El manejo de los errores en el tenis. Licencia para equivocarse

Por Carolina Olagüe




Hace tiempo me pregunto ¿Dónde han quedados los valores asociados tradicionalmente al tenis? ¿El “deporte de caballeros”? Esta interrogante surge en mí fundamentalmente a la hora de observar el comportamiento de muchos jugadores dentro de la cancha de tenis.
Expresiones cargadas de negatividad e incluso episodios de tiradas de raqueta se pueden apreciar en todos los niveles, desde los más pequeños hasta jugadores profesionales.
Los errores son uno de los aspectos que sin duda sacan a relucir este comportamiento, ya que reacciones de enojo y bronca no se hacen esperar frente a los mismos, reflejando lo inadmisible de la equivocación, siendo el autodiálogo negativo un fiel acompañante. Se destaca así la dificultad para recuperarse de los fallos, trayendo esto consecuencias
nefastas en el juego pues son afrontados de una manera que no parece ser la más adecuada a la hora de pensar en el crecimiento deportivo de los jugadores.
Teniendo presente que la concentración es una de las habilidades psicológicas fundamentales en el tenis, podemos preguntarnos qué sucede con ella cuando los deportistas no tienen un adecuado manejo de los errores. Estar concentrados implica atender los aspectos y señales relevantes de la actividad que estamos realizando.
Ubicarnos en el presente, siendo capaces de focalizar nuestra atención en la tarea pertinente, evitando de esta forma distraernos con estímulos irrelevantes y que sin duda afectan negativamente el rendimiento. Los errores son en reiteradas ocasiones distractores de la atención de los tenistas, en donde lejos de aceptarlos y dejarlos en el pasado, quedan pegados a los mismos, recriminándose y castigándose, alejándose del
“presente” y perdiendo de esta forma la concentración en el siguiente punto, con las consecuencias que esto implica en el juego del deportista.
La tolerancia a la frustración es uno de los conceptos a considerar a la hora de hablar de esta temática, refiriéndonos con ello a la capacidad de soportar una situación frustrante sin disminuir el nivel de rendimiento. Resulta fundamental entonces tener un adecuado nivel de la misma para no quedar pegado a las equivocaciones y poder seguir a pesar de todo, utilizándolas como trampolín de aprendizaje.
El peso social que tiene el error en nuestra sociedad debe ser tenido en cuenta al reflexionar sobre este asunto, pues el mismo no es vivido como parte del aprendizaje, sino como algo que necesariamente debe ser evitado por todos los medios.
Se transmite a los chicos a través de diversas instituciones, entre ellas la escuela, el error como lo malo, lo inconcebible, fomentando en este sentido, ya desde niños, la dificultad de aceptarlos y reconocerlos, pues hacerlo implica aceptar lo “inaceptable” con la culpa que esto conlleva. Retomemos las palabras del prestigioso Psicólogo del Deporte argentino Marcelo Roffé quien plantea que: “El miedo al ridículo frente al error es
propiedad de los adultos, que tratamos de explicar lo inexplicable en vez de decir “me equivoqué”. Los niños y jóvenes se equivocan sanamente y sin conflicto. Los adultos les trasmitimos la relación conflictiva con el error”.
Resulta entonces fundamental recapacitar sobre lo anteriormente mencionado,
pues son valores que sin duda saturan emocionalmente a los chicos, influyendo sobre su nivel de tolerancia a la frustración, autoconfianza, y motivación, entre otros aspectos, perjudicando de esta manera su nivel de rendimiento, así como la capacidad de disfrutar de la actividad realizada
Debemos trabajar entonces para desdramatizar el error, de forma tal de concebir los mismos como una oportunidad de aprender, pues éstos, cuando no son vividos dramáticamente resultan una excelente oportunidad de cambio. Recuerdo entonces las palabras del seleccionador chileno de fútbol, el argentino Marcelo Bielsa: “yo aprendí cuando me equivoqué”.
Los entrenadores no pueden quedar al margen de este trabajo, debiendo reforzar los aciertos de sus jugadores, comunicando siempre desde lo positivo y destacando la idea de que no hay 100% eficacia y que por lo tanto siempre hay una cuota de error, siendo lo importante la forma en que cada uno se enfrenta a ellos y la actitud que mantiene frente a los mismos.
Mientras Michael Jordan, uno de los mejores basquetbolistas de todos los tiempos revela que “he fallado una y otra vez en mi vida. Por eso he tenido éxito”, Steffi Graf afirma que “no puedes medir tu éxito si nunca has fallado”.
Sobre los errores y el manejo que hacemos de los mismos tenemos la oportunidad de trabajar, tanto dentro como fuera de la cancha a través de diversas técnicas, resultando fundamental además crear un entorno de práctica adecuado, con una orientación productiva frente a las equivocaciones y derrotas, aceptándolas como parte del juego y aprendiendo de ellas.
Y recordemos…. “A ningún deportista le gusta tener fallos, pero enojarse por ello solo hace que el error sea perfecto”. (Robert Weinberg; Daniel Gould).

http://www.adoos.com.uy/post/17041332/psicologo

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