A paciencia infinita, resultados inmediatos
“La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces”.
Tengo la sensación de vivir en un mundo en el que los resultados inmediatos y la tendencia al hedonismo (búsqueda del placer y supresión del dolor) son un dogma a seguir. Esto es fuente de grandes insatisfacciones y frustraciones, que pueden llegar a desembocar en problemas físicos y psicológicos.
La paciencia es una bondad que se cultiva desde la más tierna infancia. Es a través de nuestros padres, familiares, profesores,…. que aprendemos a convivir con los límites. Interiorizamos una disciplina.
Tanto la tiranía como la sobreprotección, obstaculizan nuestro desarrollo hacia la madurez.
Así, los límites han de ponerse con amor y con firmeza.
Cultivar la paciencia, nos va a ser de una gran utilidad a lo largo de nuestra vida.
¿Para qué? Para aceptar y respetar nuestro tempo (dentro) y el de la vida (fuera).
Cuando uno siembra, por mucho que desee que el tallo brote y madure en forma express, no lo hará siguiendo la fuerza de nuestro deseo, sino escuchando su propio tempo.
Sí o sí, habremos de esperar.
La forma en como esperemos marcará la diferencia entre la aceptación, la proactividad y el disfrute del camino o la agitación, la angustia y el estrés.
Esto último, es un sufrimiento gratuito del cual no se obtiene ningún rédito positivo.
Lamentablemente, el diseño de nuestra sociedad nos empuja y acelera,…
“Lo quiero para ayer”, “¿Cuántas sesiones de terapia me va a llevar esto?”, “Pierda 5kgs en tan sólo 3 días”, “Deje de fumar en dos horas”,….
Pero, sería igual de infructuoso apuntar sin más a la “sociedad”.
Somos nosotros, individuos, quienes elegimos cómo queremos vivir nuestra vida.
Desde las cosas más sencillas, como salir con tiempo ante una cita y disfrutar del camino hasta grandes metas como construir una carrera profesional.
En varias ocasiones, he tenido la oportunidad de escuchar de mis mayores aquello de: “Si pudiera volver atrás, me hubiese tomado la vida con más calma”.
He encontrado un video muy curioso y divertido que quiero compartir con vosotros.
En él se ve reflejado ese ímpetu, esa fuerza del deseo que impera en nuestra infancia.
Saber postergar la gratificación, ser pacientes, poner voluntad, no es una tarea menor.
Lo importante es mantener esa fuerza e ir construyendo el cauce para que ese torrente discurra de manera que llegue a su meta.
El profesor Walter Mischel, un prestigioso psicólogo social que actualmente es catedrático de la Universidad de Columbia en Estados Unidos, llevó a cabo diferentes experimentos con niños en los que quería observar si había diferencias entre aquellos niños que no eran capaces de postergar el placer y aquellos que sí. El experimento era muy simple: se ofrecía a los niños una apetitosa y blandita nube.
Se les decía que si era capaz de resistir sin comérsela hasta el regreso del profesor, un cuarto de hora después, recibiría otra golosina exactamente igual.
El resultado: más de la mitad de los niños cayeron en la tentación y acabaron comiéndose el dulce en menos de tres minutos, un 15% la lamió, pellizco, tocó, y apenas el 30% superó la prueba.
Pero aquí no acababa el experimento.
El profesor Mischel decidió seguir la vida de esos niños durante veinte años, y descubrió que quienes habían tenido mayor dificultad en manejar sus impulsos y menos paciencia presentaban más dificultades emocionales y de autocontrol en el futuro.
Les era más difícil manejar la presión, controlar el estrés y les era más complicado gestionar sus relaciones. Autora: M. Angeles Molina Directora y Psicóloga (col. 1642) del Centro PSINERGIA
http://centropsinergia.wordpress.com/2013/08/13/a-paciencia-infinita-resultados-inmediatos/#more-2950
http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo
Tengo la sensación de vivir en un mundo en el que los resultados inmediatos y la tendencia al hedonismo (búsqueda del placer y supresión del dolor) son un dogma a seguir. Esto es fuente de grandes insatisfacciones y frustraciones, que pueden llegar a desembocar en problemas físicos y psicológicos.
La paciencia es una bondad que se cultiva desde la más tierna infancia. Es a través de nuestros padres, familiares, profesores,…. que aprendemos a convivir con los límites. Interiorizamos una disciplina.
Tanto la tiranía como la sobreprotección, obstaculizan nuestro desarrollo hacia la madurez.
Así, los límites han de ponerse con amor y con firmeza.
Cultivar la paciencia, nos va a ser de una gran utilidad a lo largo de nuestra vida.
¿Para qué? Para aceptar y respetar nuestro tempo (dentro) y el de la vida (fuera).
Cuando uno siembra, por mucho que desee que el tallo brote y madure en forma express, no lo hará siguiendo la fuerza de nuestro deseo, sino escuchando su propio tempo.
Sí o sí, habremos de esperar.
La forma en como esperemos marcará la diferencia entre la aceptación, la proactividad y el disfrute del camino o la agitación, la angustia y el estrés.
Esto último, es un sufrimiento gratuito del cual no se obtiene ningún rédito positivo.
Lamentablemente, el diseño de nuestra sociedad nos empuja y acelera,…
“Lo quiero para ayer”, “¿Cuántas sesiones de terapia me va a llevar esto?”, “Pierda 5kgs en tan sólo 3 días”, “Deje de fumar en dos horas”,….
Pero, sería igual de infructuoso apuntar sin más a la “sociedad”.
Somos nosotros, individuos, quienes elegimos cómo queremos vivir nuestra vida.
Desde las cosas más sencillas, como salir con tiempo ante una cita y disfrutar del camino hasta grandes metas como construir una carrera profesional.
En varias ocasiones, he tenido la oportunidad de escuchar de mis mayores aquello de: “Si pudiera volver atrás, me hubiese tomado la vida con más calma”.
He encontrado un video muy curioso y divertido que quiero compartir con vosotros.
En él se ve reflejado ese ímpetu, esa fuerza del deseo que impera en nuestra infancia.
Saber postergar la gratificación, ser pacientes, poner voluntad, no es una tarea menor.
Lo importante es mantener esa fuerza e ir construyendo el cauce para que ese torrente discurra de manera que llegue a su meta.
El profesor Walter Mischel, un prestigioso psicólogo social que actualmente es catedrático de la Universidad de Columbia en Estados Unidos, llevó a cabo diferentes experimentos con niños en los que quería observar si había diferencias entre aquellos niños que no eran capaces de postergar el placer y aquellos que sí. El experimento era muy simple: se ofrecía a los niños una apetitosa y blandita nube.
Se les decía que si era capaz de resistir sin comérsela hasta el regreso del profesor, un cuarto de hora después, recibiría otra golosina exactamente igual.
El resultado: más de la mitad de los niños cayeron en la tentación y acabaron comiéndose el dulce en menos de tres minutos, un 15% la lamió, pellizco, tocó, y apenas el 30% superó la prueba.
Pero aquí no acababa el experimento.
El profesor Mischel decidió seguir la vida de esos niños durante veinte años, y descubrió que quienes habían tenido mayor dificultad en manejar sus impulsos y menos paciencia presentaban más dificultades emocionales y de autocontrol en el futuro.
Les era más difícil manejar la presión, controlar el estrés y les era más complicado gestionar sus relaciones. Autora: M. Angeles Molina Directora y Psicóloga (col. 1642) del Centro PSINERGIA
http://centropsinergia.wordpress.com/2013/08/13/a-paciencia-infinita-resultados-inmediatos/#more-2950
http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo
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