Depresión infantil; tristeza en lugar de ternura.

Durante muchas décadas, la depresión infantil ha sido obviada por los especialistas en comportamiento. No resulta extraño cuando hasta hace poco tiempo se desconocían muchos de los aspectos del desarrollo psicológico de los niños. Por fortuna, los avances de la psicología en lo que se refiere al desarrollo evolutivo de los infantes han permitido diagnosticar la depresión en los primeros estadíos de la vida del ser humano.

Incluso durante los periodos de lactancia los bebés pueden sufrir depresión. Una escasa atención por parte de sus progenitores o una agresividad manifiesta (y detestable) pueden dar lugar a estados depresivos de la infancia que, sin duda alguna, van a marcar la vida futura de ese ser.



Un llanto excesivo y tenue, el abandono de juegos (ahedonia) que antes le proporcionaban placer, apatía, disfunciones alimentarias... Son sólo algunos de los síntomas que conforman el síndrome de la depresión infantil.

La sensibilidad de los niños es mucho más elevada de lo que algunos padres imaginan. Discusiones en su presencia, disgustos familiares manifestados, desplazamiento afectivo en favor de nuevos hermanos u otros componentes de la familia son percibidos por el niño como una amenaza, algo capaz de acabar con su bienestar y su estabilidad. Todo ello puede dar lugar a una depresión en la que el miedo va a ser una constante.

Otras formas de depresión infantil cursan sin causa y comparten la misma sintomatología. En efecto, como en el resto de las depresiones, la etiología puede no estar presente, lo que no implica que la depresión sea de carácter más leve.

Atención especial merecen las conductas autopunitivas de los niños que padecen una depresión. Autolesiones más o menos leves sirven para llamar la atención de sus progenitores o las personas de su entorno. Rara vez estas conductas van a más, pero conviene estar atentos a posibles avisos de suicidio que, en ocasiones, pueden ser más que una amenaza una advertencia.

Por fortuna, los niños responden muy bien a las terapias psicológicas, de la misma manera que se recuperan sorprendentemente de otras patologías físicas graves. Terapias farmacológicas (siempre supervisadas con atención extrema del psiquiatra infantil), modificación de conducta bajo la tutela de un psicólogo especializado, y otras medidas contra la depresión suelen dar buenos resultados aunque, previsiblemente, la depresión del niño se volverá a repetir en alguna ocasión a lo largo de su vida adulta con otra sintomatología diferente, propia del estadío en el que tenga lugar.

El diagnóstico profesional de la depresión infantil tiene entre sus aliados fundamentales numerosas baterías de test, en los que se estudian los dibujos como la mejor forma de expresarse de los infantes. El estudio detallado de los síntomas y el análisis genealógico de posibles ancestros depresivos completan el material diagnóstico de la depresión del niño.

MUY IMPORTANTE
Estas notas que acaba de leer tienen un mero carácter orientativo, y pueden ayudarle a esclarecer algunos aspectos relacionados con la depresión. Queremos dejar claro que carecen de valor diagnóstico. Para una correcta valoración diagnóstica usted debe acudir a la consulta de un profesional especializado psicólogo o psiquiatra .

En esta web no se realizan consultas por email por considerarlo una mala praxis profesional. Si desea solicitar una cita para acudir a consulta lo puede hacer llamando al teléfono 652 80 38 16.

Cuando acuda a una consulta profesional puede solicitar el documento de colegiación del especialista. Es la mejor garantía para el diagnóstico y tratamiento de la depresión y evita intrusismos de consecuencias imprevisibles para el paciente.

http://www.psicologosespecialistasmadrid.com/depresion-2/depresion-infantil.htm

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