EL VALOR DE LOS VALORES


Profesion feliz Forges
Los valores personales de cada ser humano van a tener una influencia muy importante en su desarrollo profesional. No solamente en la profesión desempeñada, sino en el tipo de profesional en que cada uno se va a convertir. No se guía por los mismos principios, ni actúa de la misma forma, una economista capitalista que una economista comunista. No es lo mismo un médico humanista que otro con un enfoque exclusivamente farmacológico. No es lo mismo una abogada de un bufete que promueve el “derecho” de los más poderosos a evadir las leyes tributarias locales, que otra que defiende el activismo económico, social o ecológico. De forma más concreta, no es igual trabajar para el bufete panameño Mossack Fonseca, que para ATTAC o Greenpeace. Y no es lo mismo un psicólogo defensor del conductismo (corriente cuya finalidad fundamental es predecir y controlar) que un psicólogo caracterizado por los ideales de la metodología DBM® (humanismo, enfoque sistémico, metodología experiencial, creatividad…Cuya misión tendría más que ver con cuestionar, construir, evolucionar…).
Conductismo (predecir y controlar)
2. Refuerzo castigo (cut)
“Refuerzo” y “Castigo”
DBM® (Humanista, sistémico, experiencial…)
3. DBM There is always more and waves
“Siempre hay algo más que descubrir” y “La vida nos viene en oleadas. No podemos predecir o controlar las olas pero podemos aprender a surfearlas” (Dan Millman)
En su libro Psicoanálisis de la sociedad contemporánea: hacia una sociedad sana (The Sane society, 1955), el psicólogo y filósofo humanista Erich Fromm se expresaba al respecto con claridad: “el uso (la explotación) del hombre por el hombre es expresión del sistema de valores que sostiene al sistema capitalista. El capital, el pasado muerto, emplea la mano de obra, la vitalidad viva y el poder del presente. Dentro de la jerarquía de valores capitalista, el capital está más alto que la mano de obra, la acumulación de riquezas más alta que las manifestaciones vitales. El capital da empleo a la labor, no la labor al capital. La persona que posee capital manda sobre la persona que ‘sólo’ posee su vida, sus habilidades humanas, su vitalidad y su productividad creadora. Las ‘cosas’ valen más que las personas. El conflicto entre el capital y la labor es mucho más que un conflicto entre dos clases, más que una lucha por una porción mayor del producto social. Es un conflicto entre dos principios de valor: el del mundo de las cosas, y su acumulación, y el mundo de la vida y su productividad” (The Sane Society, pág. 94-95).
Hoy en día, sabemos que el dinero viaja libremente por paraísos fiscales, pero los refugiados se encuentran con enormes restricciones para escapar de los horrores de la guerra que asola sus países de origen. No son síntomas de una sociedad sana, en términos de E. Fromm.
Más reciente es este artículo del filósofo Augusto Klappenbach, en el que también se explora la relación entre ideales y comportamientos en nuestra realidad cotidiana. El texto pone de manifiesto las enormes incoherencias que observamos diariamente en nuestros políticos y demás personajes influyentes de nuestra sociedad:
No se trata de demonizar el poder. Al menos desde Foucault sabemos que el poder no se posee sino que se ejerce y que no se limita a los políticos sino que se multiplica como en un infinito juego de espejos en todas las relaciones sociales, aun en las interpersonales. Y que su raíz está en ese deseo de reconocimiento que tenemos los seres humanos, que no podemos asumir nuestra propia identidad si no somos reconocidos por los demás, como nos enseñó Hegel. Lo inaceptable no es la ambición de poder, un instrumento indispensable para cualquier transformación de la sociedad, sino el disimulo que pretende disfrazar ese deseo convirtiéndolo en servicio a los demás,  defensa de valores universales y respeto a los derechos humanos con el fin de disimular maniobras impresentables, muchas veces destinadas a ocultar esa variante del poder que es la dominación. Nos entenderíamos mejor y nuestra inteligencia se sentiría menos insultada si en esos casos no se intentara travestir intereses personales, políticos y económicos en misiones humanitarias y se hablara abiertamente de las verdaderas motivaciones.
4. Poder sensacionalistas
Los valores no han tenido especial protagonismo durante mucho tiempo, en el contexto de una psicología que pretende por encima de todo ser científica. Metafóricamente, nuestros valores hacen la función de brújula, nos guían en un mapa, hacia un sentido a través del cual nuestros pensamientos y emociones son expresados, orientándonos mediante procesos complejos en unas u otras direcciones vitales. Con esto no quiero decir simplemente que haya buenos y malos profesionales, o buenas y malas personas. No es tan sencillo, y no es ese el debate que quiero suscitar con este artículo. Lo que me parece clave es poner de relieve la importancia que tienen los valores e ideales en la construcción del sentido de nuestras realidades. Y llevar nuestra atención hacia cómo nuestras emociones están moduladas por nuestro grado de coherencia con los propios valores. Y reflexionar acerca de cómo nuestras realidades particulares determinan y definen nuestras opciones de pensamiento, sentimiento y acción. Y advertir del peligro que corren todas las sociedades cuyos máximos representantes defienden públicamente unos valores mientras en privado se comportan de formas totalmente incompatibles con ellos.
Esto es especialmente grave porque han sido siempre los poderosos los que han tenido mayor capacidad de influencia para definir lo real y lo irreal, para distinguir lo bueno de lo malo. En definitiva, para evitar que se despoje a los valores de su sentido ético esencial: la búsqueda incesante de diferentes maneras de construir un mundo cada vez mejor para todos. Estos temas serán tratados con mayor profundidad en posteriores artículos, pero de momento me parece imprescindible diferenciar los valores humanos que emergen de unos ideales culturales compartidos (intersubjetivos) y los intereses que se promueven en nombre de una ciencia supuestamente objetiva. Es necesario hacerlo para poder tener una perspectiva global de qué visión del mundo hay detrás de cada posicionamiento individual, tanto en lo personal como en lo profesional. Esta distinción: intersubjetividad – objetividad, me resulta muy útil como psicólogo para intervenir en procesos de cambio con clientes. Además, resulta imprescindible para analizar la realidad económica y política de nuestro presente, como ponen de manifiesto los dos siguientes artículos:
“¿Cómo quieren los neoliberales reavivar la economía reduciendo los salarios y recortando el gasto público? Es obvio que la lógica nunca ha sido el motor de las políticas neoliberales.Imaginen a un médico que, como consecuencia de su ignorancia, hubiera matado a sus pacientes. Estaría totalmente desacreditado y probablemente en la cárcel. Aquí en España, continúan siendo los gurús económicos neoliberales (con o sin chaquetas llamativas), responsables del desastre económico, los que siguen pontificando en los medios públicos y privados de información. En realidad, el desastre económico es tal que incluso algunos de los cardenales de la iglesia neoliberal se están dando cuenta de que algo no es creíble en su fe.”
5. Gobierno ciudadanos banca
“Ellos repiten talmúdicamente el credo –convertido efectivamente en el eje maestro de toda una fe religiosa- hasta la saciedad; utilizándola para neutralizar, desacreditar y desmovilizar agresivamente a los exponentes de otras corrientes de pensamiento y opinión. Y lo preocupante es que lo han logrado entronizar a escala global, como si fuera la panacea para resolver los más urgentes e importantes problemas actuales y futuros de las sociedades, a modo de una fórmula única o camisa de fuerza. Tal la esencia del Globalismo ultraliberal cuyo reconocimiento, como ideología dogmática, nos lleva a desvelar otra de sus mentiras: el presentarse como apolítico, técnico y libre de valores.
Las circunstancias económicas y políticas de nuestra sociedad tampoco están aisladas de las circunstancias psicológicas y emocionales de quienes formamos parte de ella. Un enfoque holístico y sistémico debería tenerlo en cuenta, a no ser que estas y otras palabras (resiliencia, coaching, empoderamiento, mindfulness…) sirvan principalmente como herramientas de puro marketing. En ocasiones, quizá por este excesivo ánimo comercial, parece que estos términos se conectan con aspectos esotéricos llamativos, más que con aspectos cotidianos firmemente anclados al mundo real, con nuestras experiencias diarias más crudas y tangibles. Tras un paréntesis en el cual mi prioridad no ha sido escribir artículos con regularidad, me ha parecido apropiado iniciar esta nueva etapa relatando algunos aspectos de mi experiencia personal y profesional. La intención es ofrecer una perspectiva más completa de mi itinerario vital, confiando en que ésta visión subjetiva resulte de vuestro interés. Quizá hablar de las experiencias personales puede ser una buena manera de hablar de la psicología como profesión, de la ciencia en general y del contexto socioeconómico particular.
Mi experiencia laboral comienza en el instituto, a los 17 años. Estuve trabajando en el sector de hostelería hasta que finalicé la Licenciatura en Psicología y el Master DBM®, a los 23 años. La elección de carrera fue relativamente sencilla para mí, a pesar de las reticencias familiares. Debido a mis buenas calificaciones académicas, mis padres me recomendaban que eligiera unos estudios con mayores perspectivas de encontrar un buen trabajo. Y digo que fue fácil porque conectaba totalmente con mis inquietudes e ideales ya en esos momentos. El paso de los años ha dado la razón a mi familia, porque el recorrido ha sido muy duro, agravado por el contexto socioeconómico de crisis que coincidió con la salida al mundo laboral de mi generación. Pero también me ha dado parte de razón a mí, ya que los “buenos” trabajos escasean en casi todos los sectores y, para mí, un buen trabajo es sencillamente aquel que me permita cubrir mis necesidades básicas (fisiología, seguridad…) y conectar con mis valores e ideales (autorrealización).
6. Pirámide Maslow
Pirámide de A. Maslow: jerarquía de las necesidades humanas
No quiero extenderme en muchos detalles acerca de mis peripecias laborales. He trabajado en muy diferentes empresas y en distintos sectores que pueden parecer inconexos entre sí: atención a niños con necesidades educativas especiales en escuela infantil, monitor de tiempo libre, neuropsicólogo investigador en hospital, profesor en escuela de adultos, educador en centro de reeducación de adolescentes, profesor de niños y adolescentes (en aulas y a domicilio), psicólogo en residencia de personas mayores, neuropsicólogo en centro de día, educador en cooperativa educativa, formador de recursos humanos, psicólogo en mi propio gabinete…
Para mí, existen unos factores comunes en estos trabajos: poder ayudar a mejorar las condiciones de vida de las personas (especialmente las de los colectivos más necesitados), involucrarme de forma práctica en la educación (formal y no formal), profundizar e investigar los procesos de cambio, enseñanza y aprendizaje. En definitiva, poder seguir adquiriendo conocimientos acerca de los seres humanos: cómo aprendemos, cómo nos relacionamos, cómo sentimos, cómo creamos, cómo evolucionamos, como nos comunicamos, como damos sentido constantemente a todo… Bajo mi punto de vista, la conexión está bastante clara, aunque algún orientador de recursos humanos me ha aconsejado definirme con una sola etiqueta para que me resultara más fácil encontrar trabajo. En sus propias palabras: “Leo tu CV y no sé quién eres. Tienes que definirte con una palabra. Tienes que ser resiliente con el técnico de selección”.
Ese episodio merece un artículo completo más adelante, pero de momento me gustaría manifestar el rechazo a una manera de entender la orientación que considero muy limitada y que refleja unos valores que no comparto. La idea de un empleo estable para toda la vida es ciencia ficción desde hace años, pero parece que en algunos sectores de los recursos humanos nos siguen animando a definirnos (que etimológicamente significa ni más ni menos que limitarnos) en lugar de invitarnos a ampliar fronteras y ser capaces de construir nuevos significados, aprender a redefinirnos constantemente, construir nuevas relaciones entre los campos de conocimiento y tener una visión global del mundo, desde la que seamos capaces de generar un pensamiento crítico y un criterio propio. Por eso siempre me ha gustado ampliar horizontes leyendo acerca de campos aparentemente muy dispares como la física, la biología, la sociología, la economía, la informática, la cibernética…
Animo a los más jóvenes a parecerse a personas como Leonardo da Vinci o Gregory Bateson. Ejemplos paradigmáticos de seres humanos que han destacado por su espíritu abierto e interdisciplinar. No me gusta la otra alternativa, que promueve aquella filosofía de la ciencia que prefiere que “la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda”. Por el contrario, prefiero conectar valores científicos con valores humanos. Me atrae explorar la ciencia de lo artístico y el arte de lo científico, como enfatiza la metodología DBM®.
En todo caso, ese episodio no deja de ser una mera anécdota si lo comparo con otras experiencias que he padecido en el ámbito laboral: trabajar sin cobrar (pero dando gracias por tener trabajo), asumir el final de proyectos que desaparecen por falta de presupuesto, tener que pelear para que me den de alta en la seguridad social, soportar despidos injustos por querer mejorar las condiciones de un servicio, engaños, abusos, temporalidad, precariedad…
Los motivos por los que decidí volver a involucrarme en otra formación DBM®, en este caso la certificación como Modelador Profesional Nivel 1, tuvieron que ver con mi situación profesional a finales del año 2013, ya que en el momento de inscribirme hacía ya unos meses que no trabajaba por cuenta ajena. A pesar de esta circunstancia, más que las aportaciones estrictamente profesionales, quizá fueron más importantes los cuestionamientos y desarrollos personales en esta nueva experiencia con la metodología DBM®. Por ejemplo, el análisis profundo de la relación entre mi propia ontología (mi idea de cómo debe ser el mundo) y mis sentimientos de rabia hacia las injusticias que había vivido en el ámbito laboral.
7- Paciencia fuerza inteligencia
Tuve que encontrar caminos que me permitieran dirigir mi activación, generada por el intenso coraje que me invadía con frecuencia en esa época. Aprender a gestionar dos aspectos: la rabia que me ayudaba a transformar y la tristeza que me ayudaba a aceptar. Asumir la complejidad del mundo y de los seres humanos para no caer en falsas soluciones, que sólo sirven para agravar las dificultades y convertirlas en serios problemas. Grabarme a fuego la idea perfectamente resumida en la frase de Robert Ardrey: “Mientras perseguimos lo inalcanzable, hacemos imposible lo realizable”. Aprender a moverme entre los extremos (transformación – aceptación) de forma lo más coherente posible con mis valores e ideales. Y también tuve que asumir que actuar en coherencia con los propios valores tiene muchos beneficios para mi mundo interior (refuerzos internos: satisfacción, coherencia, sentido…). Pero también puede tener consecuencias negativas respecto a mi mundo exterior, ya que mantenerse firme en unos principios podría limitar las oportunidades de encontrar un trabajo, de conservarlo o de mejorar a nivel laboral. En resumen, puede significar una pérdida de refuerzos externos, como por ejemplo: sueldo regular, ambiente de trabajo saludable y cumplimiento de objetivos. Tres aspectos que conectan con tres necesidades de la pirámide de Maslow: seguridad, afiliación y reconocimiento.
Aceptar las consecuencias negativas de una forma de actuar que consideramos esencialmente positiva es una de las tareas más complicadas que uno puede llevar a cabo. Pero es un desafío del que se puede salir muy fortalecido. Con una lección aprendida: te sentirás mejor contigo mismo si eres consecuente con tus valores, pero las consecuencias del mundo externo serán inevitables. Uno debe ser libre de elegir un camino sabiendo que ninguno es perfecto, todo depende de las circunstancias particulares y de las prioridades en cada momento. Los valores son la mejor brújula que tenemos en nuestra vida, pero no siempre te llevan a lugares agradables y placenteros. A veces, la necesidad de autorrealización interfiere con otras más básicas (reconocimiento, afiliación, seguridad y fisiología). A partir de esa consideración, uno debe hacerse responsable de las propias decisiones.
Un ejemplo paradigmático de esto es el caso de Ana Garrido. Una de las personas que resultó clave para destapar la trama “Gürtel” y ha padecido las consecuencias negativas de su admirable y valiente comportamiento:
“La testigo clave de la Gürtel vende sus objetos personales para subsistir. Ana Garrido deja su casa al estar ‘arruinada’ tras verse inmersa en numerosos pleitos judiciales desde que denunció la trama Gürtel de Boadilla: ‘Si no hubiera denunciado, hoy no estaría en esta situación, seguiría con mi puesto fijo en el Ayuntamiento’, explica. También tenía otra opción: ‘Estar forrada con todas las ofertas que me han hecho por callarme’. Sin embargo, no se arrepiente de haber destapado la trama en la localidad madrileña y ‘lo volvería a hacer a pesar de lo que sé hoy’. ‘Es cuestión de principios’, asegura. Para ella esto es parte de su camino, ‘un paso más dentro de mi lucha contra la corrupción’. ‘Ahora soy activista’, señala con orgullo y dice sentirse muy apoyada por asociaciones y personas anónimas. ‘Mucha gente me está ayudando para que pueda comer’, cuenta.”
Para finalizar, me ha parecido apropiado incluir en este texto la pirámide de niveles neurológicos de R. Dilts, basada en la teoría de niveles lógicos de Gregory Bateson. Considero que puede ayudar a organizar mejor la información de este artículo, a reflexionar acerca de la situación que ocupan los valores en esta pirámide y a estudiar su relación con el resto de niveles neurológicos. En todo caso, dedicaré otro artículo a comentarla en más detalle porque me parece una herramienta muy útil e interesante.
9. Piramide niveles logicos
Pirámide de niveles neurológicos de R. Dilts, basada en la teoría de niveles lógicos de Gregory Bateson
Todas las experiencias que vivimos pueden tener un impacto que nos lleve a evolucionar o desarrollarnos tanto en el ámbito personal como en el profesional. Todo lo que experimentamos puede hacernos mejores personas y mejores profesionales. Especialmente si recordamos siempre la estrecha e íntima conexión entre los dos ámbitos. Si somos capaces de establecer una buena relación entre nosotros mismos y nuestros valores, conociendo los mecanismos psicológicos, emocionales y sociales en los que están involucrados. En definitiva, conociendo el valor de los valores.
Aitor Berástegui Peris 

FUENTE: https://eurekabenimaclet.wordpress.com/2016/05/04/el-valor-de-los-valores/
http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo

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