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CUIDAR LA MEMORIA

memoria







En los últimos años se está despertando una  creciente sensibilización sobre 
la pérdida de memoria que se traduce en un incremento de consultas en los servicios 
de neurología no solo en pacientes mayores sino también entre la población más joven.
La memoria es una capacidad cognitiva fundamental estrechamente ligada al aprendizaje. 
Gracias a la memoria somos quien somos y sabemos que somos.   
Sin memoria,  nuestra vida carecería de sentido de continuidad, cada día, cada hora 
significaría comenzar de nuevo.  Gracias a la memoria tenemos sentido de la identidad, 
sabemos actuar en nuestro entorno, podemos imaginarnos cosas del futuro, relacionarnos 
con otras personas, etc.
La memoria, junto con el aprendizaje, tiene un papel ligado a la supervivencia. La identificación 
de un individuo peligroso, de un lugar seguro, de un alimento sabroso, etc, han sido claves 
para que nuestra especie llegara a desarrollarse.  
En nuestra sociedad, la memoria es,  además, la depositaria de otro tipo de saberes, 
el conocimiento acumulado por nuestra especie, de la ciencia, la literatura, la tecnología,
indispensables para movernos en un mundo de creciente complejidad.
Hablar de memoria no es hablar de un almacén donde de forma pasiva se guardan 
informaciones.  Cuando hablamos de memoria hacemos referencia a un proceso dinámico 
y en constante construcción, estrechamente ligado a condicionamientos emocionales. 
Un complicado sistema de procesamiento de la información que opera por medio de 
procesos de codificación, almacenamiento, construcción, reconstrucción y recuperación 
de la información.
Aunque en general hablamos de memoria en singular, disponemos de varios tipos de memoria 
(memoria perceptiva, memoria de trabajo, memoria episódica, memoria semántica, memoria 
procedimental).  Todas trabajan de forma conjunta, como todos los elementos de nuestro 
cuerpo, para proporcionarnos la continuidad de nuestras percepciones, ideas y conocimiento.
Con el paso del tiempo, algunas de estas memorias se muestran más vulnerables que otras.  
Especialmente nos volvemos conscientes cuando intentamos recordar el nombre de una persona, 
el lugar donde hemos dejado unas llaves o lo que comimos durante la cena del día anterior, 
mientras que otras se preservan sin que tengamos que realizar ningún esfuerzo especial como, 
por ejemplo, cuando volvemos a coger una bicicleta después de años de no haber pedaleado.

ASPECTOS A TENER EN CUENTA PARA DISPONER DE UNA BUENA MEMORIA

Como capacidad que es, tenemos la posibilidad de entrenar la memoria, mejorarla 
cuidarla de manera que nos pueda ser útil el máximo tiempo posible. 
Gracias a la plasticidad de nuestro cerebro, el entrenamiento en tareas de memoria 
y de cognición en general permiten mantener nuestras capacidades intelectuales 
o incluso mejorarlas. 
Para ello hay que proporcionar a nuestra mente nuevos retos intelectuales. 
Mantener una actividad intelectual facilita que el cerebro se mantenga en un 
buen estado. Al igual que el cuerpo, el cerebro y particularmente la memoria se 
desenvuelven mejor cuando están acostumbrados a esforzarse. Actividades como 
resolver crucigramas, rompecabezas, leer, aprender nuevos conocimientos, 
incluso tomar caminos distintos para ir a hacer nuestras actividades estimulan la actividad 
cerebral y favorecen el mantenimiento de la memoria.La memoria, lo mismo que el sistema 
cognitivo en general se ven muy afectados por estados 
de estrés crónico. El sistema hormonal, en situaciones de estrés mantenido, impide registrar, 
codificar y almacenar de manera adecuada la información ya que la atención se encuentra 
afectada por las condiciones de apremio que el sujeto padece.
Las estrategias de gestión del estrés facilitan que el cerebro disponga de tiempo para liberarse 
del cortisol y la adrenalina que limitan sus funciones y recuperar de nuevo toda su capacidad 
adaptativa. 
La memoria se encuentra estrechamente vinculada al sistema emocional. Las personas que 
padecen de ansiedad y/o depresión presentan dificultades de memoria, fundamentalmente por 
el sesgo a la hora de focalizar su atención en determinados estímulos y las dificultades para codificar
la información de forma adecuada. En personas con ansiedad la memoria operativa se ve muy afectada,
igual que otras capacidades cognitivas como la concentración, la atención y las funciones 
ejecutivas (toma de decisiones, organización de la tarea, falta de flexibilidad ante los cambios 
que impiden buscar estrategias más adaptadas a la situación), lo que disminuye su capacidad de 
aprendizaje. Los factores relacionados con la dieta inciden en el funcionamiento de nuestro 
sistema nervioso y en la calidad de sus conexiones de las que depende la memoria. 
El consumo de alcohol, drogas, grasas saturadas o azúcares en cantidades elevadas altera 
el funcionamiento del cerebro y sus capacidades para memorizar la información relevante. 
Mantener actividad física regular va a favorecer la actividad cerebral que se ve optimizada 
por la mayor entrada de oxígeno y la liberación de endorfinas.
El sueño diario es fundamental a la hora de consolidar las memorias de la información relevante 
que hemos incorporado durante el día. La falta de sueño hace que los procesos de codificación 
de la memoria a largo plazo no se realicen de forma adecuada y exista una pérdida de información. 
Es imprescindible una buena higiene del sueño si queremos mantener la memoria en 
condiciones óptimas.

ESTIMULACION SENSORIAL AUDITIVA
Muchos síntomas asociados a la falta de memoria (estrés, ansiedad, depresión, insomnio, 
falta de concentración, de motivación) están relacionados con problemas de análisis de la 
escucha.  Sensorialmente el oído puede estar en buenas condiciones, pero errores perceptivos 
debidos a bloqueos en el proceso de codificación del mensaje sonoro, impiden que el cerebro
registre el mensaje recibido de forma congruente, exigiendo de la persona un excesivo 
esfuerzo  para dar  sentido al estímulo.
La estimulación sensorial auditiva (Método Tomatis) está diseñada para abrir estos bloqueos 
y recuperar la energía necesaria para que el cerebro pueda funcionar en condiciones óptimas.  
Mejora la atención, la concentración, la motivación, el estado de ánimo y, en consecuencia, 
la memoria, lo que hace de este tipo de tratamiento una opción muy interesante para abordar 
cualquier trabajo posterior de entrenamiento cognitivo.

FUENTE: http://www.espaipsikos.com/cuidar-la-memoria/
http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo


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