Tres en la cama


A LOS NIÑOS LES ENCANTA DORMIR EN LA CAMA DE LOS PADRES. NO HAY VUELTA. EN ALGÚN MOMENTO DE LA MADRUGADA SE ESCUCHA EL CLÁSICO “TIQUI, TIQUI, TIQUI”, DE LOS PIECITOS QUE LLEGAN HASTA EL LUGAR SOÑADO.

Por Paula Scorza, especial para Baby ¡Boom!*
A los niños les encanta dormir en la cama de los padres. No hay vuelta. Es así. Los padres nos rompemos la cabeza pensando estrategias para que les encante dormir en su cuarto. Sábanas de princesas, de superhéroes, muñecos, promesas e infinidades de inutilidades. En algún momento de la madrugada se escucha un “mamaaaaaaaaá” o el clásico “tiqui, tiqui, tiqui”, de los piecitos que ya solos saben llegar al lugar soñado. Claro que algunos niños nacen con el don de las 10 horas de sueño corrido desde los primeros días, pero, por favor, son los menos. La cocina del diario sabe de almuerzos eternos contando anécdotas entre los compañeros que tenemos hijos. Nunca falta el ojeroso o el contracturado por el pasaje de algún pequeño la noche anterior a su cama.
Y entonces llegan los consejos y los pedidos de recetas mágicas. En los últimos años, en especial, se viene dando un debate a nivel mundial en torno a dos teorías. La del método de "entrenar" a los niños para dormir -demasiado radical para mi gusto ya que evita acunarlos, hacerle upa y mimos- y el opuesto total, el de la llamada "crianza con apego" que impulsa el colecho y la upa a demanda. También un poco radical a mi entender. Los dos métodos -detallados a grandes rasgos- tienen fans y detractores y parece que es obligación afiliarse a alguno. Por esas cosas de pertenecer, supongo, y de seguir recetas.
Claro, el camino del medio no es sencillo, y tampoco el resultado es siempre efectivo. Yo, por ejemplo, ya probé unas cuantas formas. Y no hay caso. Le gusta mi cama. Y el cansancio no ayuda y de madrugada no abundan las fuerzas. "Llevala vos". "No, te toca a vos". "Bue, dejala por hoy". Diálogos que se repiten una noche y la otra también. Y ella, feliz en mi cama.
Pero, además, los otros. La mirada feroz de los otros es poderosa. “¿La dejás dormir en tu cama?” “Vas a perder intimidad”. “Se va a traumar”. “Necesita más límites”. Y yo escucho y pienso y pienso y pienso. A veces no es tan malo, a pesar de las contracturas por ser tres en la cama. Sentirlos dormir tranquilos a nuestro lado, sentirles ese olor que solo nuestros hijos tienen, disfrutar de sus abrazos. Hace poco escuché a alguien -no recuerdo a quién, por eso no cito- que dijo algo que no sé si es cierto, pero parece: “Al fin y al cabo, nadie duerme con sus padres hasta los 16”. ¿No? ¿¿¿No???

* Paula Scorza es periodista de El Observador (sección Actualidad). Madre de Delfina, de 3 años.










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