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Validación emocional: ¿qué es y cómo practicarla?

Por  - 
No te preocupes.
No es para tanto.
Estas exagerando.
No te podés poner así por eso.
No vale la pena estar triste.
Todos hemos recibido alguna vez comunicaciones similares a éstas. 
Entonces, apenas las escuchamos, corremos a abrir la cajita de herramientas
para “cambiar lo que sentimos”, todos ilusionados, hasta que nos damos cuenta de que 
simplemente no podemos. La cajita resulta inútil, lo que sentimos es algo que no depende de 
nuestra voluntad. Por supuesto que una vez que una emoción se ha disparado, contamos con 
varios recursos para elegir cómo responder a ella, pero esa es otra historia.
Las emociones tienen siempre un disparador –un evento que las precipita; que no podamos 
identificarlo desde afuera no significa que la emoción surgió “de la nada”. Todos los seres 
humanos estamos preparados para experimentar todas las emociones ya que son parte del 
desarrollo evolutivo de nuestra especie y cumplen una función. En este sentido no hay tal cosa 
como emociones “buenas” o “malas”, “correctas” o “incorrectas”.
Vamos a decirlo de entrada: todas las emociones que experimente una persona son siempre 
válidas y tienen sentido.
Demás está decir que la mayoría de las veces cuando alguien nos dice “no te preocupes, no es 
nada” está tratando de ayudar, de calmar, de aliviar. Sus intenciones son buenas pero 
probablemente provoque el efecto contrario: hacernos sentir equivocados y dejarnos solos. 
A esto le llamamos invalidar: comunicarle al otro que lo siente es incorrecto, que debería sentir 
distinto, que no es comprensible lo que le pasa.
Básicamente, lo que está detrás de la comunicación invalidante es la NO aceptación de la 
experiencia emocional del otro.

Validar: una estrategia de Aceptación

Probablemente uno de los mayores aportes de la Terapia Dialectico-Conductual (DBT) haya 
sido la inclusión de la Validación como una de las estrategias centrales del tratamiento –si 
querés leer más sobre DBT click aquí-. De hecho es una terapia que estimula la presencia de 
una “dialéctica” entre estrategias de validación (aceptación) y estrategias de cambio, mientras 
que la mayoría de las psicoterapias que conocemos están orientadas principalmente al cambio 
solamente.
La validación por parte del terapeuta implica, de manera resumida, comunicar al paciente que 
sus respuestas emocionales tienen sentido y son entendibles dentro de su historia y/o contexto 
actual (Linehan, 1993). El terapeuta acepta las emociones del paciente y le comunica esta 
aceptación. Aceptarlas implica identificar esas respuestas, tomarlas seriamente, sin 
desatenderlas ni trivializarlas, con una actitud no juiciosa y describiéndolas de manera no 
peyorativa.
 Todas las emociones que experimente una persona son siempre válidas y tienen sentido
Básicamente, cuando un terapeuta DBT utiliza estrategias de validación emocional lo que hace 
es alguna de estas cuatro cosas (o varias a la vez):
1.      Ofrece oportunidades para la expresión emocional: el terapeuta escucha, clarifica y 
valida las emociones sin juzgarlas, dándoles lugar. Esto implica lo contrario a intentar controlar 
las emociones del paciente –intentar calmar las emociones rápidamente envía el mensaje de 
que son algo que no tendría que estar ahí, algo de lo que hay que deshacerse, justamente lo 
contrario a lo que se intenta al validar.
2.    Enseña habilidades de identificación y etiquetado de emociones: invita a observar con 
atención qué es lo que se está experimentando, a identificar los componentes de la emoción 
(disparadores, sensaciones corporales, impulsos de acción) y a poder nombrarlas.
3.    Lee las emociones: para esto es necesario que el terapeuta conozca bien al paciente y 
esté familiarizado con su cultura y contexto. Leer las emociones implica que con pocos 
elementos –como el evento precipitante o cierta postura corporal- el terapeuta puede darse cuenta de cuál es la emoción que puede estar sintiendo el paciente y comunicárselo a modo de hipótesis. Esto es casi siempre validante ya que comunica que la respuesta emocional del paciente es normal y entendible.
4.    Comunica la validez de la emoción: el terapeuta comunica que esa experiencia emocional 
es comprensible. Existen dos tipos de comprensión que puede comunicar. La primera es 
comunicar que la mayoría de las personas responderían a la situación disparadora de la 
emoción de la misma manera. La segunda es comunicar que la emoción es comprensible 
dadas sus experiencias pasadas de aprendizaje –incluso cuando otros hubieran reaccionado 
diferente, es entendible dentro de ese contexto.

Validación en la vida cotidiana

Podemos definir entonces a la validación como una práctica de aceptación profunda de las 
emociones del otro sin juzgar, sin aconsejar, sin intentar cambiar nada en ese momento. 
Cuando validamos, corroboramos la importancia de lo que siente la otra persona y lo 
tomamos como algo legítimo. En definitiva: comunicamos que nos importa su experiencia.
No tenemos que estar de acuerdo para validar, ni pensar que nosotros reaccionaríamos igual. 
Tampoco es necesario que nos parezca lógica la respuesta emocional. Si asumimos que todas las respuestas emocionales son producto de una historia de aprendizaje y un contexto particular, podremos entender que son siempre 
válidas, aunque no comprendamos del todo esa respuesta particular.
Tenemos muy buenas razones para practicar validación con las personas que tenemos a 
nuestro alrededor. La validación construye confianza y aumenta la intimidad en los vínculos, 
disminuye la sensación de aislamiento y alienta a que el otro experimente y acepte sus 
emociones.
La práctica de la validación suele generar también un aumento de la capacidad para la 
auto-validación emocional. Respetamos las emociones de los otros y también las propias, 
aceptándolas como parte de la experiencia de ser humanos.

¿Cómo la practicamos?

1) Prestando atención, escuchando al otro, mirándolo a los ojos: escuchar lo que dice 
atentamente, observar sus gestos, su tono de voz, su postura corporal; estar atento a lo que 
el otro expresa sin pensar en la respuesta que darás.
2) Aceptando con mente abierta la experiencia emocional del otro: cualquiera que sea la 
emoción que está sintiendo, es su emoción, y puede incluso ser dolorosa pero eso es parte 
de la condición humana. Es importante hacer lugar a todas las emociones, todas tienen un 
sentido.
Cuando validamos, corroboramos la importancia de lo que siente la otra persona y lo tomamos 
como algo legítimo
3) Identificar las emociones del otro y dar una respuesta empática sin aconsejar: aconsejar 
implica que algo de la situación debe cambiar, muestra que nos cuesta tolerar la presencia 
de la experiencia emocional. Si la otra persona no ha pedido consejo, darlo puede resultar
invalidante ya que puede dejar ver que consideramos que el otro no sabe cómo resolver sus 
problemas.
4) Ofrecer compañía: ofrecele permanecer a su lado durante la experiencia emocional; si no 
estás seguro de que eso es lo que el otro desea podés preguntar si desea estar solo, si quiere 
hablar sobre eso o si hay algo puntual que puedas hacer en ese momento. Es importante no 
emitir juicios ni valoraciones en esos momentos y estar dispuesto a dar no lo que uno cree que 
es mejor sino lo que es mejor desde la perspectiva del otro.
Una de las razones por las que nos cuesta tanto validar las emociones del otro es la ansiedad 
que sentimos por ayudarlo a sentirse mejor –y, de paso, sentirnos mejor nosotros. Nos cuesta 
hacer lugar a las emociones, en especial cuando son dolorosas o displacenteras. Nos duele 
que al otro le duela, que esté triste, que esté enojado y nos cuesta tolerar estar ahí para 
simplemente acompañar. Pero el riesgo de querer ahogar rápido esas emociones es alto: 
podríamos enseñar sin quererlo que las emociones dolorosas no deberían estar ahí, cuando 
en realidad son parte ineludible de la vida; podríamos estar comunicando que el otro no sabe 
cómo llevar una vida sin dolor, lo cual es en realidad una meta inalcanzable.
Para finalizar: no hay experiencias emocionales “positivas” sin las “negativas”. Quien no está 
dispuesto a sentir y aceptar el dolor poco a poco va perdiendo la capacidad para experimentar 
felicidad y alegría (Luciano Soriano & Salas, 2006). En este sentido, uno de los mejores 
regalos que podemos ofrecer es dar lugar a las emociones del otro –y a las propias-, las que 
fueren, porque todas contienen algo de verdad y de sentido y merecen ser experimentadas 
completamente.
Referencias
Linehan, M. (1993). Cognitive-behavioral treatment of borderline personality disorder. 
New York: NY: Guilford Press.
Luciano Soriano, M., & Salas, M. (2006). La terapia de aceptación y compromiso (ACT): 
Fundamentos, características y evidencia. Papeles Del Psicólogo, 27(2), 79–91.

FUENTE: 
http://www.psyciencia.com/2015/04/22/validacion-emocional-que-es-y-como-practicarla/?utm_source=Suscriptores+Psyciencia&utm_campaign=8b906d70b6-Resumen+Semanal+Psyciencia+2&utm_medium=email&utm_term=0_1aaa9dbe90-8b906d70b6-174791773

http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo

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