HABLAR O CALLAR, ESA ES LA CUESTIÓN

Considerando la trayectoria trágica y definitiva que se le otorga a la conducta desde la Educaciónla Política y los medios de comunicación, crecemos convencidos de que equivocarse supondrá algo irreversible para nuestra vida y para el futuro del mundo. Hablar o callar, se perciben como algo trascendental, no como lo que realmente es: algo normal, habitual, una propiedad tremendamente rica y exclusiva del ser humano. Vivimos sumergidos en un mar de errores aprendidos, adquiridos y aprobados.
Es típico en las bodas cinematográficas que el juez o el cura pronuncie la frase definitiva: “si alguien conoce algún motivo para oponerse, que hable ahora o que calle para siempre”.  ¿Y si hubiera un matón apuntando con metralleta en el fondo del recinto, para que nadie avise de que el novio es un matón?, ¿tendrían que callarse definitivamente los amigos y familiares de la novia por no haber hablado en ese momento?
La palabra es lo menos definitivo de la vida, o mejor dicho, es lo que puede convertir en reversible lo que a priori parecía no serlo, es lo que da lugar a reconciliaciones, reconsideraciones, recuperaciones y muchos otros “re…,” la comunicación es la manera más sencilla, humana y adecuada de resolver problemas, modificar decisiones, alcanzar acuerdos, ¿por qué infravaloramos esta capacidad humana? ¿por qué nos enseñan a tener miedo a decir?
En la entrada “Tenemos que hablar” (Psicología Libertaria, 6/6/2014), se explica el miedo con el que percibimos esa frase, en lugar de alegrarnos porque alguien desea comunicarnos algo. Hombres y mujeres anticipan fracaso cuando se plantean sentar a la pareja enfrente para comunicarle que no están siendo felices, que es menester cambiar algo en la pareja, distribuir roles, tomar decisiones sobre la educación de los hijos, hacer reformas en el hogar. Y callan, deciden solos, se quejan en silencio y cuando ocurre lo peor se sienten traicionados, argumentan “no me dijo nada, yo creía que éramos felices”. Por evitar un conflicto que preveían se callaron y no dieron ni se dieron a sí mismos, ninguna oportunidad para modificar la relación. Este es el caos, el silencio, el miedo a hablar, a decir, a expresar. ¿Qué podemos esperar de una sociedad que considera la sinceridad como una grosería?
Manifestamos no entender por qué existe tanta violencia entre los escolares y adolescentes, pero es más frecuente que los padres aconsejen a sus hijos callar que hablar, obedecer que replicar, mentir que decir la verdad, “cumplir” que afrontar… Padres muy ocupados en ganar dinero, en que no les despidan de sus trabajos, sin tiempo para escuchar a sus hijos, abuelos bien adiestrados en comportamientos dictatoriales “Si yo le hubiera hablado así a mis padres me hubieran partido la cara de un sopapo”, dando órdenes solapadas, encubiertas o descubiertas de ¡Cállate y obedece! Y en este caos donde la receta mágica es la obediencia y el silencio, surge la solución menos adecuada: la violencia, el escape, la huida.


La película de David Trueba, “Vivir es fácil con los ojos cerrados” ilustra magistralmente la diferencia entre los efectos de la elección de comunicarse frente a la negativa y el miedo a hablar. Tres magníficos personajes centrales: Antonio, un profesor de inglés (Javier Cámara), el adolescente Juanjo (Francesc Colomer) y la joven Belén (Natalia de Molina). El profesor es excepcional en el sentido de enseñar a sus alumnos a manifestar abiertamente sus sentimientos, a comunicarse; y él mismo se plantea un reto difícil: hablar con John Lennon en una visita del Beatle a Almería en 1966, para rodar una película. Antonio no teme ser rechazado por el famoso, afronta su deseo de solicitar algo importante para sus clases del integrante de los Beatles, en pleno auge en aquella época, Antonio quiere hablar, decide hablar y busca la ocasión de hacerlo. Antonio sabe que el silencio no le conducirá a ninguna solución ni bienestar, Antonio sabe que lo peor que puede ocurrir es que le digan “no”, o que le nieguen la ocasión de expresar su deseo al receptor del mensaje y ya está, no habrá pasado nada irreversible. Ni corto ni perezoso conduce su coche desde Albacete -donde reside y ejerce su trabajo- hasta Almería para alcanzar su meta. No tiene miedo a ser rechazado o mal recibido, Antonio es leal a lo que predica en sus clases: va a expresar lo que siente a pecho descubierto. 
Por el camino encuentra a Belén, una joven que huye de la verdad, que ha sido enseñada a
sentir vergüenza de su realidad, a no expresar sus deseos, a callarse. Y más adelante encuentran a Juanjo, el adolescente que escapa de la autoridad, incomunicación, sometimiento a un régimen que si bien está agonizando lo hace con mucha lentitud y en ese tiempo mata muchas ilusiones, decisiones y deseos de libertad. Juanjo huye para ser él mismo, para hablar como quiere, para hacer lo que siente y encuentra eco en estas dos personas que le acompañan en su camino. Juanjo da una lección de libertad que no sabemos si habrá obtenido su fruto finalmente, pero que al menos no se va a quedar con las ganas de intentarlo. Juanjo encuentra se topa de frente con una serie de individuos bien domesticados, muestra auténtica del machismo dictatorial de la época, que lamentablemente no se ha reducido en el siglo XXI. Entre los tres forman una unidad comunicativa y sincera, apoyada por otro espíritu libre, el dueño del chiringuito de la playa de Almería. Entre los tres triunfa la palabra y hunden la violencia.
 El miedo a hablar es el camino directo al sufrimiento y la violencia, tanto como el miedo a escuchar. Cuando los hijos tienen miedo a hablar con los padres y los alumnos con los profesores, el resultado es la insatisfacción perpetua, la falta de motivación, el aislamiento o la pertenencia a grupos violentos donde se cambia la palabra por los golpes y castigos físicos. Esta violencia se aprende en los hogares que enseñan silencio, obediencia ciega e inculcan la famosa frase, tan moderna como antigua: “La sinceridad es una grosería”.
  

Mientras los políticos callen, adulen y mientan; mientras los padres sometan y repriman la palabra y la sinceridad, mientras los profesores eduquen para callar y no para expresar, estaremos destinados a sobrevivir en un mundo esquizofrénico, que hace lo que no quiere hacer y dice lo que los demás quieren oír, un mundo de individuos que se autolesionan para sobrevivir.


El esquema ilustra un ejemplo de problema circular que puede convertir la vida del joven de 17 años en una insatisfacción absoluta, precisamente por callar. ¿Y si hubiera expresado abiertamente y con decisión que no estaba dispuesto a estudiar otra cosa que la carrera que le gusta (Bellas Artes)? Probablemente el padre no le hubiera pagado la matrícula, pero la madre podía haber intercedido, o, el chico hubiera podido buscar un trabajo para pagarse la matrícula pero estaría feliz, haciendo lo que realmente quería. ¿Ha evitado el castigo?, No. Está siendo castigado por no aprobar, invirtiendo o perdiendo su tiempo en algo que le produce insatisfacción y recibiendo a cambio castigos, igual que si hubiera desobedecido al padre. La razón del padre: Ingeniería es una carrera con buenas salidas profesionales, Bellas Artes, no. Esto es un eufemismo, lo que realmente quiere decir el padre es: “estudia algo que te dé dinero aunque no te guste”, pero ¿y si en el futuro el hijo tampoco consigue ganar dinero como ingeniero, suponiendo que acabe la carrera?, ¿y si tiene que emigrar para ganar dinero?, ¿puede el hijo, por haber obedecido, estar condenado a vivir infeliz el resto de su vida?, ¿qué derecho tienen los padres a decidir por sus hijos? 

¿Y si el hijo hubiera hablado?, el diálogo hubiera podido ser más o menos así:

Hijo -Papá, mamá, tenemos que hablar. Yo quiero estudiar Bellas Artes.

Padre -De ninguna manera, te morirás de hambre

Madre -Hijo, piensa, puedes estudiar Económicas, o Derecho, carreras con muchas salidas profesionales

Hijo -Me gusta Bellas Artes, lo tengo claro, me he informado bien

Padre -yo no te voy a pagar la matrícula, te daré casa y comida porque estoy obligado a hacerlo, pero nada más

Madre -Piénsatelo

Hijo -Ya está pensado

Padre -¿y cómo vas a pagarte los estudios?

Hijo -Buscaré un trabajo para ello, aunque tenga que pasar más tiempo compatibilizando estudios y trabajo 

En este diálogo, se rompe el círculo problemático. Esto no garantiza que el hijo estudie Bellas Artes y consiga trabajo, triunfe, pero al menos está evitando el doble castigo de tener que estudiar algo que le desagrada y además ser castigado por no aprobar, debido a la falta de motivación.

Pero hay otra forma de hacerlo, hablar más adelante, pero hablar, no seguir callado. Partiendo del ejemplo del esquema, suponemos que el hijo se decide a hablar en el punto 4 del círculo, ante el castigo que está sufriendo por no aprobar sus exámenes y cursos. El hijo puede decir: “Yo me matriculé en Ingeniería por obediencia, pero no me gusta, quiero estudiar Bellas Artes”. Los padres ya han tenido la ocasión de comprobar el fracaso en los estudios de ingeniería, es probable que reaccionen bien o mal, aceptando el cambio de carrera o pretendiendo que el hijo siga sometiéndose a sus deseos, pero al menos el joven no se verá obligado a soportar el doble castigo, podrá cambiar su vida y orientarla a ser feliz.
 
 Susana Gómez Lages

Literatura relacionada con el tema “Hablar o Callar”



En el cuento “Diestros y Derechos”, un niño obediente calla, el padre torero castiga, la madre consiente. El niño se convierte en hombre cobarde y manipulador.
Este cuento puedes adquirirlo en formato digital en la publicación: “Ya es tarde para la cobardía”






En “Disonancias” la protagonista habla y toma decisiones, proclama su independencia, y es libre incluso en la peor situación profesional y lejos de la familia. Puedes adquirirlo en formato digital pinchando aquí:






Y en “Maquiavelos al Sol”, ¿qué hubiera pasado si los espectadores del maltrato infantil se hubieran callado? . Puedes adquirir este cuento en formato digital en la publicación “Algo para un café”





En “Margaritas en Acción” se muestra una sucesión de silencios, palabras y hechos consecuentes. Trata el problema del sometimiento de la mujer a la autoridad del “macho”, y la falta de atención al maltrato infantil y de la mujer desde los Servicios Sociales. Puedes adquirirlo en formato digital pinchando en el título del cuento.



En “Repetidora Infiel” la familia ordena: “calla para siempre”, los trapos sucios se lavan en casa, prefiere la muerte de la hija a la vergüenza y la pérdida de prestigio social, de moral, de dinero, de inversiones. Puedes adquirirlo en versión digital pinchando en el título del cuento.




ARPEGIOS DE MAR Y FUEGOTodos estos cuentos y más integran el libro: “ARPEGIOS DE MAR Y FUEGO: once cuentos de rencor” (editado en libro impreso y en formato digital). Para adquirirlo pincha debajo, en el enlace correspondiente: si lo quieres impreso "libro impreso", si lo prefieres digital: "e-book y si en lugar de comprarlo en lulu.com prefieres adquirirlo en Amazon: "disponible en Amazon"
    




Si eres paciente de Espondilitis Anquilosante, aprende la  utilidad de comunicarte con tu médico, tu pareja, tus familiares y amigos. Mejora tu convivencia. Pincha en el enlace siguiente para ver más información: 

QUE EL DOLOR NO VAYA A MÁS: Primer Manual de Psicología Aplicada a la vida diaria, para pacientes de Espondilitis Anquilosante, familiares y amigos


QUE EL DOLOR NO VAYA A MÁS: Primer Manual de Psicología Aplicada a la vida diaria de Pacientes con Espondilitis Anquilosante, su pareja, familiares y amigos


FUENTE: http://literaturacharrua.blogspot.com.es/2014/06/hablar-o-callar-esa-es-la-cuestion.html
http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué es el fotolenguaje?

FODA Matemático: Cómo funciona , paso a paso

La diferencia entre adular y alabar