Narcisismo, homosexualidad y ética en la adolescencia

La adolescencia es la etapa en la que se consolida una ética dirigida al mundo extra familiar. Los rígidos ideales de este período son el producto de este proceso. Hasta el momento la moral era lo que gobernaba la conducta dentro de la familia o en los espacios relacionados con ella como ser la escuela, parientes y amigos.
Para explicar como se produce este cambio hay que dar un rodeo. En la adolescencia se produce una regresión que llega al punto de fijación narcisista. Esta regresión tiene aspectos operatorios; el adolescente temprano, compelido por sus cambios corporales sale a explorar el mundo con muy pocas armas. Recién salido de la niñez se encuentra muy mal preparado, tanto para hacerse cargo de sus impulsos como de los efectos que provoca con su conducta. Los frecuentes encontronazos, papelones y fracasos hacen patente su impotencia y, para defenderse de ella, se refugia en aquel estado en que nada de esto pasaba: el narcisismo de la niñez. Claro está que lo que hace no encuentra el mismo eco que producía entonces. Los aplausos que recibía o la gracia que causaba, son ahora reemplazados por reprimendas o desprecio. Un muchacho de esa edad que manifieste caprichos o que se aísle en ensoñaciones en lugar de hacer sus tareas, no puede sino sufrir rechazo. De cualquier manera, el retorno al narcisismo constituye una forma de protección y descanso, y el adolescente recurrirá a él cada vez que se vea abrumado por las circunstancias.
Recordemos que el narcisismo es una etapa del desarrollo en la que ni la represión ni la sublimación tienen lugar; es aquella época en la que "La enfermedad, la muerte, la renuncia al placer y la limitación de la propia voluntad han de desaparecer para él".
Existe un narcisismo "de nacimiento", la primera expresión de ese amor por sí mismo que durará, aunque muy atenuado, mientras dure la vida. Este estado sufrirá muchas restricciones a lo largo de la existencia. Desde el comienzo, sin ir más lejos, el pecho no estará siempre disponible, porque será la madre la que regule la demora con la que satisface sus necesidades.
Pero en ese caso el bebé posee un arma poderosa: la alucinación. En lugar de desgastarse berreando y pataleando, el nene estira sus labios, como si tuviera entre ellos el pecho, y realiza movimientos de succión. El invento del chupete es producto de haber observado este fenómeno. La realización alucinatoria de deseos es el paradigma del narcisismo.
A pesar de la resistencia a abandonar tan cómodo estado, el narcisismo va siendo erosionado por la realidad. Los reproches de padres y maestros y la sensación de impotencia que asalta al niño a cada vuelta de la esquina producen gran mengua en el narcisismo.
Pero lo que le pone fin es la amenaza de castración. El contenido es más o menos este: "Si no te dejas de intentar seducir a mamá y de tocarte el pene, te lo voy a cortar". Claro está que en nuestra época rara vez se la formula de esta manera, pero el niño interpreta así cualquier reprimenda que sea proferida en el momento oportuno. Dicho momento es cuando el nene ha encontrado que tocarse el pene es una fuente de placer y cuando muestra el mayor enamoramiento de la madre.
Para evitar que esta amenaza se concrete, el niño se aviene a abandonar su objeto incestuoso, a reprimir parte de sus pulsiones y a sublimar el resto pero sólo aceptará estas limitaciones a condición de poder construir el ideal del yo.
Sin embargo el ideal del yo por sí sólo no restituye el narcisismo inicial, la diferencia entre el antes y el después consiste en que, en un caso estas grandezas poseían actualidad, ya que él era his majesty the baby, mientras que luego de la formación del ideal estarán en un futuro condicional, podrá ser his majesty, pero antes tendrá que trabajar para ello, tendrá que reprimir y sublimar.
El yo se divide entonces, en un ideal que exige el cumplimiento de metas y en un yo que se afana en satisfacerlas. Cuanto más lejos se encuentre de cumplir con esas metas, más desgraciado se sentirá el sujeto, en tanto que cuando más se acerque a cumplirlas, mayor será su autoestima. Una relación siempre variable, tanto cuanto puede cambiar la autoestima de una persona, en diferentes momentos de su vida.
Podemos decir entonces que de esa escisión del yo nace el impulso sin el cual, tanto represión como sublimación, serían imposibles.
El adolescente, en su tendencia regresiva a refugiarse en el narcisismo, se ubica en el momento en que se creó el ideal del yo. Consecuentemente se actualizan la lucha y los dramas de esa época.
Por un lado se erotiza nuevamente el vínculo con la madre, ahora agravado por la posibilidad física de realización que no existía en la infancia. Contra estos impulsos se levantan defensas como las descriptas en la ficha 2 (peleas con la madre, rechazo de las mujeres en general etc.) A pesar de esto la relación con las chicas seguirá su curso y finalmente -después de marchas y contramarchas- la libido heterosexual encontrará su cauce y tendrán lugar los procesos de descarga correspondientes.
Otra cosa ocurre con respecto al vínculo con el padre, que ha sido durante la infancia y la adolescencia temprana el modelo del hijo.
Cuando uno quiere ser "algo" o "como alguien", recurre a la idealización. La persona o situación es colmada de cualidades y poderes que en una observación más serena no se encontrarían. Es una preciosa ayuda para la tarea que demanda el proceso de cambio; si un alumno, por ejemplo, no idealiza hasta cierto punto una profesión, difícilmente podrá realizar los esfuerzos para recibirse. Por otro lado, la idealización es un componente infaltable en el enamoramiento, se ama lo que se idealiza y se idealiza lo que se ama.
Por esto el niño desarrolla un intenso amor hacia el padre que luego hereda el adolescente. ¿Qué hacer con estos sentimientos?, sin duda son los más difíciles de ubicar para un adolescente heterosexual. Hemos visto algunos mecanismos de defensa en la ficha 2, pero ni aún con ellos alcanza para elaborar esta situación.
Freud dice, en Introducción del Narcisismo, que el ideal moviliza grandes magnitudes de libido homosexual que encuentran en su mantenimiento y preservación una derivación y una satisfacción. Esto quiere decir que la libido homosexual, que se ha retirado del padre, sirve ahora para mantener en alto al ideal, conservar al ideal separado del yo; esto es que siempre le falte algo al yo para alcanzar al ideal, cualquiera que sea el éxito de lo que emprenda.
Las patologías graves muestran las consecuencias del fracaso de este proceso. En las psicosis se dan simultáneamente tres tipos de síntomas: la megalomanía, la caída de las sublimaciones y la homosexualidad delirante, trataremos de explicar como se relacionan con lo que dijimos anteriormente y con la regresión narcisista de los adolescentes.
La megalomanía es el producto de la retracción de la libido de los objetos y su colocación en el yo. El sujeto sufre de delirios de grandeza a la vez que siente que el mundo se ha destruido. En las psicosis esto se produce en forma literal y se llama vivencia de fin de mundo, pero en los neuróticos y también en los adolescentes, se pueden observar fenómenos que, aunque de menor cuantía, responden al mismo proceso. Así los adolescentes pasan por períodos en los que la atención está puesta casi totalmente en sí mismos (muchas veces en sus cuerpos) y simultáneamente muestran un exasperante desinterés por el mundo.
Ahora ¿Qué pasa en estos casos con el yo y su ideal? Si la persona está megalómana, en ese momento siente que él mismo es su propio ideal; finalmente lo ha alcanzado y goza de esa inefable sensación de grandeza. La separación entre yo e ideal del yo ha desaparecido recreando, por así decir, la situación narcisista de la infancia.
Por otro lado se produce la caída de las sublimaciones. La persona que había sido capaz de realizar sus tareas correctamente o incluso de manera encomiable, se convierte prácticamente en un inútil; el adolescente pasa períodos de rendimiento bajísimo en el colegio y el psicótico abandona su trabajo. La explicación es sencilla: para que tomarse el trabajo que implica la sublimación libidinal, si ya se ha alcanzado el ideal. Recordar que Freud decía en Introducción del Narcisismo que la formación del ideal del yo era condición de la represión y estímulo para la sublimación.
Por último está la cuestión homosexual. Los psicóticos caen en delirios generalmente de persecución homosexual, el perseguidor los acosa para utilizarlos sexualmente (homosexualmente). Esto se debe a que han retirado la libido homosexual que estaba al servicio de mantener al ideal y la han dirigido hacia el objeto perseguidor. La proyección hará el resto: "no soy yo el que lo amo, es él el que me desea a mí".
En los adolescentes se producen con frecuencia relaciones muy estrechas, que podemos considerar de gran intensidad homosexual, que cuando se vuelven demasiado peligrosas, culminan en peleas en las que encontramos el equivalente atenuado de los delirios persecutorios.
Resumiendo: como consecuencia de la regresión narcisista, que se da, tanto en las patologías graves, como en los adolescentes, inferimos que el ideal del yo se ha vuelto a unir al yo. Como resultado tenemos
a)Megalomanía
b)Desinterés por el mundo
c)Caída de las sublimaciones
d)Delirio homosexual persecutorio o equivalentes menos graves
Ahora podemos volver al tema de la ética. El ideal del yo se forma, como vimos, al servicio de reprimir y sublimar los impulsos prohibidos y su causa es la amenaza de castración. Es decir en esa instancia está el código de lo que se puede hacer y lo que no, de lo que se debe y lo que no. Cuando se forma ,el niño es muy chico aún y los mandatos se refieren fundamentalmente a la prohibición del incesto y a sus derivados: el respeto a los padres y la obediencia a lo que ordenen. Pero, cuando el adolescente se sumerge otra vez en esa etapa conducido por la regresión, los requerimientos serán otros; deberá sancionar un código que le permita interpretar las normas de la sociedad y actuar en consecuencia.
El fragor de esta tarea es el que hace que los adolescentes sean proverbialmente fanáticos e idealistas y que adopten normas rígidas religiosas o políticas. Esto es lo que los vuelve jueces tan severos, sobre todo de sus padres, pero también de sus compañeros cuando creen que han fallado. Hay que entender que están reacondicionando el sistema de ética que es su ideal del yo, para enfrentarse a sus impulsos por un lado y a la sociedad por el otro. De acuerdo a como lo realicen será su adaptación a su realidad social.

FUENTE: http://www.tesera.8m.com/narci.htm
http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo

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