Asertividad en el Trabajo

Por Mónica Hernández

Una vez hemos conseguido acceder a un lugar de trabajo, nuestros esfuerzos se han de dirigir no sólo hacia un rendimiento óptimo en las tareas encomendadas, sino que también se han de adquirir y mantener unas buenas habilidades sociales, unas relaciones con nuestro entorno laboral que den un valor añadido a nuestros conocimientos y capacidad respecto a la profesión que ejercemos. Es necesario practicar una conducta asertiva, una conducta que no sea ni pasiva ni agresiva.

El trabajador pasivo es el que dice a todo que sí, sin defender ni expresar sus opiniones, necesidades y derechos tanto personales como profesionales. Una conducta pasiva deja tomar ventaja siempre a los demás, compañeros y superiores, los cuales se aprovechan imponiendo por norma su criterio. Dicha conducta provoca una carga emocional, disgusto e inevitablemente conflictos a largo plazo, pues la frustración crea disposición a la agresión, la tristeza y/o la indiferencia, conductas y sentimientos que disminuyen la eficacia a la hora de rendir en el trabajo y relacionarse con los otros trabajadores de forma enriquecedora.

El trabajador agresivo es aquel que sí defiende y expresa sus deseos, opiniones y derechos, pero a través de una conducta hostil, reacciones exageradas de ira, peleas y amenazas. Una conducta agresiva no tiene respeto por los demás, y los compañeros tienen miedo y/o se alejan, lo cual lleva al trabajador agresivo a padecer sentimientos de culpa y aislamiento, entrando en un círculo de resentimiento y enfado difícil de romper.

Es necesario controlar la rabia para mejorar el ambiente laboral. Se tiende a acumular pequeños enfados ante la violación de nuestros propios derechos, por lo que surge la susceptibilidad y la descarga de cólera ante amenazas y provocaciones mínimas. Es más efectivo y adecuado solucionar los problemas que nos incomodan exponiéndolos con respeto a aquéllos que estén implicados. Así, se puede conseguir que te escuchen y la posibilidad de llegar a acuerdos para conseguir lo que deseas.

Es también conveniente manejar la timidez y el miedo en el trabajo. Vencer la baja autoestima, creer en las propias posibilidades y afrontar el miedo de arriesgarte a las consecuencias de tus manifestaciones, desciende la frustración y rompe con los bloqueos emocionales. Es preferible que los demás sepan lo que piensas para que puedan actuar en consecuencia, y lo podrás conseguir haciendo desaparecer el miedo actuando, pero siempre teniendo en cuenta tus propios derechos y los de la otra u otra personas.

Una conducta asertiva facilita un flujo adecuado de información en los grupos de trabajo y potencia la creación de más de una solución a los posibles problemas laborales que vayan surgiendo en el día a día. Dichos problemas saltan a la luz y si se han transmitido de forma asertiva, surgen diversas alternativas y puntos de vista al respecto, permitiendo una resolución más razonable del problema.

Así que ni pisotear ni ser pisoteado, si respetar y ser respetado, no sólo en el entorno familiar, amigos... sino con más importancia en el lugar donde trabajamos y normalmente pasamos parte del día.


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