El mito de la infancia

En 1944 el Dr. Walter Langer, un psicólogo de la Universidad de Harvard fue contactado por la Oficina de Estudios Estratégicos (la precursora de la actual CIA) y se le pidió que creara un perfil psicológico de Adolf Hitler. Langer procedió según los métodos de la época y se centró en estudiar los eventos de la infancia de Hitler. Aunque no era fácil encontrar testigos de este periodo de la vida del líder del III Reich, el equipo de Langer consiguió contactar con el ex-médico y dos antiguos colaboradores de Hitler que habían emigrado a los EEUU. La búsqueda de Langer es el tema del documental de David Steward “Dentro de la Mente de Adolf Hitler” (Inside the Mind of Adolf Hitler). Lo que sigue es un extracto del guión de esta película y nos da una idea de lo que los psicólogos de Hitler encontraron interesante y relevante:

“La obsesión por la limpieza de la madre de Hitler fue significativa para Langer. Indicaba que la fase de entrenamiento en los hábitos higiénicos de la infancia de Hitler podía haber ido mal…Por lo que sabemos acerca de la excesiva limpieza de su madre podemos asumir que utilizó medidas más bien rigurosas durante el entrenamiento del periodo de los hábitos de baño de los niños. Sabemos que esto origina una tensión residual en este área. Es vivido por el niño como una severa frustración que despierta sentimientos de hostilidad. Esto facilita una alianza con su agresión infantil que encuentra una avenida de expresión a través de actividades y fantasías anales. Estas se centran habitualmente alrededor del ensuciamiento, la humillación y la destrucción y forman la base de una personalidad sádica. Langer creyó que tenía un potencial encaje para el Complejo de Edipo de Freud y extremas dificultades con la fase de entrenamiento en hábitos higiénicos y sospechó que esto se veía más claramente en las actitudes de Hitler hacia el sexo”.
Habiendo identificado la causa de las predisposiciones sádicas de Hitler el equipo prosiguió su investigación por el camino elegido. Otro descubrimiento vino de la entrevista con Otto Strasser, un antiguo colaborador de Hitler que habló de la relación de éste con su sobrina, Geli Raubal.
“Ella dijo que Hitler la hacía desvestirse mientras él estaba tumbado en el suelo. Entonces ella se ponía en cuclillas sobre su cara mientras él la examinaba de cerca. Esto le excitaba. Cuando la excitación llegaba al máximo le pedía que orinara sobre él y esto le daba placer sexual. Deli dice que encontraba toda la ejecución muy asquerosa y que, aunque era sexualmente estimulante para Hitler a ella no le suponía ninguna gratificación.”
El Dr. Jerrold Post, un experto de clase mundial en realizar perfiles psicológicos de políticos que trabajó para la CIA en los años 70 y que fundó la primera unidad de perfiles psicológicos del mundo, comentaba lo siguiente:
“En el acto de ser sujeto, en su perversión, el ser humillado por una mujer, esto representaba un deseo claro de rendirse, capitular, ser visto como un hombre débil, contra lo cual estaba luchando psicológicamente de forma dura, y en este poder, el poder de la voluntad, esto era central para él…Este fue el potente, poderoso líder, pero por debajo estaba ese hombre que era desesperadamente débil y desesperadamente temeroso buscando sumisión y capitulación…Langer creyó que Hitler encontró una manera de tratar con las terribles consecuencias psicológicas de su perversión adoptando una ideología política que era prevalente y una poderosa parte de la cultura europea dominante: el antisemitismo”
LA CREENCIA EN QUE EL ANÁLISIS DE LAS EXPERIENCIAS DE LA INFANCIA NOS PERMITEN ENTENDER LAS CONDUCTAS DE LOS ADULTOS ES UNO DE LOS MITOS MÁS ARRAIGADOS Y MÁS PELIGROSOS DE LA PSICOLOGÍA
Los hallazgos del equipo de Langer encajaban tan bien en las hipótesis psicoanalíticas que nadie se preocupó de verificar la credibilidad de los testigos. Sus afirmaciones se aceptaron como ciertas y se realizó el perfil psicológico de Hitler. Gran número de predicciones de futuras acciones del Führer se basaron en este perfil. Las predicciones fueron acertadas en muchas ocasiones pero la cuestión es si era verdaderamente necesario conocer los problemas para usar el baño de Hitler para predecir lo neurótico que se volvería si la guerra le iba mal. ¿No habría sido más fácil predecir tales conductas analizando sus reacciones a los sucesos recientes? ¿Las sugerencias de Langer de que Hitler tendría cada vez más explosiones de ira eran predecibles por su conducta higiénica infantil o por sus reacciones a los sucesos del momento? Por ejemplo, la predicción del probable suicidio de Hitler en caso de derrota se basaba en el análisis de la infancia o en declaraciones bien explícitas que había hecho en otoño de 1939 en las que dijo que se suicidaría si perdía la guerra?
La historia del perfil psicológico de Hitler nos muestra que tenemos tendencia a creer que todo, incluso que los crímenes más atroces, se pueden explicar en términos de experiencias infantiles. Sería estupendo si esto fuera verdad, pero no lo es. Existen cientos o miles de niños con experiencias similares a las de Hitler o Stalin y no llegaron a ser los monstruos que ellos fueron. Y al revés, Hay muchas personas que no han experimentado una falta de amor en su infancia pero han cometido terribles crímenes. Aunque asesinos en serie como Charles Manson sufrieron abusos en la infancia, otros como Ted Bunty, Jeff Dahmer o Dennis Rader crecieron en hogares con familias que les apoyaron.
Según Tomasz Witkowski y Maciej Zatonski, la creencia en que el análisis de las experiencias de la infancia nos permiten entender las conductas de los adultos es uno de los mitos más arraigados y más peligrosos de la psicología. En su libro Mitos de la Infancia, Joel Paris, profesor de psiquiatría de la Universidad McGill de Canadá analiza esta creencia y plantea que el mito de la infancia son en realidad tres mitos:
  • Mito 1:La personalidad es resultado de las experiencias infantiles tempranas.
  • Mito 2: Los trastornos mentales son causados por las experiencias infantiles tempranas
  • Mito 3: La psicoterapia efectiva depende de la reconstrucción de las experiencias infantiles
Vamos a ver la crítica que Witkowski y Zatonski hacen de estos tres mitos, ninguno de los cuales está apoyado por los datos aunque están fuertemente enraizados en las mentes de casi todas las personas, incluidos los psicólogos, aunque hay que decir que en éstos en menor grado. Estos autores realizaron una encuesta donde preguntaban por el grado de acuerdo con estos tres mitos que hemos descrito a dos grupos de personas, 34 eran psicólogos profesionales y 151 eran representantes de otras profesiones, la mayoría de ellos con educación superior. El porcentaje de personas que decían estar de acuerdo con estos mitos fue el siguiente:
Vamos a hacer ahora una pequeña crítica de cada uno de estos mitos. Aparte de los autores citados, otros autores que han criticado estos mitos sobre el determinismo infantil son Jerome Kagan en su libro “Tres Ideas Seductoras” (Three Seductive Ideas) y John Bruer en “El Mito de los 3 primeros años” (The Myth of the first three years).

Mito 1. La personalidad es resultado de las experiencias infantiles tempranas

Este mito se basa en otro mito que es el de la Tabla Rasa, al que Steven Pinker dedicó todo un libro en el año 2002 (The Blank Slate: The Modern Denial of Human Nature), a pesar de lo cual no ha conseguido que sus argumentos hayan calado en la cultura popular ni académica. El mito de que al nacer somos como una pizarra en blanco en la que se puede escribir cualquier cosa y que eso nos marcará para siempre sigue brillando en todo su esplendor.
Creer en este mito supone olvidarse por lo menos de dos cosas que tienen una gran importancia en el desarrollo de la personalidad: el periodo de desarrollo fetal y los genes. Nuestra vida no empieza cuando nacemos sino en el momento de la concepción y durante el desarrollo fetal hay cantidad de influencias ambientales, hormonales y de todo tipo que marcarán el desarrollo posterior de la persona. En cuanto a los genes hoy sabemos que todos los rasgos de personalidad tienen una influencia genética, que la heredabilidad media de la personalidad es de un 50% es un hallazgo altamente replicado. Los estudios de genética de conducta han demostrado que hermanos gemelos monocigóticos criados aparte son tan iguales como los criados juntos lo que indica que las experiencias infantiles tempranas no tiene un impacto en la personalidad de adultos. Y también se ha comprobado que hermanos adoptados, sin parentesco biológico, no se parecen en nada desde el punto de vista de la personalidad a pesar de haber sido criados juntos desde la infancia.
En el año 2000 Eric Turkheimer publicó las tres leyes de la genética de conducta que son las siguientes:
  • Primera Ley: Todos los rasgos de conducta humanos son heredables.
  • Segunda Ley: El efecto de ser criado en la misma familia es más pequeño que el efecto de los genes.
  • Tercera Ley: Una parte sustancial de la variación en rasgos conductuales humanos complejos no se explica ni por el efecto de los genes ni por el de las familias.
Esto es lo que dice Pinker sobre estas tres leyes:
“Las tres leyes de la genética de conducta pueden ser los descubrimientos más importantes de la historia de la psicología. Sin embargo, la mayoría de los psicólogos no han captado su importancia, y la mayoría de los intelectuales no las entienden aunque se han explicado en las portadas de las revistas. No es porque las leyes sean abstrusas: cada una puede ser expresada en una frase sencilla y sin parafernalia matemática. Más bien se debe a que pasan por encima de la Tabla Rasa y la Tabla Rasa está tan integrada que muchos intelectuales no pueden comprender una alternativa a la misma, y no digamos discutir si es verdad o no”.

Mito 2: Los trastornos mentales son causados por las experiencias infantiles tempranas

Es indiscutible que los sucesos traumáticos son un factor de riesgo para la aparición de trastornos mentales, y no hay duda de que experiencias extremas –que están afortunadamente fuera del rango de las experiencias del desarrollo normal de un niño, como el abandono sufrido por miles de niños en los orfanatos de Rumanía en la era Ceausescu– tienen consecuencias a largo plazo sobre el desarrollo emocional e intelectual del niño. Pero dentro del rango más habitual de experiencias, el resumen que podemos hacer sobre este punto sería el siguiente: es verdad que las personas con trastornos mentales tienen muchas veces experiencias de abusos o maltrato en la infancia, pero también es verdad que la mayoría de las personas que sufren abusos o maltrato se desarrollan de una manera bastante normal. La relación trauma-patología no es unívoca ni obligatoria. Incluso muchos de los niños rumanos que fueron adoptados por padres de países extranjeros, como en Gran Bretaña, mejoraron en su funcionamiento psicológico aproximándose al nivel de los niños normales.
Existe toda una bibliografía sobre la resiliencia, la capacidad del ser humano de superar las adversidades. Muchos investigadores han señalado mecanismos que llevan a un desarrollo normal en la mayoría de los casos a pesar de graves experiencias traumáticas. Gracias a ello la mayoría de los casos no acaban en psicopatología sino en resiliencia.
ES VERDAD QUE LAS PERSONAS CON TRASTORNOS MENTALES TIENEN MUCHAS VECES EXPERIENCIAS DE ABUSOS O MALTRATO EN LA INFANCIA, PERO TAMBIÉN ES VERDAD QUE LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS QUE SUFREN ABUSOS O MALTRATO SE DESARROLLAN DE UNA MANERA BASTANTE NORMAL
Por otro lado, la mayoría de estudios de influencias ambientales sobre la personalidad no controlan para los genes. Se fijan por ejemplo en que un niño sufrió abusos o maltrato de pequeño pero no en que los padres de estos niños padecían trastornos de personalidad como psicopatías u otros trastornos mentales con lo que los padres están pasando, además de un ambiente, unos genes a sus hijos. La heredabilidad de muchos trastornos psiquiátricos es media-alta, por ejemplo la de la esquizofrenia es de un 70-80%. Un ejemplo de mito en este terreno es el del ciclo del abuso, pero no es cierto, la mayoría de los niños maltratados no se convierten en maltratadores.
Quizás una buena manera de sintetizar este punto es la forma en que lo hace Joel Paris:
“El resultado de la adversidad en la infancia es muy variable. A ser posible es mejor para los niños que se les pueda proteger de traumas, discordias familiares, rupturas familiares o de la pobreza. Cada una de estas dificultades puede aumentar el riesgo de trastorno mental, por lo menos en algunos niños y en algunos adultos. Cuantas más adversidades estén presentes, mayor será el riesgo de que aparezca patología. Pero incluso cuando los niños se ven expuestos a múltiples adversidades, la mayoría de los niños consiguen escapar a cualquier forma de trastorno mental”.

Mito 3: La psicoterapia efectiva depende de la reconstrucción de las experiencias infantiles

Los dos mitos anteriores cristalizan en este tercero y si los anteriores no tienen suficiente apoyo eso ya descalifica la utilidad de una terapia basada en los mismos. La creencia en este mito ha sido la causa de uno de los mayores escándalos en la historia de la psicología, la crisis de la terapia de los falsos recuerdos que llevó a acusaciones no fundadas de pederastia, de participación en cultos satánicos y a la cárcel a muchos padres inocentes en medio de una histeria de masas más propia de los tiempos de las Brujas de Salem que del siglo XX. Elizabeth Loftus, a la que recientemente se le ha concedido el premio John Maddox de 2016 ha demostrado la limitada utilidad de los recuerdos infantiles y la facilidad para crear falsos recuerdos por sugestión o hipnosis. Ya está de sobra demostrado a estas alturas que nuestra memoria no trabaja como una grabadora. Pero esta autora recibió amenazas de psicólogos y psiquiatras y tuvo que llegar a estar protegida cuando empezó con sus investigaciones que cuestionaban este mito.
La idea de que hay que llegar a algún suceso en la infancia y editarlo, corregirlo con lo que se resuelven los problemas del sujeto (puro pensamiento mágico) es muy cinematográfica aunque carezca de pruebas que la apoyen. Aparte de la terapia de los falsos recuerdos son incontables las terapias que se han basado en este mito, muchas de ellas sin ningún tipo de reconocimiento oficial. Podemos mencionar el caso de la terapia del renacimiento que provocó la muerte de la niña Candace Newmaker, de 10 años. A la niña se la envolvió en unas mantas que representaba supuestamente el útero y varios adultos se sentaron encima intentando reproducir el trauma del nacimiento hasta que la asfixiaron, proceso que además fue grabado. Los “terapeutas” fueron condenados a 16 años de prisión.
Por otro lado, si ese requisito fuera necesario para la eficacia de la psicoterapia las terapias que no lo cumplen no funcionarían cosa que no es cierta. Aunque los tiempos en que se culpó a los padres de la esquizofrenia de sus hijos y a las madres (las “madre nevera” de Bruno Bettelheim) también del autismo de sus hijos quedaron atrás, todavía seguimos viendo a muchos pacientes que quieren saber “por qué les ocurre lo que les ocurre” entendiendo por ello que hay que ir para atrás en el tiempo y a muchos terapeutas que desdeñan las terapias cognitivo-conductuales porque no van “al fondo del asunto”, que lógicamente creen que está en la infancia.
En definitiva, el determinismo infantil, la idea de que las experiencia infantiles son la causa de todo lo que nos ocurre luego en la vida y la negación y olvido de otras influencias (ambientales y genéticas) así como de que nuestra plasticidad y capacidad para aprender persiste durante toda la vida, es algo muy incrustado en nuestras creencias y no hay elementos para pensar que vaya a desaparecer en el futuro más inmediato. Para cerrar, un párrafo de Jerome Kagan sobre las experiencias infantiles y sus efectos posteriores en la vida:
“Los miles de niños que nacerán hoy en todo el mundo experimentarán ambientes muy diferentes en los primeros dos años. Algunos serán criados por cuidadores en algún kibutz, otros por sus abuelas o por sus hermanas mayores; algunos irán a guarderías y otros se quedarán en casa con sus madres. Algunos tendrán muchos juguetes, otros ninguno. Algunos pasarán el primer año en una oscura chabola envueltos en harapos mientras que otros gatearán en luminosas habitaciones llenas de juguetes, libros de dibujos e imágenes de televisión. Pero a pesar de esta extraordinaria variación de experiencias tempranas, excluyendo una pequeña proporción con daño cerebral o efectos genéticos, la mayoría aprenderán a hablar antes de los dos años, serán autoconscientes para los tres años y serán capaces de asumir algunas responsabilidades familiares para los siete. Las diferencias psicológicas entre estos niños son triviales comparadas con la larga lista de similitudes. La prevalencia de trastornos mentales serios como esquizofrenia y depresión así como otros más leves como los trastornos de ansiedad, es sorprendentemente similar en todo el mundo, a pesar de que los niños son criados en ambientes muy distintos. Este hecho no es consistente con el significado que se da a los dos primeros años.”
Referencias:
  • Tomasz Witkowski y Maciej Zatonski. Psychology gone wrong. The dark side of science and therapy. BrownWalerPress Boy Raton, Florida USA 2015. Capítulo 9: The Myth of childhood: foundation of therapies exploring the past
  • Joel Paris. Myths of Childhood. Routledge 2014
  • Jerome Kagan. Three Seductive Ideas. Harvard University Press 1998.
  • John Bruer. The myth of the first three years: a new understanding of early brain development and lifelong learning. Free Press 2002


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