Control de Peso

Por Fernando Azor Lafarga

Mucha es la información que recibimos desde todos los medios de comunicación sobre los trastornos alimentarios. Quiero dedicar unas líneas a hablar no de un trastorno sino de cómo conseguir mantener una dieta sana, un hábito alimenticio que ayude a no estar siempre de régimen para compensar los excesos anteriores.

Para no extendernos, en esta ocasión dejaremos al margen los factores biológicos y nos centraremos en los psicológicos. Hay que decir que el hábito alimentario que cada uno tenga marcará significativamente el aspecto externo que una persona pueda tener: consumo excesivo de calorías, falta de gasto calórico, rapidez con la que se come...



Además, los aspectos internos de la persona tendrán también gran relevancia: estado de ánimo, baja autoestima, ansiedad elevada y actitud ante el deporte.

Para poder saber si nuestro peso está dentro de unos límites saludables puede calcularse el índice de masa corporal, que relaciona la altura con el peso de cada persona. La forma de hallarlo es: peso partido por la altura (en metros) al cuadrado. Si el valor resultante está entre 20 y 24 se considera saludable, si es superior: obesidad, y si es inferior delgadez (por debajo de 18 extrema delgadez). Así una persona que mida 1,65 y pese 55 Kg tendrá un índice de 20.2, es decir se encontraría en limite inferior saludable.

Para poder tener un buen hábito alimenticio es necesario en primer lugar conocer cuál es el hábito hasta la fecha. Para ello es recomendable anotar durante una semana la comida ingerida en cada momento del día, así como la cantidad de ejercicio realizado (paseo, deportes, subir escaleras, etc) y el lugar donde se come. Al hacerlo tendremos una “fotografía” aproximada de nuestra forma de comer y podremos ver qué cambios pueden ser más aconsejables para mejorar nuestros hábitos.

Las tentaciones son probablemente las peores enemigas de las dietas, es fácil dejarse llevar e ir cometiendo excesos en función de nuestras justificaciones. Hay que estar muy atento a pensamientos como: “Bah, por una no pasa nada” o “bueno total ya me he tomado una caña, hoy ya paso”. Por otra parte cuanto más claro tenga uno para qué quiere tener una dieta equilibrada, más fácil será conseguir mantenerla.

Para poder controlar la cantidad de alimento ingerida podemos utilizar pequeños trucos que nos pueden facilitar las cosas: utilizar platos pequeños: Las cantidades servidas en platos pequeños parecen mayores. Si engañamos a nuestros ojos, en alguna medida también engañamos a nuestro estómago. Servirse de una sola vez, no comer directamente de la fuente, ya que así no se controla la cantidad de comida ingerida, dejar un poco de comida en el plato, o recoger la mesa en cuanto se termina de comer para así evitar “picar” en la mesa si tenemos alimentos a mano.

Cuando se come fuera de casa cuidado con la carta, suelen ser alimentos tentadores aderezados con salsas exóticas riquísimas con muchas calorías disfrazadas. Cuidado con los menús del día, suelen ser más económicos que los mismos platos por separado, pero habrá que plantearse si con menos cantidad sería suficiente. Además están los postres, autenticas delicias que hay que valorar muy bien si se toman o no. ¿Por qué no darse un gusto de vez en cuando?, pero ojo, que no sea una excusa muy frecuente. Es recomendable llegar a los postres ya satisfechos. Por otra parte cuidado con las bebidas, los refrescos azucarados y especialmente el alcohol, contienen gran cantidad de calorías.

En resumen, no hay que amargarse pensando en restringir constantemente. El objetivo es que cada una de las concesiones que uno decida hacerse, que cada caloría extra que se tome, esté controlada y planificada para que, posteriormente, se pueda compensar adecuadamente. Comer platos menos ricos no significa que uno no lo vaya a pasar bien.


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