El niño desobediente

Por Gloria Martí Cholbi
(Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación)


Desobedecer es algo que los niños hacen con frecuencia pero, ¿cuándo debe considerarse esta conducta como algo patológico?.

Estas conductas suelen darse en los primeros años de vida, y tienden a desaparecer con la edad, por lo que su presencia durante la infancia no es en sí misma patológica. Pero cuando los problemas de desobediencia son frecuentes y no van despareciendo con la edad, pueden acabar dando paso a problemas más serios de conducta.

Con frecuencia estos niños desobedientes presentan otros problemas asociados, entre los que destacan la hiperactividad y los problemas de aprendizaje (temas que poco a poco vamos a ir viendo).

Para establecer el punto de corte entre lo normal y lo patológico tendremos en cuenta:

1. La frecuencia de estas conductas;
2. Su gravedad (no es lo mismo “pasar” de una orden que responder insultando, chillando o agrediendo);
3. El número de conductas que el niño exhibe;
4. La diversidad de contextos en que aparecen (en casa, en el colegio...);
5. Y su desaparición o no de forma espontánea a lo largo de su desarrollo.

Podemos decir que la desobediencia se produce cuando:

1. el padre, madre, abuelo, maestro... pide que el niño realice una conducta y éste no la hace, o comienza a hacerla en un intervalo de tiempo superior al establecido (20 segundos es un tiempo bueno pero cada padre puede establecer el tiempo adecuado según las características de su hijo);
2. Se pide al niño que interrumpa su conducta actual, o que no empiece una conducta que está a punto de ocurrir, y el niño no lo hace antes del tiempo prefijado (20 seg.);
3. El niño no realiza una conducta que se ha establecido por norma;
4. El niño realiza conductas que explícitamente se le han prohibido.

Sin embargo también hay situaciones en que, aunque estos criterios se cumplan, no está claro  que se pueda hablar de desobediencia, por ejemplo:

1. Cuando se dan de forma simultánea dos órdenes incompatibles (la madre manda al niño que se siente enseguida a cenar mientras que el padre le ordena que le ayude a buscar las llaves); 2. Cuando una persona da al niño varias órdenes de forma simultánea (la madre pide al niño que ponga la mesa y a continuación, sin dar tiempo al niño para hacerlo, le pide que ordene su cuarto);
3. Cuando una persona invita al niño a violar una prohibición (el padre le dice al niño que a su madre no le gusta que jueguen con el balón en casa, pero como ahora no está...), ¿se puede decir que el niño ha desobedecido?... La verdad es que no. 

Vemos que la desobediencia es una conducta de interacción entre el niño y las figuras de autoridad; así, a la hora de modificar esta conducta (la conducta de desobediencia, como tantas otras puede ser modificada y cambiada por otras más adecuadas), es tan importante el análisis y modificación del comportamiento del niño como el de los padres y otros educadores.

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