Tú también eres una persona tóxica

Si tienes Facebook, navegas en internet o lees artículos de crecimiento personal, de sobras conocerás el término psicológico de moda: “gente tóxica”.
Blogs, publicaciones, libros y artículos hablan de este tipo de persona del que hay que alejarse lo más lejos y rápido posible: gente que manipula, envidia, se queja o teroba la energía; gente mandona, agresiva, negativa…
La expresión se utiliza para aquellas personas que de manera continuada manifiestan alguna de estas conductas, pero seamos sinceros: ¿tú nunca manipulas, o eres agresivo, o te quejas? ¿nunca mientes, te comparas o te muestras pesimista, dependiente, egoísta, pesado? Malas noticias: tú también eres una persona tóxica.
En realidad, todos lo somos. Unos más, otros menos, algunos hacia adentro, otros hacia afuera, unos de manera más evidente, otros más oculta.
El término “gente tóxica”, en nuestra opinión, en parte ejemplifica el gran mal de nuestra sociedad que como dice Claudio Naranjo, es el poner la mirada afuera en lugar de hacia nuestro interior. ¿A que nunca has oído a nadie decir “soy una persona tóxica!” ?   
¡Qué fácil reconocer la toxicidad en los demás y qué complicado hacerlo en uno mismo!  Como profesionales lo vemos a diario: al principio de un proceso terapéutico, es muy frecuente que la persona localice la causa de sus problemas fuera de su alcance, responsabilizando a los demás o a las circunstancias de sus propias dificultades:“mi mujer no me hace feliz”, “la gente va a la suya”, “todos los hombres son iguales”…
Cuando usamos esta expresión nos referimos a los demás, cuando en realidad la persona que nos resulta más tóxica de todas somos nosotros mismos. Tu tóxico interior te hace mucho más daño que el que cualquiera pueda causarte.

Alimentando círculos tóxicos

Un día vino a la consulta un chico que atravesaba dificultades en su relación. Él insistía en que su pareja era celosa y le manipulaba para conseguir lo que quería. ¿Qué responsabilidad tienes tú en eso? pregunté.
No entendió la pregunta, porque en esta situación se sentía la víctima  (la tóxicaera su parejay pensaba que no tenía ninguna responsabilidad en el asunto.
Fuimos avanzando en terapia, y cada vez que aparecía el tema, le hacía la misma pregunta: ¿qué responsabilidad tienes tú en eso? Hasta que un día fue capaz de verlo: “¡que me dejo manipular y alimento su locura cada vez que justifico que no le soy infiel!” contestó muy contento.
Poco a poco fue siendo capaz de rechazar los intentos de manipulación por parte de su pareja y el juego neurótico en el que estaban inmersos ambos, fue perdiendo fuerza.
El camino fácil es culpar al otro, ver lo que está haciendo mal, ver lo que tendría que cambiar. Algo importante a tener en cuenta, por lo tanto, puede ser el ver hasta qué punto soy responsable de lo que “me hace” la persona tóxica.
¿Estoy permitiendo que me manipule, que abuse de mi confianza, sea agresivo, celoso, me contagie su pesimismo…? ¿Estoy en realidad alimentando ese juego? Darnos cuenta y responsabilizarnos de nuestra parte hará que dejemos de situarnos en el papel de simples víctimas de los demás y empecemos a ver si estamos participando sin saberlo de sus conductas menos sanas.
No resulta fácil detectar las conductas y reacciones inconscientes con las que todos funcionamos.  Como decíamos antes, en mayor o menor medida y de forma más o menos evidente, todos resultamos tóxicos de alguna forma, sobre todo para nosotros mismos.
Somos capaces de ver las actitudes negativas de los demás, pero difícilmente somos capaces de reconocer las nuestras propias…¿resultarán tan evidentes mis conductas tóxicas a ojos de los demás como para mi lo son las ajenas?
Muchas veces sólo podemos hacernos conscientes de nuestra parte tóxica a través de un proceso terapéutico de autoconocimiento con el que ir poniendo luz a todo lo que permanece oculto y que nos daña sin que nos demos cuenta.
No pretendemos decir que no existan personas con conductas muy perjudiciales hacia los demás, sino que partiendo de la base de que no podemos cambiar a nadie más que a nosotros mismos, podemos poner conciencia en algunas cosas en favor de nuestro propio bienestar:

  • Rebajar la crítica hacia el exterior y poner más la mirada hacia adentro.
  • Identificar nuestra propia toxicidad hacia los demás y hacia nosotros mismos.
  • Poner atención en si estamos de alguna manera alimentando la relación dañina.
  • Aprender a conocer y reconocer a nuestro tóxico interior y qué tipo de daño nos causa.
  • Aumentar nuestra comprensión y empatía hacia los demás a partir del reconocimiento de nuestra propia toxicidad: “tú eres tóxico, pero yo también lo soy”.
  • Ver qué nos despierta la actitud de la otra persona y tomar conciencia de qué parte de nosotros se activa: ¿qué me hace sentir? ¿por qué? ¿qué me dice eso de mí mismo?
  • Ver las posibilidades de crecimiento que esta relación nos ofrece: conocernos mejor, ser más asertivos, poner límites, etc…
  • Aprender recursos para protegernos de dichas conductas.
“Temo a un solo enemigo que se llama, yo mismo” 
Giovanni Papini
Compartido por
FUENTE: http://psicopedia.org/6274/una-persona-toxica/
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué es el fotolenguaje?

FODA Matemático: Cómo funciona , paso a paso

La diferencia entre adular y alabar