La neurociencia del libre albedrío

Levantarnos cuando suena la alarma o dormir 5 minutos mas; desayunar té o café; usar la corbata azul o la corbata roja; desde que abrimos los ojos hasta que volvemos a acostarnos, cada día de nuestras vidas, tomamos decisiones de manera consciente. Pero tal vez más importante que eso, las tomamos libremente. Somos nosotros mismos quienes elegimos voluntariamente qué camino recorrer; o no recorrerlos en absoluto. Y si bien es cierto que en algunas oportunidades nos encontramos ante situaciones donde no hay elección por hacer, o que una fuerza mayor nos impide decidir libremente, éstas son escasas. De tal manera, la noción de que somos seres con capacidad de libre albedrío queda pocas veces desafiada.

Sin embargo, algunos investigadores lograron poner en vilo este principio que se suele dar por sentado, y nos hacen preguntarnos seriamente sobre la libertad humana.
En la década de los ‘80, Benjamin Libet (1234) demostró en una serie de experimentos que, aproximadamente 550 ms (milisegundos) previos a la acción de mover un dedo, en lo que sería una aparente decisión voluntaria, se puede detectar cierta actividad eléctrica en el área motora del cerebro. A esta actividad, localizada a través de electroencefalogramas, se la llamó “Potencial de Disposición” (readiness potential). Asimismo, los sujetos reportaron, en promedio, el impulso consciente de realizar el movimiento unos 200 ms antes de la realización del mismo. Dicho de otra manera, estos diseños experimentales parecen indicar que el cerebro toma una decisión acerca de la acción antes de que exista alguna intención consciente de hacerlo, sugiriendo así que la decisión consciente es un fenómeno ulterior y no solo una fuerza causal determinante durante una simple tarea motora. Aparentemente nuestro cerebro, mediante procesos que escapan de nuestro pensamiento, habría elegido por nosotros.
EL CEREBRO TOMA UNA DECISIÓN ACERCA DE LA ACCIÓN ANTES DE QUE EXISTA ALGUNA INTENCIÓN CONSCIENTE DE HACERLO
No obstante, cabe aclarar que el autor no posee una mirada determinista acerca del libre albedrío. Él mismo afirma que, aunque los actos voluntarios parecen empezar en el cerebro de manera inconsciente, la voluntad consciente aparece aproximadamente un par de centenas de milisegundos antes de la realización del acto. Y si bien este impulso consciente está precedido por el Potencial de Disposición, existe una ventana de tiempo, alrededor de unos 100 ms, en donde tenemos la capacidad de vetarlo, cambiando así el resultado del proceso volitivo. Nuestra libertad de decisión (Free Will) podría ser pensada en términos de libertad de prohibición (Free Won’t), quedando relegada a la capacidad de censura o veto de aquellas decisiones inconscientes previas.
Otros investigadores llevaron estos descubrimientos aún más lejos.  John-Dylan Haynes y colaboradores por ejemplo, utilizaron el método de imagen por resonancia magnética funcional para obtener mayor información. En esta situación, los sujetos tenían una tarea diferente: con un botón en cada mano, podían presionar cualquiera de ellos, en el momento que ellos quisieran. Además, los participantes se encontraban frente a un monitor que mostraba letras diferentes a un ritmo de 500 milisegundos, y se les pedía que recordaran la letra que se encontraba presente en el monitor al momento de la decisión de presionar el botón. Gracias al escáner que brindaba una imagen de la evolución de la actividad cerebral cada dos segundos, y programas decodificadores especializados en reconocer los patrones asociados con las elecciones que el experimento presentaba, los investigadores concluyeron que era posible detectar pautas que permiten hacer una predicción acerca de cuál botón iría a presionar el individuo hasta 7 segundos antes de que éste reconociera la decisión como consciente y voluntaria.

LA EVIDENCIA PRESENTADA LOGRA AL MENOS HACERNOS CUESTIONAR SOBRE EL VERDADERO SIGNIFICADO DE “LIBRE ALBEDRÍO”

Pero como suele ocurrir con los descubrimientos científicos novedosos, estas investigaciones no se encuentran reñidas a una sola interpretación ni libres de críticas. La falta de precisión para medir el tiempo de la decisión consciente, o el relativamente bajo porcentaje de aciertos para la predicción acerca de estas decisiones (60%), el ambiguo concepto de “ser consciente” de la voluntad de acción que deben reportar los sujetos, son solo algunas de las apreciaciones que se suelen citar sobre estos experimentos. Sin embargo, la evidencia presentada logra al menos hacernos cuestionar sobre el verdadero significado de “libre albedrío”.
John Dylan Haynes[a] afirma en una entrevista para el programa “Redes”:
Creemos, es una especie de tradición filosófica, que siempre pensamos claramente acerca de las cosas, que las analizamos racionalmente, que somos conscientes de todas las decisiones que tomamos, mientras que las ciencias del cerebro y la psicología modernas dirían: “No, hay muchas cosas que ocurren en el cerebro y en nuestro inconsciente que no experimentamos conscientemente.”¹
¿Cuáles serían las implicancias que estos descubrimientos podrían tener por ejemplo en la manera de entender los trastornos de control de los impulsos?, ¿o para los sujetos que padecen adicción?, ¿podrían desafiar las nociones de responsabilidad y castigos en casos criminales? Y tal vez más importante, ¿la noción de nuestra propia naturaleza?
Bibliografía:
1. RTVE
2. Pierre, J.M. (2014) ‘The neuroscience of free will: implications for psychiatry’, Psychological Medicine, 44(12), pp. 2465–2474.
4. Gil, F. J. S. (2009). Relevancia de los experimentos de Benjamin Libet y de John-Dylan Haynes para el debate en torno a la libertad humana en los procesos de decisión. Thémata. Revista de Filosofía, (41).
Por 
 Lautaro Pacella

FUENTE: https://www.psyciencia.com/2017/02/la-neurociencia-de-la-libre-albedrio/?utm_source=Suscriptores+Psyciencia&utm_campaign=584165bb43-Resumen+Semanal+Psyciencia+2&utm_medium=email&utm_term=0_1aaa9dbe90-584165bb43-174791773
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza

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