La Vigorexia y el Deporte


Rodrigo A. Cauas E. Máster en Psicología del Deporte
Tanto en el ejercicio físico como en el deporte competitivo, la presencia de ciertas problemáticas y trastornos se presentan indistintamente, aún cuando los objetivos y las metas sean distintas y en el caso específico del deporte, el concepto competitivo esté mucho más marcado que en el ejercicio físico.
Y dentro de estas problemáticas se encuentran los trastornos de alimentación, entre los cuales se encuentran principalmente la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y la sobreingesta.
Estas tres enfermedades tienen en común los siguientes aspectos: primero que tienen un difícil diagnóstico, debido a que en ellas subyacen aspectos físicos, médicos y psicológicos, segundo y debido a lo anterior, tienen un tratamiento dificultoso y que deben necesariamente deben ser abordados por un grupo multidisciplinario; y tercero que todas estas patologías tienen una fuerte presencia en el ámbito deportivo.
Hace relativamente poco tiempo se han empezado a describir otras categorías sub clínicas de los trastornos de la alimentación como la “anorexia por actividad”, el “corredor obligatorio” y la “vigorexia”.
¿QUÉ ES LA VIGOREXIA?
La VIGOREXIA es un trastorno que empezó a ser descrito en la década de los ’90 a partir de trabajos sobre “anorexia inversa” y “dismorfia muscular”.
Técnicamente la vigorexia es la “adicción al ejercicio físico y el deporte” y los deportistas que se ven afectados por este mal son generalmente hombres muy asiduos a los gimnasios y con una preocupación obsesiva por desarrollar la musculatura.
Pero a la base de esta situación, existen otras características que amplían el espectro, como verse excesivamente delgados, aunque tengan un cuerpo musculado; manifestación de una excesiva preocupación por su cuerpo, dedicación de varias horas en pensar en ello; pasan un número considerable de horas en el gimnasio realizando ejercicios de alta intensidad; abandono de otras actividades para pasar más tiempo en el gimnasio; realización de dietas e ingesta de sustancias supuestamente ergogénicas (hormonas, esteroides anabolizantes u otras); repetición de conductas obsesivas (pesarse varias veces al día, mirarse frecuentemente al espejo o comparar su cuerpo con compañeros del gimnasio); práctica de rituales repetitivos; y sensación de fracaso (social y personal).
CONTEXTO SITUACIONAL DEL DEPORTE
Se ha observado e investigado que hay ciertos aspectos ambientales en el deporte que puede favorecer la aparición de este tipo de trastornos. Unos de ellos es la presión social por un físico delgado y en forma, generando una preocupación individual en conseguir un cuerpo “ideal” por medio de dietas, ejercicio y deportes. Otro factor situacional es la presión que el propio entrenador, o incluso de los propios compañeros, pueden generar en relación al peso que tiene que tener el deportista. En algunos casos el mismo deporte puede ser gatillador de una presión importante, sobre todo en aquellos que poseen una serie de condiciones que la convierten en potencialmente dañinas, como por ejemplo, criterios de delgadez utilizados por los jueces para evaluar, o cuando las demandas del rendimiento requieren porcentajes bajos de grasa corporal.
Finalmente hay características psicológicas propias del deportista que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar la vigorexia. Entre las más importantes están el perfeccionismo, la compulsividad, altas expectativas sobre sí mismo y sobre los demás, baja tolerancia a la frustración, baja capacidad de introspección y en general tendencia a la disconformidad. Todos estos factores por sí solos no son necesariamente potenciadores de la vigorexia, pero unido a los agentes nombrados anteriormente pueden colaborar al desarrollo de este trastorno.

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