El Capitalismo


Gentileza de Calderón, Chávez, Díaz, Gianinetto, Landogna, Lefort, López, Moreno, Núñez, Padilla, Vargas*

INTRODUCCION
Aunque las teorías sobre el capital son todas relativamente recientes, el capital, como tal, ha existido en las sociedades civilizadas desde la antigüedad. En los antiguos imperios del Lejano Oriente y del Oriente Próximo, y en mayor medida en el mundo greco-romano, se utilizaba el capital en forma de herramientas y equipos sencillos para producir tejidos, cerámica, cristalería, objetos metálicos y muchos otros productos que se vendían en los mercados internacionales. Tras la caída del Imperio romano, la desaparición del comercio en Occidente acarreó una menor especialización en la división del trabajo y redujo la utilización del capital en la producción. Las economías medievales se basaban fundamentalmente en una agricultura de subsistencia, por lo que no se las puede considerar economías capitalistas. Con las Cruzadas empezó a resurgir el comercio. Esta reaparición del comercio se aceleró a escala mundial durante el periodo de los descubrimientos y colonizaciones de finales del siglo XV. El aumento del comercio favoreció una mayor división del trabajo y una mecanización de la producción, estimulando así el crecimiento del capital. Los flujos de oro y plata provenientes del Nuevo Mundo facilitaron el intercambio y la acumulación de capital, estableciendo las bases para la Revolución Industrial, gracias a la cual los procesos productivos se alargaron, necesitando mayores aportaciones de capital.
Tras la caída del feudalismo, el sistema económico predominante que surgió en Europa durante el siglo XVI fue denominado como capitalismo. Entre sus principales características, se encuentra la acumulación de capital como epicentro de la vida económica.
El papel del capital en las economías de Europa Occidental y América del Norte fue tan importante que la organización socioeconómica prevaleciente en estas zonas desde el siglo XVIII hasta el siglo XX se conoce como sistema capitalista o capitalismo.
El capitalismo es un régimen económico donde la titularidad de los medios de producción es privada. Estos medios operan en función del beneficio, mientras que las decisiones económicas se toman en función de la inversión de capital y hacia la competencia por los mercados de consumo y trabajo asalariado. La clase social más alta dentro de este sistema económico recibe el nombre de burguesía capitalista.
El Capitalismo es un sistema económico en el que los individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados. Aunque tiene sus orígenes en la antigüedad, el desarrollo del capitalismo es un fenómeno europeo; fue evolucionando en distintas etapas, hasta considerarse establecido en la segunda mitad del siglo XIX. Desde Europa, y en concreto desde Inglaterra, el sistema capitalista se fue extendiendo a todo el mundo, siendo el sistema socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial hasta el estallido de la I Guerra Mundial, tras la cual se estableció un nuevo sistema socioeconómico, el comunismo, que se convirtió en el opuesto al capitalista.
La definición de capitalismo, de todas formas, no es exacta. Las democracias liberales, por ejemplo, entienden al capitalismo como aquel sistema donde la distribución, la producción y los precios de los bienes y servicios son determinados por alguna forma de libre mercado.
El término kapitalism fue acuñado a mediados del siglo XIX por el economista alemán Karl Marx. Otras expresiones sinónimas de capitalismo son sistema de libre empresa y economía de mercado, que se utilizan para referirse a aquellos sistemas socioeconómicos no comunistas. Algunas veces se utiliza el término economía mixta para describir el sistema capitalista con intervención del sector público que predomina en casi todas las economías de los países industrializados.
En el capitalismo, todos los actores del mercado actúan de acuerdo a su propio interés: el capitalista, quien dispone de los recursos, pretende la maximización de su beneficio mediante la acumulación y reproducción del capital; el trabajador, cumple con sus tareas para recibir una recompensa material (el salario); los consumidores, buscan obtener la mayor satisfacción o utilidad posible al momento de adquirir bienes y servicios.
El capitalismo ha sido criticado desde distintas corrientes del pensamiento que lo acusan de promover la explotación al transformar al trabajo del hombre en una mercancía más. La propia contradicción del sistema reside en que se basa en medios de producción privados con una fuerza de trabajo colectiva: es decir, mientras que el capitalismo se reproduce en forma colectiva, las riquezas que genera son propiedad privada del capitalista
Se puede decir que, de existir un fundador del sistema capitalista, éste es el filósofo escocés Adam Smith, que fue el primero en describir los principios económicos básicos que definen al capitalismo. En su obra clásica Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), Smith intentó demostrar que era posible buscar la ganancia personal de forma que no sólo se pudiera alcanzar el objetivo individual sino también la mejora de la sociedad. Los intereses sociales radican en lograr el máximo nivel de producción de los bienes que la gente desea poseer. Con una frase que se ha hecho famosa, Smith decía que la combinación del interés personal, la propiedad y la competencia entre vendedores en el mercado llevaría a los productores, "gracias a una mano invisible", a alcanzar un objetivo que no habían buscado de manera consciente: el bienestar de la sociedad.

ORÍGENES
Tanto los mercaderes como el comercio existen desde que existe la civilización, pero el capitalismo como sistema económico no apareció hasta el siglo XIII en Europa sustituyendo al feudalismo. Según Adam Smith, los seres humanos siempre han tenido una fuerte tendencia a "realizar trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras". Este impulso natural hacia el comercio y el intercambio fue acentuado y fomentado por las Cruzadas que se organizaron en Europa occidental desde el siglo XI hasta el siglo XIII. Las grandes travesías y expediciones de los siglos XV y XVI reforzaron estas tendencias y fomentaron el comercio, sobre todo tras el descubrimiento del Nuevo Mundo y la entrada en Europa de ingentes cantidades de metales preciosos provenientes de aquellas tierras. El orden económico resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el que predominaba lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar bienes y no en producirlos. La importancia de la producción no se hizo patente hasta la Revolución industrial que tuvo lugar en el siglo XIX.
Sin embargo, ya antes del inicio de la industrialización había aparecido una de las figuras más características del capitalismo, el empresario, que es, según Schumpeter, el individuo que asume riesgos económicos. Un elemento clave del capitalismo es la iniciación de una actividad con el fin de obtener beneficios en el futuro; puesto que éste es desconocido, tanto la posibilidad de obtener ganancias como el riesgo de incurrir en pérdidas son dos resultados posibles, por lo que el papel del empresario consiste en asumir el riesgo de tener pérdidas.
El camino hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía del renacimiento y de la Reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica la sociedad, facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales que proporcionaron las condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación del excedente económico que generaba el empresario privado y a la reinversión de este excedente para generar mayor crecimiento.

MERCANTILISMO
Desde el siglo XV hasta el siglo XVIII, cuando aparecieron los modernos Estados nacionales, el capitalismo no sólo tenía una faceta comercial, sino que también dio lugar a una nueva forma de comerciar, denominada mercantilismo. Esta línea de pensamiento económico, este nuevo capitalismo, alcanzó su máximo desarrollo en Inglaterra y Francia.
El sistema mercantilista se basaba en la propiedad privada y en la utilización de los mercados como forma de organizar la actividad económica. A diferencia del capitalismo de Adam Smith, el objetivo fundamental del mercantilismo consistía en maximizar el interés del Estado soberano, y no el de los propietarios de los recursos económicos fortaleciendo así la estructura del naciente Estado nacional. Con este fin, el gobierno ejercía un control de la producción, del comercio y del consumo.
La principal característica del mercantilismo era la preocupación por acumular riqueza nacional, materializándose ésta en las reservas de oro y plata que tuviera un Estado. Dado que los países no tenían grandes reservas naturales de estos metales preciosos, la única forma de acumularlos era a través del comercio. Esto suponía favorecer una balanza comercial positiva o, lo que es lo mismo, que las exportaciones superaran en volumen y valor a las importaciones, ya que los pagos internacionales se realizaban con oro y plata. Los Estados mercantilistas intentaban mantener salarios bajos para desincentivar las importaciones, fomentar las exportaciones y aumentar la entrada de oro.
Más tarde, algunos teóricos de la economía como David Hume comprendieron que la riqueza de una nación no se asentaba en la cantidad de metales preciosos que tuviese almacenada, sino en su capacidad productiva. Se dieron cuenta que la entrada de oro y plata elevaría el nivel de actividad económica, lo que permitiría a los Estados aumentar su recaudación impositiva, pero también supondría un aumento del dinero en circulación, y por tanto mayor inflación, lo que reduciría su capacidad exportadora y haría más baratas las importaciones por lo que, al final del proceso, saldrían metales preciosos del país. Sin embargo, pocos gobiernos mercantilistas comprendieron la importancia de este mecanismo.

INICIOS DEL CAPITALISMO MODERNO
Dos acontecimientos propiciaron la aparición del capitalismo moderno; los dos se produjeron durante la segunda mitad del siglo XVIII. El primero fue la aparición en Francia de los fisiócratas desde mediados de este siglo; el segundo fue la publicación de las ideas de Adam Smith sobre la teoría y práctica del mercantilismo.
Los fisiócratas
El término fisiocracia se aplica a una escuela de pensamiento económico que sugería que en economía existía un orden natural que no requiere la intervención del Estado para mejorar las condiciones de vida de las personas. La figura más destacada de la fisiocracia fue el economista francés François Quesnay, que definió los principios básicos de esta escuela de pensamiento en Tableau économique (Cuadro económico, 1758), un diagrama en el que explicaba los flujos de dinero y de bienes que constituyen el núcleo básico de una economía. Simplificando, los fisiócratas pensaban que estos flujos eran circulares y se retroalimentaban. Sin embargo la idea más importante de los fisiócratas era su división de la sociedad en tres clases: una clase productiva formada por los agricultores, los pescadores y los mineros, que constituían el 50% de la población; la clase propietaria, o clase estéril, formada por los terratenientes, que representaban la cuarta parte, y los artesanos, que constituían el resto.
La importancia del Tableau de Quesnay radicaba en su idea de que sólo la clase agrícola era capaz de producir un excedente económico, o producto neto. El Estado podía utilizar este excedente para aumentar el flujo de bienes y de dinero o podía cobrar impuestos para financiar sus gastos. El resto de las actividades, como las manufacturas, eran consideradas estériles porque no creaban riqueza sino que sólo transformaban los productos de la clase productiva. (El confucianismo ortodoxo chino tenía principios parecidos a estas ideas). Este principio fisiocrático era contrario a las ideas mercantilistas. Si la industria no crea riqueza, es inútil que el Estado intente aumentar la riqueza de la sociedad dirigiendo y regulando la actividad económica.
La doctrina de Adam Smith
Las ideas de Adam Smith no sólo fueron un tratado sistemático de economía; fueron un ataque frontal a la doctrina mercantilista. Al igual que los fisiócratas, Smith intentaba demostrar la existencia de un orden económico natural, que funcionaría con más eficacia cuanto menos interviniese el Estado. Sin embargo, a diferencia de aquéllos, Smith no pensaba que la industria no fuera productiva, o que el sector agrícola era el único capaz de crear un excedente económico; por el contrario, consideraba que la división del trabajo y la ampliación de los mercados abrían posibilidades ilimitadas para que la sociedad aumentara su riqueza y su bienestar mediante la producción especializada y el comercio entre las naciones.
Así pues, tanto los fisiócratas como Smith ayudaron a extender las ideas de que los poderes económicos de los Estados debían ser reducidos y de que existía un orden natural aplicable a la economía. Sin embargo fue Smith más que los fisiócratas, quien abrió el camino de la industrialización y de la aparición del capitalismo moderno en el siglo XIX.

El CAPITALISMO.
Concepto.
Sistema económico en el que los individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados. Aunque tiene sus orígenes en la antigüedad, el desarrollo del capitalismo es un fenómeno europeo; fue evolucionando en distintas etapas, hasta considerarse establecido en la segunda mitad del siglo XIX. Desde Europa, y en concreto desde Inglaterra, el sistema capitalista se fue extendiendo a todo el mundo, siendo el sistema socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial hasta el estallido de la I Guerra Mundial, tras la cual se estableció un nuevo sistema socioeconómico, el comunismo, que se convirtió en el opuesto al capitalista.

CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES
A lo largo de su historia, pero sobre todo durante su auge en la segunda mitad del siglo XIX, el capitalismo tuvo una serie de características básicas. En primer lugar, los medios de producción —tierra y capital— son de propiedad privada. En este contexto el capital se refiere a los edificios, la maquinaria y otras herramientas utilizadas para producir bienes y servicios destinados al consumo. En segundo lugar, la actividad económica aparece organizada y coordinada por la interacción entre compradores y vendedores (o productores) que se produce en los mercados. En tercer lugar, tanto los propietarios de la tierra y el capital como los trabajadores, son libres y buscan maximizar su bienestar, por lo que intentan sacar el mayor partido posible de sus recursos y del trabajo que utilizan para producir; los consumidores pueden gastar cómo y cuando quieran sus ingresos para obtener la mayor satisfacción posible. Este principio, que se denomina soberanía del consumidor, refleja que, en un sistema capitalista, los productores se verán obligados, debido a la competencia, a utilizar sus recursos de forma que puedan satisfacer la demanda de los consumidores; el interés personal y la búsqueda de beneficios les lleva a seguir esta estrategia. En cuarto lugar, bajo el sistema capitalista el control del sector privado por parte del sector público debe ser mínimo; se considera que si existe competencia, la actividad económica se controlará a sí misma; la actividad del gobierno sólo es necesaria para gestionar la defensa nacional, hacer respetar la propiedad privada y garantizar el cumplimiento de los contratos. Esta visión decimonónica del papel del Estado en el sistema capitalista ha cambiado mucho durante el siglo XX.
A lo largo de su historia, pero sobre todo durante su auge en la segunda mitad del siglo XIX, el Capitalismo tuvo una serie de características básicas:
a) Los medios de producción – tierra y capital- son de propiedad privada. En este contexto el capital se refiere a los edificios, la maquinaria y otras herramientas utilizadas para producir bienes y servicios destinados al consumo.
b) La actividad económica aparece organizada y coordinada por la interacción entre compradores y vendedores (o productores) que se lleva a cabo en los mercados.
c) Tanto los propietarios de la tierra y el capital como los trabajadores, son libres y buscan maximizar su bienestar, por lo que intentan sacar el mayor provecho posible de sus recursos y del trabajo que utilizan para producir; los consumidores pueden gastar cómo y cuando quieran sus ingresos para obtener la mayor satisfacción posible. Este principio que se denomina soberanía del consumidor, refleja que, en un sistema capitalista, los productores se verán obligados, debido a la competencia, a utilizar sus recursos de forma que puedan satisfacer la demanda de los consumidores; el interés personal y la búsqueda de beneficios les lleva a seguir esta estrategia.
d) Bajo el sistema capitalista el control del sector privado por parte del público debe ser mínimo; se considera que existe competencia, la actividad económica se controlará a sí misma; la actividad del gobierno sólo es necesaria para gestionar la defensa nacional, hacer respetar la propiedad privada y garantizar el cumplimiento de los contratos. Esta visión decimonónica del papel del Estado en el sistema capitalista ha cambiado mucho durante el siglo XX.
El capitalismo, sostiene Ayn Rand, es el único sistema que reconociendo la naturaleza "racional" del ser humano, y, por tanto, la "libertad" como exigencia de ésta, se fundamenta en la relación existente entre la inteligencia, la libertad y la supervivencia del hombre. Sólo en la sociedad capitalista los hombres gozan de libertad para pensar, disentir y crear; y fue esa libertad, señala la autora, la que permitió que el capitalismo superara a todos los sistemas económicos anteriores. Asimismo, sólo en esta sociedad en la que todas las relaciones son voluntarias, se reconocen y protegen los derechos del hombre, comenzando por el derecho a la vida y a la propiedad, sin los cuales ningún otro derecho se puede ejercer. En ello radicaría la justificación moral del capitalismo.
Según esta línea de razonamiento, el mercado libre representa la aplicación de una "teoría objetiva de los valores", en la que el valor, o el "bien", no es un atributo independiente de la razón, la realidad, los fines y los actos de los hombres, como ocurre en las teorías "intrínseca" y "subjetivista". Conceptos indefinidos e indefinibles como el interés público o el bien común, que esgrimen tanto los enemigos como los defensores del capitalismo, serían resabios de una visión tribal del ser humano que sólo sirven para escapar de la moral, mas no de guía moral.
Para la autora, el fracaso de la economía política contemporánea se debe a que ésta ha carecido (desde los inicios de su apogeo en el siglo pasado) de una fundamentación filosófica adecuada y explícita, procediendo en cambio, tácitamente, sobre la base de supuestos morales y epistemológicos colectivistas.
Para que esta disciplina pueda salir dela impasse en que se encuentra debe rechazar esos supuestos y replantearse completamente, admitiendo que el hombre (no la sociedad o la comunidad) es su unidad básica; que la naturaleza de éste y sus requerimientos son los que deben proporcionarle su base de sustentación.
Con el capitalismo sucedería lo contrario, su tragedia es que sus fundamentos no se han hecho explícitos, y en consecuencia, se le ha pretendido justificar en un terreno equivocado. El colapso en el siglo XX han provocado un proceso similar, aunque más lento y menos evidente, en la trayectoria de la ciencia moderna.
El actual desarrollo frenético de la tecnología contiene reminiscencias de la época anterior al derrumbe económico de 1929: montada sobre el impulso del pasado, sobre los restos inconfesos de una epistemología aristotélica, constituye una expansión turbulenta y febril que se niega a reconocer que sus fundamentos teóricos están sobregirados desde hace mucho tiempo; que en el campo de la teoría científica, debido a su incapacidad para integrar e interpretar sus propios datos, los científicos están promoviendo el resurgimiento de un misticismo primitivo. Sin embargo, en el campo de las humanidades el derrumbe ya se produjo y ha sobrevenido la depresión, con lo cual el colapso de la ciencia es casi total.

CONCEPTO DE HOMBRE
Durante el siglo XVI tuvo lugar un cambio en el concepto de hombre (Renacimiento), se paso de un teocentrismo a un antropocentrismo, se destaca de manera prominente la admiración, exaltación y elogio de la figura humana y el Hombre, entendido éste no como figura masculina, sino como género humano, en que florecen la cultura, el deporte, el arte y todo el quehacer humano se vuelve trascendente.
Se considera al hombre simplemente como uno de los factores de la producción, al igual que la tierra, los bosques o las minas, y hasta como uno de los factores menos importantes, puesto que se dedica mayor atención a la influencia y a la calidad de estos recursos del que se concede a la función o a la calidad del hombre.
La aparición del liberalismo le permitió al obrero ser formalmente libre ante la ley, en tanto que el siervo lo es parcialmente y ante el señor feudal. El obrero es propietario de su fuerza de trabajo, de su capacidad para trabajar y puede venderla a quien guste, en cualquier parte del territorio y hasta en otros países. El siervo era propietario de algunos instrumentos de trabajo y parcialmente de su capacidad para trabajar, ya que debía usarla junto a la tierra de un señor feudal, y se vendía junto con esta.
Cuando tuvo su mejor periodo la revolución industrial y el capitalismo, se pudo ver que el hombre no pudo tener esa libertad por la que habían luchado tanto, y algunos filósofos como Carl Marx establecían que lo esencial para el hombre era el trabajo, pero no un trabajo como los que había en las fábricas, sino un trabajo en el cual el hombre se sienta identificado. Si esto no se cumplía, se dice que el hombre está alienado, porque no se siente reconocido con lo que está produciendo.

EL TRABAJO
El trabajo es, en primer lugar, un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza. El hombre se enfrenta a la materia natural misma como un poder natural. Pone en movimiento las fuerzas naturales que pertenecen a su corporeidad a fin de apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida. Al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza exterior a él y transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza.
La situación en que el obrero se presenta en el mercado, como vendedor de su propia fuerza de trabajo, ha dejado atrás, en el trasfondo lejano de los tiempos primitivos, la situación en que el trabajo humano no se había despojado aún de su primera forma instintiva. Concebimos el trabajo bajo una forma en la cual pertenece exclusivamente al hombre, dejando de lado a toda otra criatura del reino animal. Al consumarse el proceso de trabajo surge un resultado que antes del comienzo de aquél ya existía en la imaginación del obrero. El obrero no sólo efectúa un cambio de forma de lo natural, al mismo tiempo, efectiviza su propio objetivo, objetivo que él sabe que determina, el modo y manera de su accionar y al que tiene que subordinar su voluntad.
Los elementos simples del proceso laboral son la actividad orientada a un fin o sea el trabajo mismo, su objeto y sus medios.
En el proceso laboral, pues, la actividad del hombre, a través del medio de trabajo, efectúa una modificación del objeto de trabajo procurada de antemano. El proceso se extingue en el producto. Su producto es un valor de uso, un material de la naturaleza adaptado a las necesidades humanas mediante un cambio de forma. El trabajo se ha amalgamado a su objeto. Se ha objetivado, y el objeto ha sido elaborado. Lo que en el trabajador aparecía bajo la forma de movimiento, aparece ahora en el producto como atributo en reposo, bajo la forma del ser. El obrero hiló, y su producto es un hilado.

CONCEPTO DE PROPIEDAD
La institución de la propiedad privada, en el cabal y legal significado del término, nació sólo con el capitalismo, en las edades precapitalistas, la propiedad privada existía de facto, pero no de jure; esto es, existía por costumbre y concesión y no por derecho ni por ley. En derecho y en principio toda la propiedad pertenecía al jefe de la tribu, el rey, y era tenida sólo por permiso y concesión del rey, quien podía revocarlas a su gusto en cualquier momento.
La cuestión de la accesibilidad del capital a los más humildes es esencial en el análisis marxista. En efecto, Marx distingue dos formas diferentes de propiedad privada: la del trabajador que posee la fuerza de trabajo y la vende al capitalista y la burguesía que posee los medios de producción y emplea la fuerza de trabajo de los proletarios. La primera forma histórica corresponde al desarrollo del artesanado y de la pequeña agricultura. La segunda forma, vinculada a la apropiación de los medios de producción por la burguesía (o la nobleza), permite la aparición de la gran industria, las grandes propiedades agrícolas, del trabajador asalariado y pues del conjunto de los mecanismos que fundan el modo de producción capitalista.
En el capitalismo, como sistema económico, predomina el capital sobre el trabajo como elemento de producción y creador de riqueza. El control privado de los bienes de capital sobre otros factores económicos tiene la característica de hacer posible negociar con las propiedades y sus intereses a través de rentas, inversiones, etc. Eso crea el otro distintivo del capitalismo que es el beneficio o ganancia como prioridad en la acción económica en función de la acumulación de capital que por vía de apropiación lockeana puede separarse del trabajo asalariado.
El capitalismo se considera un sistema económico en el cual el dominio de la propiedad privada sobre los medios de producción desempeña un papel fundamental. Es importante comprender lo que se entiende por propiedad privada en el capitalismo ya que existen múltiples opiniones, a pesar de que este es uno de los principios básicos del capitalismo: otorga influencia social a quienes detentan la propiedad de los medios de producción (o en este caso el capital), dando lugar a una relación jerárquica de funciones entre el empresario/patrón y el obrero/asalariado. Esto crea a su vez una sociedad de clases estratificadas en relación con el éxito económico en el mercado de consumo, lo que influye en el resto de la estructura social según la variable de capital acumulada; por tal razón en el capitalismo la clase social dominante suele ser la burguesía.
Sobre la propiedad privada, el capitalismo establece que los recursos invertidos por los prestadores de capital para la producción social, deben estar en manos de las empresas y personas particulares que los adquieran. De esta forma a los particulares se les facilita el uso, empleo y control de los recursos que utilicen en sus labores productivas, de los que, a fines empresariales, podrán usar como mejor les parezca.
El término propiedad identifica el hecho de que una persona es dueña de un bien productivo específico. Se refiere a un conjunto de derechos. En el caso de los bienes de producción, la propiedad incluye, ante todo, el derecho a recibir aquello que produce la cosa poseída, ya sea a través del capital o de la fuerza de trabajo. Si este derecho se ve limitado, disminuye o desaparece la propiedad sobre la cosa poseída.

BIEN COMÚN
Este concepto es presentado por Tomás de Aquino en su Suma teológica, en la cuestión 98, cuando al hablar sobre la esencia de la ley afirma “no es más que una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad”
A la autoridad estatal o a la misma comunidad le corresponde velar por el bien común. Este concepto ha sido incorporado en las constituciones y legislaciones de numerosos países. En cuanto a la Doctrina Social de la Iglesia, se presenta ya desde la Rerum Novarum. En las encíclicas posteriores se ha seguido profundizando en su concepto.
Un bien común o recurso de propiedad común es un tipo particular de bien económico natural o fabricado por el hombre, cuyo tamaño, extensión o características hace muy costoso, sino imposible, excluir de su disfrute o uso a potenciales beneficiarios. A diferencia de los bienes públicos puros los bienes comunes están sujetos a problemas de congestión o saturación por riesgo moral.
Publicado en 1965, un extracto de un estudio de Ayn Rand sobre el capitalismo, nos muestra en forma clara e inequívoca, el verdadero concepto y espíritu de este sistema, basado en la razón y los derechos del hombre como individuo libre e independiente.
La justificación moral del capitalismo no radica en el argumento altruista de que representa el mejor medio de realizar el «bien común». La justificación moral del capitalismo radica en el hecho de que es el único sistema adecuado a la naturaleza racional del hombre, que protege la supervivencia del hombre en tanto que hombre y cuyo principio rector es la justicia.
El bien común (o el interés público) es un concepto indefinido e indefinible. No existe una entidad real que sea la sociedad o el público. La sociedad no es sino un cierto número de individuos humanos. Nada puede ser un bien para la sociedad como tal; bien y valor corresponden sólo a un organismo vivo, a un organismo vivo individual y no a una incorpórea red de relaciones.
El bien común es un concepto carente de sentido, a menos de que se tome literalmente; y en este caso, su único significado posible es: la suma de los bienes de todos los individuos. Pero entonces el concepto carece de sentido como criterio moral, porque deja abierta la cuestión acerca de cuál es el bien de los individuos y cómo se determina.
Pero es que el término no se usa generalmente en su sentido literal. Se le acepta y se le usa precisamente por su carácter elástico, indefinible y místico, que sirve, no como la moral, sino como evasión de la moralidad. Puesto que el bien no es algo aplicable a lo incorpóreo, el término viene a ser simplemente un cheque moral en blanco a favor de quienes presumen de encarnar ese bien.
Cuando el bien común de una sociedad es considerado como algo distinto y por encima del bien individual de sus miembros, significa que el bien de algunos adquiere preferencia sobre el bien de otros, condenando a estos otros el estado de víctimas sacrificables. En estos casos, se presupone tácitamente que el bien común significa el bien de la mayoría en contra de la minoría o del individuo.

PLUSVALÍA
Según la teoría del valor trabajo cada mercancía encierra un valor correspondiente al tiempo de trabajo socialmente necesario requerido para su producción.
Entonces, el plusvalor es la porción de trabajo que los trabajadores realizan que está más allá de lo necesario para reproducir el valor de su fuerza de trabajo y que es apropiada por el capitalista. El plusvalor es un concepto indisolublemente unido a la teoría del valor-trabajo y es central para la descripción que ésta realiza de la explotación bajo el capitalismo. Estos conceptos aparecen definidos y utilizados principalmente en El Capital y en los cuadernos II y III de los Grundrisse.
Cabe aclarar que Marx dice específicamente, en artículos por él editados, que el concepto "plusvalía" lo toma de David Ricardo, quien desarrolla por completo el concepto de "valor" del trabajo, dándole ese nombre. Ricardo toma como punto de partida el concepto de valor comentado por Adam Smith. Este último es el primer economista conocido, por así definirlo, que desarrolla ese concepto de "valor" que es la base de la plusvalía o plusvalor.
Conviene mantener presente que "plusvalor" es un concepto complejo, que conlleva un alto nivel de abstracción. La diferencia entre el valor-riqueza (como servicios y bienes) producido por algunos pero del cual otros se benefician es la plusvalía.
Marx distingue en toda mercancía su valor de uso de su valor de cambio. El valor de uso es el valor que un objeto tiene para satisfacer una necesidad. Este concepto se refiere a los rasgos de las cosas gracias a los cuales nos son útiles para la satisfacción de cualquier tipo de necesidad, desde las más biológicas como comer, hasta las más espirituales como las que se refieren al ocio y el mundo de la cultura. El valor de cambio es el valor que un objeto tiene en el mercado, y se expresa en términos cuantitativos, medidos por el dinero. El rasgo peculiar de la sociedad capitalista es que en ella la fuerza de trabajo es también una mercancía: dado que el productor no dispone de otro recurso para obtener bienes y medios para su subsistencia, debe poner la fuerza de su trabajo en el mercado. Del mismo modo que en el mercado las mercancías están sometidas a las fluctuaciones del mercado, básicamente por las leyes de la oferta y la demanda, la fuerza de trabajo tiene también un precio determinado por las mismas leyes. Pero a diferencia de otras mercancías –un coche por ejemplo– que satisfacen meramente necesidades humanas, la mercancía que llamamos fuerza productiva tiene la peculiar característica de producir otras mercancías. La fuerza de trabajo tiene un valor de cambio (el sueldo que recibe el trabajador) y un valor de uso (su valor para producir otras mercancías). A su vez, estas mercancías creadas por dicho trabajo tienen, claro está, valor de uso y valor de cambio, pero el valor de cambio que éstas tienen siempre es superior al valor de cambio que tiene la fuerza productiva que las ha creado (al salario). Aunque añadamos a este último valor otras cantidades como las que puedan corresponder a la amortización de las máquinas usadas en la producción, o los costes financieros que el empresario gasta para llevar adelante su negocio, siempre habrá una diferencia. A esta diferencia se le llama plusvalía y es el beneficio del capitalista. Sin este beneficio no habría sociedad capitalista.
Según el Diccionario de economía política de Borísov, Zhamin y Makárova, PLUSVALÍA es el valor que el trabajo no pagado del obrero asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo y del que se apropia gratuitamente el capitalista. La plusvalía expresa la esencia y la particularidad de la forma capitalista de explotación, en la que el plusproducto adquiere la forma de plusvalía. El desarrollo del capitalismo cuyo principal motor es la sed de lucro, la obtención de plusvalía, conduce inevitablemente a que se agrave la contradicción fundamental del capitalismo, o sea la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de la apropiación de los resultados del trabajo; conduce a que se agudicen las contradicciones de clase y, como consecuencia, el inevitable cambio revolucionario del capitalismo por un modo de producción nuevo, más progresivo: el socialismo.

CREADORES
ADAM SMITH
Adam Smith (5 de junio de 1723 – 17 de julio de 1790) fue un economista y filósofo escocés, uno de los máximos exponentes, si no el mayor, de la economía clásica. En 1776 publica: Ensayo sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones, en la que sostiene que la riqueza procede del trabajo. El libro fue esencialmente un estudio acerca del proceso de creación y acumulación de la riqueza, tema ya abordado por los mercantilistas y fisiócratas, pero sin el carácter científico de la obra de Smith. Este trabajo obtuvo para él el título de fundador de la economía porque fue el primer estudio completo y sistemático del tema.

Biografía
Nació en Kirkcaldy (Escocia) el 5 de junio de 1723; estudió en las universidades de Glasgow y Oxford. En 1737 ingresa en la Universidad de Glasgow. En ésta recibe clases de Filosofía Moral por parte de Francis Hutcheson, que a la postre le valdría ser influido por la escuela histórica escocesa. Es en esta asignatura, en la que se dedicaba una parte a la moral práctica, en la cual Smith basaría gran parte de La riqueza de las naciones.
En 1740 recibiría una beca para ir a estudiar al Balliol College de Oxford, una universidad en decadencia, como sostendría en la Riqueza de las Naciones. De 1748 a 1751 fue profesor ayudante de las cátedras retórica y literatura en Edimburgo. Durante este periodo estableció una estrecha amistad con el filósofo David Hume, amistad que influyó mucho sobre las teorías economistas y éticas de Smith.
En 1751 fue nombrado catedrático de lógica y en 1752 de filosofía moral en la universidad de Glasgow. En 1763 renunció a la universidad y se convirtió en el tutor del III Duque de Buccleuch, a quien acompañó a un viaje por Suiza y Francia. En este viaje conoció a los fisiócratas franceses, que defendían la economía y política basada en la primacía de la ley natural, la riqueza y el orden.
Smith se inspiró en esencia en las ideas de François Quesnay y Anne Robert Jacques Turgot para construir su propia teoría, que establecería diferencias respecto a la de estos autores. De 1766 a 1776 vivió en Kirkcaldy. Fue nombrado director de Aduana de Edimburgo en 1778, puesto que desempeñó hasta su muerte el 17 de julio de 1790 a causa de una enfermedad. En 1787 fue nombrado rector honorífico de la universidad de Glasgow.

Obra
Teoría de los sentimientos morales
La Teoría de los sentimientos morales de 1759 empieza por la exploración de todas las conductas humanas en las cuales el egoísmo no parece jugar un papel determinante, como aseguraba Hobbes. Lo que se expone entonces es el proceso de simpatía (o empatía), a través del cual un sujeto es capaz de ponerse en el lugar de otro, aún cuando no obtenga beneficio de ello. Con esto se busca criticar a la concepción utilitarista, como aparece en Hume. El desarrollo de la obra lleva al descubrimiento del espectador imparcial, la voz interior que dictaría la propiedad o impropiedad de las acciones. Este espectador imparcial puede asociarse al concepto de superyó, de Sigmund Freud.
A lo largo de la obra el autor explica el origen y funcionamiento de los sentimientos morales: el resentimiento, la venganza, la virtud, la admiración, la corrupción y la justicia. El resultado es una concepción dinámica e histórica de los sistemas morales, en oposición a visiones más estáticas como las determinadas por las religiones. En términos filosóficos, la naturaleza humana estaría diseñada para avanzar fines o causas finales que no necesariamente son conocidos por los sujetos, que se guían por las causas eficientes.
La riqueza de las naciones (The Wealth of Nations)
En 1776 Adam Smith escribió su obra Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (o simplemente La riqueza de las naciones), por la cual es considerado por muchos especialistas el padre de la Economía Política. Esta obra representa el intento por diferenciar la economía política de la ciencia política, la ética y la jurisprudencia. Un elemento fundamental para esta diferenciación fue la crítica al mercantilismo, corriente heterogénea que venía desarrollando nociones económicas desde el siglo XV, más vinculada a los imperios coloniales que a la naciente revolución industrial.
Según la tesis central de La riqueza de las naciones, la clave del bienestar social está en el crecimiento económico, que se potencia a través de la división del trabajo. La división del trabajo, a su vez, se profundiza a medida que se amplía la extensión de los mercados y por ende la especialización.
Una particularidad de la obra es el planteamiento de que, gracias a la apelación al egoísmo de los particulares se logra el bienestar general. Esto es muchas veces interpretado de forma imprecisa como que simplemente el egoísmo lleva al bienestar general. Sin embargo, pasajes tanto de esta obra como de los sentimientos morales dejan en claro que la empatía con el egoísmo del otro (en donde acentúa la siguiente frase: «dame lo que necesito y tendrás lo que deseas») y el reconocimiento de sus necesidades es la mejor forma de satisfacer las necesidades propias.
La obra incluye una filosofía de la historia, donde la propensión a intercambiar exclusiva del hombre se convierte en el motor del desarrollo humano. Esta obra constituye también una guía para el diseño de la política económica de un gobierno. Los beneficios de la Mano Invisible del mercado solo se obtendrán en una sociedad bien gobernada.
Entre sus aportes más importantes se destacan:
• La diferenciación clara entre valor de uso y valor de cambio.
• El reconocimiento de la división del trabajo, entendida como especialización de tareas, para la reducción de costos de producción.
• La predicción de posibles conflictos entre los dueños de las fábricas y los trabajadores mal asalariados.
• La acumulación de capital como fuente para el desarrollo económico.
• La defensa del mercado competitivo como el mecanismo más eficiente de asignación de recursos.

Influencia
La investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones ha estado sujeta a todo tipo de interpretaciones. Entre ellas las que más destacan son:
• David Ricardo: realiza una crítica a la obra, desarrollando más la teoría del valor-trabajo y conceptos tales como el capital y la reproducción.
• Karl Marx: profundiza la línea de Ricardo, rescatando concepciones Smithianas.
• Milton Friedman y Rose Friedman: se centra en temas como «La mano invisible» y el papel del Estado. Milton y Rose Friedman escriben La libertad de elegir basados en la doctrina smithiana del libre comercio.
• Amartya Sen: lectura renovada de Smith que retoma la Teoría de los sentimientos morales, libro de gran importancia en el campo de la ética, la teología y la moral. Amartya Sen destaca la importancia del sentimiento de la simpatía en la obra de Smith y cuestiona la estrecha interpretación friedmaniana que atribuye al egoísmo la armonía del mundo.

DAVID RICARDO
David Ricardo Ruben (18 de abril de 1772 - 11 de septiembre de 1823) fue un economista inglés, miembro de la corriente de pensamiento clásica, nacido y fallecido en Londres. También fue un hombre de negocios, especulador exitoso y amasó una considerable fortuna.

Biografía
David Ricardo judio, después de una breve etapa escolar en Holanda, empezó a trabajar a los catorce años, en la London Stock Exchange (Bolsa de Londres), como empleado de su padre, donde aprendió lo básico sobre finanzas. En 1793 se casó fuera de la fe judía y las relaciones con su familia se volvieron más tirantes, por lo que Ricardo decidió establecerse por su cuenta. Especializado en la negociación de valores públicos, prosperó bastante rápido y para 1815 había amasado una fortuna considerable.
Después de haber adquirido su fortuna en la Bolsa de Londres, se convirtió en terrateniente. En 1819 fue elegido miembro del Parlamento por Portarlington; retuvo el cargo hasta su muerte, aunque nunca visitó Irlanda. En la Cámara de los Comunes sus opiniones gozaban de autoridad, y se ha dicho de él que fue el primero en educar a la Cámara en el análisis económico. Se retiró de los negocios, lo que le permitió dedicarse a trabajos intelectuales desde muy joven.
Su interés por los problemas de la teoría económica se desarrolló hacia la mitad de su vida. Su primer contacto con el tema parece datar de 1799 cuando en una visita con su mujer al balneario de Bath, leyó a Adam Smith. En 1809 aparecieron publicadas sus primeras opiniones sobre economía en forma de cartas a la prensa firmadas por "R" en relación con la depreciación de la moneda.

Obra económica
Su obra más importante, Principios de Economía Política y Tributación, aparecida en 1817, constituye la exposición más madura y precisa de la economía clásica; en el prefacio afirma que "el principal problema de la economía política es determinar las leyes que regulan la distribución". Con ese fin desarrolló una teoría del valor y una teoría de la distribución. Escribió también gran número de ensayos, cartas y notas que contienen aportaciones de importancia. Sin embargo, sus escritos resultan tan condensados y complejos que muchos lectores encuentran mejor expuestas sus ideas en los trabajos de Jean-Baptiste Say, Malthus y McCulloch.
La labor de este economista es particularmente importante por el lugar destacado en que colocó al problema del valor, especialmente al poner de manifiesto con claridad que los problemas de la distribución dependen de la teoría del valor.

THOMAS MALTHUS
Thomas Robert Malthus (Dorking, 14 de febrero de 1766 - Bath, 23 de diciembre de 1834) fue un economista inglés, perteneciente a la corriente de pensamiento clásica, considerado el padre de la demografía. Es conocido principalmente por su Ensayo sobre el principio de la población (1798), en el que se expone el principio según el cual la población humana crece en progresión geométrica, mientras que los medios de subsistencia lo hacen en progresión aritmética. Así, llegará un punto en el que la población no encontrará recursos suficientes para su subsistencia.
Malthus realizó asimismo importantes aportes a la teoría del valor y su medida, así como a la teoría de las crisis y el subconsumo, por lo que John Maynard Keynes lo consideraba su precursor.
Malthus ha sido descrito por su biógrafo principal como "el hombre mejor ultrajado de su tiempo": efectivamente, y pese a la leyenda popular tanto de su época como posterior (dado el pesimismo de sus proposiciones), fue un hombre de temperamento cariñoso, generoso y gentil. De sus muchas amistades, la más significativa para la historia de las ideas fue la que mantuvo con David Ricardo, su adversario intelectual en muchas ocasiones, pero su aliado en la búsqueda de la verdad.

ARGUMENTOS A FAVOR DEL CAPITALISMO
Teóricos y políticos han enfatizado la habilidad del capitalismo para promover el crecimiento económico, tal como se mide por el Producto Interno Bruto (PIB), utilización de la capacidad instalada o calidad de vida. Este argumento fue central, por ejemplo, en la propuesta de Adam Smith de dejar que el libre mercado controle los niveles de producción y de precio, y distribuya los recursos.
Sostienen que el rápido y consistente crecimiento de los indicadores económicos mundiales desde la revolución industrial se debe al surgimiento del capitalismo moderno.[2] Mientras que las mediciones no son idénticas, aquellos que están a favor argumentan que incrementar el PIB (per capita) ha demostrado empíricamente una mejora en la calidad de vida de las personas, tal como mejor disponibilidad de alimentos, vivienda, vestimenta, atención médica, reducción de horas de trabajo, y libertad de trabajo para niños y ancianos.
Argumentos favorables al capitalismo también afirman que una economía capitalista brinda más oportunidades a los individuos de incrementar sus ingresos a través de nuevas profesiones o negocios que otras formas de economía. Según esta manera de pensar, este potencial es mucho mayor que en las sociedades feudales o tribales o en las sociedades igualitarias/socialistas.
Defensores del capitalismo afirman que este sistema puede organizarse a sí mismo como un sistema complejo sin necesidad de un mecanismo de planeamiento o guía externa. A este fenómeno se lo llama laissez faire. En un proceso de este tipo la búsqueda de ganancias tiene un rol importante. A partir de las transacciones entre compradores y vendedores emerge un sistema de precios, y los precios surgen como una señal de cuáles son las urgencias y necesidades insatisfechas de las personas. La promesa de ganacias les da a los emprendedores el incentivo para usar su conocimiento y recursos para satisfacer esas necesidades. De tal manera, las actividades de millones de personas, cada una buscando su propio interés, se coordinan y complementan entre si.
Este sistema de coordinación, que se presenta como descentralizado, es visto por los defensores del capitalismo como una de sus mayores fortalezas. El argumento es que permite que se prueben muchas soluciones, y dice que la competencia que existe en el mundo real generalmente encuentra una buena solución a los desafíos emergentes. En contraste, dicen, la planificación central a menudo selecciona soluciones inapropiadas como resultado de predicciones equivocadas. Sin embargo, en todas las economías modernas existentes, el Estado conduce algún grado de planeamiento centralizado de la economía (usando tales herramientas como permitir que banco central del país establezca las tasas de interés de base), ostensiblemente como un esfuerzo para mejorar la eficiencia, atenuar los ciclos económicos, y buscar ciertos beneficios sociales específicos.
Algunos defensores del capitalismo que siguen la Escuela Austríaca de Economía argumentan que hasta este control limitado crea ineficiencias porque no se pueden predecir actividades de largo plazo de la economía. Desde la Escuela Monetarista el economista Milton Friedman ha argumentado que la Gran Depresión de la década de 1930 fue causada por políticas equivocadas de la Reserva Federal de Estados Unidos.

EL CAPITALISMO EN EL SIGLO XX
Durante casi todo el siglo XX, el capitalismo ha tenido que hacer frente a numerosas guerras, revoluciones y depresiones económicas. La I Guerra Mundial provocó el estallido de la revolución en Rusia. La guerra también fomentó el nacionalsocialismo en Alemania, una perversa combinación de capitalismo y socialismo de Estado, reunidos en un régimen cuya violencia y ansias de expansión provocaron un segundo conflicto bélico a escala mundial. A finales de la II Guerra Mundial, los sistemas económicos comunistas se extendieron por China y por toda Europa oriental. Sin embargo, al finalizar la Guerra fría, a finales de la década de 1980, los países del bloque soviético empezaron a adoptar sistemas de libre mercado, aunque con resultados ambiguos. China es el único gran país que sigue teniendo un régimen marxista, aunque se empezaron a desarrollar medidas de liberalización y a abrir algunos mercados a la competencia exterior. Muchos países en vías de desarrollo, con tendencias marxistas cuando lograron su independencia, se tornan ahora hacia sistemas económicos más o menos capitalistas, en búsqueda de soluciones para sus problemas económicos.
En las democracias industrializadas de Europa y Estados Unidos, la mayor prueba que tuvo que superar el capitalismo se produjo a partir de la década de 1930. La Gran Depresión fue, sin duda, la más dura crisis a la que se enfrentó el capitalismo desde sus inicios en el siglo XVIII. Sin embargo, y a pesar de las predicciones de Marx, los países capitalistas no se vieron envueltos en grandes revoluciones. Por el contrario, al superar el desafío que representó esta crisis, el sistema capitalista mostró una enorme capacidad de adaptación y de supervivencia. No obstante, a partir de ella, los gobiernos democráticos empezaron a intervenir en sus economías para mitigar los inconvenientes y las injusticias que crea el capitalismo.
Así, en Estados Unidos el New Deal de Franklin D. Roosevelt reestructuró el sistema financiero para evitar que se repitiesen los movimientos especulativos que provocaron el crack de Wall Street en 1929. Se emprendieron acciones para fomentar la negociación colectiva y crear movimientos sociales de trabajadores que dificultaran la concentración del poder económico en unas pocas grandes corporaciones industriales. El desarrollo del Estado del bienestar se consiguió gracias al sistema de la Seguridad Social y a la creación del seguro de desempleo, que pretendían proteger a las personas de las ineficiencias económicas inherentes al sistema capitalista.
El acontecimiento más importante de la historia reciente del capitalismo fue la publicación de la obra de John Maynard Keynes, La teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936). Al igual que las ideas de Adam Smith en el siglo XVIII, el pensamiento de Keynes modificó en lo más profundo las ideas capitalistas, creándose una nueva escuela de pensamiento económico denominada keynesianismo.
Keynes demostró que un gobierno puede utilizar su poder económico, su capacidad de gasto, sus impuestos y el control de la oferta monetaria para paliar, e incluso en ocasiones eliminar, el mayor inconveniente del capitalismo: los ciclos de expansión y depresión. Según Keynes, durante una depresión económica el gobierno debe aumentar el gasto público, aun a costa de incurrir en déficit presupuestarios, para compensar la caída del gasto privado. En una etapa de expansión económica, la reacción debe ser la contraria si la expansión está provocando movimientos especulativos e inflacionistas.

PREVISIONES DE FUTURO
Durante los 25 años posteriores a la II Guerra Mundial, la combinación de las ideas keynesianas con el capitalismo generaron una enorme expansión económica. Todos los países capitalistas, también aquéllos que perdieron la guerra, lograron un crecimiento constante, con bajas tasas de inflación y crecientes niveles de vida. Sin embargo a principios de la década de 1960 la inflación y el desempleo empezaron a crecer en todas las economías capitalistas, en las que las fórmulas keynesianas habían dejado de funcionar. La menor oferta de energía y los crecientes costos de la misma (en especial del petróleo) fueron las principales causas de este cambio. Aparecieron nuevas demandas, como por ejemplo la exigencia de limitar la contaminación medioambiental, fomentar la igualdad de oportunidades y salarial para las mujeres y las minorías, y la exigencia de indemnizaciones por daños causados por productos en mal estado o por accidentes laborales. Al mismo tiempo el gasto en materia social de los gobiernos seguía creciendo, así como la mayor intervención de éstos en la economía.
Es necesario enmarcar esta situación en la perspectiva histórica del capitalismo, destacando su enorme versatilidad y flexibilidad. Los acontecimientos ocurridos en este siglo, sobre todo desde la Gran Depresión, muestran que el capitalismo de economía mixta o del Estado del bienestar ha logrado afianzarse en la economía, consiguiendo evitar que las grandes recesiones económicas puedan prolongarse y crear una crisis tan grave como la de la década de 1930. Esto ya es un gran logro y se ha podido alcanzar sin limitar las libertades personales ni las libertades políticas que caracterizan a una democracia.
La inflación de la década de 1970 se redujo a principios de la década de 1980, gracias a dos hechos importantes. En primer lugar, las políticas monetarias y fiscales restrictivas de 1981-1982 provocaron una fuerte recesión en Estados Unidos, Europa Occidental y el Sureste asiático. El desempleo aumentó, pero la inflación se redujo. En segundo lugar, los precios de la energía cayeron al reducirse el consumo mundial de petróleo. Mediada la década, casi todos las economías occidentales se habían recuperado de la recesión. La reacción ante el keynesianismo se tradujo en un giro hacia políticas monetaristas con privatizaciones y otras medidas tendentes a reducir el tamaño del sector público. Las crisis bursátiles de 1987 marcaron el principio de un periodo de inestabilidad financiera. El crecimiento económico se ralentizó y muchos países en los que la deuda pública, la de las empresas y la de los individuos habían alcanzado niveles sin precedente, entraron en una profunda crisis con grandes tasas de desempleo a principios de la década de 1990. La recuperación empezó a mitad de esta década, aunque los niveles de desempleo siguen siendo elevados, pero se mantiene una política de cautela a la vista de los excesos de la década anterior.
El principal objetivo de los países capitalistas consiste en garantizar un alto nivel de empleo al tiempo que se pretende mantener la estabilidad de los precios. Es, sin duda, un objetivo muy ambicioso pero, a la vista de la flexibilidad del sistema capitalista, no sólo resulta razonable sino, también, asequible.
La transición al capitalismo puede referirse a la transición del feudalismo al capitalismo, correspondiente al modelo del materialismo histórico y que todas las formaciones sociales históricas han de pasar, según ese modelo. Para Europa Occidental, se produjo durante la Edad Moderna, o más propiamente en la formación histórica conocida como Antiguo Régimen (desde finales de la Edad Media hasta comienzos de la Edad Contemporánea).
El periodo posterior a la caída del muro de Berlín (1989) para los países del llamado socialismo realmente existente (especialmente Europa Oriental y la propia Unión Soviética) sustituyen ese modelo, que pretendía convertirse en un modo de producción socialista y se incorporan al capitalismo, en la fase denominada globalización.
Esa transición puede considerarse superada con la incorporación de la mayor parte de esos países a la Unión Europea (los últimos, en 1 de enero de 2007 Rumanía y Bulgaria), quedando únicamente fuera de ella las menos vinculadas a la Unión Soviética: Albania y la ex Yugoslavia (a excepción de Eslovenia), y la mayor parte de las ex Repúblicas Soviéticas (a excepción de las tres bálticas: Estonia, Letonia y Lituania).
En el caso de Rusia, la transición al capitalismo se ha hecho con características distintas, siendo el sistema político y la estructura económica y social no homologables a los de la Unión Europea. Menos aún en otras donde los cambios son menos evidentes, como Bielorrusia o las repúblicas de Asia Central.
El caso de China es peculiar, puesto que se mantiene el poder total del Partido Comunista Chino al tiempo que la economía se abre parcialmente al capitalismo y la globalización (teoría de Un país, dos sistemas). Otros países comunistas, como Vietnam o Cuba presentan evoluciones diferentes que no pueden tampoco compararse.

EFECTOS DEL CAPITALISMO EN LA ACTUALIDAD
El capitalismo hasta hoy en día, principios del siglo XXI, tiene la misma forma que empezó a tener desde la descolonización. Mientras en el llamado primer mundo o la región norte y sobre todo occidente, la gran mayoría de la población (menos el cuarto mundo) disfruta de las riquezas que genera una gestión de gobierno más o menos capitalista, en el tercer mundo con sus sistemas económicos muchas veces absorbidos por la burocracia, de los grupos de presión y la corrupción política no logran tales estándares de vida.


BIBLIOGRAFIA
1) Guillermo Hirschfeld. "Refundar el capitalismo: Una misión imposible". Hispanic American Center for Economic Research.
2) Michel Beaud, Historia del capitalismo: de 1500 a nuestros días, traducción de Manuel Serrat, Ariel, Barcelona, 1986.
3) Daniel Bell, Las contradiciones culturales del capitalismo, Alianza Editorial, 2006.
4) Fernand Braudel, La dinámica del capitalismo, traducción de Rafael Tusón Calatayud, Fondo de Cultura Económica, México, 1986.
5) John Chamberlain, Las raíces del capitalismo, Unión Editorial, Madrid, 1994.
6) Joaquín Estefanía, Aquí no puede ocurrir. El nuevo espíritu del capitalismo, Taurus, Madrid, 1997.
7) Milton Friedman, Capitalismo y libertad, Rialp, Madrid, 1966.
8) Anthony Giddens, El capitalismo y la moderna teoría social, traducción de Aurelio Boix Duch, Labor, Barcelona, 1977 (1971).
9) Joseph Lajugie, Los sistemas económicos, Eudeba, Buenos Aires, 1960 (1957).
10) Henri Lepage, Mañana, el capitalismo, Alianza Editorial, Madrid, 1979 (1978).
11) Ayn Rand, Alan Greenspan, Robert Hessen y Nathaniel Branden, Capitalismo: el ideal desconocido, Grito Sagrado, Buenos Aires, 2007 (1946).
12) Hernando de Soto, El misterio del capital, Península, Barcelona, 2001.
13) Gabriel Tortella, Los orígenes del capitalismo en España: banca, industria y ferrocarriles en el siglo XIX, Tecnos, Madrid, 1973, reed. 1995.
14) http://www.ecuadorciencia.org/
15) http://www.wikipedia.com
16) Garcia, Carolina, Universidad Nacional Experiemental “Simon Rodriguez”, Proyecto LAPSI Caracas, Catedra. Economia Genereal, 2007
17) Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

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