¿Soy muy exigente? Ajustaré la dosis exacta

exigencia estrés

UNA CIERTA DOSIS DE EXIGENCIA ES NECESARIA COMO DISCIPLINA EN MUCHOS ÁMBITOS DE NUESTRA VIDA, SIENDO ÚTIL PARA SUPERARNOS, DESARROLLARNOS, PARA CONSEGUIR METAS Y OBJETIVOS, ETC. PUEDE CONVERTIRSE EN UN ASPECTO MUY POSITIVO SIEMPRE Y CUANDO NO NOS AHOGUE O NOS LIMITE. EN CAMBIO, UN EXCESO DE EXIGENCIA EN NUESTRAS RELACIONES PERSONALES, SEA PORQUE NOS […]
Una cierta dosis de exigencia es necesaria como disciplina en muchos ámbitos de nuestra vida, siendo útil para superarnos, desarrollarnos, para conseguir metas y objetivos, etc. Puede convertirse en un aspecto muy positivo siempre y cuando no nos ahogue o nos limite. En cambio, un exceso de exigencia en nuestras relaciones personales, sea porque nos quieren imponer una actitud o una forma de actuar o porque nosotros queremos imponer o imponernos la nuestra, es negativo ya que puede provocar frustración, rabia, impotencia, angustia, entre otras emociones negativas. Así, según como recibimos y experimentamos la exigencia esta se puede convertir en un motor positivo de cambio, o en un problema que nos puede afectar tanto psicológica como emocionalmente. A veces, podemos exigir que se cumplan nuestros derechos, que la justicia sea ágil y que de verdad nos ampare, que tengamos un trabajo con un sueldo digno, etc., y de esta manera provocar cambios positivos. Si no fuese por ello, quizás a día de hoy no estaríamos donde estamos, ni disfrutaríamos de muchos derechos que hemos conseguido a lo largo de la historia de la humanidad, y a lo largo también de nuestra propia historia vital.
Pero puede pasar que vivamos la exigencia como una obligación o imposición, o que esta aparezca asociada a sentimientos negativos, como el estrés, cuando nos piden más de lo que podemos dar y nos presionan para conseguirlo. Pero, ¿Por qué somos exigentes? ¿Por qué nos creemos con el derecho y la autoridad de exigir a los demás? ¿Qué esperamos conseguir? Queriendo o sin querer nos exigimos y exigimos a los otros. Ser exigente puede ser una cuestión de carácter, teniendo una actitud que va ligada a nuestra manera de ser. Entonces, en vez de sugerir alguna cosa, lo que hacemos es exigir a los otros imponiendo nuestro criterio, forzando resultados, obligando un cambio de comportamiento, etc. Como en el caso de un padre que exige a su hijo un comportamiento modélico en exceso y unas notas escolares por encima de sus posibilidades. Ser exigente también puede ser una cuestión de educación o de aquello que aprendimos de pequeños en nuestro entorno familiar y social. Si vivimos en un ambiente crítico, rígido y exigente, este nos habrá influido y no habremos tenido la oportunidad de ver y aprender otros tipos de comportamiento. De adultos, nos encontramos que tendemos a reproducir este ambiente emocional que vivimos de pequeños en nuestras relaciones.
Por tanto, la exigencia es sinónimo de perfección, de control, de rigor, de imponer… y tiene que ver con nuestra autoestima. Así, si nos excedemos o extralimitamos con nuestras expectativas y objetivos, esta puede quedar afectada. Nosotros somos los únicos que podemos bajar nuestros niveles de exigencia pero, ¿cómo? Readaptándolos a nuestras posibilidades reales para poder vivir con más tolerancia y libertad.
Texto: Adriana Larrañaga, Psicóloga General Sanitario, colaboradora de Vidal&Espejo.
Para más información escribe a : info@vidalespejo.com
photo credit: Lau Casabo via photopin cc
Bibliografía: Shaffer, D. R., & del Barrio Martínez, C. (2002). Desarrollo social y de la personalidad. Madrid: Thomson.
FUENTE: http://www.vidalespejo.com/soy-exigente-ajustare-la-dosis-exacta/
http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué es el fotolenguaje?

FODA Matemático: Cómo funciona , paso a paso

La diferencia entre adular y alabar