Trasfondo Emocional de las Alergias

Pareciera que la medicina se encuentra en una constante carrera contra la enfermedad pues continuamente se desarrollan nuevas técnicas, nuevos aparatos, nuevos productos farmacéuticos. Al mismo tiempo la gente se muestra más desconfiada de estas nuevas soluciones, que desplazan a las que el año anterior se anunciaban como las panaceas del siglo.
No es de sorprender entonces, que crezca cada día más el número de personas que confían más en los métodos antiguos y modernos de la medicina naturista o de la homeopática para lograr la verdadera curación. 

La gente desea evitar los molestos efectos secundarios de los medicamentos, que significa solo cambiar unos síntomas por otros. Esto sin contar con la falta de humanización y los altos costos que significa someterse a un tratamiento, que aún a pesar de someterse al pie de la letra a las indicaciones médicas, no conduce al objetivo deseado. 

Este fallo se da porque el enfermo y el médico tienen diferentes expectativas: el paciente desea sanar por completo y el tratamiento médico solo se dirige a suprimir los signos y los síntomas de la enfermedad, confiando en que la naturaleza haga el resto. 

Esta desconfianza en la medicina, ha creado una inquietud en muchísimas personas, incluídos los mismos médicos que buscan alternativas menos agresivas y verdaderamente eficaces para tratar enfermedades. 

A pesar de la diversidad de métodos que proponen los diferentes terapeutas, acupuntura, herbolaria, homeopatía, etc., (basados en diferentes corrientes como medicina energética, metabólica, química o física), subsiste el afán de considerar al ser humano como un ser físico-psíquico, ya que la medicina académica ha perdido de vista al ser humano, desde que la base de su actuación está en los análisis, en las imágenes y en la superespecialización de la medicina, que en lugar de observar todo el conjunto del ser, se enfoca en un solo punto, el que ve bastante claro, pero deja “borroso” todo lo que lo rodea. 

Si insistimos en considerar al ser humano como un ente físico, se nos olvida entonces, la parte emocional y mental de la persona. Es en estos planos en los que se gestan los problemas de salud, síntomas y enfermedades, que afirman varios autores, son la raíz que debe desterrarse, antes de querer sanar solo con terapias que se enfocan solo al cuerpo físico. 

Un libro que explica con maestría todo este concepto de trasfondo es “La Enfermedad como Camino” del psicólogo Thorwald Dethlefsen y del médico Rüdiger Dahlke, alemanes que durante años estudiaron cientos de pacientes para poder afirmar que en la mayoría de las enfermedades, siempre existe un fondo psicológico que da origen a los síntomas que pueden transformarse en verdaderas enfermedades. 

Uno de los conceptos interesantes es el que se relaciona con el sistema inmunológico cuya analogía se ve reflejada en los problemas del sistema de defensas como las alergias. A partir de aquí, se transcriben puntualmente párrafos sobre lo que afirman estos autores. Habrá que leerlo con detenimiento para captar lo sutiles que pueden ser los mecanismos psicológicos, capaces de disparar respuestas físicas inevitables en las personas. 

Sistema Inmunológico 
“Defender equivale a rechazar. El polo opuesto de rechazar es amar. Se ha definido el amor desde multitud de ángulos y en los planos más diversos, pero cada forma de amor puede reducirse al acto de dar acogida. En el amor, el ser humano abre barreras y deja entrar algo que estaba fuera de ellas. A estas barreras solemos llamar Yo (ego) y todo aquello que queda fuera de la propia identificación es para nosotros Tú (el otro). En el amor, esta barrera se abre para admitir a un Tú que, con la unión, se convertirá en Yo. Allí donde ponemos una barrera rechazamos y donde quitamos la barrera amamos. Desde Freud utilizamos la expresión de “mecanismo de defensa” para designar los resortes de la conciencia que impiden la penetración de elementos amenazadores procedentes del subconsciente. Desde Freud utilizamos la expresión de “mecanismo de defensa” para designar los resortes de la conciencia que impiden la penetración de elementos amenazadores procedentes del subconsciente.” 

“Como las defensas psíquicas apuntan contra elementos del subconsciente catalogados de peligrosos y que, por lo tanto, tienen vedado el paso a la conciencia, así las defensas físicas se orientan contra enemigos «externos», llamados agentes patógenos o toxinas. Estamos tan acostumbrados a manejar despreocupadamente unos sistemas de valores montados por nosotros mismos que hemos llegado a convencernos de que son patrones absolutos. Pero en realidad no hay más enemigo que aquel al que nosotros declaramos como tal. (Basta leer a los distintos apóstoles de la dietética para descubrir los más diversos criterios en el señalamiento de enemigos. Los mismos alimentos que un método tacha de absolutamente perniciosos, otro los califica de muy saludables.” 

“La dieta que nosotros recomendamos es: leer atentamente todos los libros de dietética y comer lo que a uno le apetezca.) Hay ciertas personas que se dejan impresionar de tal modo por este subjetivo señalamiento de enemigos que no tenemos más remedio que declararlas enfermas: nos referimos a los alérgicos”. 

“Alergia: la alergia es una reacción exagerada a una sustancia que reconocemos como nociva. Desde luego, la actuación del sistema de defensas del organismo está justificada cuando se trata de supervivencia”. 

“El sistema inmunizador del cuerpo produce anticuerpos para combatir los antígenos*, con lo que proporciona una defensa contra invasores hostiles, lo cual, fisiológicamente, es irreprochable. En los alérgicos, esta defensa, en sí encomiable, se desorbita. El alérgico construye un gran parapeto y constantemente alarga la lista de sus enemigos. Cada vez son más numerosas las sustancias consideradas nocivas y, por lo tanto, hay que fabricar más armas para mantener a raya a tantísimo enemigo”. 

“Ahora bien, como en el terreno militar el armamento siempre denota agresividad, así también la alergia es expresión de una actitud defensiva y agresiva que ha sido reprimida y obligada a pasar al cuerpo. El alérgico tiene problemas de agresividad que, en la mayoría de casos, no reconoce y, por lo tanto, no puede asumir (Para evitar malas interpretaciones, recordemos que al hablar de un aspecto psíquico reprimido nos referimos al que no es conscientemente reconocido por el individuo. Puede ser que la persona viva plenamente este aspecto sin reconocer en sí mismo tal propiedad. Pero también, que la propiedad haya sido reprimida de modo tan absoluto que la persona no la viva. Por lo tanto, la represión puede existir tanto en un sujeto agresivo como en el más manso de los mortales.)” 

“En el alérgico, la agresividad es trasladada de la conciencia al cuerpo y aquí se expansiona a placer con ataques, defensas, forcejeos y victorias. Para que la diversión no termine por falta de enemigos, se declara la guerra a las cosas más inofensivas: el polen de las flores, el pelo de los gatos o de los caballos, el polvo, los artículos de limpieza, el humo, las fresas, los perros o los tomates. La variedad es ilimitada: el alérgico no respeta nada, es capaz de luchar contra todo y contra todos, si bien, generalmente, da preferencia a ciertos elementos cargados de simbolismo”. 

“Es sabido que la agresividad casi siempre va ligada al miedo. Sólo se combate lo que se teme. Si examinamos atentamente los alergenos** elegidos, en casi todos los casos, descubriremos enseguida cuáles son los temas que atemorizan al alérgico de tal modo que tiene que combatirlos encarnecidamente en el símbolo. En primer lugar, está el pelo de los animales domésticos, especialmente el de los gatos. Al pelo del gato (y a cualquier pelo) suelen asociarse las caricias y los arrumacos: es fino, sedoso, blando, y, no obstante, “animal”. Es un símbolo del amor y tiene una connotación sexual (véanse los animales de felpa que los niños se llevan a la cama). Algo parecido puede decirse de la piel del conejo. En el caballo está más acentuado el componente sensual y, en el perro, el agresivo; pero las diferencias son pequeñas, insignificantes, ya que un símbolo nunca tiene límites muy marcados”. 

Hasta aquí lo transcrito de la página No. 56 de este libro. No deja de llamar la atención las interpretaciones a que se presta el tema de las alergias, que hemos seleccionado, tan solo para ilustrar un poco el contenido de este libro. 

Claro que los temas que se explican desde este punto de vista, abarcan desde la infeción, el sistema de defensa, la respiración, la digestión, los órganos sensoriales, dolor de cabeza, la piel, los riñones, la sexualidad y el embarazo, curación y circulación, el aparato locomotor y los nervios, así como los accidentes. 

Como este es un libro difícil de conseguir en librerías, le sugiero que lo busque en internet, ahí está para darle una repasada a nuestras enfermedades y descubrir si acaso, ese ahogo que nos aqueja en circunstancias agobiantes, en realidad es ansia de libertad y de espacio vital.
FUENTE: http://revistamundonatural.com/noticia.cfm?n=381
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza

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