mucho más que aquellos a los que se les exige el pago. En pocas palabras, el paciente debe luchar contra la resistencia por medio de un: “No tengo ganas de ir pero si no voy perderé ese dinero”. Y el funcionamiento de este sistema ha demostrado ser eficiente en la enorme mayoría de los casos.
Pero mentiría si dijera que el pago del paciente funciona solamente como una herramienta contra la resistencia. También le da un valor a la psicoterapia. Quienes abogan por el tratamiento psicoterapéutico gratuito olvidan que el paciente debe darle a su tratamiento, a su proceso, un valor. Incluso países que incluyen el tratamiento psicoterapéutico dentro del tratamiento clínico gratuito se enfrentan constantemente a pacientes que faltan constantemente o sencillamente abandonan el tratamiento. Al entregar el pago, el paciente sabe que ese proceso es valioso para su persona, que está haciendo una inversión en su salud mental. Pero además, le enseña a hacerse responsable, a comprometerse, a ordenar sus finanzas, a superarse para tener mayores ganancias, entre muchas otras razones que también cambian según las necesidades personales de cada paciente.
Por ejemplo: tengo un paciente que vivió toda su vida con un padre controlador que lo manipulaba por medio del dinero. Si el dictamen paterno no era seguido con precisión militar, entonces el padre reducía la mesada o la eliminaba por completo. El paciente aprendió que en la medida en que él fuera quien tuviera el dinero tenía también el control. De ese modo, no me pagaba las sesiones a tiempo, me las pagaba en partes o dejaba de pagar durante meses. Para este paciente en particular, la exigencia del pago puntual representó una técnica terapéutica que le enseñó que no podía controlarme por medio del dinero. Cuando el paciente entendió esto, cuando vio que yo no cedía a sus deseos a pesar de su intención de controlarme por medio del dinero, entonces no sólo empezó a pagarme puntualmente, sino que dejó de comportarse con su esposa y sus hijos del mismo modo en que su padre se había comportado con él. Este avance terapéutico no se hubiera logrado de no aplicar yo la clara regla del pago en tiempo y forma.


Entonces, la próxima vez que pienses que tu psicoterapeuta es un ladrón, o si crees que es injusto que te cobre aun cuando no asistes, recuerda que esta es una herramienta terapéutica a favor del paciente e incluso pregúntate ¿qué estoy tratando en mi psicoterapia que me ha traído a la mente la idea de poder faltar sin tener que realizar el pago?
Me retiro, pero no sin antes desearte que esta noche tengas un sueño que resulte reparador y constructivo.


http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza

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