El padre "desautorizado"



Por Alberto Eiguer

En nuestra sociedad, el eclipsamiento de la figura del padre parece ser la norma. Es como "desautorizado" por sus prójimos y/o él se "desautoriza" a sí mismo. Se debilita su función de autoridad, así como incluso la de la madre. Pasamos de una sociedad donde el padre idealizado recibía toda la consideración y todos los honores de su familia, a una sociedad donde la madre recibía más que en el pasado, luego, actualmente, a una sociedad en donde el niño rey polariza toda la atención. Puede preguntarse si el desmoronamiento de la autoridad del padre se debe al hecho de que no resistió a la desaparición de la sociedad patriarcal, que garantizaba e incluso favorecía el despotismo y la arbitrariedad. La inmadurez del niño, que es un hecho natural, permitía los abusos, como eso es frecuente en los grupos donde poseer un conocimiento o una calidad es un buen pretexto como para creerse superior y así autorizarse a ejercer un poder sobre los demás. Eso conduce precisamente a negar el hecho de que cada uno tiene necesidad del otro. Una distinción merece realizarse entre la responsabilidad en familia, que siempre se comparte, y la omnisciencia, que es el producto de un narcisismo exacerbado.
En las familias que vienen a vernos, el parentificación del niño no es excepcional. En el hogar, se suele consultar a los niños sobre las decisiones que deben tomarse. No contentos de emitir su dictamen llegan hasta tiranizar a los otros miembros de la familia. A la menor observación, los niños pueden quejarse de ser víctimas de violencia. Por ello, las barreras entre generaciones se perturban, bajo pretexto de igualitarismo, una de cuyas manifestaciones es la delegación precoz de responsabilidades al niño "para su preparación a la vida adulta", mientras que por lo contrario el niño tiene generalmente miedo de crecer. Tiene deseo de aprovechar de las posibilidades ofrecidas por el juego y las mediaciones imaginarias consubstanciales con su edad.
Por estos mismos mecanismos, las diferencias entre los sexos tienden a esfumarse. Incluso entre los especialistas, los conceptos de "padres" o de "parentali-dad" se substituyen a menudo a las de padre y madre. Si la parentalidad confusa es una figura principal de la psicopatología (G. Decherf, E. Darchis, L. Knéra, 2003), ya es sugerida por el uso excesivo de la idea misma de parentalidad (cf. A. Loncan, 2004). El debilitamiento de la autoridad parental y el descrédito del padre, o incluso las sospechas que suelen pesar sobre él, privan a los miembros de la familia de un modelo que estructura, el que emana del padre simbólico .
¿Qué se quiere significar por allí? En primer lugar, se destaca que el lugar del padre no significa a la persona del padre, ya que éste puede o no ocuparlo. En segundo lugar, se quiere decir que el lugar del padre tiene una función organizadora del conjunto de la familia, gracias a dos conceptos clave: distribución y disponibilidad. Es decir la situación del padre instaura la diferencia de los sexos, de las generaciones, de las identidades y vínculos, y así la capacidad individual para establecer aquellas diferencias lógicas necesarias para que el pensamiento se desarrolle. Cada uno de los miembros de la familia tiene un lugar, roles y funciones propios. Puede también asumir una función distinta de la que se le asigna pero depende siempre del consenso de los otros.
Desvíos
C uando el padre se convierte en despótico, quizá recurre a una astucia desesperada a fin de afirmar un poder que se le escapa. ¿Pero qué es lo que se espera de un padre? Que sea capaz de escucha cuando se viene a hablarle de una dificultad o pedirle ayuda. Es decir, que esté en condiciones de entendernos y, si es posible, orientarnos o asistirnos. Ahora bien, el padre contemporáneo tiende a ofrecer cosas materiales, objetos, dinero si posee, y/o a dar directivas sobre las acciones que deben emprenderse. Eso puede ser útil, pero a menudo el niño siente que no se escucharon su malestar y su desamparo. Este último se vive más bien en incapaz, porque se le ofrecieron soluciones y no aquellos instrumentos que le habrían permitido que él mismo encuentre las soluciones adaptadas a su deseo.
Este hombre inteligente, Irénée , no podía rechazar nada a sus dos hijos. Inspirado por lecturas psicoanalíticas, de las que dedujo que era necesario satisfacer siempre los deseos de los niños, les ofrecía mil regalos, juegos, libros, estancias en el extranjero, a menudo sin discutir el objetivo ni la utilidad. Apenas expresaban un anhelo, Irénée abría su cartera. Su propio padre había muerto cuando tenía ocho años. Nadie le "explicó lo que es un padre"; nunca ha visto actuar a un padre. Su madre, que quedóse sola para el resto de sus días, le había pedido asumir los roles de camarada y padre de familia. Durante mucho tiempo, eso lo halagó, sobre todo que supo arreglárselas relativamente bien. Se convirtió en un "joven activo e inventivo". Pero cuando le tocó ser padre, la angustia lo invadió. Entonces se comportó según su costumbre: actuó solo, siguiendo sus intuiciones y sin la ayuda de su esposa, sin embargo muy disponible como para asociarse con él en la educación de los niños. A continuación jugó el papel de la "camaradería entre muchachos", pretendiendo complacerles en todo, estimularles su auto-estima, discurrir con ellos sobre "todo tema", en particular durante largas conversaciones donde se hablaba mucho de su superioridad intelectual (de los tres).
La adolescencia de los hijos dejó sorprendido a este padre ante sus reacciones de rechazo: "Prefiero no hablarte porque si no nos sentimos invadidos"; “Uno se siente un idiota contigo”; “Es mejor equivocarse completamente solo que hacer las cosas bien con tus consejos.” Fue la ducha fría, la decepción, la mortificación para este padre que había querido ser perfecto. A continuación se preguntó el origen de todo eso, lamentando haber querido autogenerarse como padre.
¿Los hijos querían hacer lo mismo? Irénée tenía miedo de su progenitura; quizá de la repetición del destino trágico de su propio padre. Debió aceptar la idea según la cual la muerte de este último le había dado la ocasión de crecer rápidamente y parentificarse.
En nombre de la liberación del deseo, una forma de dificultad puede instaurarse. ¿La ideología de la libertad conduce a la ruina de la libertad? Tras este ejemplo, podemos preguntarnos lo que se espera aún del padre. Se espera que acepte que el hijo se identifique con él y a pesar suyo. A continuación que sea capaz de diferir sus impulsos o de sublimarlos, y así controlar sus apetitos. Ahora bien, como Irénée, el padre contemporáneo se muestra a menudo demasiado desbordado por sus excitaciones. Por una parte, porque es demasiado propenso a verter sobre sus prójimos las angustias que surgen a raíz de su vida profesional, en donde por lo demás intenta restaurar su narcisismo viril maltratado; por otra parte, porque piensa que pierde de su ascendiente sobre la familia. Puede querer realizar todos los roles, madre, hermano y hasta amigo de sus niños. O para evitar que su poder le escape, puede intentar utilizar la seducción para controlar mejor a los prójimos. El problema aparece cuando el padre utiliza su sexualidad de adulto a tal efecto: la exposición de su desnudez o su sexualidad, la propuesta para observar casetes porno, las confidencias sobre su vida erótica, todo eso con el fin de impresionar a sus retoños. Estos últimos se sienten entonces desbordados de excitación y abrumados. El acting incestuoso no es más que el ejemplo extremo de una serie de actitudes donde la utilización de la sexualidad está destinada a acentuar el dominio sobre el otro.
Ahora bien, ¿hay un nuevo lugar para el padre en la familia igualitaria? Por cierto. Está del lado de la palabra, la escucha, el onirismo, en la búsqueda de las fuentes originarias y trans-generacionales comunes. El narcisismo trófico de cada uno de los miembros de la familia inspirará un narcisismo groupal remozado. El padre contemporáneo existirá mientras admitirá su castración: ¿Sabrá colocarse de lado cuando no tiene por qué estar allí? ¿Sabrá cuándo ubicarse allí donde no hay nadie? Habría incluso un peligro en decir que un padre puede también maternar, dar el biberón, etc, ya que ello lo reduce a un papel mecánico (D. Coum, 2004). En una colectividad, hay tareas para llenar y gente que está o no disponible para hacerlas (quiero decir psicológicamente disponibles). Cuando el padre separa a la madre de su niño, él mismo se retira, al mismo tiempo puede acoger a su esposa y se muestra preparado para escuchar al niño.
Si el padre es diferente del genitor (familias que recurren a la asistencia médica a la procreación, adoptiva, recompuesta), construirá su rol por la investudura de los otros miembros que le proponen un modelo de lo paternal. Si no está presente o no está más allí (monoparentalidad), será otro, abuelo, tío, amigo, que servirá de referencia.
¿En qué y cómo la teoría de los vínculos familiares permite que la interpretación de la función paternal sea más accesible?
Para el psicoanalista familiar, cada una de las funciones familiares se vincula a la vez con el conjunto y con las otras funciones.
A. La función del padre encontrará un sentido en la inter-funcionalidad de los vínculos. Es decir, está en articulación con las de la madre, el niño y el objeto transgeneracional. El padre se sentirá en su emplazamiento en la medida en que los otros miembros de la familia lo invistan como padre, por la forma en que se lo considera, es tratado y es solicitado como tal. Los otros miembros le devuelven una representación de padre; él reaccionará ajustándose o no a esta representación. El padre es esposo también; el funcionamiento de la pareja desempeña un papel importante en la dinámica de la función paternal. Se puede decir que lo maternal de la madre contribuye a trabajar lo paternal del padre, y recíprocamente, como lo masculino del esposo contribuye para que lo femenino de la esposa se expresa y se desenvuelva (A. Eiguer, 2002). La madre solicita al padre y le predispone a funcionar de una determinada manera, y puede, en algunas situaciones, obstaculizar el desarrollo de esta función. Nadie es padre por sí mismo. El padre es hecho por otros. Es la familia quien lo hace.
B. En resonancia con estas ideas, se sugiere habitualmente que el padre es aquel que la madre designa como el genitor. Ahora bien, esta idea, por correcta que parezca, no es suficiente como para describir la polisemia de la función paterna. Hace hincapié en la conmemoración, es decir en un momento clave, la concepción del niño. A continuación esta conmemoración se menciona en el discurso de la madre, lo que implica a la vez un vínculo, el de una pareja que hace el amor, un reconocimiento y su explicación. Pero una función se trabaja todos los días, es decir, en lo cotidiano de la relación entre el padre y sus allegados, con sus ritmos y su sensorialidad (O. Avron, 1990). Por ello el padre podrá afirmar el valor de su función. No digo probar, ya que si tendría algo que probar ello lo pondría a priori en posición de debilidad. Hay mil de maneras de decidir como padre, de calmar la angustia como padre, de asegurar como padre, de responder a las provocaciones como padre, de asumir sus errores como padre, de dar esperanza como padre, de transmitir su conocimiento como padre, de divertirse como padre, y eso en el placer de estar allí. Cada padre tendrá su estilo; ello agradará o irritará, pero será su sello. Más ampliamente, el estilo de la familia estar marcado por él, así como el de la identidad del grupo.
El hecho de que la familia viva bajo un mismo techo da múltiples ocasiones a sus miembros de expresar su afecto; cada día, construyen la filiación. Esta idea se desarrolla en mi obra El inconsciente de la casa . Para describir esta multiplicidad de transferencias y gestos diarios, encuentro indispensable añadir en adelante el vínculo de cohabitación familiar a los vínculos de parentesco habitualmente propuestos.
C. La función del padre está sobredeterminada por figuras colectivas como los mitos familiares . Estos últimos destacan las expectativas relativas a la forma en que la función paternal debe declinarse. El mito implica una creencia y una interfan-tasmatización particular. Ésta dibuja su figuración en el originario de los miembros de la familia (F. Aubertel, 1993; F. André-Fustier, F. Aubertel, 1991). Una de las características de lo originario es que tiende a asociarse al del otro, para constituir un tesoro de proto-representaciones, alimentando el sentimiento de afiliación. Conviene recordar aquí que, en nuestras reflexiones, la afiliación se opone a la filiación, al vínculo que establecemos con nuestro padre o nuestra madre. Pero desde un determinado punto de vista, afiliación y filiación no están en contradicción entre ellas, ya que remiten ambas al sentimiento familiar, el de la pertenencia a un grupo único, singular, vivido como superior, mitificado incluso. Por vías independientes pero convergentes, la afiliación y la filiación modelan este último sentimiento. El amor en familia no es sino el de un prójimo, es el que se siente hacia algun otro, quien nos vincula con él por una multitud de aspectos. Cuando el vínculo filial se problematiza, nos replegamos sobre lo afiliativo, para encontrar un amor familiar un tanto no diferenciado pero tranquilizante. Lo filial lleva en él la diferenciación: nos tranquiliza a su vez sobre nuestra capacidad para reconocernos como individuos, por lo tanto distintos. Si el grupo familiar sufre por conflictos que nos hacen temer su estallido, podemos refugiarnos en el vínculo filial con uno de nuestros padres.
D. No obstante cuando el grupo familiar es desequilibrado por fuerzas disruptivas, la desaparición de los límites entre los sujetos altera incluso la definición de cada función. El lugar queda entonces para la aparición en familia de líderes antipaternales/antiley, como el perverso-narcisista, el líder incestual, el abusador sexual. La clínica de la familia del psicópata lo confirma.
E. La teoría analítica del vínculo hace hincapié así en la puesta en escena intersubjetiva de los vínculos y funciones de la familia. Pero la dimensión intrasubjectiva es importante, ello es evidente. ¿"Te sientes tu el padre de esta familia?", puede preguntar el adolescente. No le pide solamente cómo se vive (subjetivamente) en tanto que padre. El hijo hace una demanda, espera una reflexión en el padre, un despertar, desea quizá que reaccione. Así habrá contribuido a forjar al padre.
F. El modelo paternal es transportado por las representaciones transgénéra-tionnelles (envoltura genealógica, E. Granjon, 1998). Innumerables padres quieren aparecer como los artesanos de la transmisión; en realidad, no son más que sus intermediarios - lo que es ya importante: ministros de Ley, portavoce de la relación, representantes de las generaciones que lo preceden. Eso no da al padre más prerrogativas que a cualquier otro miembro de la familia. No obstante este lugar lo pone en una posición particular, por una parte, de legitimidad y por otra parte, de responsabilidad relativa a la transmisión de estas herencias. Se es padre y al mismo tiempo no se lo es.
G. El padre está entonces vinculado con la violencia que está implícita en toda transmisión, pues todo vástago debe admitir haber nacido en cienta familia, la suya, de padres como los suyos, descender de determinados ancestros. Se ve obligado de aceptar ser educado por sus padres y en su idioma, soportar sus fantasías y sus dificultades también. Nadie le pregunta si está de acuerdo. ¿Puede hallarse mayor arbitrariedad? (J. Dor, 1989.) En cuanto al padre no está únicamente asociado con esta arbotrariedad, sino que está a su vez obligado de asumirla. Si se refusaría a llevar a cabo esta violencia de la transmisión, se desautorizaría, se desmentiría él mismo. El padre se inscribe entonces necesariamente en una posición de fuerza.
H. Destacamos la relatividad de toda posición auto-identicatoria, la función del padre está atravezada en consecuencia por paradojas. Eso no impide que el padre sea activo en la puesta en marcha de un movimiento, de un impulso. La teoría grupo- analítica familiar cuestiona los conceptos de individualidad e identidad para hacer resaltar otra identidad. Lo que la caracteriza es el reconocimiento en el originario común a los miembros de la familia de una capacidad en estrechar los vínculos y dar así consistencia al "nosotros" familiar.
El padre irresoluto
Las terapias familiares psicoanalíticas (TFP) ponen de manifiesto que las funciones del padre, la madre y el niño pueden construirse entre varios. El poder, es poder decirlo. Al reconsiderar los casos que he tratado, tuve la sorpresa de constatar que un gran número de familias en dificultad sufren del evaporamiento paterno. Las TFP permitieron superar el callejón sin salida al mismo tiempo que el ejercicio de la función paternal se volvió más firme.
Mi segunda comprobación fue que la elaboración de las referencias transgeneracionales constituyó un paso vital para esta evolución. En los linajes, los antepasados y los abuelos masculinos se presentan frecuentemente como frágiles, defectuosos, que abandonan y son poco fiables, a veces son rechazados por la familia porque cometieron actos considerados como innobles. Con estos apoyos míticos y legendario, la función paternal es así devaluada. Fue el caso de la familia Leman, donde dos varoncitos fueron concebidos por inseminación con donante; el abuelo paternal había desaparecido de la noche a la manana. Más tarde el nuevo cónyuge de la abuela paternal se mantuvo al margen de la educación de los niños por largo tiempo.
En distintas familias recompuestas, escucho decir que el padrastro no se atreve a acercarse a los niños, posición que puede fundamentar con argumentos de conveniencia ("de todas maneras, no soy el padre"). Frecuentemente, eso consolida un criterio colectivo: "No debes meterte ahí." Si lo hace, se ve criticado. Muchas veces se considera al padrastro o al abuelo como que quiere decidirlo todo. Cuando intentan tomar iniciativas, pueden ridiculizarles o acusarles de no respetar el dictamen de la madre. Etc. Las cosas se empeoran cuando hay una alianza entre dos mujeres, la madre y su propia madre o su hermana, por ejemplo. A menudo eso paraliza al padre, a la vez con gran deseo y fascinado en observar la armonía narcisista (gemela) de tal concordato.
En el caso de la familia de Noémie, de 13 años, bulímica, los padres divorciados toman conciencia que sus dificultades habían complicado su educación cuando deciden venir en TFP (vista en co-terapia, dos colegas mujeres y yo mismo). Kévin, el padre divorciado aparece como el "monstruo" que "había abandonado a" su familia sin dar noticias durante años. Hoy quiere reparar su ausencia pero es el objeto de amargas críticas de su hija y su exesposa, Marie-Ange.
La TFP permite reconstruir la trayectoria de la función paternal sobre varias generaciones, entre padres déspotas, incestuosos y ausentes. El padre dice hoy que si huyó de sus responsabilidades, fue para ir a buscar un padre con carisma. En realidad siempre temió el verse encerrado entre dos mujeres.
La etapa siguiente de la terapia familiar ve aparecer a Thomas, el amigo actual de la madre. Kevin decide ir a vivir al extranjero, sin que nos exponga mucho sobre sus motivaciones. Se sabrá que su mujer actual está preñada y que va pronto tener su parto. La cuestión de la integración de Thomas a las sesiones se plantea. Muy desconfiandas, la madre y Noémie dicen que es realmente "muy malévolo" y que puede "cuestionar los progresos de la terapia familiar". Por supuesto, eso no nos desalienta. Dos meses más tarde, Thomas "acepta" venir después de largas transacciones. Constatamos que no es en absoluto el ogro que presentaban y que se muestra al contrario feliz de esta solicitación. En la medida en que no tuvo niños, dice haber esperado que se lo reconociera en una posición de padre a fin de aprovechar su experiencia como tío y de orientar entonces la educación de Noémie. Hasta ahora no lo deseaba porque Kévin estaba allí... pero básicamente quería "que se lo pidiera". Admitirá más tarde que esta demanda lo gratifica y que tiene necesidad que se le reconozca.
Para nosotros, aparece como un hombre severo pero que calma el juego, lo que ayuda ciertamente a Marie-Ange. Nos enteramos también de que Thomas se instaló en la casa desde hace algunos meses. Eso contribuyó al acercamiento con Noémie, quien lo escucha más que a su padre biológico. Su punto de vista fue determinante en la mejor disposición actual de Noémie para con sus estudios. Le habría hecho un "sermón eficaz", según la adolescente. Este hombre seguro de sí mismo había mostrado curiosamente una gran vacilación antes de instalarse en la casa. ¿Miedo de lo femenino representado por estas dos mujeres ciertamente afectuosas pero excesivas? ¿Miedo de usurpar el papel del padre biológico?
Para poder ser padre, parece importante que se admita haber querido matar el padre. En verdad se "mata" siempre uno, el que está en la cabeza de la madre.
La casa familiar es el terreno de estas mismas dificultades que existen para reconstruir el parentesco, pero su investidura mejoró el entendimiento entre estos seres ávidos de amor y continuidad. Era necesario no obstante poder autorizárselo.
Conclusiones
Cuando anima tanto el espíritu del niño, la madre, el padre, como el de la familia en su conjunto, la omnipotencia fálica conspira en cada caso contra el desarrollo de lo paternal. Oponiéndose a la imagen del padre irresoluto, el padre parece emerger cuando acepta que, para ser padre, debe asumir la violencia de su función, la violencia de la transmisión, la de ser diferente y ser el heraldo de la diferenciación; como así el hecho de decir "no" y de callar sus angustias. Ser singular supone estar solo y ser un poco secreto, acoger las ineludibles proyecciones para devolverlas en palabras. Su cargo no es descargarse, sino el de asumir las cargas demasiado pesadas y las tareas demasiado difíciles para los demás. En este movimiento, debe quizá hacer frente a su deseo de eliminar. ¿Eliminar que? Su padre, los padres que lo precedieron, como debe admitir que será eliminado por los que van a sucederle.
Autoridad y autor tienen la misma raíz, ¿pero quién es el autor de la autoridad del padre? La función paternal se construye en y por el psiquismo groupal familiar; éste fomenta el despliegue de lugares y funciones, incita, estimula, "renarcisiza", libera lo paternal. Por medio de desplazamientos transferenciales sucesivos, la TFP no hace más que facilitar este trabajo.
Bibliografía
  • Avron O. « Le psychodrame et l'émotionnalité groupale », Psychanalyse à l'Université, 1990, 60.
  • André, F., Aubertel F. « Spécificité de la chaîne associative familiale », Revue de psychothérapie psychanalytique de groupe, 1991, 17, 105-122.
  • Aubertel F. « Le lien familial », in André-Fustier F. (Dir.) L'écoute psychanalytique du groupe familial : concepts et praxis, Lyon, ADSPF, 1993, 11-26.
  • Coum D. (sous la direction) Qu'est que qu'un père ? Toulouse, Erès, 2004.
  • Decherf G., Darchis E., Knéra L; Souffrances dans la famille, Paris, In Press, 2003.
  • Dor J. Le père et sa fonction en psychanalyse, Paris, Points Hors Ligne, 1889.
  • Eiguer A. L'éveil de la conscience féminine, Paris, Bayard, 2002.
  • Eiguer A. L'inconscient de la maison, Paris, Dunod, 2004.
  • Granjon E. « Du retour du forclos généalogique aux retrouvailles avec l'ancêtre transférentiel », Le divan familial, 1998, 1, 155-172.
  • Loncan A. « Le parent est-il encore sexué ? », Cultures en mouvement, 2004, 66, 26-31.
Resumen
« El padre “desautorizado”. » En nuestra sociedad, el eclipsamiento de la figura del padre parece ser la regla. Su función de autoridad está debilitada. Al mismo tiempo, en las familias que nos consultan, la parentificación del nino no es excepcional. Luego de subrayar que la causa de estos cambios debiera ser buscada en el funcionamiento inconsciente familiar, el autor examina los aportes específicos de la teoría grupal, y sugiere que en la medida en que las funciones se labran recíprocamente, la del padre se construye en y por el psiquismo colectivo. Este último fomenta el despliegue de lugares y funciones, incita, estimula, libera. La omnipotencia fálica o pregenital los transtorna. La exposición de la terapia de una familia recompuesta muestra que los pasages sucesivos de la transferencia colectiva facilita la reconquista de la función paterna.
Palabras clave
Padre insulso/padre fálico, violencia, transgeneracional, trabajo de la TFP
Résumé
« Le père “désautorisé”. » Dans notre société, l'effacement de la figure du père paraît être la règle. Sa fonction d'autorité est affaiblie ; en même temps dans les familles qui viennent nous voir, la parentification de l'enfant n'est pas exceptionnelle. Après souligné que la cause des changements devrait être trouvée au niveau du fonctionnement inconscient familial, l'auteur examine les apports spécifiques de la théorie groupale ; il suggère que les fonctions se façonnent réciproquement ; celle du père se construit dans et par le psychisme collectif ; celui-ci fomente le déploiement de places et de fonctions, incite, stimule, libère. La toute-puissance phallique ou prégénitale les bouleverse. L'exposé de la thérapie d'une famille recomposée montre que les passages successifs du transfert collectif facilitent la reconquête de la place paternelle.
Mots clés
Père falot/père phallique, violence, transgénérationnel, travail de la TFP

Summary

“The « dis-authorized » father.” Within our society, the effacement of the father's figure seems to be the rule. His authority's function is weakened; in the same time, within the families which come to consult us, a child converted into a parent is non exceptional (parentification). After underlining that the origin of the changes should be found at the level of the familial unconscious, the author examines the specific contribution of the group theory; he suggests that the functions are worked each other. The function of the father is build within and by the shared psyche, which evolves, stimulates and frees the display of places and functions. The phallic or pre-genital omnipotence disrupts them. The account of a therapy with a reconstructed family shows that the successive comings and goings of the shared transference make easier the recovery of the fatherly place.

Key words

Lantern father/phallic father; violence; transgenerational.
Doctor Alberto Eiguer, psiquiatra, psicoanalista. Presidente de la Société française de thérapie familiale psychanalytique (SFTFP), 154, rue d'Alésia, 75014 Paris, Francia.
Este texto fue publicado en la revista Le divan familial , 2004, 13, 98-109, Paris, In Press, y traducido por el autor, con la autorización del editor.
 
http://www.uces.edu.ar/institutos/iaepcis/padre_desautorizado.php
http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo

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