Zócalo inconsciente de la pareja

Definición: Puget-Berenstein llaman "zócalo inconsciente de la pareja" a la estructura profunda reguladora de la misma, lo subyacente a todas las modalidades de interacción que son los observables. Este modelo relacional latente, sostenido por acuerdos y pactos inconscientes, es el que provee un código de sentidos implícitos; es el que establece el conjunto de leyes que regulará lo permitido y lo prohibido para esas dos personas a manera de síntesis que se diferencia de los códigos individuales. Desde este nuevo código específico, cada pareja organiza sus entendimientos según los cuales selecciona una determinada modalidad de relación. El zócalo contiene representaciones objetales y con ellas arma una trama fantasmática (interfantasmatización). Da cuenta de la relación con el Objeto único, contiene deseos infantiles insatisfechos, la problemática de la diferenciación sexual; incluye también identificaciones históricas edípicas y representaciones socioculturales inherentes a las normas que dan pertenencia social. Forma así una estructura relacional estable, aunque no inmutable, y es un organizador de la relación en sus distintas modalidades de intercambio (sexual, económica y comunicacional). Origen e historia del término: Los autores tomaron este término homologándolo al concepto arquitectónico de zócalo, es decir, entendiendo por él una base profunda sobre la cual se apoyan los elementos sostenidos por ella. Para la arquitectura "es el cuerpo inferior de un edificio u obra que sirve para elevar los basamentos a un mismo nivel". (Real Academia Española, 1956). A diferencia de otros conceptos provenientes del psicoanálisis individual la noción de Zócalo Inconsciente, desde que se formuló, pertenece al campo vincular, por definición. No obstante se ha ido ampliando y complejizando durante los últimos años de teorización de los vínculos. En su origen, tal corno fue definido, los componentes contenidos en dicha estructura podrían enunciarse en tres órdenes: 1º) Una representación narcisista, subyacente a toda relación de pareja, el Objeto Único, vínculo con un otro estable dotado de un carácter de necesariedad y exclusividad, a quien nadie podría reemplazar. Este modelo es soporte de las representaciones primarias de ambos miembros de la pareja. (Ver Objeto único). 2º) Van a formar parte del zócalo inconsciente las identificaciones aportadas por las historias edípicas y pre-edípicas según los modelos de organización familiar propia de cada uno de los sujetos del vínculo. La organización familiar es la que ofrece modelos de constitución de la pareja en su doble condición de pareja sexuada con exclusión del hijo, y pareja de padres en la que el acento recae en la relación con el hijo.

De todo lo anterior devendrán las elecciones de cómo ser, a quién tener, y como quién hacer. Y) También integrarán el zócalo las representaciones sociales inconscientes, dadoras de pertenencia al conjunto. Estos tres órdenes de representaciones integrarán una nueva representación que las contiene, la del Objeto Pareja, que a su vez cada uno de los miembros aportará al encuentro, dando lugar a través de los acuerdos y pactos que establezcan, a una nueva construcción compartida: el Objeto Pareja compartido. Desarrollo desde la perspectiva vincular: Dentro del seno mismo de la Teoría vincular, esta conceptualización fue ampliada y complejizada con los sucesivos aportes de los mismos autores, sus discípulos y otros desarrollos tales como los de P. Aulagnier, R. Kaës, E. Granjon y otros. En este sentido fueron cobrando cada vez mayor relevancia ciertas representaciones inconscientes del macrocontexto social, poniendo -en primer plano, antes que a las identificaciones, a los conceptos de pertenencia, atribución y transmisión. Así, entró a formar parte del zócalo inconsciente, el contrato narcisista que se celebra entre los componentes narcisistas del conjunto que busca "inmortalizarse", y los sujetos que encuentran un reconocimiento narcisista y un lugar en el conjunto, a condición de hacerse eco de los enunciados que éste proclama (P. Aulagnier). La noción de pacto denegativo (R. Kaës, 1987) viene a ampliar la conceptualización ya que al negar lo imposible del vínculo, se torna condición de posibilidad del entramado inconsciente del zócalo (negatividad radical), haciendo posible tramitar, en la positividad, lo faltante y lo fallido, lo nunca sido en los intercambios imaginarios de la pareja (negatividad relativa). También integrarán el pacto denegativo, como negatividad de obligación, las renuncias pulsionales que habrá de hacer cada uno y el bagaje individual de contenidos traumáticos que forma parte de la historia transgeneracional que cada uno porta en forma de telescopaje, de fantasma o de cripta. Estos contenidos que habitan a los sujetos, al mismo tiempo que deben quedar excluidos de la circulación consciente para posibilitar el vínculo, son los que, a su vez, entran en juego en el momento de la elección de pareja, al modo del "encuentro genealógico" y subtienden los lazos libidinales y narcisistas, fundando así el zócalo y sellando el "pacto de alianza ". (E. Granjon, 1987). La pareja pactará el dejar afuera estos contenidos, y lo hará por medio de un acuerdo inconsciente -pacto denegativo- que integrará, a su vez, el zócalo inconsciente, y en caso que se produzca algún tipo de fisura o de ruptura del pacto denegativo, sus efectos podrán hacerse presentes como síntomas, psicosomatosis, accidentes o acting out, situaciones que motivan la frecuente consulta clínica (Cincunegui-Chebar, 1996).

Problemáticas conexas: Una de las problemáticas conexas podría consistir en plantearnos qué acepción y alcance de la noción de estructura manejaban los autores cuando crearon el término, y revisar si se sigue manteniendo sin modificar, o ha ido variando con los desarrollos actuales. Si bien enuncian que se trata de una estructura estable, también agregan que no es inmutable, lo que permite pensar en una estructura abierta. Así como a la luz de las nuevas formulaciones sobre la teoría vincular, el funcionamiento narcisista a predominio de Objeto único (ver término) quedó ubicado en otro lugar para la comprensión de la constitución subjetiva, la noción de Zócalo Inconsciente sufre un corrimiento semejante. La potencialidad vincular antes atribuida a la fuerza determinante del zócalo, deja paso a los fenómenos nuevos que impactan sobre los acuerdos y pactos inconscientes del mismo, haciendo relevante la capacidad de determinación de la historia misma del vínculo y atribuyendo a las historias infantiles de cada uno, cristalizadas en el zócalo, un valor condicionante, y izo determinante. Nos cabe interrogar entonces, acerca del grado de determinación que su constitución plantea; qué lugar habrá para incluir el azar; cuánto de lo radicalmente nuevo podrá inscribirse en ese entramado preexistente; qué lugar habrá en él para el acontecimiento. Cada estructura fijará los límites de reorganización posible de los componentes de la misma; si bien el acontecimiento es algo radicalmente nuevo, el campo de inscripción será siempre la situación previa. Por ser algo radicalmente nuevo, le planteará a la estructura cierta necesidad de movimiento para hacer lugar a ello, generando cambios en lo ya existente, de lo cual inferimos que ciertas negatividades podrían llegar a hacer un corrimiento en el sentido de positivizarse, dando lugar a una reorganización de la estructura. Según sea el posicionamiento que el analista tome frente a estas cuestiones, en función del valor que le otorgue a lo nuevo o a la repetición, será también el corolario clínico que devendrá, marcado por su lugar de transferencia. A nuestro entender, la Teoría ha ido virando progresivamente hacia la prevalencia de estos últimos vectores, abandonando cada vez más, la concepción estructuralista más cerrada de los comienzos y dando cabida a desarrollos que conciben un psiquismo abierto al devenir histórico y al acontecimiento.

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