LA CIRCULARIDAD: EL SECRETO DE LAS RELACIONES (¡Y DEL MUNDO!)

No te miento en el título. Te voy a explicar algo que no entendía, y que ahora entiendo, al menos parcialmente. Digo esto porque tengo la sensación de que en unos años comprenderé más acerca de este importante concepto, que explica cómo funciona nuestra relación con las personas, las cosas, las emociones…
Este concepto es la circularidad. Y es algo que todo terapeuta debe conocer y aplicar en su trabajo, si quiere hacer las cosas bien.
Te lo explicaré con una metáfora:
Agarro un martillo. Un trozo de madera inerte unido a una sólida pieza de metal. 
Lo sujeto por el mango, para usarlo. Soy yo el que ejerce toda la acción. El que impone el movimiento, la fuerza, la dirección. 
El martillo no hace nada. No piensa, no se mueve, no tiene voluntad. Yo ejerzo mi influencia sobre el martillo, lo domino a mi antojo. Tengo todo el poder. Él, ninguno.
Entonces golpeo. Una vez, y otra, y después otra.
De pronto algo pasa. Me doy cuenta de que tengo que sujetar el martillo más fuerte con unos dedos que con otros para mantener el equilibrio de pesos (mucho en la punta, poco en la base).
Debo curvar mis dedos de una manera determinada y no otra. Adaptar mis músculos y articulaciones a la forma de su mango, forzándolos en algunos ángulos.
Golpeo un poco más. Aquí me roza. Corrijo el agarre. Ya me molesta menos. Ahora empezamos a entendernos. ¿Entenderme con un martillo? Eso en muy raro… 
Pasan los días. Mi mano adopta con facilidad la forma del mango en el agarre. Me ha salido un pequeño callo que me protege de las rozaduras. Tengo más fuerza en los músculos del pulgar y el índice y con el dedo pequeño soy capaz de corregir la dirección del golpeo en el último momento.
Por su parte el martillo me responde. La madera ha cedido un poco, dentro de sus posibilidades, donde mi mano se lo pedía. Y la cabeza de sólido metal se ha deformado con el golpeo para adaptarse a lo que mi trabajo demandaba.
Nuestra relación no tiene nada que ver a cuando empezamos. Mano y martillo se coordinan como un solo engranaje. El me sirve en mi trabajo. Yo le sirvo para cumplir con la función para la que fue construido. 
Acaricio la madera suave por el uso antes de sujetarlo.
Agarro el martillo y el martillo me agarra a mí.
¿Ves? Esto es la circularidad. Absolutamente todas las relaciones son circulares: la respuesta (o no respuesta) del otro me influye inevitablemente. Siempre. ¡Aunque sea un objeto “inerte”! 
Y si esto nos pasa con una cosa, imagina cómo funciona la circularidad dentro de las relaciones humanas.
La complejidad es infinita y si queremos crecer en nuestra relación debemos ser conscientes de la manera en la que nuestro comportamiento influye en el otro, y a su vez cómo su respuesta nos realimenta positiva o negativamente.
Solo comprendiendo esto podremos romper círculos y dinámicas patológicas, relaciones perversas, barreras mentales, escollos aparentemente insalvables. 
Si buscas un terapeuta que te ayude con tus dificultades, que te haga crecer, asegúrate de que conoce la circularidad y que es capaz de usarla en toda su complejidad.
No solo en tu relación con los demás o con tu pareja, sino también con tus pensamientos (sí, la manera en la que los pensamos los modifica, como ellos a nosotros).
E incluso, algo importante a lo que dedicaré un post especial, en la relación que mantienes con él.
Encuentra una persona que sea capaz de señalarte el nudo que no te deja avanzar para, una vez que seas consciente, ayudarte a cambiar.
Porque, como puedes ver, si tú cambias, cambia todo.
Espero que te haya gustado este post y te ayude a ser un poco más consciente. Me encantará escuchar tus comentarios un poco más abajo. Anímate.

FUENTE: http://www.menteenpositivo.com/la-circularidad-el-secreto-de-las-relaciones-y-del-mundo/
http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo

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